El español, idioma constitucional de 19 naciones hispanoamericanas; el español, plenitud del castellano del siglo XV; el español, idioma oficial de la España descubridora, conquistadora y colonizadora del siglo XVI; el español, lengua con la que se transmitió a los pueblos dominados la cultura cristiana y europea de la Edad Moderna; el español, nombre usado internacionalmente para llamarlo (Spanish, espagnol, Spanisch, spagnolo, etc.); el español, expresión del saber cultural de los países hispano parlantes, junto con el portugués; el español, soporte de la creación mental del pensamiento y las ideas de las personas que lo tienen por lengua materna,
HISTORIA Y CARACTERISTICAS.
La aparición e importancia del lenguaje para la Humanidad. La cultura y el idioma de una sociedad.
Hace unos 50 mil años el ser humano comenzó a hablar con relativa fluidez. Fue un paso cualitativo decisivo hacia la integración, la coherencia, la eficacia y la supervivencia de las familias y de las pequeñas tribus que formaban. Y que eran los débiles grupos sociales iniciales humanos. Primero, los hombres comenzaron a balbucear, luego fueron llegando las palabras y, a lo largo de miles de años, las lenguas se fueron consolidando y complicando. ¿Por qué pudimos llegar a hablar? El lingüista Noam Chomsky descubrió hace apenas unas décadas que nacemos con unas estructuras neuronales preparadas para aprender a hablar, al margen del lenguaje o lenguajes que usemos. Existe un gen llamado FOXP2, que rige esta herencia única de la especie. Un chimpancé es capaz de llegar a aprender como mucho 300 palabras, que son insuficientes para las necesidades de comunicación entre iguales. El hombre medio maneja hasta 10 mil palabras.
El lenguaje consolida la relación con el prójimo: los familiares, los poblados cercanos. El lenguaje supera y perfecciona los gestos y los símbolos.
La cultura es el conjunto de conocimientos de todo tipo que posee, anima y desarrolla una sociedad humana o una época de ella. De alguna manera es lo que el hombre aprende, perfecciona e impulsa con el ejercicio de sus facultades intelectuales y volitivas. Esto la diferencia de la raza, anclada en la herencia biológica, que es el trabajo de la naturaleza. Ese impulso de la naturaleza tanteando, con su ritmo particular, y decidiendo vías a recorrer es el camino natural seguido por el hombre en su andadura biológica. En él, el idioma es el instrumento y vehículo principal de la cultura y la idiosincrasia de un pueblo.
Aparición y evolución de las lenguas en España. El castellano, idioma principal del impulso militar, social y religioso de la Reconquista política.
El castellano, superado política e históricamente desde el siglo XV, o español es una lengua latina, porque conserva lo esencial de la estructura lingüística del idioma romano. Antes de la conquista romana, nuestros antepasados hablaban básicamente dos tipos de lenguas diferentes en sus dialectos o variaciones: el íbero y el celta. Con la romanización de la Península se forjó una primera unidad lingüística de España. Sólo el País Vasco conservó su idioma primitivo. El latín vulgar lo hablaban los soldados y los colonos de Roma. Éste fue el que se fusionó con las diferentes lenguas locales nativas, creando variedades muy parecidas del latín común de aquéllos. Los procesos fueron una “simbiosis” asimétrica de vocablos, buscando la facilidad en los fonemas y palabras y nombrar a los nuevos hechos y cosas que encontraban los recién llegados. Por su parte, el latín culto queda como lengua de la Iglesia, de la cultura (los saberes de todo tipo) y los actos administrativos. En los siglos II, III y IV, con las lentas y espasmódicas invasiones de los bárbaros y su implantación fragmentada en una Península desunida, van apareciendo núcleos diversos de lenguas románicas.
Más importante fue la invasión y progresiva conquista musulmana desde primeros del siglo VIII. En el sur y en el centro de España, el árabe es el sustrato idiomático de las lenguas románicas allí existentes, en el proceso lingüístico habitual de inserción y mestizaje. En el sur predominarán los vocablos árabes y en el centro, los antiguos románicos. En el norte de España, nunca ocupado totalmente, se irán concretando las lenguas hispánicas. La mayoría como núcleos primitivos del castellano, que son los idiomas primigenios de la lenta Reconquista. Entramos en la época de la aparición, explosión e irradiación del castellano, desde varios núcleos de población cercanos, afines y vitales. Paralelamente a la Reconquista religiosa, militar y política de las tierras cristianas, ocupadas por el invasor musulmán, de cultura y religión extrañas, tiene lugar la expansión del castellano primitivo. Al mismo tiempo, se van extinguiendo otras lenguas románicas. A partir del siglo XII le ocurre al dialecto leonés; el mozárabe, hablado por los cristianos en tierras ocupadas, sucumbe en el siglo XIII; en los siglos XIV y XV el área hablada del aragonés se constriñe al noreste peninsular. El castellano de esta etapa tiene diversos dialectos, según sus núcleos iniciales: Soria, La Rioja, Cantabria, Castilla la Vieja. El poema del Mío Cid está escrito en el dialecto soriano y Gonzalo de Berceo escribe en “riojano”. Lentamente se va concretando el idioma futuro en Burgos, donde eclosiona una lengua castellana cuyas normas gramaticales se toman básicamente del dialecto burgalés. En la periferia de los impulsos cristianos centrales de dominio y reconquista, también territorios cristianos, se formarán, tomando sus características lingüísticas, y subsistirán otras lenguas románicas: el catalán y el gallego portugués.
En los siglos XIV y XV el castellano se convierte en la lengua del estado, entrando en pugna con el latín culto. El dialecto toledano será ya el que aporte las normas lingüísticas al castellano. La prosa castellana se extiende y se va puliendo en la extensa literatura de la Alta Edad Media. El avance de la Reconquista por todo el territorio andaluz, con sus 4 reinos de cultura y religión islámica, regido por los altibajos en el impulso centrífugo de los cristianos, va incorporando numerosos vocablos de raíz árabe al castellano de los vencedores. Siguiendo un proceso de enriquecimiento y definición idiomáticos, progresivo y extenso, similar al ya visto en etapas anteriores. Sólo una muestra de la importancia de las palabras aportadas por el árabe: almirante (amir-al-ma, emir del mar); alquiler (alquiré); almohada (almijadda), los árabes eran considerablemente más refinados que los cristianos, que dormían sobre el duro lecho, compartiéndolo; algodón (alcotón); álgebra (alchebr, reducción), la reducción a los términos más simples de un problema; alquimia (alquimia), conocimientos prácticos de la composición de la Naturaleza, de la que nacerá después la química científica; alcalde (alcaid); albarán (albará); alcohol (alcohl); alcázar (alcacar). Aparece la Gramática de Antonio Nebrija, que define claramente el nuevo idioma español.
El español, idioma de las Españas, paridoras de naciones y creadoras de culturas.
Durante el siglo XVI, el castellano, que pasa a ser el español, se convierte en lengua universal. El español va tomando el papel de lengua literaria de toda la nación española. Y gallegos y catalanes abandonan voluntariamente el cultivo literario de sus viceidiomas. La presencia española en Europa, por su carácter de gran potencia mundial, y su expansión por las Américas, llevan a la incorporación al español de numerosos vocablos europeos e indígenas. En esta época final, el español adquiere lo esencial de su actual estructura: el seseo andaluz y canario, las variantes de la América española, que hoy en día son la reserva y custodia de numerosas palabras y giros abandonados en España, los sonidos de la jota, la ge y la zeta, etc. Algunos estudiosos se atreven a pronosticar que, hacia el 2050, se hablarán básicamente 7 idiomas en el mundo: el árabe, el chino mandarín, el español, el francés, el indostaní, el inglés y el ruso.
Por último, una aclaración. Que nadie piense que el español, fomentado por las autoridades centrales, arrinconaba por ello a los viceidiomas peninsulares. Ocurría realmente un amplio fenómeno social y étnico, de difícil contención por ello. España estaba en ebullición vital. Se había completado una unidad política, pronto la religiosa, y sus impulsos creativos nacionales alcanzaban a Europa y América. Aquél va a crear, primero, una succión y, luego, una absorción inevitables de las fuerzas sociales periféricas y limítrofes, integrándolas en España. Todos quieren ser de la nación en auge, todos quieren participar del éxito y la prosperidad relativa, a todos les animan los triunfos y las energías de España, nadie quiere ser extraño o estar al margen de este proceso vital nacional. Aunque, paradójica y lamentablemente, su propia actitud de colaborar y participar, provoque en algunos, también españoles, resentimiento y envidia, ocultados de momento. Y el idioma integrador, portador y transmisor de todos los afanes espirituales y materiales de aquella nación en marcha era el español.
Actualmente el español es la lengua materna de unos 400 millones de personas y el segundo idioma de 60 a 100 millones más. Es la segunda lengua más hablada, tras el chino mandarín y el segundo idioma más estudiado con 14 a 46 millones de estudiantes, según las fuentes. En Filipinas será de nuevo idioma oficial este año.
La base material de la cultura. El papel de la lengua y su escritura en la elaboración, conservación y transmisión de los conceptos e ideas.
El lenguaje es un factor elaborador de los pensamientos y de las ideas abstractas. Es el soporte material con el que éstos se prefiguran, trabajan, elaboran y se rinden definitivos, al margen de las Artes. El lenguaje es también un aherrojamiento de las ideas. Éstas quedan circunscritas a él, tanto en sus capacidades expresivas como en sus límites ideológicos. Pensamos con el lenguaje que usamos.
Esto condiciona el número simultáneo, no el sucesivo, de las ideas con las que podemos trabajar conjuntamente. La memoria inmediata no resulta tampoco de una ayuda completa e infalible para la presentación, la comparación y las sucesivas consultas de ideas, relacionadas entre sí. Buscando fusionarlas, modificarlas, consolidarlas o superarlas en una unidad ideológica superior. No digamos si lo que se trata es de conservar íntegra esta creación y su proceso, de cara a recordarla y a transmitirla a los demás. Se hace necesario entonces escribir el lenguaje de las “ideas en acción”, expandirlo en el papel. Para que las ideas más extensas, los conceptos más amplios surjan, se engranen, se perfeccionen y adquieran su rango superior.
En esta labor, desde la más simple a la más compleja y profunda, la pluma y el papel se funden junto con las manos, con el lenguaje ideológico y el cerebro humano. Hasta alcanzar ambos una unidad con los conceptos y el pensamiento creadores, donde todos los elementos son importantes y ninguno puede faltar. Es el “hombre elaborador” con sus manos, ancestral, actuando plenamente como “homo sapiens” intelectual. Nos atrevemos a decir que la falta de este ejercicio puede llevarnos a una atrofia de la capacidad natural de aceptar y criticar, pensar y crear. Que es independiente del volumen de conocimientos adquiridos, pero que nos permite utilizarlos mejor. Con lo cual nos privaríamos en gran parte de la verdadera posibilidad de “aprehendere” (tomar, agarrar), de asumir la cultura.
Una vez culminado dicho proceso de creación, si el tema y las circunstancias lo merecen, existen otros procedimientos mejores para comunicar a otros muchos las ideas desarrolladas. Entre ellos están la imprenta y los ordenadores, con todas sus variantes y mejoras. Ellos poseen unas cualidades de composición, reproducción, transmisión y generalización tales, que han supuesto un avance cualitativo en la difusión del pensamiento humano.
El español está hoy en día en una encrucijada importante. Soluciones sociales, culturales y políticas para la nación española.
La larga polémica sobre las denominaciones del español está hoy superada. El término español resulta más recomendable por carecer de ambigüedad. Ya que se refiere de modo unívoco a la lengua que hablan más de 450 millones de hablantes. Y aun siendo sinónimo de español, resulta preferible reservar el término castellano para referirse al dialecto románico nacido en el Reino de Castilla durante la Edad Media, o al dialecto del español que se habla actualmente en esta región peninsular. Asimismo, en España, se usa actualmente el nombre castellano cuando se alude a la lengua común del Estado, en relación con las otras lenguas cooficiales en sus respectivos territorios autónomos, como el catalán, el gallego o el vasco.
Las facultades educativas de España están cedidas hoy en día a las Comunidades Autónomas. Y la educación es básicamente la inmersión en una cultura y su impregnación asumida por el educando. Por añadidura, aprende los conocimientos científicos y técnicos necesarios para los grandes y pequeños oficios que le darán de comer. Veamos un caso conocido. Los grandes personajes del PNV, educados en la universidad de Deusto, hablan por ello una de las variantes más ricas y cultas del español. Sus hijos no van a las ikastolas vascuences, donde el español está oculto y despreciado. Ellos estudian en colegios privados de las Vascongadas o de La Rioja, donde su formación bilingüe no se descuida. El vascuense es una lengua que sirve para comunicarse en los 75 m.2 de la casa familiar. Y que puede cortar muchas oportunidades de todo tipo a un monolingüe hablante, cuando se aventura a salir de su entorno inmediato.
Se está dando en España un fenómeno social disolvente. Varias Comunidades Autónomas desean buscar un futuro social separadas de España. Y en un grado final incompatible con cualquier clase de “unidad nacional” de los países desarrollados. Los separatismos funcionan por sentimientos, no tanto por razones más o menos evidentes. Por eso tienen que exacerbar y hacer proliferar sus símbolos: un idioma más o menos vivo y rico en voces, himnos, banderines pintorescos, nombres de muertos y de batallas perdidas, actos colectivos enardecedores. Por eso coaccionan, cuando no atacan o hieren, a los que no piensan como ellos. Sus pequeños triunfos van alimentando todo el ciclo expansivo de su exclusión de la nación española. Sus ideas van siendo asumidas por un número creciente de personas en su comunidad. Desde el que se alegra o sonríe suavemente con una acción separatista. Pasando por las múltiples variedades de la colaboración con ellos, con dinero, influencias, enseñanza, cobijo y sostén, etc. Llegando hasta los activistas más militantes, tanto los políticos como los de acción social o revolucionaria. No es necesario que sean muchos, pero sí muy activos, para que triunfen. Porque el 70% que forma la masa social políticamente pasiva, laboradora y silente, será arrastrado por ellos, con tal de que alcancen un 15 o 20% de la población a segregar. Los partidos comunistas nos han dado abundantes ejemplos de la eficacia política rapaz de un colectivo corto, militante, disciplinado y motivado.
La recuperación de la potestad y la capacidad educativas para el Estado nacional es una condición vital para el mantenimiento de una unidad política segura. La aceptación social de los hermanos suramericanos, capaces de trabajar y de ser formados rápidamente, con su bagaje cultural de español educado y rico en voces, casi integrados ya, es fundamental para unas necesidades demográficas estructuradas. La aceptación de nuestra cultura y el conocimiento de nuestro idioma por parte de los otros emigrantes es fundamental para nuestra seguridad y coherencia social. No se pueden permitir guetos o aislamientos, buscados por algunos. Por gentes que no desean integrarse en España, sino esquilmarnos todo lo posible antes de marcharse. Que nos desprecian y nos envidian. Que procuran trabajar lo menos posible y apoderarse de toda las ayudas sociales que puedan. Es necesario identificar a estos mangantes y privarlos de nuestra hospitalidad y acogida. La democracia es un pacto político entre caballeros, un equilibrio acordado y recíproco de deberes y derechos. Y el que no juega limpio se apodera injustamente de los derechos del otro. Por eso la democracia tiene que contener o expulsar, según los casos, a los abusadores, aprovechados y enemigos.