Siglos XVII y XVIII
Condiciones Operativas y Tácticas de la Lucha.
Esta prolongada y victoriosa defensa en el tiempo de la colonia francesa se debe a varias razones tácticas y operativas.
Una de ellas es la transitabilidad de los extensos terrenos boscosos que la separaban de las 13 colonias inglesas, especialmente al sur de los lagos Hurón, Erie y Ontario y la cuenca del río San Lorenzo. La transitabilidad es la dimensión geográfica sobre y donde tienen lugar las acciones militares. En su aplicación, está enmarcada por la capacidad superficial (y espacial, modernamente) del terreno para sostener y permitir las maniobras y los combates de los medios militares. Así, la no simultaneidad superficial o espacial de esos medios es uno de sus condicionantes absolutos.
También, tiene funciones relativas, que dependen de la geografía en general. Y, por tanto, de la red viaria (geografía urbana) y del clima, la hidrología (red fluvial), la orografía, las estaciones, la meteorología y la hora del día (geografía física). La transitabilidad determina la facilidad o dificultad física para el paso de los hombres y demás medios y su forma de lucha en un terreno. Así, condiciona la rapidez del “movimiento operativo” y el “tiempo total de las operaciones” en marcha.
En Nueva Francia eran integradas unidades de marcha y ataque, formadas por fuerzas regulares francesas (reales o de las compañías colonizadoras), que brindaban su disciplina y capacidad logística, por milicias de autodefensa del territorio franco canadienses y por guerreros indios aliados, singularmente de las tribus iroquesas, que conocían las habilidades de las tácticas de incursión profunda de la infantería irregular.
Ganando la iniciativa estratégica, tanto en ataque como en defensa, a los anglo americanos y regulares de las 13 colonias inglesas. Y, manteniendo la unidad de mando central y de las fuerzas combinadas de incursión en las marchas y los asaltos a las posiciones y emplazamientos anglo americanos y en la lucha en los bosques vírgenes, que separaban ambas grandes colonias.
El establecimiento de Nueva Francia.
En 1524, los exploradores franceses llegaron por primera vez a Norteamérica. Buscaban una nueva vía marítima a China. Que superase el obstáculo terrestre encontrado por los españoles en la zona del Mar Caribe y del Trópico de Cáncer, para realizar ese viaje. El fracaso de esta expedición no fue óbice para que Francia insistiese en hacerse con el control de parte del Nuevo Mundo. En 1534, Jacques Cartier inició sus expediciones al río San Lorenzo, que fracasaron en su intento de asentarse en sus riberas.
En 1604, los colonos franceses consiguieron establecerse en Acadia, la tierra alrededor de una parte del golfo de San Lorenzo. En 1608, Samuel de Champlain fundó Quebec en el cauce del San Lorenzo.
La política de la corona francesa en Nueva Francia era permitir que las empresas comerciales emprendedoras llevaran colonos y equipos a América. A cambio de los derechos de explotación de los recursos de la colonia. Pero, la escasez de colonos y los conflictos que surgieron con los indios vecinos marchitaron esos planes.
Los iroqueses estaban asentados desde hacía milenios en las tierras al sur de los lagos Hurón, Erie y Ontario y la cuenca alta del San Lorenzo. Y, sus rutas comerciales discurrían por ellas. En la época de Champlain, cinco grandes ramas iroquesas, los Séneca, los Oneida, los Mohawk, los Cayuga y los Onandaga se unieron y formaron la “Liga de las Cinco Naciones”, que, más tarde, la integrarían seis.
Los indios conocían el oficio de la caza y la peletería e intercambiaban sus pieles por los artículos que ofrecían los franceses, armas de fuego, metales y telas. También enseñaron a los primeros colonos a orientarse por los extensos y duros bosques existentes por toda la zona citada y a recorrer en canoas los abundantes ríos y afluentes que los cruzaban.
Este aprovechamiento de los recursos animales de la zona, su elaboración peletera y el comercio con Francia, trajo enfrentamientos intermitentes entre las tribus y los colonos. Ya que estos demandaban muchas más pieles para su comercialización, que las que las tribus cazaban para su subsistencia. En las décadas de 1630 y 1640, los iroqueses comenzaron a atacar a otros indios y a colonos franceses que cazaban por su cuenta para el comercio. También, las creencias nativas eran afectadas y perjudicadas por la actividad de los blancos. Ya que los iroqueses consideraban que debían ser compensados por los franceses con prisioneros, en razón a sus congéneres muertos en esas regiones holladas por extraños y por los fallecidos por enfermedades contagiadas.
Esto desató una serie de conflictos armados. Que se caracterizaban por incursiones más o menos profundas a los asentamientos enemigos. Y ello desató una espiral autodestructiva de caza de pieles, su comercio desaforado y venganzas de sangre, que conmocionaron a Nueva Francia. En esta época, el gobierno francés decidió que Nueva Francia no le era rentable y no tomó medidas adicionales para proteger a sus colonos.
Así las cosas, el gobernador del asentamiento franco-canadiense de Trois-Riviers desarrolló un plan de defensa eficaz. Basado en una alerta temprana, el agrupamiento rápido de las milicias de colonos armados, cercanos al ataque indio, un entrenamiento de aquéllas como infantería ligera irregular y una agresividad de actuación suficiente. Y, en 1653 rechazó un asedio de 9 días, cuyo resultado llevó a los indios a negociar la paz.
Pero, en la década siguiente, las tribus consiguieron invadir y controlar gran parte de las zonas rurales, libres de Nueva Francia. La razón principal de esta derrota estratégica de los franceses era la exigua población de la colonia. Vivían en ella unos 3 mil franceses y canadienses, entre soldados de la compañía colonizadora, tramperos, comerciantes, leñadores-agricultores y pequeños artesanos y unas 500 mujeres.
En 1663, el rey francés Luis XIV (el Rey Sol) se decidió a cambiar la situación de su colonia norteamericana y fortalecer cualitativamente su defensa y su demografía. Para ello, la corona pagó a unas 800 mujeres su viaje a Nueva Francia para casarse. Se trataba de mujeres jóvenes y pobres de toda Francia. Y la mitad recibió también dotes y ajuares. Y, así, adquirieron todas un futuro mejor del que podían aspirar en la metrópoli. Las mujeres seleccionaban a sus maridos, recorriendo las poblaciones de la colonia. Y, la mayoría se casaba pronto. La riqueza en medios de supervivencia de la colonia permitió que las mujeres y sus hijos sobrevivieran muy fácilmente en Nueva Francia.
Además, Luis XIV envió en 1665 1200 soldados regulares a la colonia, que fue un plus cualitativo para la garantía de la defensa de Nueva Francia. En unos pocos meses, estos soldados metropolitanos, entrenados para la lucha en formación cerrada, descargas de mosquetes por pequeñas unidades y asaltos a la bayoneta, fueron adiestrados para la guerra irregular de infantería.
Como consecuencia, en 1667 Nueva Francia y las 5 Naciones Iroquesas firmaron un duradero tratado de paz. Y, en 1701, los franceses e iroqueses firmaron un definitivo tratado de paz, que perduró hasta el final de la colonia francesa.
Al inicio del siglo XVIII, Nueva Francia se había extendido y contaba con 20 mil habitantes. Montreal tenía 4 mil personas y Quebec contaba con 8000. Los otros poblados eran asentamientos habitados por unos cientos de colonos e indios. Esto permitió a los franceses establecer a lo largo del Mississippi una serie de posiciones fortificadas. Que contaban realmente con guarniciones testimoniales. Pero, que sirvieron en parte para la contención y el rechazo de las exploraciones y los intentos expansionistas de los colonos ingleses hacia el oeste de sus asentamientos. Éstos ya alcanzaban una población de 2 millones de almas. Y la expansión hacia el norte (Canadá) les resultaba a los ingleses un hueso muy duro de roer y de escasa rentabilidad.
(CONTINUARÁ)