(CONTINUACIÓN)
Origen, trayectoria y conceptos de la Yihad.
La Yihad, expresada en el concepto preciso que todos entendemos y/o padecemos, no está recogida en el Corán. Sin embargo, aparecen en el Corán numerosos versículos o aleyas en los que se anima a los musulmanes a la defensa de la comunidad, a la lucha contra los infieles y a la propagación armada del Islam. Establecidas las líneas maestras, rápidamente los jefes políticos de la Umma, incluyendo al Profeta, echaron mano del instrumento que tan claramente se les ofrecía y que necesitaban a vida o muerte. Y lo denominaron Yihad. Ésta es realmente la “Yihad Pequeña o Menor”. El Islam establece la obligatoriedad de la Yihad como “guerra santa”, equiparándola a los llamados “5 pilares del Islam”, que se simbolizan con el dorso de una mano abierta. Ellos son las obligaciones elementales, de carácter ritual y colectivo, y simples, de todo musulmán en su “sometimiento a la voluntad de Dios”. En el principio del Islam, cuando reinaba la jahiliyya (definición de la barbarie anterior a éste) en los árabes, en los tiempos de Mahoma, la Yihad fue imprescindible e inevitable para la defensa de la nueva religión. Que surgía en medio de un mar proceloso de tribus y clanes paganos e idólatras y más o menos nómadas, que poblaban Arabia. No había comenzado aun la diáspora, la expansión primera del Islam a todo el mundo árabe, y los grupos de musulmanes podían ser fácilmente eliminados por sus enemigos. Todo cambio radical, incluso sólo nuevo, y aunque sea para bien, encuentra siempre un rechazo inicial, que se origina en la “inercia ideológica y costumbrista” conservadora, que existe en la sociedad donde aparece.
Sólo hay un versículo del Corán que prohíba expresamente el suicidio, sin extenderse demasiado: 4, 33 “…Oh, creyentes… no os matéis a vosotros mismos…”. Probablemente fue así por la repugnancia natural que las tribus sencillas y primitivas tienen en cometerlo. En las recomendaciones de higiene, que en su origen todas las religiones escritas dan a sus fieles, no había que insistir mucho para su prevención. Un “ideólogo” de Al-Qaida, Abu Yahya al-Libi, desarrolló una teoría “religiosa” sobre el “daño no buscado”, referido a personas, totalmente alejada del espíritu del Corán. El nombre del pajarraco, que se sabía, según decían, el Corán de memoria, quiere decir nada más que “padre de Yahya y libio”. Su otra “credencial” para emitir un “dictamen religioso” era su amistad con Osama Bin Laden, que le consultaba frecuentemente. Pero, repetir un texto como un loro, no quiere decir que se conozca su sentido, que se sea su hermeneuta y que su “diagnóstico” se pueda aplicar en los avatares de la vida. Según aquella teoría, se permite a los militantes yihadistas matar musulmanes, cuando esto es inevitable. Y a veces, más que cuando sea inevitable, cuando sea también útil. Debido a que Al-Qaida tiene capacidades limitadas para atacar a sus enemigos occidentales, la organización mantiene su influencia y notoriedad por el terror, atacando periódicamente en países con mayorías musulmanas. Si se examinan sus ataques de 2007 y no se consideran los perpetrados en Irak y Afganistán, la proporción de no occidentales muertos por al-Qaida sube a 99%. Este porcentaje fue del 96% en 2008. O sea que, entre 2006 y 2008, los no occidentales tenían 38 veces más probabilidades de morir por un ataque de al-Qaida que los occidentales.
Ante el terrorismo actual en nombre del Islam, tanto centrífugo (contra los infieles y los traidores laicos) como centrípeto (contra los musulmanes cismáticos), el mundo islámico se paraliza y no sabe qué decir o hacer. Terrorismo son las acciones de guerra colectivas o personales contra “objetivos generales, inocentes e indiscriminados”, tanto de los infieles o idólatras, como de los “hermanos separados enfrentados”. Buscando con ellos extender el temor entre los grupos afectados y provocar así cambios políticos, religiosos o sociales en ellos. Es el chantaje del terror, elaborado con bordadas largas, que busca, con las “ondas de conmoción” que transmite a los grupos sociales atacados, optimizar al máximo el efecto de sus acciones tácticas y generalmente espasmódicas. Afirman sus portavoces e intelectuales que el Islam es paz y tolerancia. Pero esto no es totalmente cierto: “por sus hechos los conoceréis”. Además, y esto es más grave, los ulemas y muftíes que favorecen la “interpretación compasiva y misericordiosa” del Corán no presentan argumentos sólidos contra los versículos favorables a la Yihad, que esgrimen “a la cañona” (imperiosa y coactivamente) los radicales armados. Que son los que dan pie y sostienen la “interpretación belicista terrorista trasnochada” de la Yihad. Recordemos que es la “Yihad Pequeña o Menor”. La mayoría de los musulmanes se distancian de los atentados y ataques por oportunismo, para proteger al Islam, preocupados por el creciente rechazo que sufre en Occidente. Pero, los ulemas o los muftíes casi nunca intervienen en las polémicas externas e internas.
La Yihad fue necesaria para la instauración y la defensa de la primitiva comunidad de creyentes. Cuando el Profeta estableció el estado islámico a partir de la destrucción violenta de la jahiliyya. Y fue muy útil para la rápida extensión del Islam por el mundo, por el estado y su desarrollo existente de las civilizaciones medievales. Pero su oportunidad histórica no existe actualmente. Y, entonces, el “esfuerzo de sangre por Allah” debe ser reemplazado por otro tipo de “esfuerzo personal” en el camino de Alá. Éste, junto con los qiyas y el consejo de los sabios es el “verdadero camino hacia Allah de sus creyentes”. Y por eso se la llama con rigor, tradición y realidad, la “Yihad Grande o Mayor”.
Otros conceptos contenidos en el Corán.
Satanás (Eblis) no tiene poder sobre los que creen y pone su confianza en Dios. Su poder reside en atacar y convencer a los que se alejan voluntariamente de Él y le asocian otras divinidades. Satán cayó al negarse a adorar a Adán por mandato de Allah, al considerarlo una criatura de Dios creada del barro y él era creado del fuego. Satán es una especie de genio o ángel. Entonces, Dios le incluyó en el número de los despreciables, pero Eblis le pidió: “dame una tregua hasta el día en que los hombres hayan resucitado”. “La tienes”, le repuso Allah. “Y, porque Tú me has extraviado”, repuso Satán, “yo los acecharé en tu sendero recto”. “Los atacaré por delante y por detrás, me presentaré a su derecha y a su izquierda. Y, en verdad, hallarás muy pocos que te estén agradecidos”. “Sal de aquí, le ordenó el Señor, “cubierto de oprobio y rechazado y llenaré el infierno (yahannam) con los que te sigan”
El conquistador Alejandro Magno es situado ente los colaboradores de Dios. Es llamado el Bicórneo, el de los dos cuernos, que enmarcan de la derecha a la izquierda, por haber sometido a todo el mundo más o menos conocido desde el Occidente al Oriente. Así, estaba destinado Providencialmente a destruir el Mal o a los bárbaros idólatras. Por ser macedonio fue muy admirado por los árabes, que eran enemigos de los griegos, “los hombres de ojos azulados, como los denomina un versículo del Corán.
El Corán prescribe directamente para las mujeres, una vestimenta que les oculte de los extraños a su familia. En 33, 59 se dice:”Profeta, di a tus esposas e hijas que se cubran desde arriba con sus vestidos (o que dejen caer su velo hasta abajo). Esto es lo más adecuado para que se las reconozca y no se las ofenda (calumnie) -“por ligeras”-. Dios es indulgente y misericordioso.” En 43, 17 se dice sobre ellas: “¿…un ser que crece en medio de los goces de esta vida y de los adornos y que está siempre disputando, sin razón?” Su glosa sería: “a causa de su razón defectuosa, la mujer está siempre dispuesta a buscar camorra sin motivo y se apega a la superficialidad de la vida”. También en el Corán se les dota de beneficios económicos y se les brinda una “protección general” a cargo de los varones familiares.
Pero, habría que ver si la mujer libre y dotada de una educación y unos derechos personales suficientes, no se comportaría de otra manera más elevada, digna y trascendente. Es indudable que una religión se incardina, se aglutina y pasa a formar parte de una civilización dada, dentro de la cual se desarrolla y se expresa. Y los poderes dominantes en ella, conforman y modelan todas las acciones y respuestas de esa civilización a los estímulos sociales externos e internos. A los hombres pastores, mercaderes y agricultores de las tribus árabes, todos los cuales realizaban también labores de guerreros, de defensa de sus colectivos, ¿no les venía bien el modelo de mujer sumisa, iletrada y callada? Recordemos, por último, que en estas épocas precapitalistas la mano de obra más bien sobraba que faltaba en cualquier sociedad. Por lo que el aprovechamiento personal de la mujer era irrelevante.
Al-Quds, Jerusalén, Yerushalayim…
Parece muy claro (asumiendo la Fe) que si el Dios Uno permitió una convergencia excepcional en ella de los tres Credos que lo veneran, fue porque no entregaba a perpetuidad dicha Ciudad Santa a ninguno de ellos en exclusividad. Sino para que en ella vivieran en paz y en derecho como Su foco inefable. Como “reflejo radiante de su convivencia” por el mundo, poblándolo y desarrollándose desde esa Zona, siguiendo “círculos cuasi concéntricos geográficos” por el tiempo y la Historia, hasta los confines de la Tierra.
(FINAL)