Introducción.
Llamamos “sistema” a un conjunto armónico (con correspondencia entre ellos) y sinérgico (que actúan conjuntamente) de elementos diferentes, pero relacionados en su naturaleza, que producen o generan una función compleja y esencial de la actividad militar más amplia. Su definición aspira a que los distintos sistemas comprendan de forma global a las variables o elementos de su naturaleza que intervienen en las operaciones. Ello permitiría focalizar en ellos más fácil y precisamente nuestra atención, para conseguir el control y la dirección de todo el complejo fenómeno de la guerra.
Las “capacidades de combate” son el conjunto de los medios militares (armas y apoyos) que posee un “sistema militar cerrado” (en una operación, una campaña) o una sociedad o estado para su defensa.
Desarrollo.
Su expresión más cabal son los conjuntos de armas combinadas o interarmas, incluso en el nivel de las pequeñas unidades. Que permiten multiplicar y flexibilizar las posibilidades de lucha en los campos y las interfases de acción con el enemigo. Buscando acelerar el ritmo (tempo) o la velocidad de los ciclos elementales de los períodos de acción contra él. De hecho, la inclusión de las armas pesadas de infantería como elementos orgánicos de apoyo en las pequeñas unidades, ya configura cualitativamente un sistema de armas combinadas.
Las capacidades de combate son las que nos permiten obtener la decisión y, por tanto, la eficacia operativa en los combates decididos, buscados y trascendentes y en los que nos impone el enemigo. Y son las que dan credibilidad a las capacidades de movimiento del conjunto en las maniobras, a través de la amenaza real que generan sobre el enemigo. El simple movimiento es una floritura vacía o un suspiro impotente, sin su unión complementaria con la capacidad de hacer daño al enemigo y la voluntad de hacerlo.
La capacidad de combate y la capacidad de movimiento operativo forman un “par de opuestos” complementarios y sinérgicos dentro de los distintos sistemas operativos de combate. Ninguno de los dos trasciende sin el otro. Es más, uno de los dos solo se frustra y se malogra sin el otro. Ambos sistemas procuran y dinamizan las acciones tácticas y ejecutan y fertilizan las maniobras operativas.
Estudios Cuantitativos.
Si queremos acudir a una cuantificación de las capacidades de combate, dando valores, que serán siempre relativos, a las distintas unidades y armas, podemos acudir singularmente a la obra de Trevor N. Dupuy (1). En ella cuantifica las unidades en función de sus tipos. Y, añadiéndoles un factor en función del ejército que consideremos y en cuál guerra o campaña actúa, obtiene unos valores de potencia militar relativa para cada caso.
Estas “potencias” son una cuantificación relativa (recordemos el factor multiplicador, que introduce la eficacia de cada ejército frente a un enemigo concreto en una situación dada) de las capacidades de combate de los ejércitos terrestres en las distintas épocas o teatros de operaciones.
Simpkin realiza un desarrollo similar, más cualitativo, en función de los equipos de las unidades (sólo vale para los ejércitos mecanizados), siendo los extremos de la clasificación, una unidad de infantería y una unidad de tanques de igual nivel (2).
En ese carácter suyo y de la aplicación, el uso y las posibilidades de las capacidades de combate se trata extensa y diversamente por toda esta obra
1) Trevor N. Dupuy. La Comprensión de la Guerra. Estudio y Teoría del Combate. Madrid, 1990. Págs. 123 a 172.
2) Richard Simpkin. Race to the Swift. Londres, 1994. Págs. 79 a 85.