(CONTINUACIÓN)
La Evolución de la Civilización china.
La civilización china está viviendo una etapa histórica de expansión centrípeta y centrífuga, basada en:
Su inmensa mano de obra disponible (cualificada en diversos grados) que puede atender a cualquier oficio o tarea que sean necesarios realizar. Su plan de educación de las masas chinas, tanto extenso como intenso, para poder ir cualificando cualitativa y cuantitativamente a toda la sociedad china, para atender todas sus necesidades económicas, militares, políticas y sociales en el presente y a medio y largo plazo.
China también se ha adaptado y desarrolla en primera línea las tecnologías modernas. Que hoy dirigen y controlan el progreso económico social de las naciones.
Sus grandes Fuerzas Armadas, destinadas a la protección de la nación y el territorio y a proyectar una identidad de “potencia hegemónica” en el mundo. Buscando disuadir a los rivales que surjan y que puedan oponerse por las armas al logro de los amplios objetivos chinos.
COHETES CHINOS
Bajo su premisa y mantra de “que nunca han invadido un país y que nunca han sido colonialistas”, como las antiguas metrópolis, generalmente europeas.
La expansión de las civilizaciones.
Es en las fronteras donde las acciones expansivas de una civilización pujante se manifiestan. Primero, llegarán exploradores, hombres de fortuna y misioneros; hombres de acción y entrega. Luego, vendrán comerciantes, asesores y civiles profesionales; jóvenes y emprendedores. Las familias irán llegando desde en un momento dado. Casi inmediatamente, aparecerán los varios destacamentos avanzados militares, que irán asegurando y consolidando los asentamientos y poblados creados.
El flujo ocupante no siempre sigue adelante; en algunos momentos puede haber retrocesos o detenciones. No suele haber rechazos definitivos. Porque, si la frontera no fuera permeable socialmente y la otra civilización no fuera más débil, el proceso de emigración no hubiera comenzado. Si la expansión no se manifiesta por una “emigración por etapas”, sino por una invasión, la etapa de actuación militar aparecerá pronto.
En el mar no existen territorios de frontera. Pero, sí hay “territorios accesibles descuidados” (TAD) de otros países vecinos. Que nunca establecieron su plena soberanía en ellos: con instalaciones, puertos, factorias y bases militares.
En la mentalidad china actual, el gran Mar de la China es un “Segundo Golfo Pérsico” propio, mirando sus riquezas en yacimientos de petróleo y minerales y pesquerías. Y es su “Mare Nostrum”, considerando sus vías de comercio y de comunicación interna y exterior del Reino del Medio. Y, en los archipiélagos, islas e islotes de ese Mar de la China, donde otros países no estén plenamente establecidos, a pesar de su cercanía a ellos, son objeto lícito y válido de posibles incorporaciones a la soberanía de la República Popular China.
Las Relaciones de China con sus vecinos del Este de Asia.
Los contenciosos políticos que mantiene China con los países del Este asiático demuestran lo incómoda, despótica y avasalladora que puede ser su presencia y trato a las distancias cortas. Cuando China cree que están en juego sus intereses nacionales o su orgullo nacional. Cuya pérdida a manos de las “potencias extranjeras” hasta casi mediados del pasado siglo, es uno de los tics neuróticos de la política exterior de Pekín.
China disputa bilateralmente con Vietnam, Filipinas, Brunéi, Malasia, Japón y Taiwan, la soberanía de una parte o la totalidad de los cientos de islas e islotes del Mar de China.
Con Taiwan no hay un peligro inmediato de una confrontación armada con Pekín. Ni la habrá en el futuro próximo. La principal razón es que China no está preparada para una confrontación militar total contra los EEUU. Lo estará en unas décadas. La segunda es que los chinos dirigentes y principales han probado las costumbres, los placeres y los vicios de la “riqueza mercantil moderna”. Y China tiene una importante clase media imbricada con el Partido y el poder. Y no quiere, por esencia vital, prescindir de ellos. Y retroceder un siglo en desarrollo, bienes y comodidades, como consecuencia de una conflagración militar directa.
Los filipinos denunciaron el incremento de la presencia de militares chinos en las islas cuya soberanía se disputan varios países de la región. Indicando que la presencia del Ejército chino en las cercanías de las islas Spratly y los atolones de Scarborough y Second Thomas, supone «una amenaza a los esfuerzos por mantener la paz y la estabilidad de la región». En efecto, tanto Filipinas como China reclaman la soberanía sobre los atolones.
Con la República de Vietnam, China mantiene un agrio contencioso por el archipiélago de las islas Paracelso, situado a la salida del golfo de Hanoi. China ha tratado de establecer en las islas algunas plataformas marítimas de perforación submarina para la extracción del petróleo crudo. Se han dado encuentros muy medidos entre pesqueros vietnamitas, que intentaban estorbar esas maniobras, con buques chinos de escolta, que emplearon cañones de agua para rechazar a los vietnamitas.
Por su parte, los japoneses han advertido a China que no permitirá ningún cambio del statu quo en el contencioso territorial de las islas Senkaku, a las que China llama Diaoyu. Incluso, no descartaron cambiar la constitución para reforzar el poder del Ejército: “La situación de seguridad del Japon se ha agravado”. “Las fuerzas armadas deben olvidarse de la idea de que se puede cubrir todo con maniobras militares y de que su mera existencia sirve como elemento de disuasión”. Japón teme que China recurra a la fuerza, en un momento dado, para hacerse con el control de las islas en disputa, en cuyas aguas se cree que hay reservas de petroleo. Hace tiempo ya, se autorizó el derribo de “aviones espías no tripulados” que sobrevuelen la zona en disputa. Un portavoz del ministerio chino de Defensa advirtió de que si eso ocurre, China lo considerará como un acto de guerra y, seguramente, emprenderá “acciones decisivas para devolver el golpe”.
El contencioso sobre estos islotes, cuya soberanía reclama también Taiwan, ha deteriorado notablemente las relaciones entre China y Japón, las dos grandes economías de Asia. La disputa territorial surgió en 1970. Japón afirma que ocupa las islas, que antes no pertenecían a nadie, desde 1895. Pero China insiste que el archipiélago fue incluido en el Imperio Chino hace 600 años, y, efectivamente, en mapas japoneses de 1783 y 1785 aparecen como territorio chino. Tras la II Guerra Mundial, el archipiélago estuvo un tiempo bajo control de los EEUU y fue, por fin, entregado al Japón en 1972, junto con la isla Okinawa. Pero, Taiwan y la República Popular de China consideran que ese traspaso fue ilegal. La posición de Tokio es que el archipiélago formó parte siempre de la prefectura de Okinawa. Y explica que las “nuevas reclamaciones de otros Estados” sobre él, se deben a la riqueza en recursos minerales de la zona.
Japón reclama también la soberanía sobre unos 500 cayos, algo alejados de ellas, pero que adquieren importancia a la hora de demarcar las aguas territoriales del archipiélago. De ellos, un tercio no tenían ni nombre hasta hace pocos años. Y, Japón decidió darles nombres oficiales, para demostrar su soberanía sobre ellos. Por su parte, el presidente Barack Obama manifestó sin ambages que las islas reclamadas por ambas naciones, pero administradas por Tokio, están protegidas y comprendidas en el artículo 5 del Pacto entre los EEUU y el Japón sobre Cooperación Mutua y Seguridad.
Australia reaccionó hace más de tres lustros a la creciente amenaza china. En cuanto China se desparramó hacia Borneo. En 2016, hizo una alianza comercial militar con Francia, para dotarse de submarinos modernos diesel. Pero, esto funcionó mal. Ha habido cambios en los diseños y demoras en los plazos. Ni uno solo de los submarinos contratados estaba a la vista de ser botado hace pocos meses. Cinco años de una espera inane es una razón poderosa para Australia y para cualquier potencia media o cliente razonable.
Y, Australia optó libremente por los submarinos nucleares británicos y estadounidenses nuevos. Ambas potencias anglosajonas están a punto de sustituir a sus antiguas flotas de sumergibles nucleares, por otras con mejoras de tipo cualitativo. La inmensa autonomía, la mayor indetectabilidad y seguridad y la capacidad de llevar cohetes o misiles no balísticos e indetectables a las costas chinas, inclinó la balanza por estos submarinos. Que sepamos, Francia no contraofertó, ofreciendo a Australia una revalorización cualitativa de su oferta inicial de submarinos convencionales. Sustituyéndola por sumergibles nucleares dotados de cohetes modernos no balísticos.
Esto llevó también a la oferta a Australia de una alianza estratégica de contención de China, por parte de los EEUU y Gran Bretaña. Denominada Aukus, tomando las iniciales de las tres naciones participantes.
También, los ministros de Asuntos Exteriores de los países de la Asociación Nacional del Sudeste Asiático (ASEAN) iniciaron una serie de reuniones en Brunei, con el objetivo de establecer un “código de conducta internacional” que evite un posible conflicto armado en el Mar del Sur de la China. La ASEAN la integran Myanmar, Brunéi, Camboya, Filipinas, Indonesia, Laos, Malasia, Singapur, Tailandia y Vietnam, que tienen una población total de unos 650 millones de habitantes.
En el Mar de China, ésta también sigue el viejo proverbio militar “mata a uno para amedrentar a cien”.
La manera más eficaz para oponerse a estas prácticas abusadoras chinas es participar en un colectivo de países decididos y firmes, no necesariamente belicoso. Si la amenaza china «asciende a los límites», que diría Karl von Clausewtz, es necesario entonces aliarse con una “potencia principal” mundial , que sea un socio fiable y haga honor a sus compromisos de defensa.
(FINAL)