Publicamos la Segunda Parte de las «operaciones en Afganistán y Pakistán».
Particularidades socio antropológicas de las tribus pashtunes.
Las relaciones internas de los grupos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y tabúes. Éstos recogen, valoran y cuantifican sus necesidades vitales, sus emociones primarias y sus creencias. La religión musulmana es seguida rigurosamente en la amplia zona que tratamos. Son todos de la rama sunní, que acepta al Corán y a la Sunna del Profeta, sus hechos y dichos (hadices), debidamente recogidos por los discípulos, como las fuentes ortodoxas de la revelación de Allah a los hombres. Las diferencias residen en el rigor con el que se examinan y aceptan las fuentes de la Sunna. Esta asunción forma parte de la inculturación, afirmación y cohesión sociales de estos grupos.
Estas sociedades aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un primero entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del clan en asambleas, jurgas, etc., tienen valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos locales, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, y en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes locales o Maliks son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos, que gozan de una autoridad personal más que institucional, y cuyos acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por sus asambleas.
Su código de costumbres y honor es el Pashtunwali, que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y la tribu. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido y tierras están en el origen de las enemistades sostenidas en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de los valores protectores. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano. Como veremos las relaciones son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto institucional.
La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y luego reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal. Sería el caso de un jefe de fuerzas nativas, aceptadas por ellos por la paga, el honor y el status que brindan y proyectan sobre los clanes regionales. La aceptación no es con el cargo, sino con la persona.
Otra característica de la organización social de estas tribus fronterizas semiindependientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.
¿Cómo se debe afrontar el acercamiento hacia las tribus fronterizas y fomentar su pacificación? De manera que aíslen y expulsen a los elementos violentos radicales. Y que asuman unos lazos más duraderos y fuertes con las autoridades centrales de los dos países implicados.
Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera común. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtun. Sólo los distinguen de las tribus locales su mayor proselitismo religioso y su actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro.
Para vigilar ambos lados de la frontera, lo mejor es emplear en cada localización las fuerzas del lado propio. Aquí se puede explotar un atavismo que subsiste en todas las colectividades. Y que está aherrojado por la educación cívica y moral en las naciones llamadas cultas. Y que es el egoísmo, como fruto primigenio de la necesidad de defensa y de la escasez crónica de recursos originales. Que genera en las sociedades más primitivas una desconfianza hacia el vecino, que es apreciado colectivamente, ¡ojo!, como un competidor y un probable enemigo. Los talibanes son en Pakistán, extranjeros y empeñados en una guerra foránea. Aparte de la radicalidad absorbente y exclusivista de su interpretación del Islam sunní. Siguiendo las pautas generales citadas es fácil y simple, aunque laborioso y necesariamente progresivo, conseguir que los pashtunes pakistaníes impermeabilicen sus tierras a los talibanes. Evitando así la propagación de su doctrina y métodos. Y la extensión hacia el oeste del Indo de sus refugios operativos, que impedirán siempre su posible erradicación de Afganistán.
Las operaciones militares en las guerras modernas (de tercera generación) exigen detectar lo más rápida y precisamente a un enemigo mecanizado, a lo largo de todo su despliegue, hasta sus reservas. Luego se le ataca por el fuego terrestre, aéreo e incluso de cohetes tácticos. Aquí el enemigo es elusivo, disperso, peor armado, mal entrenado, indisciplinado. Pero es nativo, es resistente y parco, se esconde y camufla con facilidad, es un depredador nato, no defiende generalmente sus posiciones. Las operaciones de las unidades y grandes unidades militares dejan escapar por infinidad de “intersticios” tácticos a los grupúsculos guerrilleros, en los que se puede dividir una unidad rebelde acosada. Es necesario actuar a su nivel socio militar micro táctico y con cercanía. Al “enjambre” difuso, tenue, pero omnipresente de los talibanes es necesario interponer un “enjambre” cívico militar. Formado por elementos voluntarios, más capacitados, profesionales y entrenados que los guerrilleros.
Es necesario crear pequeñas “unidades de acción”, para actuaciones “socio militares” combinadas. Que sean capaces de alcanzar el habitat de los talibanes y expulsarlos de él, progresiva y firmemente. Interponiéndose entre ellos y las tribus, que son el habitat real de los terroristas y rebeldes. Unidades que, en su modelo básico o standard, estarían formadas por un pelotón de fuerzas ligeras locales leales entrenadas, un pelotón de infantes profesionales foráneos y un grupo de técnicos civiles de fomento y educación con material adecuado. Su logística y su apoyo estarán basados en unidades y fuerzas helitransportadas, controladas centralizadamente desde 2 o 3 bases operativas. Y complementadas por columnas móviles en vehículos o de caballería, formando una red de patrullas de apoyo por cada región.
Una vez asentadas esas pequeñas unidades flexibles, pueden acudir fuerzas mayores y brigadas de trabajo y de enseñanza, para ir guarnicionando la zona y para impulsar su mejora social. Hace falta contar con dinero para comprar la voluntad de colaboradores y simpatizantes. Esto puede hacerse facilitándoles trabajo y distinción social. Y para realizar los planes de desarrollo necesarios.
Erradicar los cultivos de opio puede ser un fin estratégico en sí mismo para los militares occidentales. Y hay que valorar muy bien su oportunidad y posibilidad en cada pequeña zona. Hay que ofrecer a los nativos una alternativa de paz, progreso y bienestar, dentro de sus creencias y maneras, para que segreguen a los talibanes.