LA SEGUNDA TRANSFORMACIÓN DEL ISLAM.
PRIMERA MITAD DEL SIGLO VIII A PRIMEROS SIGLO XII
La Ideología salafista.
El salafismo es la otra escuela ideológica del Islam. «Salaf», quiere decir ancestro o predecesor. Los musulmanes consideran salaf, a Mahoma y a sus discípulos, a los cuatro primeros califas (los Rashidun, o rectamente guiados por Allah) y a las dos generaciones que les siguen. Y la expansión del Islam en el siglo VII se atribuye a la pureza que profesaban de su fe. Ya que esto les trajo el favor y el apoyo de Allah.
Y, desde entonces, cada vez que las sociedades musulmanas se encuentran frente a una crisis económica, política o social, surgirán “personajes iluminados, mesiánicos” que preconizarán un retorno al Islam de los Salaf. Ibn Hanbal, el primero, en el siglo IX, da una interpretación literal del islam, basada en recuperar a los ancestros y en la condenación a las innovaciones ideológicas y materiales. Es decir, las “creaciones de la razón humana”, que no conectan, ni emanan del mensaje divino. Ibn Taymiyya recurrió igualmente a ella en el siglo XIV, cuando el Próximo Oriente sufría las invasiones mongolas. Estos serían los iniciadores de la corriente o escuela.
Las corrientes salafistas sucesivas en la Historia son movimientos de renacimiento del Islam, a través del retorno a la fe original, la de los «piadosos predecesores«. Rechazan todo lo que identifican como “interpretaciones humanas posteriores a la revelación del Profeta”. Son movimientos reformistas radicales, que condenan las prácticas del Islam popular (acusadas de ser supersticiones o falsas creencias) y gran parte del pensamiento ideológico musulmán, considerado como portador de «innovaciones». Los salafistas rechazan a su vez la influencia de la civilización occidental, particularmente la democracia, el relativismo y el laicismo, porque «corrompen la fe musulmana«. También buscan imitar a Mahoma en todos los actos de la vida cotidiana, incluidos la forma de comer o de vestirse. Los salafistas se emancipan de la tradición musulmana establecida por las 3 escuelas ideológicas canónicas sunnies e inventan otro Islam. Que afirman se funda en el Corán y la Sunna.
El wahhabismo o el salafismo en el Poder.
Los salafistas modernos parten de la predicación del ulema Mohamed Ibn Abdul Wahhab (1703-1792). Para el que el declive de los países musulmanes frente a Occidente, resulta del olvido del mensaje original del Islam. Ibn Abdul Wahhab predica la lectura literal y puritana del Islam, inscribiéndose en la tradición hanbalista y en Ibn Taymiyya. Buscando «la forma correcta de actuar en las enseñanzas de los píos predecesores». Sus prédicas no fueron bien recibidas y lo expulsaron de su localidad natal, en la región del Nejd. Se mudó a la ciudad de Diriyah y formó una alianza con el jeque Mohamed ibn Saud, iniciador de la Casa de Saud. Ibn Saud promulgó la idea del Islam «wahhabí» como la manera oficial de practicar el Islam en el país. Por su parte, al-Wahhab le dio a Ibn Saud una legitimidad religiosa en su conquista de Arabia.
Por fin, en 1902, el emir Abdul Aziz ibn Saud conquistó Riad. En 1924 ocupó La Meca y Medina y en 1932, la Arabia Saudí. Esto les daba el control sobre el Hajj, el peregrinaje anual a los lugares sagrados y la oportunidad de predicar el wahhabismo entre los peregrinos de todas las procedencias. Pero, el wahhabismo fue una corriente menor del Islam hasta 1938. Cuando se descubrieron los yacimientos de petróleo en la zona. Y los inmensos y sostenidos ingresos provenientes de esta nueva riqueza, dieron un gran ímpetu a su expansión ideológica por el mundo.
Los imanes próximos al régimen saudí, rechazan la vía yihadista, que busca imponer un régimen musulmán mediante la acción violenta y revolucionaria, al considerarla condenada al fracaso. Una de sus grandes figuras, desde los años 60 hasta su muerte en 1999, el jeque Mohamed Nasiruddin al-Alabani, declaraba que «forma actualmente parte de la política buena, el abandonar la política«. Para al-Albani era necesario seguir una estrategia de purificación de la educación: por un lado, regenerar la fe, depurándola de «innovaciones» ideológicas que la alejan de sus orígenes; y educar a los musulmanes en esta fe regenerada, para que abandonen sus prácticas religiosas “corruptas”.
El «salafismo yihadista«, irredento o Qutbismo.
Esta corriente dentro de la escuela hace de la Yihad uno de los centros de su actividad. El yihadismo busca acelerar la liberación de los países musulmanes de toda ocupación extranjera. Se basa en las ideas de Sayyid Qutb, un teórico y revolucionario nacido en los Hermanos Musulmanes. Estaba convencido de que la sociedad occidental estaba enferma de individualismo e impiedad. Y los países musulmanes sufrirían lo mismo, si eran influenciados por Occidente. Y afirmaba que los regímenes musulmanes actuales eran apóstatas, al aplicar leyes laicas en su ordenamiento jurídico, en vez de la Sharia.
El pensamiento de Qutb influyó señaladamente en las sectas radicales Sociedad de Musulmanes o Excomunion (takfir) y Hégira (Emigración), surgida en 1969 en el seno de los Hermanos Musulmanes en Egipto, y en al-Qaeda (la base) y sus líderes, Aymán al-Zawahiri y Osama Ben Laden. Sayid Qutb, fue detenido, juzgado y ejecutado el 29 de agosto de 1966, por planear el asesinato del presidente Nasser. Tras su muerte, los Hermanos Musulmanes evolucionaron hacia formas de organización y de lucha dentro del sistema político imperante en Egipto.
El salafismo yihadista actual nace en los años 80, durante la guerra de Afganistán contra la ocupación soviética. Los salafistas yihadistas llegados de Arabia Saudita se encontraron allí con los Hermanos Musulmanes. Ello los condujo a adoptar el discurso político de los Hermanos Musulmanes y a reintegrar en él la predicación salafista de Sayib Qutb.
Epílogo.
La praxis preconizada por los salafistas introdujo un fuerte ingrediente de inestabilidad y de violencia, aún física, entre los musulmanes y, por tanto, entre las escuelas ideológicas. Que dependía y era función de las contradicciones antagónicas (insolubles en una síntesis pacífica) que en cada etapa histórica se generaban y aparecían en la Umma o en partes localizadas de ella y en las fronteras con los hostiles. El resultado práctico fue que la vía armada se volvió consustancial e intermitentemente en el medio de defensa y propagación de la fe de muchos musulmanes.
Y aunque sólo un porcentaje mínimo la apoya hoy en día y aún son menos los que la aplican, esta conducta, como el rojo de la sangre, resulta llamativa ante todos los hombres. Que por extensión e ignorancia, la atribuyen a la totalidad de la comunidad musulmana o Umma.
Además, la espada es enemiga de la pluma y de las ideas abstractas o científicas. O, al menos, las marchita y sofoca. Aunque Mahoma ya lo advirtió en un hadis: “La tinta de las plumas es a veces más útil para la Umma que la sangre de los mártires”. Hacia el siglo V de la Hégira, nuestro siglo XI, los ideólogos, en una decisión política, cerraron la puerta al ichtihad. Y el enfoque metodológico islámico se alteró. A partir de entonces, se imitó, se repetía, se abusó de los compendios. Se perdieron la curiosidad, el esfuerzo científico personal, la flexibilidad, la intercomunicación de estudios y resultados. Y, por último, como no podía ser menos, esta cristalización ideológica, se trasladó también a las artes y ciencias musulmanas, que comenzaron un largo declinar.
Así, esta segunda transformación del Islam quedó frustrada y marchita en gran parte. Por el nuevo afloramiento de la Yihad menor, que constituyó la primera Transformación del Islam. Y que resultó consumada y provechosa con la increible extensión del Islam por el mundo conocido en algo más de un siglo. Esta reaparición de la primera Transformación del Islam, que fue el uso de la fuerza para la extensión y la implantación de una religión monoteísta, se convertiría en una actuación compleja, múltiple, recidiva y violenta a lo largo de los siglos siguientes. Creando efusiones de sangre y estertores de parto por distintos y numerosos países.
Al buscar con un nuevo alumbramiento de la primera Transformación del Islam, la solución de las inevitables crisis (por ser avatares de las vidas personales y colectivas) de los musulmanes con los infieles o con los hermanos separados musulmanes…
Creando una guerra civil permanente, con un rosario de treguas, dentro del Islam, dentro de la Umma, entre chiíes y sunníes.