(CONTINUACIÓN)
ANTECEDENTES REGIONALES
La Estructura Orgánica de Poder Social en los Países Árabes.
Las relaciones internas de las familias y los grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y tabúes. Este conjunto de “normas sociales” recogen, valoran y cuantifican sus necesidades vitales, sus emociones primarias y sus creencias. La religión musulmana es seguida en la amplia zona geopolítica que tratamos. Casi todos son de la rama sunní. Ésta acepta al Corán y a la Sunna del Profeta, sus hechos y dichos (hadices), debidamente recogidos por los discípulos, como las fuentes ortodoxas de la revelación de Allah a los hombres. Las diferencias entre ellos residen en el rigor con el que se examinan y aceptan las fuentes de la Sunna. Y esta asunción del Islam forma parte de la inculturación, afirmación y cohesión sociales de estos grupos.
El código social, que recibe diferentes nombres según los países, establece ciertos derechos para el individuo y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y la tribu. Las disputas sobre mujeres, oro o dinero válido y tierras están en el origen de las enemistades sostenidas entre las tribus. Y deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de los valores protectores. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al conjunto humano. Las relaciones son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos.
La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de una verdadera justicia institucional, busca castigo y luego reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal.
La autoridad natural tribal es orgánica, nacida de sí misma, estructurada en sus unidades familiares o células sociales. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo social, el poder de su autoridad natural será más moderadora e integradora, actuando como un primero entre los “iguales”. En estos casos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del clan en asambleas, jurgas, etc., tienen el valor supremo y decisorio. Y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Los jefes locales son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos regionales y nacionales. Ellos gozan de una autoridad personal más que institucional. Y, a veces, sus decisiones pueden ser ignoradas por los varones adultos, si no están revalidadas por esas asambleas. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, modernizándose y complicándose, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de actuación económicos y políticos.
Esta estructura natural tribal da el verdadero valor y sentido prácticos a las lealtades y los intereses mundanos, siempre relativos y aún oportunistas, de los árabes. Gráfica, paradójica (por ir de frente contra las enseñanzas del Islam) y aún exageradamente, podríamos expresarlo así: “Mi tribu y yo, contra el mundo; mi clan y yo contra la tribu; mi familia y yo, contra el clan; mi hermano y yo, contra la familia; yo, contra mi hermano”.
El Desarrollo acelerado de la Guerra civil siria.
Desde las manifestaciones pacíficas multitudinarias por casi todo el país que se realizaban a primeros de 2011, la revuelta social ha dado un importante paso cualitativo en su desarrollo y extensión. Se ha radicalizado y ha “tomado las armas” contra el régimen. Extendiendo sus “ondas de conmoción social” por todo el país, a todos los participantes, por los países vecinos y hasta las potencias extranjeras globales. Lejos están ya las manifestaciones de los jóvenes opositores, que no veían a la violencia como una opción aceptable de liberación nacional. Sin embargo, algunos analistas defienden que las ejecuciones ilegales de soldados, policías y civiles afectos al régimen comenzaron casi desde el inicio de las protestas generalizadas. Y otros atribuye esa radicalización rápida de posturas a la represión selectiva y progresiva del régimen.
A esto se une la islamización creciente de la oposición armada. Al principio las manifestaciones partían desde mezquitas o locales céntricos. Y luego, se comenzó a dar culto a los “mártires” y a emplear la retórica islamistas en las comunicaciones y declaraciones y en la denominación de los grupos irregulares. Del grito en los primeros videos colgados en la Red o enviados al exterior del país, “el pueblo quiere la caída del régimen”, han pasado a “el pueblo quiere la proclamación de la Yihad por los ulemas y muftíes”.
Este levantamiento no es laico. Es un levantamiento protagonizado por musulmanes más o menos practicantes del Islam. Laico es el régimen corrupto y rapaz de los Assad, donde las confesiones no islámicas eran respetadas y acogidas. Y que ha perdido la capacidad de defender y de representar al pueblo. Ésta es la «justificación social» de mantener y respetar a una dictadura exclusivista, casi siempre dinástica, a cambio de sus privilegios de clase.
El gobierno de los Assad y su aparamenta política han dejado de formar hace mucho tiempo un régimen nacional y «socialista». Ya que no representan, ni defienden, ni integran los intereses particulares y colectivos de su nación. Ahora sólo abanderan y protegen a los miembros de la amplia oligarquía socio religiosa, que acapara y distribuye en distintos grados el poder institucional, social y económico de Siria. El régimen sirio está cristalizado, sin fluidez, tanto social, como ideológica y administrativamente. Y se ha convertido en la cáscara de un “fruto socio político”, agostado, estéril y vacío.
Para los esquemas de los televidentes foráneos, tranquilos en sus casas a muchos Km. de los hechos violentos, los combates en Siria son feroces. Pero ello reside en que al enemigo que pretende matarte o mutilarte desde posiciones cubiertas y reforzadas, pues se le ablanda por el fuego directo pesado, se le corta la retirada ocupando un cruce de calles más allá y se le asalta su posición defensiva desde el techo o desde el suelo, por saltos asegurados sucesivos, si es que ha conseguido aguantar la presión tanto (muy extraño). Desgraciadamente aquí no valen los recursos románticos de “disparen Uds. primero, señores rebeldes”. Para conseguir la decisión y llegar al fin, lo mejor suele ser enseñar los dientes desde el principio y actuar con determinación. Aunque ni los militares ni los rebeldes tengan la doctrina o la experiencia de la lucha urbana…
LA INTERVENCIÓN DE LAS POTENCIAS
Iniciativas estadounidenses contra el EI.
En septiembre de 1914, los EEUU concertaron una alianza global de naciones occidentales y árabes para detener militarmente el avance arrollador del Estado Islámico, ante la petición urgente de socorro de Irak. Para ello, los aliados no desplegarían unidades terrestres de combate. Ha pasado un año de dedicación diaria al bombardeo aéreo selectivo, produciéndose más de 7 mil ataques a blancos individuales en Irak y Siria (posiciones de combate y de fuego pesado, edificios de mando y comunicación, vehículos, centros de entrenamiento) y un número impreciso de bajas efectivas, cifrado entre 5 y 8 mil militantes del EI, con diversos grados de entrenamiento e implicación. Pero, la trabazón conceptual e operativa de la acción aérea aliada, no ha conseguido “ni debilitar, ni degradar, y no ya, destruir”, parafraseando al presidente Obama, al Estado Islámico con sus acciones. El cual ha contraatacado últimamente en Ramadi, capital de Anbar, desalojando, por culpa de una tormenta de arena, a las gloriosas fuerzas armadas de Irak; en Palmira, estableciendo un saliente hacia Damasco; en Deir ez Zour, ocupando la capital y cercando a las fuerzas militares sirias desplegadas al oeste; en Hanaka, disputando la gran provincia fronteriza nororiental a los peshmergas del YPG y aliviando la presión que recibe el EI al este de Alepo y sobre Raqqa.
La artillería, la aviación, con sus fuegos pesados y precisos, permiten cegar, perturbar, neutralizar y aún destruir al enemigo terrestre, en orden creciente de daños y de efectos. Los fuegos pesados sirven para apoyar a las fuerzas terrestres, en un empleo de armas combinadas. Y para destruir las fortificaciones, las posiciones de combate, de fuego pesado y de anticarros, batir los cerrojos enemigos perpendicularmente establecidos al avance propio, y a las reservas enemigas en los distintos niveles de actuación y realizar la lucha contrabaterías. Son las fuerzas de tierra las que ocupan, limpian, despejan y mantienen en las manos propias a las posiciones enemigas atacadas. Frustrando las reapariciones del enemigo de entre los cascotes o los matorrales cercanos y rechazando contundente y definitivamente sus contrachoques locales y sus contraataques más deliberados.
En el verano de 2014, los Estados Unidos comenzaron a entrenar a voluntarios sirios sunníes jóvenes para integrarlos, en un principio, en el depauperado y desmoralizado Ejército Libre Sirio (ELS). Sus tareas eran combatir tanto a las fuerzas militares de Bashar al-Assad, el Ejército Nacional de Siria (ENS), como a los yihadistas salafistas del Estado Islámico de Irak y Levante, en las zonas sirias donde los desplegasen. Reforzando, así, el orden de batalla del ELS. Los campos de entrenamiento de esta infantería ligera irregular se situaban en el centro oriental de Jordania. Previo a la aceptación de reclutas, se estableció un filtro político ideológico, encaminado a detectar a posibles voluntarios yihadistas o gubernamentales y que resultó un fiasco, por sus resultados. En este entrenamiento de varias semanas participaron también, según las fuentes, Francia y Gran Bretaña, e incluso, al parecer, comandos israelíes. El plan inicial era llegar a entrenar hasta unos 5 mil hombres, empleando varias tandas o “batches” de reclutas. Pero el intento quedó reducido a egresar de los “camp boots” a unos 3 mil hombres, de los cuales, la mayoría desertó simplemente. Y el resto de los mediocremente formados se unió a distintos grupos rebeldes radicales armados en Siria.
El otro intento de formar combatientes sirios de ideología laica o moderada se basó en un plan de entrenamiento de “hasta 15 mil sirios voluntarios” en Turquía. Otras fuentes hablan de formar a 5 mil combatientes. Pero ambas cifras resultan ridículas para la magnitud y complejidad de las tareas que se les encomendarían y para su pobre “capacidad específica de combate”, que diría el estudioso coronel Trevor N. Dupuy. La fecha de finalización de su “plan” nunca fue aventurada por los responsables estadounidenses. A la vista de las “deficiencias” detectadas anteriormente, se estableció un muy elevado nivel de exigencia en la selección de los hombres a formar. Como consecuencia de ello, sólo unas decenas de voluntarios han sido entrenados desde entonces. Y opinamos que poseen una convicción y una motivación, cuando mucho, flácida y borrosa. Es de señalar el caso de la así llamada (“so called”) 30ª división del ELS, formada por menos de 80 soldados y que entró en la zona de Alepo en julio de 2015. En menos de una semana de “operaciones”, 12 fueron secuestrados y 18 resultaron heridos, por los irregulares del Frente al-Nusrah. Era el primer grupo o batch de rebeldes sirios que Washington instruyó en la vecina Turquía. También resultó prisionero de los yihadistas, el jefe de la 30ª división, Naim Hassan. Al-Nusrah atacó también su cuartel al norte de Alepo, y el resto de la fuerza divisionaria, apenas 30 soldados aterrorizados, corrió a refugiarse en Afrín, un enclave kurdo al norte de la provincia. Creemos, simplemente, que los rebeldes entrenados por los EEUU rehusaron enfrentarse con los yihadistas salafistas de la franquicia de al-Qaeda y se dispersaron.
Así, las fuerzas terrestres con las que cuentan los EEUU y su Coalición en esa zona geopolítica, para combatir al EI en su territorio controlado, son: el ejército iraquí, que en la primavera de 2014, antes del Gran Descalabro, contaba con 200 mil hombres teóricos en su orden de batalla; los peshmergas del YPG sirio y del gobierno autónomo kurdo de Irak y las milicias sectarias chiíes iraquíes, obedientes teóricamente al gobierno de Bagdad, pero entrenadas y guiadas por los iraníes. Los peshmergas iraquíes recibieron permiso de Turquía para cruzar su territorio y atacar desde el norte el poblado fronterizo de Kobane, ocupado por el EI. Logrando liberarlo en un esfuerzo conjunto, incluyendo a la aviación aliada. Pero, en febrero de 2015, ellos mismos fueron incapaces de hostigar siquiera a las “cuadrillas escoltadas de demoledores” del Estado Islámico, que derruían el yacimiento arqueológico de Nimrud, provncia de Nínive, situado a medio camino entre Mosúl y Erbil, su capital.
Las milicias chiíes fueron activadas desde el verano de 2014 por el general Qassem Suleimani, enviado urgentemente por Teherán, en apoyo del gobierno chií de al-Maliki. Para componer un rápido dique de contención al avance de los sunníes del EI, tras la toma de Mosúl y su aparición en fuerza por todo el norte y centro de Irak en junio y julio de 2014. Y para realizar la ingente tarea de darles a esas milicias, apoyadas por unidades de la Guardia Revolucionaria de Irán (los pashdarán: el ejército de los guardianes de la revolución islámica) una unidad de acción y una motivación combativa suficientes. E intentar, por pasos medidos, cortos y sucesivos, ir derrotando y desplazando a los yihadistas del EI, en duros combates, que serán fundamentalmente urbanos.
Rusia toma una iniciativa en Oriente Medio.
Desde alrededor de primeros de julio de 2015, los rusos han estado incrementando su presencia militar directa en Siria. Sus fuerzas armadas se han instalado principalmente en la Latakia, cubriendo los alrededores de Tarsus, su única base naval en el Mediterráneo. Incluyen cazabombarderos, helicópteros de ataque y de movimiento tropas y rescate, aeronaves no tripuladas de exploración y bombardeo y las unidades terrestres correspondientes de apoyo y de seguridad de los mismos. Y ahora, desde finales de septiembre, están bombardeando las posiciones de los rebeldes armados al régimen de al-Assad, al suroeste de Alepo; en la Latakia; junto a Hama, Homs y Damasco, en la cuenca del Orontes; en Raqqa y otros enclaves del EI, en el noreste del país y en el gran desierto del este. Un portavoz del Ministerio de Defensa ruso declaró que “no operarían allí indefinidamente” y que calculaban que necesitarían “unos 100 días” de ataques. Los peshmerrgas kurdos del YPG, los aliados nacionales de los EEUU, desplegados por toda la frontera centro oriental con Turquía, no han sido molestados. Entre los que han sufrido sus inesperados ataques están las fuerzas irregulares del Frente al-Nusrah para la Liberación de los Pueblos de Oriente, la filial nacional de al-Qaeda. Tan peligrosos e ideológicamente radicales como los muyahidines del Estado Islámico, pero menos crueles y menos capaces militarmente.
A los reproches de algunos países occidentales contra esa intervención, Putin y Lavrov arguyeron que la “Coalición multinacional de loa 60 aliados” venía bombardeando a los yihadistas salafistas desde septiembre de 2014, sin tener para ello un mandato de la ONU. Claro que la coalición de Obama atacaba en Irak, con el “permiso previo diario” y teórico del gobierno iraquí. De hecho, el general de cuatro estrellas James Terry, que es el jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak desde noviembre de 2014, actúa como un interlocutor inmerecido por su alta graduación, con el gobierno y las desprestigiadas fuerzas armadas y milicias iraquíes. Pero los ataques sobre Siria de los aliados no contaban con la aquiescencia de su régimen y se dirigían operativamente a apoyar a los peshmergas y debilitar al EI. Destaquemos que los rusos, según se han justificado los citados gobernantes, “son muy educados y están operando en Siria por invitación de su gobierno”.
Es de recordar que Siria fue durante décadas la aliada en el Oriente Medio de la URSS, y hoy Rusia. Y que Siria fue también considerada durante décadas un estado terrorista antioccidental. Del estilo de Corea del Norte. Que inundó literalmente toda la región geopolítica islámica de los fusiles dfe asalto AK y de los lanzagranadas de carga hueca RPG, para los grupos guerrilleros de “liberación popular”.
Rusia quiere recuperar su protagonismo y el respeto internacionales. A pesar de sus menguadas capacidades demográficas, económicas y estructurales y su desprestigio democrático y político ganado con el conflicto de Crimea y Ucrania. Con la intervención militar en Siria, Putin ataca la raíz del problema de los huidos sirios: que es la presión de una guerra civil cruel y larga sobre ellos. Y le permite tranquilizar a los europeos con la contención a corto plazo de la invasión masiva y continua de aquéllos. Buscando una atenuación de las sanciones económicas de la Unión Europea al gobierno de Putin por sus actuaciones descaradas en Ucrania desde hace más de año y medio.
Rusia también apuntala y da un fuerte espaldarazo al régimen sirio con su intervención. Tras 4 años y medio de guerra, el ENS está agotado y depauperado por una sangría de más de 60 mil muertos, sufrir continuas deserciones hacia los distintos grupos rebeldes (desde el ELS a los grupos yihadistas) y tener grandes dificultades para movilizar nuevos reclutas. Los soldados en filas en abril de 2011, si aún están aptos, no han sido licenciados del servicio. Las milicias enviadas por los chiíes de Hezbolá en el 2014 para apoyarlos no han sido suficientes para cambiar el rumbo de la guerra contra al-Assad. El gobierno ya no tenía hombres suficientes para realizar unas eficaces operaciones de contrainsurgencia, contra los rebeldes armados que le acosaban desde numerosas y fraccionadas “fajas de ataque” en toda la geografía siria.
Obama dijo: “el liderazgo moral es un arma mucho más poderosa que la fuerza bruta”. Esto es cierto, cuando los interlocutores atañidos poseen y exhiben las mismas virtudes ciudadanas que un demócrata. Pero, cuando se trata de fieras, de abusones, de energúmenos, de ventajistas arribistas, de gentes que aún perciben la fuerza como el instrumento del más fuerte, esto no vale. No importa en el nivel social en el que se encuentren. El liderazgo es convencer, dirigir con el ejemplo, atraer a las personas hacia sí, por puro placer y afinidad. Para realizar una labor conjunta en beneficio del grupo social al que se pertenece.
Y ese rol social lo ha abandonado Obama. Y también hace tiempo que lo ignora, por dejadez o incapacidad, la Unión Europea. A la que no se la espera en estas lides por estos lares. Pero, la cosa política tiene horror y abomina de los “vacíos”, de las “ausencias”. Y, así, ha sido atraido por la succión de ambos, el aprovechado de Putin, deseoso de protagonizar otro episodio internacional más. Para los que su pueblo, desde primeros de 2014, lo respalda orgullosamente. Para compensar su depauperada renta nacional y su menguante demografía.
La intervención de Irán en el conflicto del suroeste de Asia.
Al extremo este del Oriente Medio está la teocracia chií de los ayatollahs. Éstos, cuando quieren resultados importantes y rápidos contra sus vecinos, emplean a comandos o a unidades de la Guardia Republicana. La cual está entrenando, equipando y apoyando de diversas maneras a sus aliados correligionarios de Siria y de Irak. La Guardia Republicana está imbricada en el régimen iraní, formando el brazo armado incondicional y eficaz de la República Islámica de Irán. Ella, al igual que los militares egipcios, cuentan con un respaldo económico propio muy amplio. Que les garantiza la independencia operativa y que premia generosamente su dedicación y lealtad en el cumplimiento de sus tareas y misiones. Las brigadas al-Quds son un grupo de élite especial de la Guardia Republicana. Se dedica al espionaje y a realizar acciones militares como fuerzas de incursión. Y exhiben toda una panoplia de capacidades para la guerra subrepticia o sucia entre naciones enemigas. Su comandante en jefe, el general de división Qassem Suleimani, de 58 años, está incluido en la lista de los terroristas más buscados por los EEUU. Un detalle: el Líder Supremo de la Revolución iraní, Alí Jamenei, le considera un «mártir viviente de la revolución». A la que se incorporó en 1980, cuando tenia 23 años, en la incipiente Guardia Republicana.
Tras el avance del Estado Islámico por el norte y centro de Irak y el llamamiento del ayatollah chií iraquí Alí Sistani a la lucha contra él, Suleimani fue enviado por Teherán para activar las milicias chiíes, dispersadas tras la guerra sectaria. Y Suleimani ha conseguido en unos meses la vertebración de todas las milicias iraquíes contra el EI. Ha sido el EI el que ha sacado de las “sombras del estado” al general Suleimani. A fines de agosto de 2014 apareció en Amerli, provincia de Saladino, donde obligó a los yihadistas a retroceder. Irán distribuyó inmediatamente fotos de su general operando. Pero, tras el retroceso del EIIL, las milicias chiíes arrasaron decenas de aldeas sunníes de la zona, como colaboradoras o simpatizantes del enemigo. Lo cual no es un buen presagio para una evolución sin sectarismos del conflicto en Irak.
Asimismo, unidades combinadas de los pashdarán están operando ya también en Siria contra los enemigos sunníes de Bashar al-Assad. Reforzando al ENS y a las desgastadas e insuficientes fuerzas irregulares de sus correligionarios del Partido de Dios (Hezbolá) libanés.