La Guerra de Afganistán, Hoy II

(continuación)

La lucha de los alemanes contra los partisanos soviéticos durante la Gran Guerra Patria.

Veamos un ejemplo histórico de la actuación de fuerzas contrainsurgentes, en condiciones desfavorables para ellas. Las fuerzas antipartisanas alemanas en la URSS intentaron siempre no ser forzadas por los guerrilleros a la pasividad de la guarnición o la escolta. En su manual de “Guerra contra las Bandas” establecían que “la iniciativa debe ser siempre nuestra. Incluso si el comandante solamente tiene una pequeña fuerza a su disposición, no debe mostrar fallos en su resolución. Si es posible, cada acción de las bandas debe ser contestada”.

Los alemanes no sólo estaban obstaculizados en sus operaciones contra guerrilleras por una habitual inferioridad de hombres. Sino, también, por la heterogénea calidad de las que disponían. Sus tropas antipartisanas consistían en una siempre variable combinación de fuerzas de diversos orígenes y calidades: tropas de fronteras y tropas de seguridad y policía alemanas; tropas de seguridad de sus aliados en el frente del Este, especialmente italianos y rumanos; y una mezcla variopinta de fuerzas “rusas” aliadas de seguridad y de autodefensa, a veces, inseguras. El núcleo duro de las unidades eran los alemanes. En los puestos no se solían poner tropas homogéneas. En ellos las calidades se entreveraban, para que la presencia del fuerte animase al más flojo o novato, y le alejase los pensamientos de debilidad o deserción.

Ante la imposibilidad de guarnecer su retaguardia en todo el territorio conquistado a la URSS, al oeste de una línea imaginaria trazada entre Leningrado y Stalingrado, los alemanes tenían que seleccionar muy bien los puntos de guarnición. Éstos pocas veces contaban con más de una sección de fuerzas contraguerrilleras. Además, se consideraba que con 4 o 5 hombres, el puesto podía ser defendido por un tiempo. Mientras, los otros, en 1 o 2 patrullas, salían a perseguir a los partisanos en las aldeas cercanas, a vigilar la vital línea de comunicaciones o a apoyar a otros puestos. Cuando se creaban nuevas unidades o si había un “sobrante” temporal de fuerzas antipartisanas, se formaban patrullas de exploración y combate, algo así como unas fuerzas de reconocimiento en fuerza, para localizar y hostigar a los guerrilleros. Cuando era necesario realizar una acción ofensiva mayor, ante una amenaza guerrillera o la localización de una concentración importante, incluso se traían temporalmente tropas de primera línea (de la zona operativa) para el ataque y destrucción de aquélla, generalmente buscando su cerco y aniquilamiento.

Es cierto que los resultados alemanes fueron limitados. Y también es cierto que el principal objetivo operativo de sus fuerzas antipartisanas se cumplió. Se mantuvieron razonablemente abiertas las líneas de abastecimientos desde Alemania, Polonia y Rumania hasta las retaguardias de las fuerzas alemanas y de sus aliados en el Este. Y el flujo de hombres, armamentos, equipos, repuestos y mercancías que recibieron fue constante, para permitir el gigantesco esfuerzo de guerra contra los casi inagotables recursos de la URSS. Millones de prisioneros soviéticos fueron enviados al Reich y hacia allí retornaron incontables unidades y hombres de la Wehrmatch, en sus continuas rotaciones.

La operatividad de la guerra contra insurgencia en Afganistán.

La red de patrullas y de pequeños puestos militares, operando en las zonas a disputarles a los talibanes, tiene como fin operativo negar la iniciativa y la movilidad a las guerrillas, cortar sus comunicaciones con sus bases, con su red de colaboradores y entre ellas, y levantarlas, como a la caza, de sus “bases” protectoras de carácter civil y de sus reductos aislados. El conocimiento de los insurrectos de su zona y de su vecindario es en esta guerra uno de sus mayores activos. Pero, la red nacional afgana puede cubrir operativamente una amplia extensión y es capaz así de captar la información sensible.

La clave operativa es el patrullaje enérgico, continuo, impredecible, ávido del combate con los insurgentes o de conseguir información. Que constituya un “enjambre” más profesional, más activo, más letal que los insurgentes. Integrado por unidades raramente mayores de una sección. Cuyas armas sean el sigilo, la discreción, la movilidad, con la noche como colaboradora y refugio. Las comunicaciones rebeldes pueden ser dislocadas por la interposición del “enjambre” militar. Los refugios y depósitos de los rebeldes terminarían localizados. La convicción de impunidad de los insurrectos desaparecería. Técnica, táctica y operativamente, los militares extranjeros y, luego, nacionales deben ser por oficio y capacidades, más profesionales, más activos, mejor equipados, más letales, más eficaces, que las fuerzas irregulares a las que buscan y combaten. El problema de una rebelión interior armada sería conducido a un problema policial de maleantes comunes.

Una especialización de las patrullas, con técnicas diferentes, son las seudo bandas rebeldes. Éstas estarían destinadas a actuar en las zonas pastunes proclives a la insurgencia, de donde varios de sus integrantes procedan. Su acción es favorecida por el carácter descentralizado de los grupos rebeldes. Sus misiones serían conseguir información, probar la lealtad de los civiles e incluso aniquilar pequeños grupos enemigos y suicidas.

La paciencia debe ser una característica de todos los ejércitos implicados en esta guerra. También hay que alcanzar un mínimo de oficio y veteranía para ser eficaz. En las zonas más favorables a las bandas es muy fácil que, al principio, las operaciones de cerco se cierren en vacío. Hay que ir ganando y seleccionando a su población, como hemos dicho antes, para que el oficio y la lealtad combinados produzcan sus réditos militares y sociales. Los sucesivos triunfos del ejército afgano le irán ganando el favor del pueblo, porque todos quieren ser emotivamente del bando ganador. Y porque los intereses de los afganos son lábiles, dispares y aún contradictorios, basados en la lealtad a la familia, al clan, a la tribu y al Islam, por ese orden.

Por último, políticamente es necesario buscar el acercamiento a los líderes moderados pashtunes. Hay que evitar las acciones y actitudes disolventes como los bombardeos contra “guerrilleros entreverados con los civiles”. Con el principio de fondo de que una democracia islámica (basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia o el conjunto de leyes penales y civiles basadas en ellos) no es igual a una democracia occidental. Cuyo modelo queremos insertar sin más, en esta sociedad milenaria, resistente, tozuda, independiente, orgullosa y aguerrida.

Deja una respuesta