Situación general.
La Envidia es uno de los vicios más innobles y mezquinos que tenemos los hombres.
La Lujuria, el Robo y la Gula, un apetito desordenado muy amplio y emparentado con la Avaricia, tienen el placer como acompañante y razón de ser.
La Envidia sólo nos aporta dolor, especialmente mental y moral. Y nos genera odio, que lleva a la violencia contra el Objeto de ese odio. Los Celos son una variedad alotrópica de la Envidia.
Porque el placer en este ámbito está en la Generosidad, y, “si quieres ser perfecto”, en la Entrega por el amor.
La Envidia está relacionada con dos vicios íntimos en los que pueden caer los Mandos, que son la Soberbia y la Vanidad.
La Soberbia es la PLENA satisfacción de sí mismo. Y, resulta que es un pecado capital, propio de ángeles, mucho más lúcidos que nosotros. Pero, que se creyeron algunos que eran “auto suficientes sin Dios”.
La Vanidad, mucho más a ras de suelo, es CREER que somos merecedores de la admiración ajena. El vanidoso es como un estilita, aislado en su alta columna. Y que se satisface pensando en el efecto que cree despertar en los demás. Cualquier signo de aprobación que reciba, le sirve como re afirmación de sus ideas.
El envidiado posee cualidades o virtudes que el envidiador CREE que él no tiene. Y las desea, aunque no se correspondan con su nivel jerárquico. Porque generan Popularidad o afección de las gentes de sus entornos. El envidiador se observa en el envidiado y ve refleja una imagen suya empequeñecida.
La Arrogancia del Mando.
La Arrogancia es una forma externa de la Soberbia. El Mando que la padece busca mostrar a los subordinados, la superioridad clara de su jefatura. Su categoría se basa en la Potestas, que es el mando ejercido en virtud de su nombramiento, de su categoría empresarial o laboral. No de sus características y méritos propios, que aquí, siempre le parecerán insuficientes.
La Arrogancia es típica de la milicia en las formas de lucha antigua. Donde los soldados peleaban en formaciones masivas, tanto al arma blanca (espadas, hachas y lanzas) como de fuego (arcabuces y mosquetes). Y tenían solamente la instrucción para la lucha y se les consideraba muchas veces como prescindibles.
Los antiguos conocían más o menos estos vicios siempre perniciosos de los Mandos militares. Cuando un general romano, al mando de ss legiones, regresaba victorioso a Roma, el Senado podía concederle el Victor. Éste era un recorrido triunfal por varias avenidas, donde el pueblo le aclamaba, antes de llegar al Capitolio para hacer una ofrenda a Júpiter Capitolino. En el carro de triunfo del general, detrás de él, iba un esclavo, que le iba repitiendo durante el paseo: “Recuerda que sólo eres un hombre”.
La Arrogancia civil es la forma más estúpida de la Soberbia. Porque suele estar vacía de Mérito.
Las Virtudes para eliminar estas lacras del Mando.
La Virtud para vencer estos vicios del Mando es la Humildad. Entendida, para que no decaiga en flaqueza o menosprecio, en ajustarse a la natural y real valía del Mando. La Moderación, la Sabiduría y la Serenidad son los aliados firmes de la Humildad.
Ellas permiten al Mando no tener Envidias o dudas sobre las cualidades de sus subalternos. Ya que un buen Mando es un director de orquesta y debe contar con excelentes intérpretes de todos los instrumentos músicos. Para que su propio papel se encumbre y consagre.
Un general debe tener buenos coroneles, comandantes y capitanes. Y, estos estarán siempre más cerca de los hombres que el general. Pero, los subalternos siempre conocen rápidamente las Virtudes y los vicios de sus distintos Mandos.
El Mando superior o Presidente de un Partido o Empresa es el Integrador de sus unidades o equipos de tareas; es el principal Motor de sus hombres, que siempre le miran a él. Buscando todos sus Capacidades militares o gestoras, que les asegurarán que sin él, las cosas les irán peor a todos; sus Ejemplos y una cercanía Sincera a ellos.
Esto es Liderazgo en Acción.
Carismas y Liderazgos.
Y, ¿qué hay del Carisma? Del que tanto se habla para denigrar a un Mando superior: diciendo que carece de él.
Bueno, ¿que carisma tuvo y tiene José María Aznar toda su vida? ¿Lo tenía John Mayor, ex Primer Ministro británico, sucesor de Margaret Tatcher? Una persona puede no resultar siempre atrayente o simpática.
Pero, las Virtudes sólidas citadas aquí crean el Liderazgo, la capacidad para mandar y ser obedecido y seguido con ánimo. Y pueden sustituir o generar, incluso, esa cualidad tan difusa y tan voluble como es ese Carisma. Esto es lo que realizó y se creó Angela Merkel.
Caso práctico.
Un Mando que «transmite» envidia de un subalterno, será más pronto que tarde sustituido. Y, si este choque anímico perjudica a la organización, la sustitución del Mando se hace necesaria y urgente.
Porque un Mando debe siempre aglutinar, no dividir, a sus subalternos.
Esto vale para el extraño e insólito caso de jefaturas antagónicas anímicas en el PP. Que la culpa de todo sea de un «asesor tóxico» del Mando, no lo sé.