Introducción.
Bin Laden es el responsable último de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y también probablemente del 11 de marzo de 2004. Pero de una manera laxa, de patrocinio ideológico religioso. Ya que él estaba por esas fechas, primero refugiado en Afganistán, y luego escondido en sus inaccesibles e intrincadas montañas del este.
Al-Qaida es la principal franquiciadora de referencia de los radicales islámicos, a nivel de la Umma, o comunidad islámica universal. Y esto es muy importante, porque el Islam es una religión muy socializada. El ascendiente global de Bin Laden, de al-Qaida, no lo tienen ni Hezbolla, ni Hamas, ni Irán, ni los Hermanos Musulmanes, ni Tehkrit el Taliban.
Su objetivo estratégico principal es implantar un califato universal. Y no les sirven, de partida, ninguno de los estados musulmanes actuales. O bien porque son herejes, como el chií Irán. O porque están “corrompidos”, a pesar de su radicalismo religioso, como Arabia Saudí, en manos de los mil (o son siete mil?) “príncipes” de la familia de Ibn Saud, el fundador del estado a primeros del siglo pasado. O están “occidentalizados”, como casi todos los restantes, Egipto, Jordania, Indonesia, Pakistán, Yemen, Argelia, Marruecos, Túnez, etc.
Parece necesario, entonces, perseguir, capturar a Bin Laden, a la estructura superior de al-Qaida. Unos buscando venganza por los ataques recibidos, como España y Gran Bretaña. Otros, como los EEUU, para erradicar un extremismo islamista violento. Que extiende su influencia por el mundo y que periódicamente atenta contra su país o contra sus aliados.
¿Es posible hacerlo? ¿Cuáles serán las dificultades? Las acciones directas contra al-Qaida, ¿resultarán todo lo eficaces que se vislumbran?
La “última” Ocurrencia de la Estrategia Militar Estadounidense en Afganistán.
El general Stanley McChrystal cierra el “Círculo Infernal” de búqueda y captura de Osama Bin Laden. A primeros de diciembre de 2009, el general McChrystal, jefe de las Fuerzas estadounidenses en el teatro de Afganistán, en una de sus comparecencias en el Congreso para explicar y defender la necesidad de la intensificación de las operaciones militares en Afganistán, ha desvelado su nuevo hallazgo, tras una “pensada”. El general ha condicionado directamente el éxito de la lucha contra al-Qaida a la eliminación o captura de Bin Laden. ¿Es esto cierto, hablando operativamente?
Introducción. La Situación del “problema”.
Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. Tanto en Afganistán como en Pakistán. La cercanía ideológica, militar y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura, flexible, descentralizada, suelta hace que sus “células” no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada de ellas. Así, dan orientaciones doctrinales, establecen grandes líneas de actuación militar y proselitista para los distintos territorios y áreas, lanzan amenazas y avisos a los gobiernos enemigos y señalan objetivos puntuales importantes (estratégicos) al nivel del conjunto de la organización. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. La muerte del mulá Omar o del mulá Haqqani y dos o tres jefes más en un bombardeo con clones o artillero, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular. El “martirio” de Bin Laden o de su “consejero delegado”, el médico egipcio Ayman al-Zawahiri, sería de casi igual trascendencia que el caso anterior.
La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos, a ambos lados de la frontera. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento a la defensiva. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a las muy pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración, con la colaboración puntual de varias bandas cercanas, y el minado de caminos y veredas. Están concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. Y en un grado menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida de Afganistán y Pakistán.
El Primer gran Intento de capturar a Bin Laden y sus Allegados directos.
En el otoño de 2001 tuvo lugar el rápido desmoronamiento del régimen talibán de Afganistán, asentado en un estado precario y mal estructurado, que daba cobijo y apoyo logístico a la jefatura de al-Qaida. ノsta, junto con sus “agentes de escolta”, un pequeño grupo de miembros activos y de prosélitos entrenándose, se agruparon con tiempo, formando un despliegue de marcha extenso y laxo. Y se escurrieron, siguiendo las estrechas y escarpadas rutas que les ofrecía la zona, por las montañas afganas hasta Tora Bora. Comenzó entonces, en diciembre de 2001, la gran operación de búsqueda y captura del dirigente máximo de al-Qaida. Que era el responsable directo y declarado de los atentados del 11 de septiembre contra los EEUU. Se reunieron para ello cerca de 100 grupos especializados en “Long Range Independent Operations” estadounidenses, en la zona en la que se suponía que se escondía Bin Laden. ¿Por qué no lo cogieron o lo mataron? Posiblemente, si fuesen comandos israelíes, lo hubiesen logrado.
En su día, según los informes que van apareciendo a la luz pública, dijeron que fue por “falta de medios”. «Necesitábamos más soldados allí!, declaró recientemente el agente de la CIA Gary Bernstein. Durante su testimonio, aseguró que «podríamos haber terminado todo allí». En las 50 páginas de un informe publicado este año, se citan los testimonios de varios responsables militares estadounidenses. Que vieron como sus Altos Mandos les negaban, por ejemplo, los mil hombres necesarios, según ellos, para taponar las entradas y salidas a Pakistán, o varios bombardeos.
¿Necesitaban más de 100 comandos de élite para una operación de cerco y aniquilamiento de una banda de irregulares en fuga, aterrorizados por los típicos bombardeos imprecisos y cercanos? Operación que estaría limitada a la zona donde los rastros enemigos y sus sensores electrónicos, satélites, sus espías y sus agencias inteligencias, ubicasen aproximadamente al enemigo. Rodeada la zona, mediante un doble cerco, no necesariamente continuo, sino eficaz, los comandos penetrarían centrípetamente en el área sospechosa. Actuando simultánea, paciente, metódica y sigilosamente, como un “enjambre” de pequeñas unidades. Donde el flanco y la retaguardia de cada pequeña unidad estaría defendida por su iniciativa y actividad ofensiva. Y por la “influencia” irradiada por una unidad compañera cercana.
También le achacaron parte de la responsabilidad en la escapada a un halcón como Donald Rumsfeld. Por aquel entonces, dicen ahora, que Rumsfeld declaró que si EEUU era tan duro en Afganistán (¿por capturar limpiamente al responsable de aquella tragedia alevosa y civil?), despertaría un sentimiento antiamericano mayor del que ya existía entonces. Y por eso era más partidario de una táctica más “ligera” con bombardeos controlados y la colaboración con los militares afganos. Esto no me resulta coherente ni creíble.
El fallo de una operación constituyó un decisivo fracaso estratégico. De hecho, durante años no se han tenido datos fidedignos del paradero de Osama, según acaba de reconocer el secretario de Defensa Robert Gates, el 7 de diciembre último. Y ahora, en 2009, Al Qaida está renovada y desparramada. Y Bin Laden, como el Che muerto, inspira que no comanda, a una nueva generación de extremistas islámicos, extendidos por numerosos países.
Los Antecedentes Históricos. El Escenario Geoestratégico Actual.
Abdur Rahman, proclamado Emir de Kabul en 1883, vio progresivamente reforzada su soberanía sobre la totalidad de Afganistán, a raíz del aplastamiento por los británicos del alzamiento, ese mismo año, de Ayub Khan en Kandahar. En noviembre de 1893, Abdur Rahman firmó un acuerdo formal (an “official agreement”) en Kabul con sir Mortimer Durand, secretario de Foreign Affairs del gobernador general británico en la India, Lord Lansdowne. Aquél fijó y estableció la frontera política entre la India y Afganistán. Que fue conocida desde entonces como la línea o el trazado fronterizo Durand.
El problema generado por ese trazado fue que los pashtunes, como etnia definida y diferente, quedaron divididos geográficamente en 2 partes, asentados en 2 territorios de soberanías diferentes. Las tierras pashtunes de Chitral, Bajaur, Swat, Buner, Dhir, Khyber (con su desfiladero entre Pesahwar y Kabul), Kuram y los dos Waziristanes, quedaron dentro de la India británica. Tras la independencia de la India, todos estos territorios fueron incorporados a Pakistán. El estado islámico creado entonces para satisfacer y albergar mayoritariamente a los musulmanes indios. Y que incluía originalmente a Bangladesh, en el otro extremo del subcontinente indio, donde vivían los musulmanes bengalíes.
Los pashtunes son hoy en día un 12-15% de la población pakistaní. Son una minoría pobre, situada en zonas con redes viarias insuficientes y de difícil desarrollo. Pero el 25% de los oficiales del ejército pakistaní son pashtunes. Así como también alrededor del 40% de los oficiales del ISI (el secret information service) de ese país. Los individuos de etnia pashtún son unos 25 millones en el país.
En el norte ya de Baluchistán viven tribus de etnia pashtún. En los Waziristanes del Sur y del Norte están más concentrados los pashtunes, formando un verdadero Pashtunistán pakistaní. Dentro de la gran etnia pashtún, los mahsuds (especialmente proclives a romper los acuerdos y pactos) están en la zona central de Waziristán; los wasirs y los afridis viven en la zona de Tirah y los mohmands, al norte de Tirah. La gran zona del Chitral, al noroeste del país, la forman los distritos de Bajaur, Dhir y Swat. Los pashtunes de los waziristanes son los más problemáticos, independientes y levantiscos.
En Afganistán, los pashtunes se sitúan al este y sureste, alcanzando un 35% de la población y alrededor de 12,5 millones de personas. Otras etnias importantes en Afganistán son los uzbecos (10%) y los tayikos (25%), que viven al norte del país, limítrofe con las repúblicas independientes ex-soviéticas de Tayikistán y Uzbekistán. En el centro viven los hazaras (20% de la población), relacionados con los persas y en el sur están los baluchis (10%), relacionados, a su vez, con las tribus del Baluchistán del suroeste pakistaní.
Tras la independencia de Pakistán en 1947, surgió la disputa con Afganistán por la posesión de las amplias zonas fronterizas tribales, que buscaba la salida al mar de Afganistán. Ambos países casi llegaron al conflicto armado, hasta que en 1963 firmaron un acuerdo de determinación de fronteras. Se ratificaron en él las fronteras vigentes durante el dominio británico. Y Afganistán quedó como un país interior, sin acceso a las vías marítimas.
No existe un estado pashtún independiente y soberano. Su nación está dividida entre dos estados islámicos, no rivales y complementarios. En ninguno de ellos pueden los pashtunes imponer sus reivindicaciones sociales y económicas. Hasta ahora la rebelión talibán afgana realiza sus emboscadas y ataques de objetivo limitado mayormente en los distritos de mayoría pashtún. Los tayicos y los hazaras forman gran parte de las actuales fuerzas de seguridad que se levantan lenta, penosamente y a desgana en Afganistán: unos 90 mil policías y unos 80 mil soldados nativos, con grados variables de motivación, lealtad y entrenamiento. En los distritos pashtunes no hay alistamientos al ejército nacional ni a la policía afgana. Parece a veces una guerra de liberación pashtún dentro de un país opresor o descuidado hacia ellos.
Estas políticas administrativas colonialistas eran práctica frecuente de todas las metrópolis imperiales. Repartir la soberanía de los territorios, en función de consideraciones geográficas. Como lo haría un niño, dibujando vagamente un mapa en sus juegos. Y dejar a las distintas “etnias regionales”, separadas y repartidas entre los estados forzados resultantes. Creando inestabilidad permanente y, por tanto, dependencia y necesidad de intervención o tutela exterior de las “grandes” potaencias. Ahí tenemos los casos de Moldavia, Armenia, Azerbayán, Georgia, Osetia del Norte, etc.
Barack Obama quiere alcanzar los 400 mil hombres operativos y eficaces en las fuerzas de seguridad afganas. Para poder dejar a su cargo la defensa de Afganistán. ¿Podrá motivarlos y conseguir que se alisten? ¿Serán leales a una democracia tambaleante y poco representativa? ¿Y eficaces en la dura lucha contra las insurrecciones talibán y de al-Qaida?
¿Cómo se debe combatir en las zonas montañosas tribales pashtunes?
Podemos decir que, dentro de un área parcial de éstas, el centro de gravedad de la lucha reside en el control de los pasos y en las alturas dominantes de éstos. Los despliegues militares deben ser largos y estrechos, como exige la orografía. Y en las marchas, deben aprovechar simultáneamente toda la red de veredas, desfiladeros y caminos de una zona. Lo que les brinda un cierto desdoblamiento previo para el combate. No es fácil contar con el apoyo de fuego aéreo, por los requerimientos de maniobrabilidad de las aeronaves. Se pueden realizar bombardeos puntuales de saturación sobre una posición reforzada del enemigo, que haya decidido mantener. Se deben evitar los fuegos pesados sobre los poblados, incluso sospechosos, que no respondan a la seguridad incuestionable de las propias fuerzas expedicionarias. Las unidades a emplear en las “interfases de acción” con el enemigo en estas zonas hostiles, son las pequeñas unidades de infantería ligera de élite con formación de alta montaña. Ninguna columna principal “madre”, avanzando metódicamente por estas áreas, puede sobrevivir sin destacar una avanzada de combate, que vaya ocupando temporal y sucesivamente los puntos dominantes a los flancos del sendero de avance, y una retaguardia que se adelante por saltos sucesivos observados.
La ventaja de los pashtunes sobre las fuerzas regulares, especialmente las extranjeras, reside en el conocimiento de su propio terreno, sobre él que se pueden mover a gran velocidad. Tienen una habilidad táctica elemental natural y una especial astucia, incorporada a su sentido de supervivencia. Son capaces de esperar pacientemente por una favorable oportunidad de actuación, escogiendo generalmente cuándo y dónde hacerlo. Y no tienen vergüenza en retirarse cuando sus planes no se realizan y pueden son amenazados o copados por el enemigo infiel moderno.
Además, hoy en día, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, en algunas zonas fronterizas. Que está reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones a nivel de batallón y de regimiento, de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre las zonas pashtunes donde han sido más activos. Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera Afgano Pakistaní. En ellos también se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes, a la espera de que pase de largo una creciente militar como las citadas.
Los pashtunes tienen poca disciplina militar colectiva y los fuegos pesados aéreos y artilleros enemigos les impactan en su ánimo y decisión. También les afecta mucho el ver amenazada u ocupada su línea de retirada y los fuegos ligeros y medios enemigos, cuando los reciben desde alturas superiores a las que ellos ocupan. Los pashtunes pueden atacar de noche algún objetivo que les merezca la pena, pero no son luchadores naturales nocturnos.
El conocimiento global, holístico, polivalente, integrador que requiere la aproximación a una rebelión armada político religiosa, es diverso y múltiple. Recomendamos a nuestros lectores, como complemento, la lectura de los distintos artículos que, sobre las rebeliones taliban y de al-Qaida venimos publicando en War Heat en los últimos meses. Con ello adquirirán un “prisma” para observar, discernir y pronosticar el desarrollo de aquellos “conflictos modernos”.