Las Revueltas Árabes

Una revolución social para el progreso

No es nuestra función cansar al lector con la narración de los hechos iniciados en enero. Todos los medios de comunicación los han transmitido y transmiten minuciosamente. Los inalámbricos, de pago y populares, describiéndolos en directo a todas horas. Si bien, los observadores sólo pueden comunicar como testigos de lo que ven en su entorno inmediato. Que está comprendido por apenas unas decenas de metros alrededor. Y El Cairo, por ejemplo, tiene una población de 16 millones de habitantes. Y se extiende por unos 38 Km. a lo largo del Nilo, ocupando unos 510 Km2. Los medios escritos, acompañándolos de análisis y comentarios. Que nos permiten reflexionar sobre su importancia. Y sobre su carácter imprevisto, insólito y rápido, en su desarrollo y en su contagio desde mucha distancia física y política. Intentaremos aquí describir los entresijos sociales, políticos y anímicos de todo lo acontecido. Y ponerlos para el lector en su perspectiva evolutiva.

El Origen Político Social de las Revueltas Árabes.

Los países musulmanes no son proclives a la rebelión contra sus autoridades. La obediencia es una cualidad personal y social muy arraigada en las sociedades islámicas. Se obedece al jeque o jefe de las familias del clan en las cosas referidas al orden social, se obedece al jefe familiar o padre en la familia. Y se obedece y acata la voluntad de Dios, como gesto y rito vital del Islam. Esta obediencia social es enriquecedora y protectora; no es disolvente ni enfermiza por sí misma. En las madrasas, el Corán se aprende de memoria, por recitación continua a lo largo de los años de escolaridad. Y puesto que es la Palabra de Dios descendida de junto a Allah, no hay interpretación ni crítica directa.

Desde el inicio del Islam, los califas, una combinación íntima de las autoridades civil y religiosa, dirigían a la comunidad de creyentes. Y no existía un contrapeso legal a su soberanía. Sólo las autoridades religiosas, singularmente los ulemas y muftíes, podían llamarles la atención en las cosas tocantes a la Fe y las costumbres. El entramado social de los musulmanes está enraizado en las estructuras de las viejas comunidades. Las jerarquías sucesivas de la familia, el clan o vecindario, como conjunto emparentado de familias, y la tribu, como conjunto de clanes afines y asentados en varias regiones, conforman su estructura social. Estructura que define, articula y sostiene los derechos y deberes recíprocos del individuo y de su sociedad.

Corresponde al dirigente y a su oligarquía, dar medios de vida a su pueblo. Bien, proporcionando ellos mismos empleo (administraciones, trabajos públicos y fuerzas de seguridad). Bien, protegiendo a los pequeños y medianos comerciantes, la casta del bazar, que forman el núcleo urbano de las clases “medias” del Islam. Bien, fomentando otros empleos, como los relacionados con el turismo y las peregrinaciones. Esto es más necesario cuanto menor sea el tejido industrial y financiero moderno de esa sociedad. Concretando, las autoridades deben así brindar sosiego a la sociedad y controlar su coste de la vida.

Mientras esto se cumpliese razonablemente, existía un flujo de lealtades y sincero entusiasmo de las clases populares hacia sus gobernantes naturales. Que se conseguía con la identificación anímica por apropiación del pueblo llano con el esplendor y la grandeza de sus jefes. Éstos encarnaban, de modo ideal y simbólico, el “nosotros”. Mientras esta simbiosis de dirigentes y pueblo se mantuviese, éste estaba dispuesto a defenderlos y a nutrir las fuerzas armadas. Pero nadie daría un paso por un gobernante injusto, porque es la negación y la corrupción de su esencia vital.

El Mecanismo Social de las Revueltas Árabes.

El tsunami popular que presenciamos, se extiende por todas las manifestaciones de la vida social, centros de trabajo y de enseñanza e instituciones públicas. Donde se recoge, actúa y vuelve a desbordarse por todas las ciudades. Fluyendo por las calles y represándose y manifestándose en las plazas y junto a los odiados centros de poder de la asustada oligarquía dirigente. Hay una violencia a borbotones y generalizada, no necesariamente cruenta, como reacción pendular contra la pasividad social propia y la explotación tradicional. Es un desquite contra la rapacidad insaciable de los hombres dominadores y extraños a su grupo social. La energía social expresada se sale de madre y los hombres se encuentran haciendo cosas que no siempre estaban bien antes. Pero que ya no pueden dejar de hacer. No hay mucho nuevo bajo el sol. Desde siempre, los jefes de los pueblos los han tiranizado y sus grandes los oprimen.

Los medios de comunicación, singularmente Internet y las redes sociales alojadas en ella, por su flexibilidad y libertad de uso, contribuyen a difundir los hechos. Este fenómeno social se propaga por “simpatía”, como conoce un barrenero. Que es la transmisión y la percepción de los hechos por otras sociedades nacionales. Cuando éstas se encuentran cercanas en la opresión y en sus condiciones de vida y sufren el ninguneo de sus élites rectoras.

Y es necesario un “iniciador”, un fulminante, que arranque el proceso social que se fermenta callado y tranquilo. Para que propague la inquietud, la rabia y la rebeldía, formando “ondas de conmoción” por todo el tejido social. Y sucedió que, a través de las “imágenes inalámbricas”, la fuerza corrosiva de la información directa y continua de hechos dolorosos, hizo mella y demolió ese equilibrio popular con sus gobernantes. Algunos pueblos dejaron de considerar a sus oligarcas como simplemente parásitos o chupones necesarios. Y comprendieron que las causas de su pobreza, de su retraso social, de su subdesarrollo económico, residían en toda la casta gobernante. Que era dirigida, según los países, por el rey o reyezuelo, por el “rais”, por la dinastía al-Assad, papá Hafez e hijo Bashar (desde hace 41 años), por el Mando de la Revolución del “Estado de las Masas” (la Yamahiriyya), etc. Parafraseando a un chino mandarín, diremos que “ha caducado para ellos el mandato del Cielo”.

La causa primaria fue ésa y no otra. En Túnez se revolvió una población mucho más culta y laica, clamando contra la pobreza. En Egipto, donde un tercio de la población es pobre, las aspiraciones se centraban en la libertad política.

Es de destacar que los desórdenes que estamos presenciando no van dirigidos contra el sistema social propio de cada nación. Los 5 rezos diarios que prescribe el Islam fueron cumplimentados con admirable orden por los cientos de miles de hombres y mujeres, que se congregaron el 1 y el 4 de febrero en la plaza de Tahrir de El Cairo. Tampoco los revoltosos dan señales de nuevos apegos políticos radicales. Éstos servirían para canalizar su fuerza social inicial, exuberante y amorfa hacia experimentos más o menos extremistas. Que estarían dirigidos por los radicales religiosos o políticos que existen en todos los países afectados. Sin embargo, las características revolucionarias de la clase obrera industrial se basan en su organización social y solidaridad firme. Que les permite una agitación social consistente y carente de estos picos de “arrebato manifiesto”. Tampoco aparecen en estos acontecimientos musulmanes, esas figuras individuales, con suficiente fama, arraigo nacional o carisma, que puedan aglutinar en torno a ellas a una parte de los ciudadanos, ahora inquietos y desencantados. Mohamed ElBaradei en los momentos actuales puede presentar, como mucho, un programa político sin fuerza social. Y su papel intrínseco puede ser más el de un Kerenski, que el de Garibaldi.

Las Interpretaciones de las Revueltas Árabes.

La fama de volubles que tienen todas las masas, especialmente las acéfalas, se debe al empirismo que preside sus actos de protesta y repulsa. Buscan a un gobernante cabal, que cumpla con sus deberes hacia el pueblo. Y esto no es una forma de anarquismo. Porque la única solución que puede aportar éste es la destrucción de los órganos administrativos y de poder, situados en las ciudades en revuelta. Y que sumiría a sus naciones en el caos, el saqueo, el desabastecimiento, la incertidumbre, la pobreza y la debilidad internacional. Siempre alguien tiene que organizar la sociedad y hacer posible la vida ciudadana. Y así, los objetivos de estas asonadas, por más que sean trascendentes e importantes, sólo pueden ser de cortos plazos. Ya que es necesario volver a los cauces de paz y a las actividades cotidianas. Un 30% de los egipcios está en o ronda la pobreza. Esto quiere decir que malviven al día. Y esto quiere decir que necesitan un suministro continuo, aunque sea exiguo, para su pervivencia. La paralización logística y las alteraciones de vida indefinidas que presenciamos, tienen vitalmente que acabar pronto.

Pero el objetivo esencial de estas revueltas árabes, sí es revolucionario. Porque buscan sustituir un gobierno despótico y lejano, por un gobierno más participativo y democrático. Incluso, para Egipto, Argelia o Túnez, del tipo de la república liberal laica. Que no esté regulada y tutelada por el “rais” o “padre de la Patria” de turno. Pero laica no quiere decir aquí “anti Islam”. Como podríamos pensar, si miramos el laicismo militante y excluyente de la religión, que nos afecta en Europa. Sino, que estaría basada en la separación operativa de la religión y la política, que se circunscribirían a ámbitos más estrictos.

Las actitudes de los gobernantes afectados están siendo dubitativas y desorientadas. Porque están a la defensiva y temerosos, y no tienen experiencia de este problema social, ni de cómo conducirlo a un remanso de actitudes acordadas. Por otro lado, los grupos de revoltosos en los que se articula el movimiento de protesta poseen instintivamente una gran sensibilidad y sintonía con la dialéctica del enfrentamiento antagónico. Y esas actitudes cortas, sin continuidad y contradictorias les dan nuevos impulsos anímicos y mayor osadía de acción a los grupos revoltosos, ostentosos y bullangueros. No existe en éstos ni organización ni disciplina interna o adquirida. Así, el límite de un grupo actual que puede dominar un jefe normal está alrededor de la treintena personas. Reuniones o agrupaciones puntuales mayores les conduce en poco tiempo a escisiones dentro de esos grupos hipertrofiados.

(CONTINUARÁ)

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