UN PARALELISMO CON STALINGRADO.
Introducción.
Mariupol es una ciudad ucraniana a orillas del Mar de Azov. Éste es un mar interior del Mar Negro. Su puerto es la salida para la exportación de las 6 mil millones de Tms anuales de aceros y hierros que producía anualmente su siderurgia Azovstal, una de las más importantes acerías de Europa del Este. Antes de la guerra, Mariupol contaba con 600 mil habitantes.
Stalingrado era una metrópoli soviética abrazada a lo largo de la orilla derecha del inmenso río Volga, cerca ya de su desembocadura. A los inicios de la Gran Guerra por la Patria soviética contaba también con unos 600 mil habitantes. Su industria pesada la constituían armamento y tractores, que empleaban los aceros y hierros como materias primas.
Mariupol está cercada operativamente por las fuerzas rusas y prorrusas del Donbass. Stalingrado mantuvo su conexión permanente con la otra ribera del Volga, que era territorio soviético. Desde donde le llegaban por la noche en barcazas y ferries los suficientes hombres y pertrechos. Para mantener su resistencia numantina frente al 6º Ejercito alemán, del coronel general von Paulus. Que era la gran unidad de armas combinadas más potente de la Wehrmatch. Y que estaba apoyada por fuerzas de infantería del 4º Ejército Acorazado alemán del coronel general Hoth.
A finales de agosto de 1942, las vanguardias alemanas comenzaron a operar contra Stalingrado. Para fines de octubre de ese año, apenas un par de meses después, las posiciones soviéticas en la ciudad se reducían a unos pocos Puntos de Apoyo aislados, llenos de cascotes o deshechos, Situados a no más de 275 ms del Volga. Estas “islas de resistencia”, acrisoladas en el horno de las Privaciones de todo tipo y de la Resistencia a numerosos ataques alemanes, se convirtieron en Irreductibles.
La defensa corría a cargo del 62º Ejército del Teniente General V. I. Chuikov, que comenzó la batalla con 8 divisiones. La defensa rígida de los “puntos de apoyo” citados se ancló en construcciones de Estructura de Hierro, cubiertas con varias capas de Planchas Metálicas. Que no tenían nada que ver con los edificios de la ciudad, que eran de piedra, madera, ladrillo y hormigón o cemento armado con mallas de hierro.
En el extremo sur de la línea de defensa final, ya junto al Volga, estaba un elevador de granos con esa estructura metálica y protegida. Pero, era demasiado estrecho y aislado para resistir indefinidamente. A continuación, siguiendo al norte, estaban sucesivamente las fábricas “Octubre Rojo” de armas ligeras; “Barricada” de tubos de artillería pesada y “Dzerzhinski” de tractores, reconvertida para fabricar tanques T-34 modelo 1941.
Estas fábricas eran de la categoría de las acerías. Como la Azovstal, de Mariupol.
Por su parte, los alemanes carecían de tropas suficientes para todos sus esfuerzos bélicos y necesidades de guarnición en las zonas ocupadas.
Y, en el inmenso frente de Stalingrado atacaba el 6º Ejército alemán reforzado. Pero, con sus flancos izquierdo y derecho Insuficientemente Protegidos por el 8º Ejército italiano y el 3º Ejército rumano y por el 4º Ejército rumano, respectivamente.
En la ciudad de Stalingrado, donde a veces en un solo día, Chuikov perdía más de 10 mil soldados en combate, los hombres y mujeres en armas ya estaban dispuestos a morir en sus puestos. A ello les ayudaba también su idiosincracia eslava: la conformidad, el fatalismo y la sobriedad. Reflejados todos en el lema elegido por sus mandos: “no hay tierra para nosotros más allá del Volga”. Teniendo como única esperanza que ocurriera el anhelado contraataque soviético contra los invasores nazis.
El 19 de noviembre de 1942, la Unión Soviética lanzó su rayo. Aunque de Hitler para abajo los mandos alemanes se esperaban algo, las medidas de camuflaje, decepción y enmascaramiento de los soviéticos los engañaron totalmente. En cuanto al momento, la extensión y la potencia y reiteración de los ataques de ruptura y de explotación de los soviéticos en torno a Stalingrado.
Desarrollo de la invasión rusa a Ucrania.
Kiev era importante para los planes iniciales de invasión de Putin. Su distancia hasta Bielorrusia o hasta la frontera rusa oscila entre los 500 y los 800 km, según las vías y los medios de locomoción empleados. La caída de Kiev en manos de las fuerzas mecanizadas y motorizadas rusas se preveía rápida. Dada la enorme desproporción que señala la “correlación de fuerzas” militares entre Rusia y Ucrania. Y esto llevaría a los ucranianos a tener que aceptar una rendición desfavorable con los invasores.
Pero, Putin sólo contaba con sus capacidades militares teóricas. Era un “estratega de butacón”. Y, como jefe arrogante y suficiente, muy sobrado, ignoraba o despreciaba sus incapacidades operativas.
Las “puntas de avance” de los grupos móviles de batallón rusos fueron rechazadas por la eficaz “defensa móvil con cesión de espacio” de los ucranianos, en los terrenos de lucha de las cercanías de Kiev.
Así, en vez de días, y si llegase a ocurrir, esa hipotética toma de Kiev va a ser una cuestión de meses para las fuerzas rusas.
La defensa urbana de las posiciones ucranianas.
No es fácil utilizar y defender unas zonas de rechazo urbanas. Su empleo implica unas elevadas exigencias a los combatientes: Una motivación suficiente (que les anime a tomar la vía de las armas y a arriesgar su vida por su causa), que les aplaque y racionalice el miedo inevitable a la lucha a las distancias cercanas con un enemigo superior, hasta que la veteranía les brinde nuevos impulsos. Un buen entrenamiento en la lucha de infantería, que les dé oficio y confianza. Una lograda cooperación entre las pequeñas unidades que las guarnecen, que les garantice una cohesión sin fisuras en su tenue y magro despliegue y que permita y facilite la conducción y la realización de sus planes. Unos nervios templados por todo lo anterior, que les acostumbre a luchar en solitario o en grupos pequeños, resistiéndose a huir ante la implacable amenaza del omnipresente fuego pesado de Rusia.
Los defensores ucranianos se protegen extendiendo sus posiciones defensivas más allá de lo necesario en una defensa convencional, cubriendo así una mayor superficie ocupada. En la zona de defensa establecen posiciones de retardo, más o menos reforzadas. Éstos protegen las posiciones más críticas de la zona, incorporan a la defensa los edificios con estructura de acero, especialmente resistentes, y forman trampas de fuego para el enemigo que irrumpe. Los “nidos de resistencia” tienen aquí más importancia, dado que la ocupación de la zona de defensa es más tenue, las vistas son más cortas y existen numerosas vías de aproximación. Dependen de las posiciones de retardo y a ellos se repliegan si son invadidos o destruidos. Existen numerosas posiciones alternativas o de recambio, más de lo habitual en la defensa convencional. Esto permite engañar al enemigo superior sobre el límite anterior de la posición de defensa, su verdadera extensión, los límites de los sectores que la forman, el interés del mando rebelde de la zona en cuanto a su defensa y dispersar el fuego pesado del atacante. En los bordes de las zonas urbanas nunca establecen esas posiciones fijas. Aquéllos son ocupados por avanzadas de combate cuya misión es recibir a los posibles exploradores u observadores civiles, prevenir sorpresas y engañar sobre el trazado de la zona defensiva. Los ocupantes de las avanzadas de combate, distribuidos en parejas de centinelas y alguna patrulla móvil pequeña, se repliegan en su momento hacia los posiciones de retardo más interiores.
Generalmente procuran alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, a enemigos individuales y pequeños grupos. Y atacar de flanco o de revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva. Las cuales ya están disgregadas en secciones o pelotones con uno o dos vehículos blindados. Sus comunicaciones preparadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades enemigas. Mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar. Y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido o donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. En esas posiciones lanzan algún cohete antitanque o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de ametralladoras ligeras. Aquí, que el atacante presente tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 10 a 1) no le favorece ni le facilita la labor, sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros a los defensores.
También poseen una eficaz y creciente defensa antiaérea de corto y medio alcance. Desde otros patios y azoteas, siempre protegidos por un nido de resistencia cercano, se disponen varios equipos de portadores lanzadores de cohetes ligeros antiaéreos. Su localización en el despliegue se hace en función de las direcciones más probables de aproximación de las aeronaves militares y las más peligrosas para la defensa. Si son suficientes y hábiles en disparar, se emplean dos lanzadores cercanos, pero no contiguos, que forman el equipo, y que disparan sucesiva y rápidamente contra una aeronave o hacia una formación enemiga en aproximación inmediata al blanco. El tirador se limita a dirigir el tubo lanzador ya cargado hacia su objetivo, esperar que el cohete le confirme la adquisición del blanco y pulsar de nuevo el disparador. Y a esconderse. Los lanzadores medios antiaéreos tienen posiciones más fijas y preparadas.
El momento crucial para la defensa ocurre cuando el jefe de la zona decide evacuarla, tras haber detenido al enemigo algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles, pero sin exponerse excesivamente a una lucha a las distancias cortas, a ser desbordado, ni a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los invasores. Para ello se sustrae en su momento oportuno al ataque directo de su enemigo, no a su bombardeo o cañoneo extensivo, impreciso. Los ucranianos tienen suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (iglesias), oficinas, empresas, algunas viviendas) o matorrales, poco evidentes, en el despoblado. Desde donde se puedan dispersar por la superficie en muy pequeños grupos hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida.
(CONTINUARÁ)