Las Revueltas Árabes II.

(CONTINUACIÓN)

La Reacción Contrarrevolucionaria.

Tras las revueltas árabes, la aparición en número y fuerza de los partidarios del “rais” no es un acontecimiento insólito e inesperado. Era lógico que toda la estructura político social de su gobierno rechinase y actuase. Éste es un fenómeno natural de la dialéctica entre opuestos antagónicos irreconciliables. Incluso, en la Historia, a veces los rebeldes han provocado una reacción inoportuna o prematura de sus enemigos, para tener una excusa para eliminarlos físicamente.

Veamos la siempre presencia e importancia de la reacción, en el ejemplo de un país cercano. En torno al partido Baaz (su otra rama es la siria) articuló Sadam Husein la estructura política de su régimen. Y durante la guerra Irak-Irán, todo el pueblo permaneció leal al país y nutrió generosamente sus fuerzas armadas. En torno a los clanes sunníes, fraguó el dictador su estructura étnica social. Usando el armazón institucional del ejército y la policía estableció el brazo armado y represor de su régimen. Con ellos volvió a aplastar a los kurdos del norte y a los chiíes del sur, cuando se atrevieron a levantarse en armas cntra él, tras la Operación Tormenta del Desierto. Con los favores, el clientelismo y las extendidas lealtades debidas mantuvo funcionando razonablemente al país. El error de los EEUU, ejemplarizados en el torpe e impresentable Paul Bremer, como administrador de la ocupación yanqui, fue prescindir de golpe de todo el aparato existente del Estado. Pero sin formación de juicio a nadie y sin respeto a la presunción de inocencia de todos. Hasta el año 2009 no pudieron enderezar el país. Para comenzar a pacificarlo y pensar en abandonar el avispero multiétnico creado. Y eso que es un país sin montañas ni bosques protectores, proclives a la rebelión civil. Tuvo que llegar el general David Petraeus para cambiar las reglas estratégicas de enfrentamiento y lucha contrainsurgencia. Dando cancha de nuevo a las tribus sunníes, para que participaran en su futuro social. Y encargándolas de la seguridad local, con sus milicias del “despertrar sunní”. Formadas al margen del ejército irakí y pagadas por los estadounidenses.

Todos los regímenes oligarcas no funcionan solos, o sea, por acciones espontáneas sucesivas. Todos sus beneficiarios activos y pasivos están articulados en redes sociales operativas y suficientemente eficaces. Que se extienden por todos los rincones del país. El partido en el poder está presente en todas las ciudades y sus barrios, mediante delegaciones, oficinas y células. Los funcionarios públicos dependen en parte de los favores del régimen. La colaboración de todas las empresas con el Estado está sujeta en parte al juego de intercambio de favores y obligaciones. En el caso de Egipto, la policía ejercía una función de control despótico y opresión. Que la ha hecho odiada y la ha convertido ahora en blanco de las iras populares. Sin embargo, las fuerzas armadas se han mantenido más dedicadas a la defensa nacional exterior.

El Papel Fundamental de los Ejércitos Nacionales.

En estos momentos, en las naciones musulmanas más afectadas por las revueltas, Túnez y Egipto, solamente sobreviven como organizaciones nacionales, respetadas y probadas, el clero musulmán, centrado en los Consejos de Ulemas y la Universidad de al-Azhar de El Cairo, y los Ejércitos. El clero musulmán suele ser bastante pasivo políticamente. Y no es fácil que tome un protagonismo rector y guía, de algo que puede recordarle a las “turbas” prepolíticas añejas e incontrolables.

Las Fuerzas Armadas egipcias cuentan con unos 450 mil hombres, de los cuales hay 300 mil en el Ejército. Las Policías tienen unos 350 mil efectivos y la Guardia Presidencial, unos 22 mil. Las cifras varían realmente según la fuente fidedigna que las aporta. Es el ejército mayor de África y el más experimentado. Sus Fuerzas Armadas son las segundas del Oriente Próximo y Medio, por detrás de las de Irán. Aunque su “eficacia” frente a Israel haya sido históricamente baja. Medida ésa como “capacidad de combate específica”, las individuales egipcias exigen reunir varias para igualarse a un israelí. En 1956 Egipto fue invadido por una extraña coalición de israelíes, franceses e ingleses, tras la nacionalización del canal de Suez por Nasser. En 1967, los israelíes los echaron de la península del Sinaí en 6 días. En 1973 los egipcios penetraron por sorpresa, tras años de preparativos, la línea de fortines de Bar Lev, que protegía el Sinaí. Pero fueron frenados por el contraataque israelí y pasaron a la defensa rígida. Y Ariel Sharon se las arregló para cruzar el canal con una ugdah combinada a retales, aprovechando dos accesos ocultos al canal. Y sembró el terror, la confusión y la descomposición en la retaguardia operativa egipcia. Llegando a aislar a su Tercer Ejército, al sur del frente.

Las Fuerzas Armadas por ahora se mantienen rigurosamente neutrales. No demuestran afanes golpistas, ni intervencionistas. Han reprimido tímidamente las algaradas de la reacción. Y permiten las exteriorizaciones populares pacíficas, pero no toman partido por este movimiento. Si lo hicieran, se resolvería en primera instancia y en cuestión de horas la situación de impasse actual. Las instituciones militares cuentan con numerosas y rentables empresas en los sectores civiles, desde la construcción de infraestructuras a la producción de electrodomésticos y la comercialización alimentaria, que dependen del favor burocrático. Los militares están convencidos de la necesidad de efectuar cambios políticos. Esto es generalmente cierto entre los jefes de división y los de cuerpo de ejército. Pero, los militares ven también en las formas insólitas con que se desarrollan los hechos, un peligro de salto en el vacío político. Parecido, no igual, a los miedos de las autoridades religiosas.

A fines de 1991, los islamistas del Frente Islámico de Salvación ganaron las elecciones generales en Argelia, consiguiendo 188 escaños (43% del total) de la asamblea. Sólo la intervención inmediata del ejército impidió que el país cayera en manos de los radicales. El Grupo Islámico Armado o brazo militar del FIS y otros grupos afines menores mantuvo durante 6 años una cruel guerra de guerrillas en Argelia, que causó 100 mil muertos. Las derrotas sucesivas sufridas hicieron que algunos miembros se deslizaran hacia el Grupo Salafista para la Predicación y el Combate. Éste fue la antesala de la actual al-Qaida para el Magreb Islámico. Hamas también ganó las elecciones generales en la franja de Gaza. Y se impuso localmente a las autoridades palestinas de al-Fatah y las fue anulando allí como oposición. Hoy mantiene un contencioso bélico en el bajo vientre de Israel. Hezbollah es otra organización considerada terrorista, que controla los territorios del sur y el este de El Líbano, donde se asientan las minorías chiíes libanesas. Es patrocinada por Irán, a través de su Guardia Revolucionaria, y tolerada/favorecida por Siria, como factor principal de desestabilización de la Galilea israelí. En todos estos casos, los partidos islamistas radicales han sabido ganar unas elecciones democráticas de corte liberal. Pero nunca están dispuestos a abandonar el poder. Habría aquí que considerar si las reglas de la democracia inorgánica no tienen también que modificarse y convalidarse para las situaciones políticas soliviantadas y radicalizadas.

La instauración de un régimen islamista en Egipto es uno de los demonios más temidos de su clase militar. Y no es por sus características dictatoriales o religiosas radicales. Egipto ha sido el puntal principal de la paz global en Oriente Próximo en los últimos 40 años. Y los militares son los que más disfrutan de la paz. Porque ellos van por delante de todos, poniendo sus muertos por el camino bélico decidido por los políticos, refugiados en la retaguardia profunda. Pero un gobierno musulmán radical podría abocarse a una guerra con Israel. Y por eso nos hemos extendido algo antes en la historia de sus desencuentros militares con Egipto.

Camino de las Difíciles Soluciones.

La salida nacional a la crisis socio política pasa en todos estos países musulmanes por un gobierno de concentración o de unidad nacional. Tutelado por los militares, como la institución nacional más válida para garantizar el proceso y su desarrollo. Que en un tiempo prudencial organice unas elecciones libres, de las que saldría un gobierno respaldado por el pueblo.

Los Hermanos Musulmanes, un “partido” islamista ilegal, pero tolerado por el gobierno, dice tener unos 5 millones de simpatizantes y afiliados. Aparte de la realidad de los números, ya tienen una organización militante y extensa funcionando. Además, las organizaciones islámicas son profundamente sociales. Se articulan verticalmente en la población, abarcando todos sus ámbitos de vida. Conforman siempre una comunidad, una Umma en pequeño. Disciplinados, también son ajenos a los movimientos populares espontáneos. Existen otras organizaciones opositoras al gobierno de Mubarak, pero son escuálidas, poco arraigadas en muchas áreas y, sobre todo, sin experiencia de gobierno.

Esperemos que el gobierno interino sea lúcido y que los Ejércitos egipcios sean firmes, flxibles y pacientes.

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