Introducción.
Tenemos delante, frente a frente, a los dos rivales más peligrosos y extraordinarios que existen sobre la Tierra. Ellos son los judíos o israelitas y los islamistas Chiíes.
¿Qué les da semejanza a los dos? Ambos tienen una religiosidad recia, a prueba de cualquier cosa, que es parte de su identidad y la esencia de su vida.
Los judíos o israelitas.
Los judíos son un pueblo pequeño, que ha sobrevivido a los avatares de la Historia de una manera realmente singular y especial: persecuciones, pogromos, genocidios, destierros colectivos, intentos de asimilación religiosa, culpas colectivas recibidas, deportaciones.
Según su ideario, es el pueblo Elegido por Dios para custodiar y llevar a través de la Historia el Plan de Yaweh para la Humanidad. Ellos ostentan, atesoran las promesas de Dios a Abraham, Isaac, Jacob, Moisés. En esto se consagra su mérito, marchamo y superioridad.
Los israelitas se han desviado de esto muchas veces, pero, la ira de Yahweh se ha aplacado siempre. Entre otras cosas, porque Dios necesita de ellos para culminar su plan para los hombres. Yahweh les ha ido enviando a sus avisadores, mensajeros o profetas, para corregirlos, y les ha castigado colectivamente con destierros, hambrunas, nomadismo, una señal de que era el pueblo el que se había apartado de Él.
Dios para los hijos de Israel no es un Padre. Esto es inverosímil. Dios es un “Gran y Poderoso Señor Creador”, con todas las características en superlativo. Que les lleva por sus caminos, que les premia y castiga. Los hizo a su imagen y semejanza; pero, eso no quiere decir que Dios tenga ojos, oídos, piernas y manos. Y, es Amoroso con todas sus criaturas.
Sólo los cristianos ven y sienten en Dos a un Padre, en Jesús a un Hermano Redentor y en el Espíritu, al Guía y Consolador de su vida terrenal, suave y serenamente.
Esa pertenencia les da a los israelitas una seguridad tranquilizadora. No son proselitistas, no buscan extender su religión a los demás, incluso a sus convivientes extranjeros. Los demás no pertenecen al pueblo de Dios y no tienen nada que ver con la Salvación. Éste es el tuétano, la esencia central y el meollo de todo.
Esto les da a los israelitas un valor inédito, sólido y seguro ante una pavorosa Guerra Nuclear. Que Israel, de entrada, no busca, ni desea. Ellos avanzan en los combates, sin preocuparse del mayor número de enemigos, porque Jahweh Pelea a su Lado.
Si Dios quiere ocurrirá y ellos serán tomados por los ángeles hacia Jahweh, en la culminación de la Historia.
Los musulmanes Chiíes.
Existe una gran diferencia ideológica y práctica entre el sunnismo y el chiismo.
Éste se siente perseguido, en razón de las ortodoxias dinástica (defiende los derechos de la familia del Profeta a la conducción del Islam) e ideológica (admitemenos fuentes de revelación, limitando los Hadices, los dichos y hechos del Profeta, por su origen-quién lo comunicó- y línea de transmisión), que los chiíes proclaman y defienden.
A’isha, la tercera y más cultivada de las esposas del Profeta, hubiera sido un califa si fuese un hombre, y Alí, primo, yerno, esposo de Fátima, la hija favorita de Mahoma, son los dos principales y reputados creadores de Hadices para sunníes y chiíes. Éstos comienzan así: Yo ví…; yo oí…; yo supe… y también se van poniendo los sucesivos transmisores. Esta cadena garantiza la trazabilidad del hadiz.
Omar, el segundo califa, tras Abu Baker, trabajó para depurar y organizar los Hadices y los textos del Corán.
El cisma del Islam se consolida el 10 de octubre del 680. Cuando las tropas de Yazid, segundo califa omeya, vencen y matan a Hussein Ben Alí, nieto de Mahoma, en la batalla de Kerbala, en Irak. Los caídos totales de los dos bandos en la decisiva batalla de Kerbala fueron setenta.
Los partidarios de Hussein “hijo de Alí” (esto es Ben Alí, pronunciado en inglés es Bin Ali. Y, luego nosotros lo llamamos como oímos, Bin Ali), se llamaban en árabe shi’at Alí, resumiendo, shi’is.
De todos son conocidos, por la exhibición en los telediarios, los ritos de autoflagelación que practican los hombres devotos en determinadas fiestas de los chiíes iraquíes.
Una razón poderosa de este sentido de pena y sufrimiento puede ser la gran inferioridad demográfica de los chiíes. El 90% de los musulmanes son sunníes, que ocupan los Lugares Santos del Islam y se extienden por todo el mundo. Del 10% restante, la inmensa mayoría es chií, más del 86%, y el resto corresponde a pequeñas fracciones, como los alauitas de Siria, los derviches turcos. Todos estos últimos son “la herejía dentro de la herejía” para los musulmanes sunníes.
A los efectos, los chiíes son como una isla (Irán, Irak, Siria, Líbano, Pakistán, que están limítrofes y con mayoría sólo en Irán e Irak) rodeada por todas partes por el océano de los sunníes.
(Continuará)