Las Interfases de Acción como Zonas del Desarrollo Táctico contra el Enemigo.

Introducción.

La interfase de acción es un concepto espacial que define la zona y el espacio donde desarrollamos la acción violenta sobre el enemigo y sus medios, siguiendo criterios tácticos adaptados al carácter de nuestros objetivos. El factor de acción eficaz en las interfases de acción es el sistema de armas combinadas o interarmas.

En el ataque penetrante, por ejemplo, la superficie de las interfases se limita cuantitativamente y se seleccionan éstas en la profundidad enemiga, según sus puntos críticos y aquéllos que estorben al avance de nuestras fuerzas, por ejemplo, observatorios y puntos de fuego antitanque. En la defensa, aumentamos cuantitativamente las potenciales interfases en nuestra profundidad y de una forma algo laminar.

La interfase es la que posibilita una acción táctica y la destrucción del enemigo, aplicándole una pura atrición elegida, selectiva y favorable. La ausencia de interfases, por el contrario da una cierta seguridad a cualquier fuerza, concretándose solamente en una amenaza la presencia, incluso cercana, de su enemigo.

La interfase no es sólo lineal o frontal y con la profundidad del alcance de las armas pesadas de infantería y de los tanques, sino que se prolonga superficial y espacialmente por la acción de la artillería indirecta, de los medios de destrucción superficial (artillería reactiva) y de la aviación de combate y de bombardeo. A menor interfase en una zona de operaciones, funcionará más el criterio de maniobra operativa y en una mayor interfase, buscaremos desde posiciones ventajosas y con medios eficaces y sinérgicos (combinadas o interarmas) aniquilar (incapacitar) al enemigo.

Desarrollo.

La velocidad de intercambio (acciones y efectos) en la interfase es cualitativamente variable y está condicionada por la transitabilidad del terreno y por el carácter de nuestra intención. En el ataque buscamos la fluidez de las acciones tácticas. En la defensa, deseamos añadir un espesamiento a las mismas, que nos ayude a romper al enemigo delante del límite anterior de la posición de defensa y en las distintas emboscadas y bolsas de fuego preparadas, tanto principales y alternativas como suplementarias, preferiblemente antes de su irrupción.

En las interfases existen ciertos puntos críticos, donde nuestra interacción táctica con el enemigo resultará especialmente eficaz. Son sus vulnerabilidades tácticas, sus vacíos de protección o de capacidad de combate o sus medios de defensa descuidados, aunque sólo lo sean durante un tiempo. La exploración de combate es imprescindible para detectarlos y es misión del jefe táctico decidir sobre cuál o cuáles actuar, buscando en la decisión táctica, la trascendencia operativa del mando superior.

La capacidad de combate se aplica sobre una interfase con una profundidad variable en función de las armas. La capacidad de combate posee un valor máximo, útil, relativamente estable para las distintas armas o sistemas de armas, que podemos medir en hombres por metro de interfase de acción.

Para el choque, por ejemplo, no es posible usar más de un hombre por 1,5 ms. de interfase de contacto. Para el fuego de tiradores, considerando una sección de 50 hombres útiles para unos 300 ms de interfase, su valor baja desde 0,6 a 0,15 hombres por m. de frente. La artillería produciría un efecto de cegamiento, de perturbación, de neutralización o de destrucción, añadido a la acción en la interfase, pero complementario de ella y nunca sustitutivo. El fuego de ametralladora no bajaría sustancialmente la proporción, ya que su fuego “equivale” al de un cierto número de infantes, según el terreno y su capacidad de adquirir blancos, en fuego rápido de 20 disparos por minuto y fusilero. Los tanques no parece que bajen tampoco ese valor por m. de interfase de acción táctica.

Sin embargo, desde las guerras de la antigüedad a las guerras de los años 80, la dispersión ha aumentado desde un valor proporcional de 1 a 5.000 en el campo de batalla o táctico. Para la defensa organizada estática moderna equivale a un batallón de 750 hombres en 3 Km2. La defensa móvil o en ambiente nuclear puede triplicar esa superficie. Esta dispersión ha vaciado el campo de batalla, cubierto ahora por el fuego directo y el fuego indirecto de apoyo, y ha permitido profundizar enormemente el terreno operativo de las grandes unidades, hasta los 50 a 75 Kms.

Una obstrucción, un desfiladero, un río en el que la interfase disminuyese o alterase, limitaría las posibilidades reales del atacante y potenciaría enormemente al defensor. Así, la batalla defensiva del rey Leónidas en el desfiladero de Las Termópilas, sería un ejemplo de contención de fuerzas abrumadoramente superiores, por la limitación absoluta de la interfase de acción entre los ejércitos persa y espartano y no poder aplicarse ésta sobre los centros críticos griegos, por ejemplo, un flanco expuesto, hasta que un pastor sirvió de guía a un contingente persa para alcanzarlo.

Toda esta complicación operativa convierte simultáneamente en improductivas o no activas, a la mayoría de las fuerzas empleadas en una acción en un momento dado.

Existiendo esa limitación práctica al uso de nuestra capacidad de combate disponible, debido a la desproporción espacio táctico/interfase en el combate, surge el tema de conseguir la aplicación máxima de nuestra fuerza.

Para lograrlo debemos de:

Aumentar todo lo posible nuestras interfases favorables con el enemigo, especialmente sobre los puntos débiles y críticos de su despliegue; rotar adecuadamente las unidades en contacto táctico; mantener un espacio de maniobra adecuado en nuestra retaguardia táctica, que permita impulsar las puntas de ataque necesarias o mantener las diferentes interfases defensivas posibles ante la irrupción o la penetración enemigas.

Y emplear a cada arma en la interfase de acción más favorable posible: Así el peso del esfuerzo lo llevará la infantería en los ataques preparados contra un enemigo alistado para el rechazo (por ejemplo, un frente antitanque), en las largas distancias de avance y en los terrenos de reducido dominio por la vista, como los bosques, las zonas urbanizadas y los terrenos quebrados, con los tanques apoyándoles por el fuego y avanzando por saltos cubiertos. Los tanques pueden ir delante en los ataques de encuentro, en los terrenos ligeramente ondulados y si el enemigo tiene un peor alistamiento de combate, pero teniendo cuidado en que la infantería cierre rápidamente las distancias. Para cortas distancias empleamos el ataque conjunto en un mismo sector; ambas armas pueden avanzar desde diferentes posiciones en un ataque convergente en los combates de encuentro y en los envolventes, siendo fundamental la sincronización de ambos. Dentro de la posición enemiga los tanques atacan las posiciones de tiro con su fuego y la infantería va limpiando las posiciones desde sus flancos.

Elaboración.

También es posible aumentar estructuralmente nuestras interfases de acción favorables con el enemigo.

Esto se logra en el ataque mediante la ruptura y la penetración en sectores favorables y siempre por el envolvimiento, la inversión de frentes y el cerco y por la persecución frontal y desbordante coordinadas. Los escalones sucesivos del atacante pueden, a su vez, crear una interfase de acción favorable contra un enemigo no suficientemente defendido, por ejemplo, posiciones de artillería o centros de comunicaciones o parques logísticos, y también mediante un ataque de flanco desde su profundidad con unidades mecanizadas o blindadas, sobre un contrataque enemigo contra su penetración.

En la defensa ocurrirá a la inversa. Se evitará la ruptura de la zona de defensa, aunque sea móvil, aumentando en su “recorrido” las posibles interfases desfavorables para el enemigo.

Esto se logra por el escalonamiento en profundidad de los medios activos de defensa y por su colocación preferente en las contrapendientes, en posiciones cubiertas, ocultas, preferiblemente de flanco, alternativas y suplementarias y recibidas por una defensa local de infantería y buscando buenos y entrecruzados sectores de tiro. También por el aumento de las interceptaciones (cortaduras reforzadas, campos minados de rápida colocación, obstáculos naturales más o menos perpendiculares a sus sectores de avance) defendidas por el fuego, que canalicen el ataque hacia zonas de fuego convergente o que lo retrasen y erosionen. Y, por último, por el empleo oportuno de contrachoques locales y contraataques de las reservas móviles o, al menos, rápidas, tácticas u operativas. Éstas constituyen la fuerza extraordinaria e inesperada que actúa sobre la vulnerabilidad enemiga, que es entonces su desorganización, dispersión y moral neutra antes de la consolidación de sus ganancias del ataque.

El factor de acción eficaz en las interfases de acción es el sistema de armas combinadas o interarmas. Cada una de ellas presenta individualmente unas “características de acción” y unas transitabilidades más convenientes, que les dan un perfil de blanco preferible y unas cualidades de despliegue táctico, de cuya combinación en el sistema surge la sinergia del conjunto.

(CONTINUARÁ)

Los Parámetros determinantes de la Eficacia en la Guerra moderna.

Introducción Esencial.

No es éste, evidentemente, un Tratado sobre los Parámetros determinantes de la Eficacia militar. Tampoco es un Estudio sobre los Principios o los Sistemas Operativos de la Guerra. Sobre los cuales tienen a su disposición suficientes artículos en esta Página Web, que consultan ahora.

Se trata de realizar una breve explicación de las características de esos Parámetros determinantes. Que deben funcionar siempre en Armonía y Cohesionados.

Para que, con esta descripción en la mano, puedan definir y conocer fácilmente los Fallos y Errores que cometen las Unidades en su Oficio más peligroso: la Guerra.

Doctrina y Reglamentos.

Los Parámetros determinantes deben definir y transmitir el Qué y el Cómo de las unidades y medios en la guerra contra los variados enemigos posibles.

O sea, supone tener unos buenos Principios de su Arte-Ciencia de la Guerra y unos Sistemas Operativos adecuados a la guerra moderna, híbrida y cibernética.

Y, deben hacerlo de una manera amplia, clara, creativa, estimulante, flexible, participativa y resolutiva.

Los Parámetros Determinantes y su medio de expresión cabal.

Esos Parámetros Determinantes se conciben y materializan por el Elemento Humano de las Armas y la Guerra. Sin éste, serían sólo unas hojas más o menos numerosas de grafías. A la espera de obtener su sentido, siempre eminentemente práctico, su expresión cabal y su utilidad trascendente. Que consiguen por su empleo por los militares.

Cadena Logística.

Organiza y distribuye los medios a las unidades. También podría participar en su adquisición externa en el mercado, en todo o en parte. Incluye generalmente los servicios sanitarios.

Debe ser cercana, con medios diversos: los transportes de larga y de reparto, los almacenes o centros o nodos y cocinas en varios niveles de actuación y el control y los medios informáticos. Tiene que ser informada, previsora, proactiva, organizada y suficiente.

La Trilogía Ejecutora.

Unidades de las armas y servicios.

Que puedan integrar conjuntos tácticos y operativos de Armas Combinadas. Que estarán compenetrados, entrenados, también conjuntamente, que aporten un apoyo mutuo y una sinergia de efectos y que se tengan mutuo respeto.

Jefes. Oficiales.

Deben ser dispuestos, empáticos, formados, motivados, resolutivos, respetados, responsables y sufridos.

Cuerpo de Suboficiales.

Deben ser cercanos, entrenados, específicos de sus tareas, capaces, formados, leales a los jefes, a los soldados y a las unidades y respetados y altamente considerados por las tropas.

Breve Teoría Monetaria para Inteligentes.

La Plaga vesánica de las Monedas virtuales o Bitcoins.

La principal característica intrínseca de los bitcoins es que carecen del respaldo de valores o activos reales y tangibles. Como son el oro y la plata, metales preciosos y escasos, que respaldaban antiguamente el valor de las monedas nacionales. Como son los activos de las empresas, que dan su valor esencial, no el de mercado, que es una especulación controlable, a sus acciones y bonos y deudas. Como son las monedas actuales, que cuentan con el respaldo y las acciones financieras y jurídicas de los Bancos centrales, bien nacionales o supranacionales, como es el caso del Euro, para respaldar su valor y garantizar su seguridad intrínseca, frente a actuaciones codiciosas desmedidas de los especuladores internacionales sin escrúpulos.

 Resultado de imagen de Jesus and the Tiberius denarius Un denario de la época de Tiberio César.

Propiedades del dinero real.

Hay algunas propiedades esenciales del dinero, que perduran en él desde el inicio de su existencia como “intermediario del intercambio de bienes” de la Humanidad. El dinero es un depósito de valor y esta cualidad se deriva de su propiedad anteriormente citada. Todos los agentes económicos lo aceptaban como “instrumento cabal” en el intercambio de bienes y servicios. Porque su valor permanecía razonablemente en el tiempo y no había pérdida o merma en su posesión, mientras se adquiría el bien final deseado. El dinero es también, como corolario, la unidad del valor económico, ya que todos los bienes y servicios valen un múltiplo o un submúltiplo de la unidad monetaria. El dinero es, con ello, un medio de pago seguro y fiable. Y, como corolario, es un patrón de pagos diferidos o liberador de deudas entre deudores o receptores del dinero ajeno, para su uso por un tiempo convenido, y los prestatarios privados o profesionales.

Resultado de imagen de secure money Dinero Moderno.

Todo ello hace que el dinero contante y sonante, deba tener una naturaleza sólida y resistente, para que no afecte a la perdurabilidad de su valor en el tiempo razonable. Pero, además, el dinero ya superó hace mucho la barrera de los inconvenientes materiales de su guarda, trasiego y concentración para grandes pagos. Basándose en la confianza de todos en sus propiedades ya citadas y empleando los modernos medios digitales y telemáticos, el dinero ha transformado su expresión física hacia los apuntes contables en infinidad de formas. Permitiendo transacciones cuasi instantáneas en el tiempo y a cualquier distancia en el mundo, a cualquier inversor inteligente.

El dinero corrupto y espurio.

Lo anterior no ocurre con las llamadas monedas fake o virtuales o etéreas, ya que son esencialmente valores especulativos o de fortuna. Llamados precisamente, para facilitar esa función de inversión no productiva y de muy alto riesgo, a fluctuar en períodos de tiempo no conocidos. El carácter de pulsiones electromagnéticas fugaces que tienen esta monedas, sin soportes físicos aprehensibles, les permite unas altísimas velocidades de rotación de sus transacciones, que favorecen también su comportamiento de valores virtuales, especulativos, apetecibles y asequibles en alto grado.

La extensión y las operaciones de este dinero especulativo y degradado se alimentan y fomentan por la codicia de sus posibles tenedores. La codicia es una pasión desordenada, que busca la tenencia y el acaparamiento de toda clase de bienes deseables para el que la padece. Y esto es independiente de su verdadera necesidad y utilidad para el sujeto. A su vez, la codicia es soportada y nutrida por la vanidad del sujeto, que es otra pasión desordenada. Este carácter de ambas afecta más o menos gravemente a las potencias del alma, especialmente al entendimiento y a la voluntad. Creandose así una correlación perversa, que es de difícil resolución. Evidentemente, la persona inteligente y cabal domina en gran parte esas pasiones que esclavizan a los mortales.

Resultado de imagen de tulips bubble ¿Eclipsarán en su arrebato los bitcoins a la Tulip Mania?

Un ejemplo de estos valores especulativos, lo tenemos en la llamada Burbuja especulativa de los Tulipanes, gestada en la primera mitad del siglo XVII.

Ajena a las desolaciones y brutalidades de la verdadera primera Gran Guerra Europea (1618-1648), Holanda vivió entonces una época de crecimiento y apertura comercial. Y se sit como una de las grandes potencias europeas. En ese periodo de riqueza, las clases dirigentes holandesas encontraron en los tulipanes un objeto de ostentación y colección. El tulipán es una flor originaria de Turquía, cuya forma recuerda el gran turbante de los sultanes otomanos. En 1593, el botánico Carolus Clusius introdujo en Holanda los primeros tulipanes. Las clases nobles los coleccionaban y los convirtieron en un símbolo de riqueza.

Aunque por ser flores su negociación era veraniega, los holandeses idearon, para prolongarla, una especie de mercado de futuros del tulipán. Los productores ofrecían entregar un bulbo dado en la época en que floreciese y los compradores adquirían el derecho de entrega. Esto se convirtió en una especulación que se autoalimentaba. Charles Mackay en su libro «Delirios multitudinarios: la manía del tulipán y otros mercados enloquecidos» escribía que en 1635 se vendieron 40 bulbos por 100 mil florines, cuando el salario anual de un artesano era de 200 florines.

Resultado de imagen de tulips bubble Un cuadro de los precios de los tulipanes durante su «burbuja».

Poco a poco, el mercado fue atrayendo a las clases populares. El mercado de futuros y los nuevos y numerosos pequeños inversores terminó disparando los precios del tulipán. La posesión simple del tulipán se suplió por el mercado de compra y venta de derechos. Y, a veces, no se llegaba a tener físicamente el bulbo adquirido y ya se había de vendido con una jugosa rentabilidad añadida.

Pero, al ser un producto condicionado a los efectos de las condiciones climatológicas, y cuando las cosechas de 1637 fueron pobres, comenzaron las tensiones financiero especulativas. Las ventas de esa primavera no fueron buenas. Y, los más avezados e inteligentes empezaron a desconfiar de las garantías que se habían aportado para adquirir tulipanes. En un momento dado, se aceptó que su precio era muy excesivo y las órdenes de venta se sucedieron. Los acuerdos comerciales no se podían respetar y un incumplimiento de contrato siguió a otro. En la caída del valor del mercado, supuestamente real, quedaron atrapados miles de pequeños ahorradores. Aquella crisis económico financiera golpeó duro a la economía holandesa. Y generó un período de deflación, bajos salarios, ruinas familiares y cierre de negocios

La Bondad Terapeútica del Dinero seguro para una Economía quebrada.

Tras la II Guerra Mundial, hacia 1948, en la Alemania occidental se realizó la esperada reforma monetaria. La medida, sencilla e importante, consistió en reducir el volumen del dinero en circulación. Así, tras la inflación de los últimos años, los viejos reichsmarks se convirtieron en los nuevos deutschmarks, en la proporción de diez de los primeros por uno de los nuevos. Tanto los productores como los comerciantes esperaban esta medida, que facilitase y garantizase sus operaciones de producción, de compra y de venta.

Muy pronto, unido esto a la disciplina y la laboriosidad alemanas, las tiendas comenzaron a llenarse de artículos y los trabajadores ya contaban con medios de pago seguros y admitidos. Poco a poco, se fueron abandonando los controles de precios y el racionamiento, medidas artificiales destinadas a limitar la inflación y a repartir los pocos bienes disponibles, con medidas dirigistas, imperfectas e inflexibles.

Resultado de imagen de West Germany money reform  LA REFORMA MONETARIA DE ALEMANIA DEL OESTE (20 DE JUNIO DE 1948).

Y, el ciclo económico que hace que la gente reaccione en el manejo del dinero, contra su experiencia más adversa de depreciación e inflación, se presentó también en la Alemania occidental. Y este acontecer, junto con su experiencia espeluznante de 1923, con los retermarks de la República de Weimar, son el origen del empeño de Alemania en tener siempre una moneda, el marco o el euro, firme, a la que no devore la inflación y permita el desarrollo económico sano y sostenido.

Otras monedas fallidas y ruinosas para sus últimos tenedores.

El escocés John Law llegó a Francia en 1716. Su idea central era crear un banco que emitiese billetes a sus prestatarios contra la garantía de las propiedades rústicas del país. Esta idea simple y sencilla está en la base de numerosas formas posteriores de estafas a inversores codiciosos y poco inteligentes. Sus habilidades personales le permitieron conocer al Duque de Orleans, el Regente del Reino.

En esa época, la situación financiera de Francia era desastrosa. Los gastos del reino duplicaban los ingresos del Tesoro, cuyas arcas estaban vacías. Y los recaudadores de impuestos y sus colaboradores buscaban más bien su propio beneficio. Un decreto del 2 de mayo de 1716, concedió a Law el derecho a fundar un banco con un capital equivalente a 250 mil libras esterlinas. El Banco podía emitir billetes o cédulas, que cursó en forma de “préstamos al Estado”, su prestatario. El cual comenzó a emplearlos para sus múltiples e insoslayables pagos, con pleno valor y carácter liberatorio.

Resultado de imagen de Law's banque royal BILLETE DEL BANQUE ROYAL, RESPALDADO CON PLATA.

Como Francia había estado reduciendo el peso del metal precioso en sus monedas, los billetes de Law eran casi como una garantía contra la malversación y la prevaricación de la Administración del Reino. Y, ese “dinero aceptable” en una economía capaz latente produjo beneficios grandes e inesperados con la extensión de las transacciones por todo el cuerpo económico del país. Y el Banco de Law se convirtió en la “Banque Royal” del país.

El Regente del Rieno, encantado y muy poco inteligente, propuso una emisión adicional de los billetes de Law. Y éste pensó en desarrollar su idea original: crear una “Compañía” para explotar y llevar a Francia las grandes cantidades de oro, que se pensaba que existían en el subsuelo de Luisiana; y beneficiarse también del impulso que recibiría el comercio. A primeros de 1719, la nueva “Compañia de las Indias” obtuvo monopolios comerciales en los territorios de influencia francesa en la India, China y los mares del Sur. Y luego recibió el del tabaco, la recaudación de impuestos y el derecho a acuñar moneda metálica.

La respuesta de los potenciales inversores fue despoporcionada e inesperada en todos los aspectos. Las pasiones de la codicia y la vanidad eclipsaron a la inteligencia. Así, la bolsa de los títulos de la Compañia tuvo que trasladarse sucesivamente a un local mayor. Y el valor de los terrenos contiguos a ellos se disparó, ya que la gente quería estar junto al lugar de las operaciones. Los títulos subieron fabulosamente de precio. Las personas que invirtieron al principio unos cuantos miles, se encontraron dueños de millones a las pocas semanas. Parece ser que el término millonario surgió en Francia en esa atapa. Y la Compañía fue emitiendo más acciones, realizando nuevas OPAs vintage, a precios recrecidos, pero inferiores al mercado, a lo largo de ese año.

Resultado de imagen de john law   El honorable John Law.

Por su parte, Law era objeto de los mayores agradecimientos y distinciones. Fue ennoblecido con el título de duque de Arkansas y nombrado Interventor General de Francia el 5 de enero de 1719. El escocés, incluso, afrancesó su apellido con el más eufónico de Lass. El Banque Royal, mientras, iba aumentando sus préstamos y, por tanto, los billetes con los que los hacía. A finales de 1719, había en circulación unos 1200 millones de libras francesas de esos billetes en circulación por los canales financieros de la economía francesa. Y, lo que en un principio fue una bendición, nadie pensó que se podía convertir en un mortal empacho. Y comenzó a funcionar la ingeniería financiera de la época.

Se suponía que la venta de acciones del Banque generaba unos recursos propios, destinados a la explotación de las tierras ociosas de Luisiana. Pero, gracias a otro convenio con el duque de Orleans, ese capital iba destinado a dar más préstamos para pagar los gastos del gobierno francés. Sólo los intereses devengados por ellos podían ir destinados a la extracción de oro y éste formaría parte de las reservas fuertes del Banque. Todo esto generaba un torbellino de ciclos de compraventa de préstamos al Estado, emisión de billetes del Banque Royal y compra de sus acciones, que se autalimentaba y se aceleraba uniformemente “ad infinitum”. ¿O no…?

Al inicio de 1720, el príncipe de Conti, irritado porque no pudo adquirir una partida de acciones al precio que él estimó conveniente, envió al Banque Royal una gran cantidad de billetes, para ser cobrados en dinero real. Y se dice que se necesitaron 3 carretas para transportarlos. Law apeló al Regente, que ordenó al príncipe que devolviese una parte considerable del oro recibido por los billetes. La explotación de los recursos de Luisiana fracasó, las minas brillaron por su ausencia y todo el entramado financiero estafador se hundió. Un número creciente de personas, las más avezadas e inteligentes, reclamaban ante el Banque su dinero contante y sonante. Un día de julio de 1720, murieron 15 personas en el tumulto que se formaba periódicamente ante el Banque.

El Regente ocultó a Law, para salvarle la vida y le hizo salir del país. En Francia quedaron fortunas desaparecidas, una gran deflación, precios desplomados, negocios menguantes, un paro creciente y un recelo duradero contra todos los bancos.

EN BUSCA DE LA EXCELENCIA MILITAR.

UNA TEORÍA INCOMPLETA Y SESGADA.

El autor, citado abajo, realiza una crítica metódica y profunda de las distintas formas de lucha en cada una de las épocas históricas.

Es especialmente duro y mordaz con la forma de lucha de los alemanes durante la II guerra mundial. Su objetivo es degradarla y empequeñecerla, para restarle enjundia y validez en la historia de las operaciones terrestres. Privando así a la evolución de la teoría estadounidense sobre dichas operaciones, de cualquier influencia o deuda intelectuales con la doctrina de la guerra alemana.

A la que el autor considera más oportunista y táctica, que cabal y científica. Y opina que fue favorecida en sus resultados por las carencias y los errores de sus enemigos. Es posible que un análisis académico de la forma de lucha alemana, se acerque a rendir ese veredicto.

Pero, la evidencia es la piedra de toque de la realidad sin apariencias. Y el caso es que los alemanes triunfaron amplia y extensamente con aquella, durante la primera etapa de la II guerra mundial en Europa: 1939 a 1942. Durante la cual, sus enemigos pudieron aprender de las tácticas, técnicas y de la estrategia operativa alemana. Ya que se prolongó demasiado en el tiempo, al multiplicarse los teatros de la guerra.

Imagen relacionada

Y que, en la última fase de la guerra: 1943-1945, los alemanes fueron sobrepasados, abrumados y, finalmente, derrotados. A lo que contribuyeron las diferencias cualitativas y cuantitativas en los flujos logísticos, que apoyaron a los dos bandos; la enorme sangría de los mandos y cuadros alemanes, que resultó irrecuperable y mermó las cualidades de sus unidades; y la demografía cuantitativa de los Aliados.

Shimon Naveh concede amplia calidad y estima a la doctrina militar de los soviéticos. Que considera científica, porque seguía un proceso lineal de argumentos, lógica y resultados (que durante mucho tiempo, fueron sólo ansiados o previstos). Y que se adaptaba y guiaba específica y realmente, a un ejército de masas, poco instruido y nutrido por una demografía apabullante. Que siempre tuvo un apoyo logístico insuficiente, cuando no era precario. La mecanización de la infantería para colaborar con los tanques, fue siempre un anhelo y una esperanza, más que una capacidad media real.

Resultado de imagen de germany military power ww2

En los primeros tiempos tras la revolución bolchevique, incluso dirigidos por el joven teórico de la maniobra profunda, general Mijail Tujachevski, los ejércitos rusos recordaban en sus marchas, a “hordas lentas y esquilmadoras”. Que vivían para el sustento del territorio por el que avanzaban, propio o extraño. Los hombres más instruídos relativamente, siempre escasos, eran alistados en las armas técnicas, artillería, ingenieros, aviación. O en las más eficaces y necesarias para la penetración y la explotación de la retaguardia operativa enemiga, tanques, infantería de la Guardia.

Por último, Shimon Naveh concentra sus esfuerzos, resumen y alabanzas en el largo proceso de desarrollo de la doctrina estadounidense Air Land Battle y sus siguientes actualizaciones. Cuyas bondades y eficacia se materializaron en la ofensiva aérea y terrestre contra el régimen iraquí en la guerra del golfo de 1991, buscando la liberación de Kuwait del poder de Saddam Hussein. Guerra que fue la piedra de toque de aquella doctrina supuestamente culminada.

Iniciada la ofensiva terrestre, las fuerzas estadounidensesy sus aliados se enfrentaron con rapidez con prácticamente todas las fuerzas iraquíes que ocupaban y defendían Kuwait. Desde el golfo Pérsico actuaron las fuerzas navales, amenazando con un desembarco anfibio en las estrechas costas del emirato. Por el sur, los marines se encargaron de fijar a las fuerzas iraquíes del flanco sur de la defensa. Confirmando así, para los iraquíes que el frente de ataque de los aliados serían el sur y el este.

Resultado de imagen de soviet polish war LA GUERRA RUSO POLACA DE 1920.

Pero, al sur de Irak/Kuwait, el grueso mecanizado de los aliados penetró en tromba a lo largo del frente occidental del despliegue iraquí. Para seguidamente dividirse este despliegue aliado en varias puntas de avance, sobre todas las unidades iraquíes de ese flanco.

La campaña era una gran operación de atrición del más fuerte contra el fuerte, por los mayores medios tecnológicos y capacidades de los aliados. Donde se buscó, al estilo soviético, un ataque simultáneo a todos los escalones del orden de batalla enemigo y en la profundidad de su despliegue defensivo rígido. En el sur de éste existían divisiones blindadas o motorizadas iraquíes, dispuestas a contraatacar cualquier penetración aliada. Hacia el centro y norte, estaba el grueso de la Guardia Republicana, dispuesta a contraatacar cualquier acción operativa aliada.

Las concentraciones, las maniobras, las acciones no buscaban, ni tenían, un centro de gravedad del esfuerzo. Que fuera definido sucesivamente y aplicado conforme se desarrollaba la campaña. Sino que, sirviéndose de las ventajas ya citadas, las fuerzas aliadas buscaban enmpeñar, fijar y arrollar a las unidades enemigas a su alcance, de una forma directa y casi conjunta. Creando realmente así, una batalla de cerco y aniquilación, de la familia de Cannas y Tannenberg, donde la liquidación del cerco se hacía por partes y era uniformemente acelerada en el tiempo.

Resultado de imagen de soviet polish war ARROLLANDO LAS HORDAS SOVIÉTICAS.

Las divisiones iraquíes al este estaban sometidas al control central y directo de Saddam Hussein y su Estado Mayor. Que las privaban de iniciativa, flexibilidad y libertad de acción. Si no, algunos cuerpos o divisiones de los Aliados hubieran podido ser puestos en dificultades por la actuación de alguna gran unidad iraquí. Tras iniciarse el ataque terrestre y gozando los aliados de la supremacía aérea, solamente se ocultó a los iraquíes, privados de la exploración operativa, la maniobra envolvente de los aliados por el oeste, hacia su retaguardia.

La Estrategia operativa en la Guerra Irregular.

Naveh, sin embargo, no se acerca, ni mucho menos se interna y analiza, un tipo de guerra que ya existía desde mucho tiempo atrás. Antes de la génesis y maduración de la estrategia operativa estadounidense. Y que es la guerra de guerrillas, palabra tomada del español por todos los idiomas. A la que, pomposamente, le llaman guerra de IV generación los anglosajones. Aunque es casi tan antigua como el conflicto humano. Los ejército modernos tecnológicos encuentran dificultades para enfrentarse a esa forma de lucha. Empleando los medios, la doctrina y sus reglamentos, el orden de batalla y los entrenamientos de que están dotados.

La guerra de guerrillas es sinónimo de conflicto prolongado y enraizado en la sociedad civil, donde aparece y se desarrolla. Es de baja intensidad militar, salvo en su última etapa (si la alcanza) y de gran politización y polarización ideológicas de los rivales. Estas características hacen que inevitablemente los civiles estén involucrados en ella y que el conflicto militar sea arbitrario, duro y cruel. Se enfrentan posiciones e intereses antagónicos, que, en el uso de la violencia, derivan hacia los límites de ella y del sufrimiento de quienes la padecen y protagonizan.

Naveh podría hablar de la aplicación de la estrategia operativa en la guerra de guerrillas. O empleada en la dirección y las operaciones de las unidades de élite (marines, rangers, SEALs, cazadores, etc.) que realizan misiones de contrainsurgencia. Aquí, los centros de gravedad de los esfuerzos, coordinados globalmente, abarcan los ámbitos económico, militar, político y social. Y existirán en estos campos y serán aplicados de una manera armónica, conjunta y coordinada. Trabajando para un esfuerzo común y convergente, empleando distintas combinaciones de medios en los distintos casos que se presenten.

Existirá un mando central anti insurgencia que debe conjugar y dirigir los esfuerzos, medios y actuaciones. De acuerdo con la especialización de los medios que actúen, las acciones y los objetivos que se busquen en cada uno de los citados niveles o campos de acción. Una característica de los actos y sus efectos es que deben ser convergentes. Buscando la multiplicación e incremento de éstos y la sinergia de los primeros. Así, en cualquier acción, a partir de un nivel de efectivos, de presupuesto o de resultados buscados, intervendrá el Mando Contrainsurgencia.

Como ejemplos, en el ámbito militar serán centros de gravedad las bases semipermanentes, las comunicaciones entre las bandas y con los paisanos, incluyendo las logísticas, y los movimientos de las partidas rebeldes. La defensa estática se mantendrá en los centros y medios necesarios para el esfuerzo de guerra. Los otros deberán defenderse por un sistema de guarniciones de defensa del territorio. Que será apoyado por un sistema militar de patrullas móviles y de la aviación de reconocimiento y de ataque a tierra. Las unidades especiales realizarán incursiones profundas de ataque, exploración y hostigamiento en las áreas en disputa con las guerrillas o en poder de éstas.

EL COMBATE DE LAS PEQUEÑAS UNIDADES MILITARES.

Introducción.

Cada pequeña unidad militar, cada “unidad de acción” es una subunidad que es capaz de realizar una función en la unidad superior a la que pertenece o apoya. De su integración táctica con otras, surgirán unidades de acción mayores, capaces de actuar en “campos de acción” mayores y de importancia y trascendencia superiores.

Las unidades de acción pueden ser de mando, de combate (de fuego, de choque y mixtas), organizativas (secciones del EE. MM.), sustentadoras (logísticas), de comunicaciones y de inteligencia (de exploración, de inteligencia y de contrainteligencia y propaganda y guerra sicológica). Las más pequeñas de combate serían el apoyo de fuego de pelotón (ametralladora ligera y servidores) y las 2 o 3 escuadras de aquél, capaces de maniobrar o de mantener una línea de fuego, para ganar el tiroteo en el combate.

Las mantiene unidas y posibilita el cumplimiento de sus funciones, su interés (estima, autoestima y objetivo compartido de la unidad, frente al desgaste y al peligro cierto o aparente, pero asumido como tal), el dispositivo (que provee de una estructura organizativa y que alimenta sus funciones, para garantizar la unión y la acción), el mando (que brinda guía, cohesión, ejemplo y sentido) y la situación (que es acogedora, neutral o amenazante, en orden creciente de dilución de la unión y de pérdida de la eficacia). Éstas originan a su vez los despliegues y los combates y las maniobras, que son la “forma” decidida por el mando para aplicar la capacidad de combate y un tempo o velocidad de acción, gracias a la libertad de acción que se posee; aquéllos brindan, junto con la evolución de la situación, las oportunidades y los peligros.

BASE DE APOYO DE FUEGO CON OBUSES DE 105 MM.

Se aprecia una rica multiplicidad de interacciones entre las subunidades, en base a sus funciones y a la dependencia entre ellas, en relación con su integración en la unidad, el mantenimiento de la cohesión de ésta y el cumplimiento de su función superior.

Los despliegues posibilitan el éxito o e fracaso; el dispositivo garantiza el orden frente al caos del medio o a interacciones negativas, siempre impredecibles e improductivas; la situación da intrínsecamente a la unidad el valor o la cobardía; el mando y el interés impulsan la acción positiva o eficaz de la unidad, en orden a su cohesión y a su función u objetivo en el conjunto.

Proceso de la Actuación combinada. Medios de Control.

Las unidades de acción se enfrentan al enemigo empleando un sistema interarmas o de armas combinadas. Se dirigen al enemigo manteniendo una dirección (maniobra y choque) y con un apoyo de fuego. Y ello aunque se trate de una unidad tan pequeña como el pelotón, con sus escuadras de tiradores o fusileros y de apoyo, como subunidades especializadas en el concepto interarmas.

ARTILLERÍA REACTIVA.

Procuran alcanzar la distancia eficaz de combate, creando una interfase favorable, una enfilada de tiro o una posición de fuego rasante o una distancia de asalto, sin perder su capacidad de combate. Empleando, por ejemplo, la fijación del enemigo el fuego ametrallador, sus pérdidas importantes o que afecten a su cohesión o al mando, y por desgaste. Y protegidos por el ocultamiento natural (transitabilidad favorable) o artificial (nieblas, fuego neutralizador).

La supuesta línea continua del frente es desmenuzada. Surgen una multitud de inesperados nuevos frentes “internos”, posibles interfases de acción favorables para nosotros. No se trata de una infiltración, porque el frente moderno es difuso (unos 0,15 hombres/m.) y vacío (unos 4.000m2/hombre), sino de la creación activa de “campos de acción” adecuados en sucesivas etapas de acción, para el empleo de la unidad en interfases favorables sobre el enemigo. Las características de actuación son la coordinación y/o el esfuerzo convergente de las distintas armas en los “campos de acción” donde actúan. Que son diferentes y pueden estar superpuestos, según se trate de tiradores, morteros ligeros y medios, ametralladoras, lanzagranadas, cañones de tiro directo, etc. De nuestra aparición en fuerza eficaz, donde menos nos desean y sin haber sido detectados, surge el concepto erróneamente expresivo de que nos “infiltramos”. Que es realmente una mera consecuencia espacial del verdadero concepto operativo seguido.

Evolución de las Actuaciones en su Sector. La Retro información a los Mandos.

Como consecuencia de las interfases de acción con el enemigo, van surgiendo en la zona táctica las múltiples actuaciones de las unidades de acción. Con ellas se tiende a saturar la retroinformación debida al mando, a arracimarse en las vías de comunicación de todo tipo y a afectar las interrelaciones funcionales de la unidad. A estorbar, así, su sinergia, y a demandar el refuerzo y/o la decisión del jefe, si éste no ha delegado suficientemente o no se mantiene observando los cambios de la situación.

LOS LAV’s ATACARON SIN APOYO ALGUNO EN UN ESTRECHO SECTOR, UN PUENTE.

Esta “plétora indebida” informativa es estructuralmente una generadora de rozamiento, una dilapidadora de esfuerzos y medios y es la medida de la tendencia a la pérdida de la cohesión, del sentido principal y del objetivo, que sufre una unidad táctica interarmas.

La clave para gestionar esta “plétora indebida”, conteniéndola razonablemente, reside en que cada cual debe observar, controlar e impulsar lo necesario para el cumplimiento de su misión, por debajo de su nivel en la jerarquía. Para ello el jefe debe compartir su intención y objetivos (órdenes tipo misión), establecer un centro de gravedad de su esfuerzo combinado en cada situación y garantizar la cooperación y el apoyo a sus unidades. Todo ello contando con la orden de operaciones y con la inteligencia actualizada recibidas.

Como partes de un sistema complejo (jerarquía, especialización y objetivos e intenciones), las unidades de acción pueden ser todo lo autónomas (órdenes tipo misión, centro de gravedad, sectores diferentes o compartidos con refuerzos) y todo lo especializadas (ingenieros, antitanques, antiaéreos, exploración, química, etc.) que se necesite. Para poder así cumplir con flexibilidad, rapidez y eficacia sus funciones en las interfases de acción con el enemigo. Se mantiene con todo ello la jerarquía estructural (integración y de soporte en una unidad mayor) y funcional (en el ámbito de la intención y de apoyo en ésta).

La actuación eficaz de las unidades de acción reside en su capacidad de actuar flexible y semi independientemente a partir del nivel de escuadra o sección (section o plattoon anglo-sajones) en el cómo cumplir la misión recibida. Para ello también deberán conocer y consi-derar las capacidades y necesidades de las otras armas y apoyos. Y actuar los hombres velando por sí mismos y por los demás compañeros de la unidad. Sus jefes deben ser capaces de tomar e impulsar decisiones, basadas en la misión y en la evolución de la situación.

Evidentemente, el desideratum es trabajar así. Y ésta debe ser la tendencia a seguir en la selección, formación, entrenamiento y utilización de los hombres y las unidades.

En la práctica el grado de eficacia general conseguida, estará condicionado por la idio-sincracia de una nación, el carácter más o menos gregario o independiente de sus gentes, su doctrina y tradición militares, los presupuestos de defensa, la moral nacional, la situación política nacional e internacional, la integración de instituciones y organismos nacionales en el ámbito internacional o internacional, etc.

El ataque de una unidad de armas combinadas.

Veamos un ejemplo. Frente a una posición de infantería más o menos preparada, con medios antitanques adelantados, una típica zona defensiva, podemos emplear en la ruptura o en su destrucción, si no es franqueable, a la infantería desmontada, seguida por saltos cubiertos por los tanques para la protección y el apoyo de fuego directo de ella.

El antitanque defensor buscará un blanco puntual, relativamente grande y protegido, preferiblemente desde posiciones cubiertas o, al menos, bien camufladas y enfiladas. Y actuará por baterías, con las piezas dispersas para que un mismo fuego pesado no los incapacite. Las armas pesadas de infantería (ametralladoras en trípodes) neutralizan, “barriendo y buscando”, una zona más o menos estrecha del frente, ocupada por un blanco disperso, pequeño y blando, una sección de tiradores enemiga.

Los tanques atacantes batirán con proyectiles H.E. y H.E.S.H. las posiciones pesadas de infantería y las escuadras de la infantería atacarán con sus ametralladoras ligeras a los servidores de las piezas antitanques, estorbándoles adquirir un blanco puntual con tiro filante. Toda esta labor de destrucción y neutralización se va extendiendo, una vez lograda la irrupción, como los movimientos de una oruga, en la profundidad de la zona táctica del sector de ataque de la unidad interarmas propia. Otras partes de la posición enemiga que pudiesen colaborar en el rechazo son cegadas por el humo y/o neutralizadas por el fuego indirecto.

DESCIENDEN PARA COMBATIR A LAS DISTANCIAS CORTAS.

Además, los observadores de artillería y de aviación adelantados irán definiendo a estas armas de apoyo los nuevos objetivos que el propio ataque vaya descubriendo en la profundidad y en los flancos (exploración de combate) en el sector de avance. El criterio del centro de gravedad del fuego de apoyo será el de, al menos, neutralizar todos los objetivos que se opongan al avance hacia la posición enemiga, a la irrupción y a la lucha en el interior de la posición de defensa en el sector asignado. Facilitando así el fuego directo y el choque de los atacantes terrestres. Y ello, mediante golpes concentrados y puntuales de su fuego pesado.

Con ello, la acción efectiva en el medio dado, característica esencial de las “interfases de acción”, se optimizan al nivel de los grupos de acción tácticos o pequeños sistemas interarmas, cuya complementariedad hemos resaltado.

En terrenos de tipo quebrado, muy ondulado, boscoso o urbanizado (viviendas y fábricas), no necesariamente montañosos, de escaso dominio por la vista y con abundantes alturas ocultantes relativas, las interfases de acción reducen el ancho de su sector. El elemento de acción eficaz sigue siendo el sistema interarmas dimensionado adecuadamente. La acción se realiza por compañías, secciones o pelotones reforzados interarmas, con el apoyo de fuego pesado, incluso proporcionado por el batallón (morteros). Salvo en los trozos más llanos y de escasas obstrucciones a la vista, la transitabilidad, que limita físicamente las interfases de acción posibles, impide la lucha empleando medios concentrados más allá de la compañía. El papel del batallón será el de reforzar los esfuerzos y canalizar los apoyos en los sectores o calles asignados a las compañías.

En estos casos son críticas en la acción las vías terrestres de comunicación existentes, sobre todo las más o menos perpendiculares al frente. El bloqueo de dichas vías afecta enormemente al tempo, a la velocidad total de la operación, por la dificultad del terreno más o menos pendiente u obstruido que las rodea (bosques, quebradas, construcciones, vados no reforzados). El avance se ralentiza o se tiene que dispersar por las rutas disponibles paralelamente a las afectadas, obligando a entrar en otros terrenos difíciles limítrofes.

Planes y Previsiones generales del Mando.

El plan de contingencias de las unidades debe contemplar esencialmente el superar cuatro tipos de situaciones no previstas, que se interponen en el cumplimiento de la misión y que pueden llegar a comprometerla. Éstas serían:

a) Posible acción directa del enemigo, en uso de la iniciativa o pretendiendo recuperarla. Podría ser un bombardeo de interdicción, un contraataque. La solución es neutralizar tácticamente su acción, sin comprometer la misión.

b) Posible encuentro con el enemigo. Se trataría de patrullas y centinelas, de avanzadas de combate y destacamentos avanzados y patrullas de exploración. Es necesario someterlos o rechazarlos y cambiar rápidamente de posiciones e incluso de dirección temporalmente, para no comprometer la misión.

c) Posible obstáculo imprevisto. Serían una zanja, una pendiente de suelo más difícil, la voladura de un puente, una riada, una tormenta, que afecten la transitabilidad del terreno. Se trataría de superarlo lo más rápidamente posible, manteniendo la seguridad y aún extendiendo la exploración.

d) Posible acción defensiva/pasiva del enemigo. Son los casos de entrar en una emboscada, en un campo de minas, en una cortadura reforzada defendida por el fuego, en los fuegos de rechazo de una posición de defensa, en un obstáculo antitanque. Se debe superar lo más pronto posible, como el obstáculo natural. Evitando además ser canalizado por el enemigo en una dirección deseada por él, como alternativa, que sería favorable a un contrataque o a una zona batida por la artillería o de fuegos convergentes.

En líneas generales, dentro del plan del jefe, debe estar previsto siempre:

1) El superar o repeler al enemigo y/o al obstáculo, que estorben y que se presentarán sin poder ser previstos, evitando facilitar información propia al enemigo.

2) Medios perdidos o destacados para superar, neutralizar o repeler son medios privados al cumplimiento de la misión. El enemigo preso puede facilitar información comprometedora, que tardará un plazo en ser inteligencia eficaz.

3) Es necesario continuar la ejecución de la misión, con los medios necesarios para cumplirla. Es un factor multiplicador de la eficacia, tras el revuelo y las pérdidas del incidente, el mantener un alto “momento” de ejecución: Es el producto de la “capacidad de combate” por su velocidad media de movimiento en un período, con una dirección y un sentido dados.

El ejemplo de la preparación y la actuación del 3er. Ejército norteamericano del general Patton contraatacando la penetración alemana en las Ardenas, es significativo de las dificultades (su “incidente” fue un cambio súbito de misión y de dirección y sentido de actuación) y de las posibilidades de ese “momento” de ejecución.

Todo esto no se improvisa. Resulta en la práctica solamente como fruto del entrenamiento frecuente y del trabajo de organización y de coordinación del EE.MM. y de todos los mandos. Recordemos los dichos, “se actúa como se entrena” y “el hombre es un animal de costumbres”.

Las Unidades de Élite.

Estas unidades reciben un entrenamiento más completo y eficaz en los tiempos modernos. Que es aplicable a un personal que claramente disfruta con el ejercicio de su profesión. Y no sólo se alista para cumplir un deber cívico, colaborar con los conmilitones (hasta el nivel de batallón), aunque los inmediatos son los compañeros de pieza o de pelotón, y volver a casa. En general, actúan rápido y fuerte, incluso desconsideradamente, contra su objetivo.

Resultado de imagen de texas rangers EL TEXAS RANGER WILLIAM WALLACE «Bigfoot».

Se trata de un “sistema” militar cerrado, que es vulnerable al cerco y la emboscada y cuyos medios limitados son sólo los asignados para la misión. Les es difícil recibir refuerzos, aunque operen en las cercanías del grueso propio o de grandes unidades. La inteligencia para la misión debe elaborarse a partir de informaciones contrastadas, continuas, suficientes y actualizadas. Ya que ella les protegerá de las sorpresas y los contratiempos en destino, que son la “dificultad crítica” que pueden encontrar y el mayor peligro para todos.

Su experiencia de combate les ha aconsejado no rendir nunca las armas y continuar siempre el esfuerzo, la lucha. Lo que les ha salvado de más de un fracaso, ya que el enemigo cedía antes que ellos. Por no pagar el elevado coste de vencerlos. La disciplina la aceptan en gran parte como una cualidad necesaria para la cohesión y eficacia de su unidad. Aquí, más que en otras armas o ramas, los jefes tienen que ser auténticos líderes, dirigiendo con el ejemplo. Y de formación probada, para que sus hombres reconozcan que su “seguro de vida” es el cumplimiento de las órdenes de sus mandos conductores y con el grado de flexibilidad que conceda la orden para la misión.

De la Personalidad del Mando Militar.

El “sentido correcto del mando” lo conforman una serie de cualidades personales y anímicas que, perfiladas y compuestas por la educación, el estudio voluntario y el entrenamiento y el empleo específicos, van a producir un mando capaz de conocer, decidir e impulsar las acciones más adecuadas en los distintos niveles de la actividad militar.

Este “sentido correcto” corona, perfecciona, gobierna, dirige e impulsa la actividad de todos los otros sistemas operativos de maniobra, de todos los órganos de la actividad militar hacia la consecución de los objetivos. Y lo hace de la manera más adecuada posible, según sus medios y la situación militar concreta.

GENERAL PAUL EMIL VON LETTOW-VORBECK.

La sabiduría es la primera cualidad para un mando. La sabiduría es un hábito por el cual juzgamos rectamente de las cosas militares y humanas, bajo un instinto especial, que nos las hace conocer y saborear con cierta connaturalidad. Aquí sabiduría significa, a la vez, saber y sabor.

La sabiduría comprende el entendimiento militar, que es una penetrante y profunda intuición de las cosas militares en forma de “aprehensión”, es decir, sin emitir juicios o disquisiciones sobre ellas. La intuición es una forma de conocimiento directo, que se caracteriza por la inmediatez y la contemporaneidad de aquél sobre el tema que sea.

A la sabiduría se oponen la estulticia o necedad, el no saber lo que era posible y debido, como cosa contraria y la fatuidad, como la pura negación de ella.

GRAN MAESTRE JEAN PARISOT DE LA VALETTE, DE LA ORDEN DE MALTA.

La serenidad es otra cualidad imprescindible para el jefe conductor. La serenidad permite al mando mantenerse tranquilo, sin turbación física o moral que le afecte, aunque estén presentes la tensión y los problemas.

La serenidad protege y mantiene lúcidos los reflejos y la potencia mentales, en los que se apoya la sabiduría.

Dos de los fallos más graves y ridículos en los que puede caer el mando son la soberbia y la vanidad.

La soberbia es la plena satisfacción de sí mismo.

GENERAL DANIEL MORGAN.

La vanidad es creer que somos objetos merecedores de la admiración ajena. El vanidoso es como un estilita, que se satisface pensando en la acción que cree despertar a los demás. Cualquier signo de aprobación que reciba le sirve como reafirmación en su idea.

En algunos de nuestros artículos se ven situaciones que ejemplifican lo útil que resulta tener un enemigo especialmente soberbio o vanidoso.

La humildad, ajustándose en un equilibrio difícil, a la real y relativa valía es el mejor antídoto para estas vulnerabilidades anímicas. La humildad incluye la moderación. Recordemos que la falsa humildad es una forma alotrópica de la soberbia.

GENERAL HERMANN BALCK. 

El coraje moral, como bravura y entereza espiritual, que le permita contrarrestar la incertidumbre, el cansancio, el esfuerzo y la frustración o diferencia entre los planes y los medios y las realidades sucesivas de la situación, es otra característica del sentido correcto del mando. Y no sólo se trata de vencer a sus demonios, de tal manera que su serenidad no se debilite. Sino impulsar también a los demás para que superen sus propias aprensiones y debilidades en las pruebas.

Con lo que se convierte también en un factor eficaz de la capacidad de liderazgo, que supone conectar, motivar y dirigir desde cualidades anímicas a su colectivo y no sólo desde la autoridad de su puesto.

JAN ZIZKA.

Otro factor es la empatía como participación afectiva, no necesariamente emocional, en las necesidades personales ajenas. En ese puente encontrará el mando un enriquecimiento personal humano. Que será otro resorte más para conseguir entusiasmar a sus hombres. El entusiasmo es la energía humana capaz de vencer la entropía del cansancio, la caída de la moral, la falta de confort, los miedos y el desinterés en los momentos importantes y decisivos de la actividad militar.

La voluntad es la potencia del espíritu. Está enraizada en el coraje moral, se informa de la sabiduría e interactúa con la serenidad, alimentándola y apoyándose en ella. La voluntad permite al mando superar los demonios de la incertidumbre, los miedos, el esfuerzo y el cansancio, la falta de confort y las frustraciones. La voluntad se lanza tras las oportunidades, apreciadas por la sabiduría y decididas por el coraje moral, que disipa las dudas tácticas y operativas o estratégicas, según el nivel del mando.

La disciplina y la voluntad están enraizadas en la educación personal, a través del cumplimiento del deber hacia la sociedad, la institución militar y los hombres mandados. La disciplina nutre la moderación y la humildad del mando, dándoles un sentido humano y militante, alejado de connotaciones místicas.

CHARLES FLANDREAU.

La autoridad institucional viene por la delegación recibida del mando. Se manda para cumplir las ordenanzas y los objetivos que se vayan asignando. Pero la conducta personal y la capacidad profesional del mando generan su prestigio y su ejemplo entre los hombres, que dan a la autoridad recibida su calidad personal y concreta.

La educación militar es el dominio del oficio. Su conocimiento lo da el estudio en escuelas y academias y en la actualización permanente a través de los cursos y las lecturas posteriores. Su aplicación está en la doctrina y los reglamentos. La maestría viene de la aplicación del conocimiento en los juegos de guerra o simulaciones, en los seminarios de discusión y divulgación, en las maniobras y ejercicios de campo y en las situaciones reales a las que se tenga que enfrentar. Recordemos que el oficio militar específico tiende a no practicarse en la vida…

No son todo los que están, ni están todos los que son…

Las Personas, sus Virtudes y las Sociedades sanas, activas y flexiblemente resistentes

LA EDICIÓN EXTENSA Y COMPLETA.

Las tres forman la articulación firme y natural de los hombres en su vida grupal o social, a lo largo de su aparición, extensión y desarrollo desde la Prehistoria. Pero, algunos de los parámetros activos de esta “tríada humana” pueden degradarse, languidecer o consumirse. Y, entonces, la “conjunción operativa” que forman, imprescindible en la vida de los hombres y las sociedades, pondrá la pervivencia personal y la colectiva de sus miembros en grave peligro de daño, decaimiento o destrucción. Y los “vínculos intrasociales”, alterados o degenerados según la intensidad de la “prueba” u ataque, devengarán en “actitudes y acciones” ilógicas, egoístas y aún cainitas. Convirtiéndose el tejido social fuerte y sano, en un agregado sin cohesión de «grupúsculos humanos» sin polaridad, ni ilusión, ni destino cabal.

Introducción.

La identidad de un hombre es su “tarjeta natural” de distinción y de afirmación personales. Y ésta se refiere siempre a una comparación en esencia y en accidentes con “algo” similar. Es decir, el hombre es y se siente y se distingue, como tal y en plenitud, en un “conjunto” social. Al que pertenece y que le acepta como miembro y partícipe plenos.

Las personas consuman su identidad en su “grupo” social. Y existen unos “lazos o nexos”, que traban, integran, nutren y mantienen funcionando la “unión” social sana, activa y resistente. Y éstos son siempre los mutuos derechos y deberes de ambas “partes personal y colectiva”. Que deben ser respetados y recíprocos, en equilibrio y paridad de uso y derecho, cumplidos y defendidos por ellas.

Del Desarrollo de los Vínculos humanos recíprocos en sus sociedades o colectivos.

La confianza entre los miembros de un “grupo” social es un parámetro anímico. Que no se mide por monedas y que no se intercambia o transmuta con la ambición. Su verdaderos “motor y combustible” serán la ilusión razonable, adecuada, oportuna y alcanzable y el entusiasmo. Sin “ilusión y entusiasmo” no se pueden emprender ni realizar consistentemente empresas humanas de provecho de cualquier clase. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por la “ilusión razonable”. Que vence a la “entropía moral e ideológica” generada casi inevitablemente con el tiempo en las sociedades. Esta “entropía social” es el conjunto del decaimiento y la molicie síquicos y espirituales adquiridos y generados por “la desilusión y el desencanto” personales y colectivos de los miembros de la sociedad..

De todas las crisis sociales solamente se puede salir fortaleciéndonos en nuestros valores y virtudes. Éstas últimas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas. Por ejemplo, para los blancos de Suráfrica, la beligerancia activa fue un valor cultural y social necesario e imprescindible durante décadas. Para mantener su independencia y su dominio, frente a la mayoría negra en la que estaban embebidos.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental. Podemos citar las principales y evidentes, que están embebidas y asumidas en el alma humana, sin buscar nunca ser exhaustivos, sino demostrativos:

Aprecio de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el “entorno vital” que nos sustenta y es soportado por todos, nuestro “humus social” fértil e imprescindible.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas. Cuando esta “virtud” es complaciente o deficiente, se abre inevitablemente el camino a la injuria personal o colectiva y a la necesidad imperiosa y vital de tomar venganza. Venganza que, por tender a los máximos y estar alimentada por la injusticia y la cólera, se apoyará y seguirá la Ley del Talión.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda directamente. Esto se concreta según la educación, la cultura y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de crisis.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los mandos y dirigentes sociales (lo prefiero a líderes, que es un anglicismo que se suele considerar como sinónimo del “ejemplo a imitar o seguir”) de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde una supuesta cúspide moral e intelectual de la sociedad.

Las relaciones internas de los grupos humanos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos o mandatos, actitudes y tabúes o prohibiciones. Esta asunción y su expresión repetitiva forma parte de la inculturación, la afirmación y la cohesión sociales de estos “grupos”.

Las sociedades primarias o elementales aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un “primero” entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del grupo en asambleas, jurgas, convenciones, shuras, congresos, etc., tienen un valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos limitados, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, aunque en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes, maliks, sheiks locales o primarios son como negociadores privilegiados con los grupos exteriores o gobiernos regionales. Y gozan de una autoridad personal más que institucional, y sus acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por aquéllas asambleas.

Siempre existirá código de costumbres y de honor, no necesariamente escrito, aunque siempre claro y definido en sus términos. Que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y otros grupos humanos superiores relacionados. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido, aguadas y pastizales, y tierras están en el origen de las “enemistades sostenidas” en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de sus “valores protectores”. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano o sociedad elemental. Las “relaciones” son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos, que los arraiga y afirma. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto original fuera del “grupo” humano..

La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque, supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y, luego, la reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración, incluso temporal, en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título siempre personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal.

Otra característica de la organización social de los grupos humanos semi independientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.

Siempre un exceso de reglamentación, de protocolos, de fijación y aseguramiento de las “responsabilidades” objetivas, termina siendo dañino para todas las “agrupaciones” sociales o sociedades en desarrollo permanente. Porque son los “antónimos ideológicos” de las responsabilidades sociales compartidas. La plétora indebida de reglas super elaboradas y ultra “racionales” enerva y debilita el sentido de la responsabilidad y el coraje moral (necesario para asumirla y ejercerla) individuales. Y nuestros reflejos y actitudes de responsabilidad colectiva se diluyen y se pierden. Como ejemplo, en estos momentos, la interpretación estricta de la Ley por un juez, que es su digno y magno oficio, puede llevar a situaciones reales paradójicas y esperpénticas. El legislador transmite y pretende, con el buenismo seudo idealista imperante, que los padres eduquen por persuasión. Pero, la persuasión (y ya estamos encorsetados por las palabras) es propia entre ciudadanos “hechos y de derecho”. Algunos de los dilemas citados se dan en la educación de los hijos díscolos, desvergonzados y contumaces. Unos padres que, sin pegar, privan temporalmente de una salida habitual a algún hijo pueden, en rigor, ser procesados tras una denuncia. Y el Estado gastar sus escasos dineros en un juicio. Aunque luego, ante la flagrante contradicción que envuelve todo, sean indultados. En las hemerotecas se puede consultar un caso, ejemplarizado en Úbeda, Jaén, a primeros de marzo de 2012.

Decía Juan Vázquez de Mella Fanjul que ningún pueblo moral (yo diría que con una sana “moral nacional”) ha soportado tiranías. Pues esta “peste de las sociedades” se alimenta y extiende y afianza sus raíces en la degeneración o el estiércol de ellas.

(CONTINUARÁ)

Sin realizar Reformas estructurales, ¿se mantendrá el Estado del Bienestar? II

(CONTINUACIÓN)

Sin Reformas no habrá Prosperidad, ni Paz social, ni Permanencia en Europa.

El problema de las Reformas estructurales al que nos enfrentamos en España, para mantener nuestro Estado del Bienestar.

No hemos hecho aún todas las correcciones y ajustes oportunos en la economía y en la estructura social. En el orden fiscal es necesario armonizar los impuestos y las tasas a nivel nacional y ajustar los gastos reales de las administraciones públicas a ellos. Todos hemos sufrido los ciclos de la actividad económica. Entre otros, existe el ciclo de Juglar, que dura unos 8 o 9 años. Durante él hay tiempos de alta y de baja actividad. Para garantizar los servicios y funciones esenciales es necesario endeudarse en los malos tiempos hasta el porcentaje que acuerden los políticos lúcidos (circa 3 o 4 % del PIB). Y durante las bonanzas podemos buscar un superávit fiscal del 1,5 o 2% del PIB. Con esto guardamos en el granero y protegemos a las “siete vacas gordas” de la Biblia, de ser devoradas por las siguientes e inevitables “siete vacas flacas”. Esto sirve además como moderador y acelerador de la actividad económica y suaviza las brusquedades (como las que padecemos) de los ciclos poco conocidos o desbocados miserablemente.

Tenemos un enorme paro estructural, que pesa como una roca infernal sobre la generación mejor preparada de nuestra juventud, que tiene cerca de un 45% de personas en paro. No sólo hay que tomar medidas laborales y fiscales para facilitar el empleo. Porque ningún empresario, si no ve perspectivas a su negocio o a su futuro negocio y si no tiene posibilidades de obtener unos créditos necesarios a coste razonable, no va a contratar a nadie. ¿Cuál es, entonces, nuestro “nudo gordiano” económico? Que no producimos (y vendemos y cobramos, por supuesto) una cantidad suficiente de productos, bienes y servicios de muchas clases, para ocupar a todos los que desean trabajar. Y, afinando más, para que todos puedan utilizar apropiadamente sus habilidades y formaciones en sus empleos.

Es necesario dar una formación adecuada a los parados más jóvenes, procedentes de sectores en crisis, para que puedan ser ocupados en otras labores. El cobro de los subsidios de paro estaría ligado a recibir esta formación, al menos con interés y, deseablemente, con aprovechamiento. En Alemania ha tenido muy buenos resultados la combinación simultánea de subsidio y formación teórica, a cargo del Estado, y de prácticas remuneradas en empresas durante parte de la semana.

El Estado debe fomentar la investigación y el desarrollo generales. Y favorecer que las empresas realicen la investigación y el desarrollo específico en sus distintos sectores productivos. Es necesario que el Estado aborde seriamente el problema de la compleja intermediación comercial y la logística de muchos productos de gran consumo. Las cuales encarecen indebida y casi inevitablemente (porque ahí están sus diversos “escalones”) los costes de aquéllos al consumidor final. Todo debido a unas estructuras pesadas y excesivas.

Todo esto, que es tan fácil en teoría de implementar, no se hace. Y no se actúa por razones electoralistas y populistas. Hacen falta estadistas maduros (no necesariamente viejos) y honestos y dirigentes (por qué usar “leaders”) conocedores y firmes. Nos toca, por algún tiempo, lo de “sudor y esfuerzos”.

El “quid” de todo a lo que nos enfrentamos primeramente, es no estrangular la economía. A la vez que hacemos la tarea de los ajustes fiscal y de la deuda general. Porque sin su funcionamiento, no podremos pagar ese “apalancamiento crónico pernicioso”, ni poco, ni mucho, sólo nada. Y, al mismo tiempo, imponer una conducta pública de honestidad, ahorro y eficacia. Y mantener una continua y franca comunicación con el pueblo. E incluso, movilizarlo contra los felones y los vendepatrias en esta hora grave de la Patria.

Concretando medidas, aunque Europa nos exija ahora alcanzar este año un déficit del 5,3%, pues nos podemos “quedar” a fin de año en el 5,7 o 5,8% (que ya ofreció el actual presidente del Gobierno). Y que es prácticamente a lo que estaba comprometido el gobierno español anterior. Y que incumplió escandalosa, subrepticia y flagrantemente. Y no lo manifestó al público en general, ni a la oposición, ni a todos los afiliados de su partido. El déficit público en 1911 era del 8,5% del PIB nacional. Otra posibilidad, cuya probabilidad de llevar a la práctica aumentará con los meses transcurridos, es “negociar” con Bruselas, el FMI y el BCE, escalonar más en el tiempo, el año en el que deberemos tener un déficit público de “sólo” un 3%. Y conseguir que sea el 2014 o el 2015, con lo que las medidas de ajuste necesarias se suavizarían un montón. A pesar de partir de un 8,5% y no de un 6%, en 2011. Todo esto siempre será mejor para Europa, que nuestra quiebra pública en cualquier forma y momento.

La base social nacional para mantener el Estado del Bienestar en una nación orgullosa de serlo. Una regeneración social necesaria, que se percibe como innecesaria. O que es muy difícil de acometer. Por tratar de parámetros y ambientes anímicos, difíciles de medir y abordar para lograr el éxito. Sólo pensamos o abordamos los problemas «extra anima» de las Reformas Estructurales. 

¿Es que faltan educación, espíritu y coraje físico y mental en nuestros pueblos? El único camino que conozco para conseguirlos o afianzarlos es el retorno animoso y activo del colectivo a las “virtudes de la nación”. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por nuestra sociedad. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por las sociedades, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas. Las virtudes son aportadas por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental.

Entre las diversas virtudes están: Aprecio y apoyo de la familia, de la sociedad, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos. Éste es nuestro “humus social” más o menos elaborado. La necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas. La valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. La valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar estos tiempos de crisis. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en las sociedades (es el conjunto del decaimiento y la molicie espirituales), iluminada por una “ilusión razonable”.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los “dirigentes sociales” de todo tipo. Que están presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. Y que en los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. El gran fallo de nuestros estudiados y sesudos políticos es su incapacidad de comunicación social, su falta de empatía, bien por educación o por respeto humano, su cristalización anímica en posturas y visiones ciertas, pero sesgadas siempre más o menos. Los valores y las virtudes no pueden verse por el pueblo como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde una cúspide moral e intelectual de la sociedad.

Sin realizar Reformas estructurales, ¿se mantendrá el Estado del Bienestar?

Sin Reformas no habrá Prosperidad, ni Paz social, ni Permanencia en Europa

Los corifeos, voceros y beneficiarios de la “izquierdona decimonónica acarrozada” nos anuncian machacónamente que las reformas estructurales necesarias (no hablamos de su mayor o menor profundidad), nos llevarán a la pérdida de los beneficios del Estado del Bienestar y de la paz sociales.

Aquí solamente es opinable, como dijimos, el momento (con muy poco margen) y su velocidad de aplicación. Sabemos que la alternativa a corto plazo a la no implantación de una serie de reformas económico sociales, sería la quiebra. Por no poder pagar por nosotros mismos nuestras enormes deudas pública empresarial y privada, los intereses debidos a ellas y no poder renegociarla con la mermada credibilidad de nuestra solvencia.

¿Es esto verdaderamente cierto o nos están abriendo el camino al abismo? Donde los “partidos obstruccionistas radicales” (los PRI de este lado del Atlántico) de TODO el espectro político, encuentran un terreno trabajado y abonado para extender su proselitismo eficaz atractivo e ilusorio.

Una Reforma para asegurar el Estado del Bienestar. De las Deudas en general: su pago y sus intereses y su refinanciación, si no podemos pagarlas a sus vencimientos escalonados.

Nuestras deudas particulares, empresariales e institucionales o públicas alcanzan más de 3 billones de Euros. Y seguirán nominadas en esa moneda común europea, en la que nos prestaron los inversores privados y públicos en su momento. Pero, nuestra nueva moneda, la peseta fuerte, la peseta dolorosa o hasta la peseta virtual, como la queramos llamar y tengamos que padecer, estaría bastante por debajo de la par con el euro. Así, tendríamos que hacer un esfuerzo cualitativamente complementario, para hacer frente a los pagos sucesivos del principal y sus intereses. Si es que queremos que nos sigan financiando desde fuera, porque no generamos el ahorro nacional suficiente para ello. A diferencia de Alemania, que es un ahorrador nato y neto. Y, así, puede prestar a otros países solventes y serios.

Podemos suspender aquellos pagos, por supuesto. Entonces volveríamos a una autarquía obligatoria, cercana a la miseria perniciosa recalcitrante. Que originaría, de entrada, un feroz racionamiento de todos los productos de importación (la energía viene de fuera–comprada o sus materias primas–en un 80%) y de aquéllos que consiguiéramos vender en el extranjero (en condiciones tercermundistas).

Una de las pérdidas de nuestro Estado del Bienestar, sin realizar Reformas estructurales. De nuestro “tesoro financiero” como “depósitos de valor”, que se iría directamente al sumidero.

Nuestros depósitos bancarios, en forma de cuentas a la vista, de ahorros, a plazos y pagarés, todos los planes de pensiones, todos los fondos de inversión, toda la deuda pública y de las empresas, quedarían nominadas en nuestra flamante moneda española. Que sería menos fuerte, importante y segura (con las garantías de una sólida economía), que el euro, el dólar, el yen, etc. Y así quedaríamos encerrados, por decirlo gráfica y claramente, en un “corralito financiero” ineludible. Es decir, una “trampa saducea”, que nos pagaría el valor real anterior de los ahorros y depósitos, en una moneda devaluada (y despreciada) en un 30, 40 o 60% de su valor antes del cambio monetario. El resultado es extender la pobreza, la frustración y la rabia por toda la sociedad. No sólo sobre aquellos especuladores del cuento de la izquierdona decimonónica.

Otra pérdida de Bienestar sin nuestras Reformas debidas. De las subidas de precios en cascada y del deterioro generalizado (la pobreza perniciosa recalcitrante) del valor de las rentas, salarios, subvenciones y pensiones.

Los precios en general subirían como consecuencia inicial de los incrementos de costes de “los productos terminados y de las materias primas” de todas clases de importación. Cuando los precios se elevan, sin mediar un mayor valor añadido en los productos, esto no es más que inflación o deterioro del valor de la “nueva peseta”. Moneda en la que todos los salarios, subvenciones, pensiones, deuda nacional, etc., serían pagados tras el cambio.

Esto lleva a un empobrecimiento general, por pérdida súbita y aguda del poder adquisitivo. Que probablemente se siga produciendo durante un tiempo, hasta que todo se pueda ajustar a la baja. Y que sería más grave e injusto en las personas que no pudieran repercutir en sus rentas o salarios el necesario “ajuste al alza compensador”. Y ésas son precisamente algunas de las más débiles de la sociedad: pensionistas, pequeños ahorradores, bonistas y agricultores, funcionarios bajos, etc.

Y ahora toca, ¿es lícito y moral Devaluar las Monedas, sin Compensación a sus Usuarios?

El carácter distintivo de la teología católica hispana ha sido históricamente la exposición y la defensa del dogma y de la moral. Entre los siglos XIII y XVII, los estudios de teología moral estuvieron en paralelo con los de la teología dogmática. Nuestra teología, como tantas ciencias y artes, tuvo un florecimiento esplendoroso y superior durante los siglos XVI y XVII, que corresponden al período del Siglo de Oro español. En un esfuerzo intelectual singular realizado por los escolásticos españoles, que trataban de conciliar y aunar la fe y la razón, partiendo de la filosofía tomista.

Pues bien, la escuela teológica escolástica de Salamanca estableció en esta última etapa que “con la inflación (o con la devaluación) se robaba el dinero del bolsillo del pobre”. Y que esto era tan grave y criminal, que “su evitación justificaba el magnicidio”. La muerte del poderoso que cometía esa injusticia, general y abusiva; el “infame latrocinio”, que decía el Padre Juan de Mariana. Este mismo teólogo también añadía que “el excesivo gasto público es la causa esencial de la depreciación de la moneda”. Pedro Fernández de Navarrete enseñaba que “la moderación de los gastos públicos es el mejor medio para engrandecer el Reino”. Y Domingo de Soto escribía que “la moneda, al igual que las leyes, debe permanecer lo más fija posible”.

¿Por qué eran tan rigurosas estas opiniones teológicas? ¿Era debido a la tenebrosidad anímica que “algunos” atribuyen a esos tiempos de la Alta Edad Media?

No. Se trataba de que, con la devaluación o la inflación los gobernantes compensaban sobre todo el pueblo, sus errores, fallos, dilaciones, despilfarros, vaguedades y mezquindades en el cuidado y gestión de los negocios públicos. Y si la autoridad terrena procedía en último término de Dios, también sobre ella caía la responsabilidad de sus culpas en su ejercicio.

¿No resultan estos temas, muy modernos, es más, actualísimos y conocidísimos?

Sin realizar reformas, quedamos en miseria y soledad. De la política monetaria, que ya estaría en nuestras manos. Tan deseada por algunos, ¿¿qué bien??

La capacidad de compra de la nueva moneda y su calidad como “unidad de valor” económico, estaría en consonancia con la capacidad real de nuestra economía.

Para controlar la inflación subirán los tipos de interés. Los tipos de interés son los “valores de uso” que se le dan a la moneda en distintos casos: interbancario, clientes preferentes, valor legal del dinero, etc. En los primeros años de la década de losa 90 aquéllos llegaron al quince %. ¡Eso sí que fueron costes de financiación!

Otro medio de ejercer la “soberanía monetaria” es devaluar la moneda. Los productos a exportar y los servicios a los turistas serían más competitivos. Pero, ni exportaríamos tanto y nuestra balanza corriente de pagos es crónicamente deficitaria. Y esto bajaría aún más la capacidad intrínseca de la “nueva peseta libre soberana”.

También la soberanía monetaria nos permite no depender de un banco central europeo (BCE). Que no quiere darnos toda la liquidez que pedimos, el muy malo. Para favorecer las transacciones en general: préstamos, tesorería, deuda pública y privada, para pagar inversiones, salarios, gastos al consumo, impuestos, etc. Pero el resultado será: a más “dinero libre”, para un conjunto dado de transacciones a efectuar, más inflación. Porque nadie se arriesgará a “emprender e invertir eficazmente”, en medio de una vorágine de falta de confianza e “insolidaridad defensiva cainita” sociales.

(CONTINUARÁ)

LAS PERSONAS, LAS VIRTUDES Y LAS SOCIEDADES.

Las tres forman la articulación firme de los hombres en su vida social, a lo largo de su aparición y desarrollo desde la Prehistoria. Pero, los parámetros de esta “tríada humana” pueden degradarse o consumirse. Y, entonces, la “conjunción operativa” que forman, pondrá la pervivencia personal y la colectiva de sus miembros en grave peligro de daño, decaimiento o destrucción. Y los “vínculos sociales”, alterados o degenerados según la intensidad de la “prueba”, devengarán en “actitudes y acciones” ilógicas, egoístas o cainitas. Convirtiéndose el tejido social, en un fárrago de grupúsculos humanos sin polaridad o ilusión.

La Interacción entre los Personas y su Sociedad.

La identidad de un hombre es su “tarjeta natural” de distinción y de afirmación personales. Ella se refiere siempre a una comparación en esencia y en accidentes con “algo” similar. El hombre es, se siente y se distingue, como tal y en plenitud, en un “conjunto” social. Al que pertenece y que le acepta como miembro y partícipe plenos. Y existen unos “lazos”, que traban, integran, nutren y mantienen funcionando la “unión” social sana, activa y resistente. Y éstos son los derechos y deberes de ambas “partes personal y colectiva”. Que deben ser respetados y recíprocos, en equilibrio y paridad de uso y derecho, cumplidos y defendidos por ellas.

El Desarrollo y el Funcionamiento de los Vínculos humanos recíprocos en sus Sociedades básicas y superiores.

Las relaciones internas de los grupos humanos se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y prohibiciones. Su asunción y su expresión repetitiva forma parte de la inculturación, la afirmación y la cohesión sociales de esos “grupos”. Siempre existirá un “código de costumbres y honor”, no necesariamente escrito, aunque será claro y definido en sus términos. Que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, los amigos y otros grupos humanos superiores. En toda sociedad existen unos “valores protectores”. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, la justicia de ultrajes y daños, un culto divino, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida al “conjunto” humano”. Las relaciones interpersonales, en los ámbitos de la familia, el grupo y la región, se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y las relaciones. Y se arraigan y afirman con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Siempre un exceso de reglamentación, buscando el aseguramiento de las responsabilidades objetivas, termina siendo dañino para todas las “agrupaciones”. Porque son los “antónimos ideológicos” de las responsabilidades sociales compartidas. La “plétora indebida” de reglas super elaboradas y ultra racionales enerva y debilita el sentido de la responsabilidad y el coraje moral (necesario para asumirla y ejercerla) individuales. Y los reflejos y actitudes de responsabilidad colectiva se diluyen y se pierden.

Sus verdaderos “motor y combustible” serán la “ilusión razonable, adecuada, oportuna y alcanzable” y el “entusiasmo”. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar con consistencia empresas humanas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, iluminada por la ilusión razonable. Que vence a la “entropía moral e ideológica” generada inevitablemente con el tiempo en las sociedades. Esta entropía social es el conjunto del decaimiento y la molicie síquicos y espirituales. Que son generados por la desilusión y el desencanto personales y colectivos de los miembros del grupo.

Necesidad y efectos de las Virtudes en las Personas y en sus Sociedades.

De las crisis sociales sólo se puede salir fortaleciéndose en los valores y virtudes. Los valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados son los que pueden dar la fuerza y la ilusión para superar los tiempos de decadencia. Aquéllas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades humanas. Las virtudes son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa ideología occidental. Citamos las principales, que están embebidas y asumidas en el alma humana:

Aprecio de la familia, el grupo social, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta, el “humus social” fértil e imprescindible.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza libre, excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Necesidad de la educación, como marchamo del buen hacer y de la ciudadanía sociales. Y de la formación como conjunto de los conocimientos y habilidades profesionales, necesarios para el servicio a la familia y a la sociedad, con el ejercicio de un medio de vida digno y suficiente.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda directamente. Y se concreta según la ideología y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social, de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o formación y el trabajo como factores necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos.

Las Actividades sociales y la Importancia de la Dirección y el Mando.

No olvidemos la función esencial de “mando, gestión, impulso y ejemplo” de los dirigentes sociales de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los cuarteles, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad, donde se crean los vínculos humanos recíprocos de la sociedad superior. Donde se asentarán y florecerán después “la ilusión y el entusiasmo” imprescindibles. En la decadencia, aquéllos deben acentuar más el ejemplo. Porque, los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico y vivido. Y no son aceptables como imposiciones de “normas y reglamentos fríos”, dictados desde una “supuesta cúspide moral e intelectual” de la sociedad.

El Peligro de un Crack Económico Nacional

¿Estamos en una crisis limitada y puntual? ¿O no? ¿Cómo podemos actuar ante la Amenaza del Crack Económico?

Vivimos en un sinvivir continuo, lleno de sobresaltos, provocado por las malas noticias económicas nacionales y extranjeras, con las que nos bombardean los asesores, los compañeros, los amigos y los medios. El centro principal de toda esta convulsión compleja es la poca capacidad griega para atender a los pagos inmediatos y a sus intereses, del dinero que le han prestado otros países, singularmente los europeos.

Grecia al Abismo.

La subdesarrollada estructura económica griega está yugulada por las acciones financieras, fiscales y sociales emprendidas para reconducir su ineficiente y dilapidadora economía. La troika implacable del BCE , el FMI y la Comisión Europea (los superfuncionarios supranacionales intocables), hizo echar sobre la economía de Grecia un dogal corredizo de acero. Que la está llevando a su ruina económica y social.

Tras la creación del euro y al rebufo de la política expansiva del crédito desde 2002, con tipos de referencia muy por debajo del 3,5 o 4% normales y con amplias líneas de crédito disponibles, Grecia abusó por mucho tiempo de su calidad de “país miembro” de la Comunidad Europea y del euro (desde el 1 de enero de 2001). Un enjambre de países europeos respaldaban incondicionalmente (al menos, sobre el papel), la naciente y floreciente moneda común, que había incorporado el nombre del viejo continente.

El dinero recibido prestado procedía del ahorro en general de las personas y entidades del país prestamista. En efecto, cuando los bancos e instituciones prestan de cualquier modo, al Estado, a a las entidades públicas, a las corporaciones y al público, nacionales y extranjeros, lo hacen fundamentalmente con el dinero de sus depositantes de todo tipo. Y los bancos e instituciones tienen el sacrosanto deber de custodiar y proteger razonablemente ese todo dinero ajeno confiado a ellos. Y a veces, por su uso, también dan a sus depositarios una pequeña remuneración. La intermediación bancaria compra deuda pública o de empresas y da préstamos a particulares y empresas con los dineros depositados. Su buen hacer y su beneficio empresariales se basan en estudiar los riesgos de cada caso y valorar el mayor rédito que dan las inversiones, en función de su riesgo y posibilidades. La deuda soberana griega era mucho más apetecible que otras, porque ella daba más de interés. Y no eran los sobrecostes especulativos post crisis, que ahora amenazan a Europa. Y todos contentos y felices, haciendo negocios.

Se dijo incluso que el Gobierno griego había contratado los servicios de una de esas casas de banca e inversiones anglosajonas, uno de esos expertos en ingeniería financiera, para maquillar favorablemente las estadísticas y datos que presentaba regularmente a la Comunidad. La ingeniería financiera juega con los números y las transacciones, creando valor liberatorio y anotatorio. Se sostiene y prospera con los apuntes inevitables. Por contra y al revés, está la economía real, la que genera con las finanzas y otros medios de producción: bienes, servicios, prosperidad y ahorros para la inversión y el mañana. Es decir, que, durante un tiempo, Grecia nos engañó a todos, en relación a su cumplimiento del Pacto de Estabilidad del euro. En el cual se basa la riqueza de todos los que lo utilizamos como unidad y patrón monetario. Todos los agentes económicos griegos, gobiernos, empresas y particulares se subieron entonces al carro del contagioso y deseado progreso. Se aplican, por fin, las “sangrías” económicas, administradas por las “sanguijuelas” de la administración griega, bajo los auspicios coactivos de la troika comunitaria.

Es la terapeútica ortodoxa para curar la congestión, la plétora indebida de créditos muy fáciles y gastos superfluos y banales, públicos y privados griegos. El gran problema casi insoluble surge cuando las sangrías llevan a la anemia perniciosa de la economía griega. Porque el paciente estaba ya tan tocado. Su economía era realmente tan débil, que no las resistía. Ahora Grecia dejará de gastar indebida y absurdamente. Pero también dejará de poder pagar. Porque su actividad económica, los distintos productos, bienes y servicios que se generan en el país, están quedando limitados y disminuidos. Y son insuficientes totalmente, para satisfacer en tiempo, lugar y cantidad a todas las necesidades públicas y privadas que esa actividad primordial debe atender imperiosamente.

Algunos sesudos economistas se han atrevido a decir que la reestructuración de su deuda es necesaria. Algo así, diría Joseph A. Schumpeter, como una «destrucción creativa». El precio sería dejar de pagar para siempre un 30, 40 o 50% de la deuda griega, adquirida anteriormente por organismos, bancos, países y particulares. ¿Y los derechos de los bancos prestamistas y sus depositantes?

Al 31 de diciembre pasado, los principales tenedores de su deuda pública eran: Francia, 46000 millones de E; los EEUU, 29000 millones y Alemania, con 28500 millones; España apenas alcanzaba los 1000 millones de E. ¿Y su efecto sobre las deudas soberanas de otros países? Esto es como cuando dicen que es bueno que salgan del euro y ya devaluaran el dracma. Pero, ¿es que exportar es la única actividad económica posible? ¿Y el empobrecimiento general de la población griega, con una unidad de valor y de pago decrecida y recortada?

Los Problemas a los que nos Enfrentamos en España.

Primero, no hemos hecho aún las correcciones y ajustes oportunos en la economía y en la estructura social. En el orden fiscal es necesario armonizar los impuestos y las tasas a nivel nacional y ajustar los gastos reales de las administraciones públicas a ellos. Todos hemos sufrido los ciclos de la actividad económica. Entre otros, existe el ciclo de Juglar, que dura unos 8 o 9 años. Durante él hay tiempos de alta y de baja actividad. Para garantizar los servicios y funciones esenciales es necesario endeudarse en los malos tiempos hasta el porcentaje que acuerden los políticos lúcidos (unos 3 o 4 % del PIB). Y durante las bonanzas podemos buscar un superávit fiscal del 1,5 o 2% del PIB. Con esto guardamos en el granero y protegemos a las siete vacas gordas de la Biblia. Esto sirve además como moderador y acelerador de la actividad económica y suaviza las brusquedades (como las que padecemos) de los ciclos poco vigilados.

Tenemos un enorme paro estructural, que pesa como una roca infernal sobre la generación mejor preparada de nuestra juventud, que tiene cerca de un 45% de personas en paro. No sólo hay que tomar medidas laborales y fiscales para facilitar el empleo. Porque ningún empresario, si no ve perspectivas a su negocio o a su futuro negocio y si no tiene posibilidades de obtener unos créditos necesarios a coste razonable, no va a contratar a nadie. ¿Cuál es, entonces, nuestro “nudo gordiano” económico? Que no producimos (y vendemos y cobramos, por supuesto) una cantidad suficiente de productos, bienes y servicios de muchas clases, para ocupar a todos los que desean trabajar. Y, afinando más, para que todos puedan utilizar apropiadamente sus habilidades y formaciones en sus empleos.

Es necesario dar una formación adecuada a los parados más jóvenes, procedentes de sectores en crisis, para que puedan ser ocupados en otras labores. El cobro de los subsidios de paro estaría ligado a recibir esta formación, al menos con interés y, deseablemente, con aprovechamiento. En Alemania ha tenido muy buenos resultados la combinación simultánea de subsidio y formación teórica, a cargo del Estado, y de prácticas remuneradas en empresas durante parte de la semana.

El Estado debe fomentar la investigación y el desarrollo generales. Y favorecer que las empresas realicen la investigación y el desarrollo específico en sus distintos sectores productivos. Es necesario que el Estado aborde seriamente el problema de la compleja intermediación comercial y la logística de muchos productos de gran consumo. Las cuales encarecen indebida y casi inevitablemente (porque ahí están sus diversos “escalones”) los costes de aquéllos al consumidor final, debido a unas estructuras pesadas y excesivas.

Si salimos del euro, tendríamos una moneda nacional menos valiosa, deseada y resistente. Y la moneda de una sociedad nacional o supranacional representa y mide todos sus valores económicos. El valor del producto interior bruto, el valor de la riqueza y el patrimonio nacionales, sociales y personales se devaluarían en una importante proporción si volvemos a la peseta. Y al señor que tiene 6 mil euros en la cartilla del banco, a lo mejor (sí, a lo mejor) le atribuyen 600 o 700 mil pesetas nuevas. Y que no nos cuenten que aumentarán las exportaciones: ¿cuáles serían y en qué cantidad?, ¿producimos suficientes bienes deseados fuera? Esa salida sería para nosotros, uno de los caminos más rápidos y directos en una marcha decidida hacia el sumidero. O la cristalización del crack económico nacional.

Todo esto, que es tan fácil en teoría de implementar, no se hace. Y no se actúa por razones electoralistas y populistas. La mediocridad se ha instalado en una gran parte del cuerpo político de la nación. Aquí no existe un debate político constructivo o una coordinación de esfuerzos, ante el «peligro de una ruina económica nacional». Por culpa de una o más partes, lo que presenciamos es un intercambio de descalificaciones e, incluso, de insultos. Hacen falta estadistas maduros (no necesariamente viejos) y honestos y dirigentes (por qué usar “leaders”) conocedores y firmes. Nos toca, por algún tiempo, lo de “sudor, rigor y esfuerzos”.

¿Es que faltan educación, espíritu y coraje físico y mental en nuestros pueblos? El único camino que conozco para conseguirlos o afianzarlos es el retorno animoso y activo del colectivo a las virtudes de la nación. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por nuestra sociedad. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por las sociedades, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas. Las virtudes son aportadas por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental.

Entre las virtudes están: Aprecio y apoyo de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos. Éste es nuestro “humus social” más o menos elaborado. La necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales. Para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas. La valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. La valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar estos tiempos de amenaza de ruina económica nacional. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en las sociedades (es el conjunto del decaimiento y la molicie espirituales), iluminada por una “ilusión razonable”.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los dirigentes sociales de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde una cúspide moral e intelectual de la sociedad.

La Defensa Nacional maquillada y afectada, en la amenaza de la Ruina Económica Nacional.

El plan de inversiones en nuevos armamentos para 2011 consiste en dotar con una menor asignación anual los grandes proyectos de sistemas de armas. Y aplazarlos todos en el tiempo. Son los casos del avión de combate EF-2000, el avión de transporte militar A400M, el helicóptero Tigre o el nuevo tanque Leopard. Esto tiene que llevar a refinanciar los proyectos con las industrias militares, como se hace con las deudas soberanas y terminar pagando mayores intereses. Lo cual supone que estas grandes líneas de modernización y equipamiento de nuestras Fuerzas Armadas se mantienen. En ellas se llegarán a invertir unos 15000 millones de euros en total. También existen nuevos proyectos de adquisición, que no se contemplan en este año, pero de los que se ha anunciado su contratación. Es el caso de los vehículos blindados de infantería a ruedas 8X8, con un importe de 1300 millones de euros, destinados a mejorar la capacidad combativa de las fuerzas desplazadas en misiones exteriores de pacificación, interposición y proyección de fuerza. Y es la compra de 4 buques de acción marítima (BAC), que cuestan unos 33 millones de euros. Los gastos en Investigación y Desarrollo específicos disminuyen en un 17,6% con respecto a los de 2010. Pero el 80% de ellos, ya desde 1997, los aporta el Ministerio de Industria, en forma de créditos sin intereses a las industrias militares. Con lo que serán superiores a lo aprobado en el epígrafe de Presupuestos.

Pero en el complejo escenario de la Defensa y el Plan estratégico Nacional no todo es tan halagüeño. Nos encontramos que un gran número de bienes y servicios ya recibidos por el Ministerio, no se han abonado a los proveedores. Y ello a pesar de la Ley de Morosidad, del 7 de julio de 2010, cuyo fin primordial es evitar la estrangulación financiera y operativa de las empresas. Existe una gran opacidad en esto. Seguramente creada por el miedo a reclamar y por la actitud de las administraciones. Los medios han dado cifras muy dispares para esa deuda vencida acumulada (DEVA), entre 4000 y 30000 millones de euros. Es evidente que no existe una cuantificación auditada seria de la DEVA, fuera del ámbito del ministerio. Pero también es cierto que sus pagos se están demorando deliberadamente. Y que esto afecta gravemente a la gestión de las empresas, y aún a su supervivencia y al empleo de sus trabajadores. Que son todos “agentes económicos”, que con sus sueldos comparan bienes y servicios producidos por otros españoles.

LA RUINA ECONÓMICA DE GRECIA

Hace ahora algo más de un año, la troika implacable del BCE (oh, el soso de Trichet), el FMI (el banco del orden financiero internacional de los países ricos) y la Comisión Europea (los superfuncionarios supranacionales intocables), echó sobre la economía de Grecia un dogal corredizo de acero. Y la está llevando a su ruina económica y social.

¿Dónde nos hemos metido, Dios mío?

Desde la creación del euro y al rebufo de la política expansiva del crédito, con tipos de referencia muy por debajo del 3,5 o 4% y amplias líneas de descuento, Grecia abusó por mucho tiempo de su calidad de “país miembro” de la Comunidad Europea y del euro. Incluso se dijo que su Gobierno había contratado los servicios de una de esas casas de banca e inversiones anglosajonas, uno de esos expertos en ingeniería financiera, para maquillar favorablemente las estadísticas y datos que presentaba regularmente a la Comunidad. La ingeniería financiera juega con los números y las transacciones, creando valor liberatorio y anotatorio. Se sostiene y prospera con los apuntes inevitables. Por contra, está la economía real que genera con las finanzas y otros medios de producción: bienes, servicios, prosperidad y ahorros para la inversión y el mañana. Es decir, que, durante un tiempo, Grecia nos engañó a todos, en relación a su cumplimiento del Pacto de Estabilidad del euro. En el cual se basa la riqueza de todos los que lo utilizamos como unidad y patrón monetario.

Por otra parte, su economía tampoco era capaz de generar la riqueza necesaria para elevar el nivel de vida y la renta disponible de los griegos. Y esto, a la velocidad que pretendían sus gobiernos, tanto los de una orientación ideológica como los de otra. Los griegos, en este contexto, pedían créditos a otros países, en su calidad de “país miembro”, lo que les daba el marchamo de seriedad y solvencia. Que eran para mantener aquél ritmo de crecimiento que sus recursos no permitían. Y que, por tanto, tampoco merecían en puridad económica, financiera y moral.

El dinero procedía del ahorro en general de las personas y entidades. En efecto, cuando los bancos e instituciones prestan de cualquier modo, al Estado, a a las entidades públicas, a las corporaciones y al público, lo hacen fundamentalmente con el dinero de sus depositantes de todo tipo: a la vista, a plazo y tomadores de sus bonos. Y los bancos e instituciones tienen el sacrosanto deber de custodiar y proteger razonablemente ese todo dinero ajeno confiado a ellos. Y a veces, por su uso, también dan a sus depositarios una pequeña remuneración. La intermediación bancaria compra deuda pública o de empresas y da préstamos a particulares y empresas con los dineros depositados. Su buen hacer y su beneficio empresariales se basan en estudiar los riesgos de cada caso y valorar el mayor rédito que dan las inversiones, en función de su riesgo y posibilidades. La deuda griega era más apetecible que otras, porque ella daba algo más de interés. Ojo, no eran los sobrecostes especulativos post crisis. Y todos contentos y felices, haciendo negocios.

El dogal pernicioso, no sólo corrector, de Grecia.

Damos un resumen general de las medidas impuestas a la economía y a la sociedad griegas, para concederles las ayudas internacionales de apoyo y saneamiento financiero de su “economía en euros”. Las pensiones están congeladas. Los años de cotización para percibirlas han subido de 37 a 40 años. Las nuevas prestaciones concedidas son hasta un 18% menores. Se han reducido el salario mínimo de referencia y las indemnizaciones laborales por despido. El IVA general ha subido del 19% al 23% y también lo han sido los impuestos especiales sobre el tabaco, el alcohol y los derivados petroleros. El número de ayuntamientos y entidades locales se está reduciendo dramáticamente desde 1300 a la cuarta parte. Los funcionarios tienen el sueldo congelado por 3 años y se han reducido sus complementos. La oferta pública de empleo es nula. Diversas empresas del Estado, como la Lotería, serán privatizadas para allegar fondos. No pueden devaluar su moneda, porque no la tienen. Pero les han depauperado seriamente en euros. Es decir, en su faltriquera y por mucho tiempo, tendrán muchos menos euros que antes.

Algunos sesudos economistas se han atrevido a decir que la reestructuración de su deuda es necesaria. Algo así, diría Joseph A. Schumpeter, como una «destrucción creativa». El precio sería dejar de pagar para siempre un 10, 20, 30% de la deuda griega, adquirida anteriormente por organismos, bancos, países y particulares. ¿Y los derechos de los prestamistas? ¿Y su efecto sobre las deudas soberanas de otros países? Esto es como cuando dicen que es bueno que salgan del euro y ya devaluaran el dracma. Pero, ¿es que exportar es la única actividad económica? ¿Y el empobrecimiento general de la población griega, con una unidad de valor y de pago decrecida y recortada?

Gran esfuerzo pusieron los organismos internacionales en corregir los graves defectos de las finanzas griegas. Pero, casi han anulado su capacidad de generar recursos, casi llevaron a la caquexia económica a su estructura productiva, casi han asfixiado la iniciativa, la creatividad y el estímulo al riesgo productivo de su población. Las protestas sociales en las calles griegas, las mayores en nuestra zona económica internacional, advertían espasmódica e intuitivamente a todos que, “no es éste, no es éste el camino correcto”. Los directores de la troika prefirieron la solución rápida, quirúrgica y radical para resolver y equilibrar el apalancamiento público y privado de Grecia. Tenían prisa por garantizar a sus instituciones financieras el cobro de las deudas helenas. “La cura va bien; el miembro, se pierde”, dice un refrán popular español, referido a las curas de caballo.

Una conclusión y una solución.

La misma prisa exagerada, por encima de sus capacidades productivas, que pusieron los griegos en crecer con el dinero ajeno, la pone ahora la troika implacable para cobrar los apalancamientos. Ambas conductas forzadas no respetan ni respetaron la estructura económica griega y las posibilidades de ese pueblo. Si antes se empacharon por glotonería y pillería, ahora languidecen en una anorexia de medios de pago. Y una economía necesita un volumen mínimo y una velocidad de circulación adecuada de sus medios de pago. Y ello para facilitar todas las transacciones que se generan en su funcionamiento extenso y complejo.

Y cuando la economía está sana y regulada adecuadamente, en un equilibrio que los rectores extranjeros no son capaces de fijar y de controlar, ya producirá los salarios, los rendimientos de capital, los impuestos y las tasas, los bienes y servicios y las compras al exterior y los pagos de las deudas proporcionales a ella. Para satisfacer las necesidades económicas de sus habitantes y prosperar en paz social. ¡Qué buenos siervos, si tuvieran buenos señores!, dice otro adagio castellano.

LA CRISIS DEL EMPLEO Y LAS DEUDAS

En las naciones occidentales en “estado del bienestar”, las cosas van bien cuando el erario público atiende las necesidades de los funcionarios superfluos, haraganes o ineficaces, de los desempleados recostados en las subvenciones y de los pensionistas que cotizaron, según cálculos actuariales, por menos “valor” de lo que cobran. Y la “res economica” va mal cuando todos los funcionarios, todos los desempleados y todos los pensionistas tienen que arrimar sus faltriqueras, sus ahorros e inversiones, para apuntalar la ruina de los estados ineficaces, tendenciosos y, por tanto, tercos, y botarates.

La Crisis Anterior.

Las convulsiones de la crisis financiera de 2007 y 2008 amenazaron gravemente con destrozar los sistemas financieros nacionales. Éstos son los circuitos de generación y flujo del “dinero bancario”, que supone el 90% de la masa monetaria real útil en cada país. Circuitos que crean y mueven, como intermediarios entre los depositantes y los prestatarios de todas clases y tamaños, el dinero necesario para el funcionamiento normal de cualquier economía moderna. Y para su desarrollo sano y progresivo.

Sin la presencia de los bancos y cajas de ahorros, tendríamos que servirnos del trueque y de las mesas de los cambistas para realizar nuestras transacciones, adquiriendo lo que necesitamos y ofertando lo que tenemos de sobra: trabajo, bienes, cultivos, etc. Por eso no se podían dejar arruinar los sistemas bancarios. Lo que sí se podía hacer, especialmente con los bancos de inversión, es dejar caer alguno, doblemente como síntoma del mal y como castigo ejemplar. Éste fue el caso de Lehman Brothers.

Los bancos y sociedades inversoras no estaban debidamente controlados por las autoridades monetarias y políticas correspondientes. Porque no realizaban la clásica actividad bancaria comercial. Sino que se dedicaban a invertir el dinero de sus depositantes en sociedades (acciones) y otros activos (bonos simples y complicados o estructurados de mil modos, de deuda soberana (de los Tesoros) o de corporaciones). Los mayores beneficios y, por tanto, los mayores riesgos, los daban las deudas complicadas y poco respaldadas y las inversiones dudosas (donde los beneficios generados no cubrían consistentemente sus gastos de explotación y deudas).

El dejar hacer y que el mercado regule, corrija, premie y ponga a cada uno en su lugar, no vale aquí. Por mucho que lo digan los economistas neo conservadores o lo condenen los socialdemócratas.

Y no vale porque la “gasolina” que alimenta los motores de creación y flujo del dinero son nuestros depósitos. Los dineros que, salvo lo necesario para las transacciones inmediatas, pequeñas y diarias u oportunas (el pago al contado de una obra de arte puede ser ventajoso), todos entregamos a los bancos y cajas de ahorro. Y los entregamos para su fiel custodia y protección. Ésta es una premisa básica de todo el sistema bancario. Y de igual calidad y valor que la necesidad económica de su crédito suficiente. Y luego, sólo luego, en las cuentas vinculadas a los “money markets” y a plazo, para cobrar un magro interés por su uso por los bancos.

Y no tienen autoridad moral las condenas de los otros. Porque con el dinero público, muy poco eficientemente administrado, generan un “estado del bienestar” que tiende a costar y a crecer más de lo debido. La hipertrofia de la función pública, prolongada en múltiples autonomías sin embridar; el exceso del funcionariado en algunas áreas, a pesar de la automatización y la racionalización del trabajo burocrático; el clientelismo o la vinculación interesada de parte del pueblo con los políticos cercanos, mediante subvenciones e intercambio de favores; y la proliferación de altos cargos políticos y funcionariales, tienden a crecer por encima de las necesidades del pueblo y de la estructura racional y eficiente del Estado. Y a ocupar todo el elástico espacio público que les resulta accesible y no disputado.

¿Por qué se extendió por otros países su efecto pernicioso e imprevisto? Por la actividad voraz, miope y desmedida de determinadas sociedades financieras y bancarias, singularmente anglosajonas. En efecto, fue en los EEUU y Gran Bretaña donde primero y más grave y bruscamente se manifestaron sus efectos de ruina y quiebra de toda clase de instituciones financieras: bancos, financieras inmobiliarias y aseguradoras. Y por el efecto de seguimiento y contagio del mal que esas sociedades financieras, con sus “looks” corporativos y el dominio de nuevas “técnicas” de ingeniería financiera, ejercieron casi hipnóticamente en muchos otros bancos, fondos de inversión y de pensiones y aseguradoras de numerosos países occidentales. Porque la crisis casi se circunscribió al hemisferio occidental norte capitalista.

¿Necesitamos a un Gran Hermano financiero estatal?, otro mecanismo oficial pesado, costoso, lento, poco productivo. Realmente, no. La misión de los poderes públicos es establecer un marco o método de actuación financiero práctico, legal y moderno. Y los medios para su observación y la detección y la corrección de inevitables desviaciones, de una manera continua, relativamente sencilla y muy ágil. Luego hay que dejar operar a los “agentes” económicos, que somos todos. Actuando como consumidores, empresarios, prestatarios, empleados, instituciones, etc., en los distintos “mercados” parciales: de crédito, de transportes, de abastos, de valores, etc. Y, ¿por qué tiene que ser el Estado?, porque es la institución que se supone debe controlar y regir las actividades comunes generales, en nombre de todos, y por encima de personas y entidades privadas.

La Crisis del Empleo.

¿Por qué tenemos ahora tanto paro? Porque no producimos, vendemos y cobramos los suficientes bienes y servicios para emplearnos a todos. Esto es muy fácil de enunciar. Y aún de comprender. Pero es complicado de desarrollar. E incluso es contradictorio de explicar. Por las connotaciones ideológicas que, como filtros o lentes antepuestos, interponen muchas personas para observar un fenómeno tan evidente y próximo.

Hemos tenido una etapa de casi un lustro de crecimiento económico importante. El “motor” principal fue la construcción de viviendas. Él tomaba el dinero (la energía económica) de compradores y de bancos y cajas de ahorro prestamistas y, luego lo repartía a muchos trabajadores, promotores, intermediarios comerciales, notarios, instituciones públicas, fabricantes de electrodomésticos, decoradores, ladrilleros, cementeros, etc.

Otros “motores” importantes de la economía española, que hacían circular el dinero por ella, satisfaciendo “deseos”, no siempre eran “necesidades”, y pagando bienes y servicios recibidos, fueron el turismo y la industria. Los servicios de hostelería y los comercios entregan a varias decenas de millones de turistas, el “consumo” equivalente que realizarían varios millones de españoles y residentes en un año. También nosotros compramos y exportamos coches, bienes de equipo, ropa, calzado, electrodomésticos, alimentos, minerales, etc. fabricados u obtenidos aquí.

Por último, estos 3 “motores” de la energía económica, del dinero, alcanzaban a grandes sectores de la sociedad. Que luego seguirían llevándolo, transmitiéndolo, como “motores” auxiliares, a los demás sectores de segunda oportunidad. Desde barberos a vendedores de lotería, pasando por las comunicaciones, la agricultura, los comercios minoristas y las cadenas de distribución, el agua y las energías, y volviendo a alcanzar al Estado central, las autonomías y los municipios.

Ahora dicen que la economía es global. Siempre lo fue. Siempre hemos exportado coches ligeros, aceite, vinos, naranjas, productos de la huerta y flores. Y hemos recibido turistas. Hoy en día, lo que ocurre es que muchos millones de personas han accedido a un nivel de vida superior, de mayor poder de compra. Hay mucha mayor demanda y una oferta suficiente, sin cupos o contingentes, de gran variedad de artículos. Y, además, la velocidad de las transacciones externas e internas, incluyendo los flujos físicos de viajeros y mercancías, están facilitados por las comunicaciones de todo tipo, la falta de fronteras y aranceles, los acuerdos comerciales y las instituciones estatales y supranacionales.

Y no sólo tenemos que poner a funcionar los “motores” económicos de nuevo. Sino que tenemos que ser competentes en ello. Porque si no, nos empobreceremos colectivamente. Gran parte de lo que tengamos saldrá del país, para comprar bienes extranjeros. Por ejemplo, coches caros, de marca y grandes, electricidad y petróleo. ¿Por qué creen que Alemania contribuyó gustosa a los Fondos de Integración y de Desarrollo Regional europeos? Porque el mayor nivel de vida nos haría suspirar por los productos de calidad, solamente elaborados allí.

La Crisis de la Vivienda.

El problema de fondo del “motor” económico de la construcción era doble. Teníamos unos 25 millones de viviendas fabricadas y somos unos 45 millones de habitantes. ¿No parecen muchas casas? La reposición natural de aquéllas, para unos 50 años de vida útil media, exige unas 450 mil viviendas nuevas al año. Hemos estado levantando durante varios años hasta 700 mil casas por ejercicio. Ahora, dicen, hay un millón de casas sin vender. Así es difícil que arranque y habría que pensar si merece la pena al país, no a las constructoras, a las inmobiliarias, a los bancos y a las instituciones públicas, dedicar de nuevo importantes recursos a este sector saturado.

Además, el precio final de la vivienda elevaba en 3, 4 o 5 veces el coste real de su producción. Éste es uno de los fenómenos perversos de la economía libre sin regular. Cuando la demanda de un bien se tensa y en épocas de crecimiento económico y, por tanto, de una cierta inflación, los productores y los comercializadores de ese bien tienden a elevar su precio lo que pueden. ¿Qué buscan en el fondo? Aumentar su “participación” en el “pastel” total, que es el valor de la producción nacional o PIB. Cuando la economía es débil (por ejemplo, en los países en las etapas primeras del desarrollo) y esta actitud se generaliza entre los agentes económicos, aparece una inflación más o menos desbocada, recalcitrante y perniciosa. En España los entes públicos, por su parte, ganaban con las recalificaciones de los terrenos, con el IVA en cascada, con las transmisiones y plusvalías.

Una respuesta a las dificultades de subidas de precio de las viviendas fue el abaratamiento de los costes de producción por los constructores y los promotores. Esto se reflejó directa y permanentemente en la extendida disminución de las calidades de los materiales y de la capacidad profesional de la mano de obra empleada en la construcción. Y se aprecia en la aparición casi inevitable de las necesidades de reformas importantes en las viviendas, a partir de los 15 o 20 años de construidas.

La Crisis de Todas Nuestras Deudas.

Surge ahora una nueva crisis. Le llaman algunos otro tsunami económico, como podrían llamarle la réplica de un terremoto económico anterior. El núcleo de esta crisis es quizás más sencillo que el de la anterior. Pero su extensión es más amplia y profunda. Se trata de la crisis de las deudas.

En los años de bonanza anteriores, el crédito se extendió vertical (desde el ciudadano, pasando por las empresas, hasta el Estado central y periférico) y longitudinalmente (alcanzando a “todos” los agentes económicos). Todos estamos endeudados hasta las cejas. Aunque usted haya manejado sus dineros con seriedad y eficacia y no pidiera préstamos que le fueran difíciles de pagar y devolver, aún debe mucho. Porque su estado o su comunidad o su ayuntamiento deben con total seguridad.

Por ejemplo, el ayuntamiento de Madrid debe más de 7000 millones de euros; casi los 2000 euros por habitante; a pesar de ello, las obras de peatonalización de numerosas vías céntricas han continuado hasta hace poco y la torre de Colón se ha desplazado un poquito en su plaza; así, las pocas calles que han dejado para circular ahí están atascadas permanentemente y las nuevas calles peatonales, llenas de vehículos de reparto aparcados, que circulan entre los viandantes. Sin embargo, la Gran Vía madrileña nunca hubiese alcanzado su porte, importancia y monumentalidad, si no se hubiese dedicado doblemente, desde hace más de 100 años, al tránsito de vehículos y de peatones, en igualdad de derechos y usos. Otro dato municipal nacional, hemos gastado unos 13 mil millones de euros el año 2009 con el plan E de empleo nacional temporal (mientras duraran las obras). Para construir rotondas, aceras, polideportivos, etc., y anunciarlo a pie de obra con cartelería costosa y ostentosa.

Keynes preconizaba que se emplease el gasto público para generar empleos en la época de la Gran Depresión. Pero a Keynes, como a Clausewitz, se les cita sin leerlos, sin entenderlos y sacándolos de contexto. En aquella época de casi subdesarrollo en el mundo occidental, había muchas cosas útiles por hacer. Y el Estado se podía endeudar más, con tal de crear empleo. Y aquí tenemos muchas obras públicas donde se podría haber gastado mejor el dinero. O haberlo ahorrado para no tener que quitárselo a los funcionarios todos y a los pensionistas todos. Así, por fin, vía exacciones, tasas, multas e impuestos nos tienen que sacar el dinero necesario para pagar sus deudas “colectivas” y su catarata de intereses.

Incluso, durante los dos años citados de la crisis anterior, los estados occidentales echaron mano del gasto público para apoyar e impulsar sus economías nacionales. Y lo hicieron desde una posición individualizada y, generalmente, sin coordinación con sus “socios” extranjeros directos. Eso ocurrió entre los europeos y entre los EEUU y Europa. Y así, Alemania y Francia, que alcanzan el 45% del PIB de la zona euro, incumplieron durante dos años el Pacto de Estabilidad y Crecimiento (base financiera de la moneda única), que limita al 3% el déficit nacional permanente aceptable sobre cada PIB. Su déficit superó el 5% y el 8% de su PIB, respectivamente. Ahora, que ya pueden embridar sus presupuestos, apremian a tirios y troyanos, más rezagados en sus resultados, para que con sus gastos desaforados, no perjudiquen el valor del euro.

A las cifras de deuda generadas por las instituciones públicas, se unen las deudas de las empresas y las deudas del personal. Las empresas, para crecer, usan el dinero bancario, con tal de que su “coste de uso” sea inferior al beneficio marginal logrado por esa inversión. Así emplean en su negocio más número recursos, que los generados en él. Esto, que es también muy fácil de enunciar, se pervierte en la práctica cuando se quiere crecer perversamente. Que es por encima de las oportunidades reales (no ilusiones codiciosas) y capacidades de generación de caja y beneficios. No quiero señalar a nadie. Las noticias con las que nos bombardean diariamente, les darán ejemplos evidentes de empresas en apuros por estas causas.

Propongo, para no extenderme más, que el inteligente lector extrapole al caso de nuestras deudas excesivas personales y familiares, el caso recién citado de las empresas temerarias y de sus empresarios faltones.

Los únicos Pocos que Visitaron las Cárceles: Estadounidenses de Oficio y Horca.

Bernnie Madoff. Es el más hábil y eficaz. En 1960 creó en los EEUU una firma de inversiones. Al crecer mucho, adquirió una estructura piramidal: pagaba buenos réditos con los capitales que iba recibiendo y que no se rescataban. Un ejemplo, para muchos, por su solvencia, seriedad y eficiencia. Periódicamente cerraba la entrada a nuevas inversiones. Esto hacía que sus babeantes clientes le suplicaran literalmente para que admitiese nuevas inversiones. Llegó a dilapidar y evaporar inversiones del orden de los 50 mil millones de dólares de bancos, grandes fortunas, aseguradoras y fondos. Debidamente reeducado y reinsertado socialmente, nos podría sustituir con ventaja a algunos de los ministros de Hacienda o de Economía que padecemos.

Raj Rajaratnam. Estableció una compleja trama de información privilegiada sobre la renta variable estadounidense. Compraba y recibía chivatazos sobre unas 20 “blue chips” de la bolsa neoyorquina, que usaba para realizar compras y ventas con su empresa de inversiones Galeon. Se le juzgará en octubre de este año, si se termina de instruir su proceso.

Allen Standford. En la línea de Madoff. Vendió por Suramérica unos 7000 millones de dólares en certificados de depósitos high yield. Su valor era nulo. Sus abogados quieren sacarlo de la cárcel, porque dicen que “no recuerda las conversiones, se quedó tuerto y ha enloquecido”.

Bernnie Ebbers. ¡El nombre de Bernardo me asusta! Ex presidente de WorldCom. Protagonizó la mayor quiebra de la burbuja de las telecoms a primeros de siglo. Cumple una sentencia de 25 años de cárcel.

Las cualidades y calidades personales como fuerza anímica decisiva para resolver los tiempos de crisis y salir fortalecidos.

La verdadera, profunda y eficaz acción en tiempos de crisis procede de las personas, que, además, somos los auténticos agentes económicos.

Tras las medidas de liquidez y valor del dinero ya tomadas profusamente, ¿por qué no funciona el sistema económico según su capacidad? En 2001 y 2002 incluso las condiciones de flujo de dinero a los bancos y su coste eran algo peores.

Porque está restringida la acción de los agentes económicos.

En parte financieramente, porque el dinero no se da tan fácil y alegremente. Está volviendo rápidamente la mala costumbre de los bancos de querer cobrar los préstamos de todo tipo y darlos con una cierta seguridad. Por otro lado, las autoridades monetarias y aún estatales también se lo están exigiendo.

El sistema aún necesita y debe producir más purgas para la eliminación de los otros agentes incompetentes, corruptos o botarates.

Y también es necesario restablecer la confianza de los agentes económicos entre ellos. Si pido un préstamo y me entrampo un tiempo, obligándome a un esfuerzo superior laboral, financiero y síquico, será porque veo oportunidades razonables de trabajo o de inversión. Y porque tengo la natural ambición de prosperar y crecer.

Esta confianza es un parámetro anímico, no se mide por en monedas y no se intercambia o transmuta con la ambición. Su verdadero motor serán la ilusión y el entusiasmo. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en las sociedades (es el conjunto del decaimiento y la molicie espirituales), iluminada por una “ilusión razonable”.

De la crisis económica mundial hay que salir fortaleciéndonos en nuestros valores y virtudes. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental. Podemos citar las principales y evidentes, sin buscar ser exhaustivos, embebidas en el alma humana:

Aprecio de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos, nuestro humus social.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales, para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda. Esto se concreta según la educación, la cultura y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar estos tiempos de crisis.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los mandos sociales (lo prefiero a líderes) de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde la cúspide moral e intelectual de la sociedad.

ESPAÑA FUERA DEL EURO.

Las Peticiones para que España esté fuera del Euro.

Desde que comenzó la falta de confianza en la capacidad económica de Grecia para superar su crisis económica, a primeros de febrero, se oyen voces de algunos sesudos economistas, abogando por esta “solución” para España. Y el respetado (¿es respetable?; ahora lo veremos) Wall Street Journal apuntaba el 24 de febrero la posibilidad de que España estuviera fuera del euro.

Según el diario, a España se le presentan tres alternativas: no hacer nada, emprender reformas serias (lo han intentado ya el jueves 25 los políticos reunidos con la comisión gubernamental) o abandonar el euro. El periódico señala que las dudas sobre la solvencia griega, se han extendido a los miembros más debilitados de la zona euro. Y que España será el próximo campo de batalla de las especulaciones internacionales y de los esfuerzos y ayudas de los demás copartícipes de la moneda única. Así, los resultados “podrían determinar si la moneda compartida por los 16 países europeos se mantiene o no”.

La posición del diario se esfuerza por presentarse condicional y posible, no próxima ni probable. Pero el Wall Street Journal no ha tenido pelos en la lengua ni escrúpulos para llenar un espacio con estas ideas perjudiciales y antieuropeas.

Las Justificaciones para que España pida estar fuera del Euro.

Una de las “buenas” razones que se aducen para que España esté fuera del euro, es que ahora la política económica de la Unión Europea está eso, unida. Y reside en el euro, a través de las acciones rectoras del Banco Central Europeo. Que debe velar, según su mandato, por los intereses de todos los países miembros. Pero, en la práctica, sigue muy de cerca los intereses de Alemania y Francia, que suponen más del 45% de la potencia comunitaria económica.

Y la política económica, con sus “cambios de valor de la moneda”, vía devaluación y revaluación y tipos de interés regulados, es de las más eficaces y rápidas en sus efectos, para actuar sobre las crisis económicas:

Para contener el valor de una deuda pública, pagadera en moneda nacional. Así, los alemanes, en los años 20 del pasado siglo, se liberaron del dogal de hierro que el Dictado de Versalles impuso a su economía. En forma de indemnizaciones de guerra que la ahogaban. Una forma más de humillación innecesaria, que creó el caldo de cultivo para el florecimiento del totalitarismo imperialista. En 1920, a fines de febrero, Hitler proclamó en una cervecería bávara, en Munich, los 25 puntos programáticos del Partido Obrero Alemán. Luego se revaluó fuertemente el marco, con una adecuada proporción de viejos y nuevos marcos para su cambio. Creando un nuevo Deutsche Mark, emitiendo una moneda seria, estable y con valor, necesaria para impulsar todas las transacciones económicas alemanas.

Para aumentar la competitividad industrial, comercial y de servicios y las exportaciones, ya que los precios comparativos en moneda nacional se vuelven ventajosos, por valer menos. Para frenar las importaciones, equilibrando las balanzas de pago de los países que las tienen deficitarias, que son la mayoría. Para favorecer las inversiones en general y el turismo extranjero en particular, que comprarán más baratos los bienes y servicios nacionales.

¿Qué es lo que no nos dicen, los que piden o aconsejan que España esté fuera del Euro?

El gran tema y problema mayor es que si se baja el valor de una moneda, se empobrecen todos sus tenedores y usuarios. Es decir, todos los moneda tenientes, el pueblo teniente. Y esa sería la única “causa” de España para estar fuera del Euro.

Este expolio sangrante se da por aceptable y hecho. Los llamados “profesionales” lo consideran un mal menor o, como mucho, un mal necesario. Pero su efecto es literalmente quitar el dinero, los ahorros (a través del menor valor de todas las cosas tasadas por aquél) del bolsillo, de la faltriquera, de los extractos financieros o económicos del pobre, de las clases medias ahorradoras, de los jubilados, de sus nacionales, en fin.

Este efecto equivale a una fuerte inflación impuesta desde la política por los gobernantes. En los años 20 del siglo XX, sufriendo una terrible inflación, el papel moneda alemán llegó a valer menos que el papel para las paredes. Y con los billetes millonarios en marcos empobrecidos, se empapelaron muchas casas alemanas durante un tiempo. En su futuro, recordando estos tremendos años, los alemanes apreciaron sobre todo el valor y la estabilidad de su moneda. Y esta idea firme está subyacente en toda la política monetaria del nuevo banco Central Europeo. Por eso Trichet tardó en introducir correctiva y anticipadamente un exceso de liquidez o una disminución del valor de uso del dinero (el tipo de interés), cuando en 2007 se vislumbraba la actual crisis económica sistémica.

¿Es lícito y moral Devaluar las Monedas, Empobreciendo sin Compensación a sus Usuarios?

El carácter distintivo de la teología católica hispana ha sido históricamente la exposición y la defensa del dogma y de la moral. Entre los siglos XIII y XVII, los estudios de teología moral estuvieron en paralelo con los de la teología dogmática. Nuestra teología, como tantas ciencias y artes, tuvo un florecimiento esplendoroso y superior durante los siglos XVI y XVII, que corresponden al período del Siglo de Oro español.

En un esfuerzo intelectual singular realizado por los escolásticos españoles, que trataban de conciliar y aunar la fe y la razón, partiendo de la filosofía tomista.

Pues bien, la escuela teológica escolástica de Salamanca estableció en esta última etapa que “con la inflación (o con la devaluación) se robaba el dinero del bolsillo del pobre”. Y que esto era tan grave y criminal, que “su evitación justificaba el magnicidio”. La muerte del poderoso que cometía esa injusticia, general y abusiva;

el “infame latrocinio”, que decía el Padre Juan de Mariana. Este mismo teólogo también añadía que “el excesivo gasto público es la causa esencial de la depreciación de la moneda”. Pedro Fernández de Navarrete enseñaba que “la moderación de los gastos públicos es el mejor medio para engrandecer el Reino”. Y Domingo de Soto escribía que “la moneda, al igual que las leyes, debe permanecer lo más fija posible”.

¿Por qué eran tan rigurosas estas opiniones teológicas? ¿Era debido a la tenebrosidad anímica que parecen envolver a esos tiempos de la Alta Edad Media?

No. Se trataba de que, con la devaluación o la inflación los gobernantes compensaban sobre todo el pueblo, sus errores, fallos, dilaciones, despilfarros, vaguedades y mezquindades en el cuidado y gestión de los negocios públicos. Y si la autoridad terrena procedía en último término de Dios, también sobre ella caía la responsabilidad de sus culpas en su ejercicio.

¿No os resultan estos temas, queridos lectores, muy modernos?

Las cualidades y calidades personales como fuerza anímica decisiva para resolver los tiempos de crisis y salir fortalecidos.

La verdadera, profunda y eficaz acción en tiempos de crisis procede de las personas, que, además, somos los auténticos agentes económicos.

Tras las medidas de liquidez y valor del dinero ya tomadas profusamente, ¿por qué no funciona el sistema económico según su capacidad? En 2001 y 2002 incluso las condiciones de flujo de dinero a los bancos y su coste eran algo peores.

Porque está restringida la acción de los agentes económicos.

En parte financieramente, porque el dinero no se da tan fácil y alegremente. Está volviendo rápidamente la mala costumbre de los bancos de querer cobrar los préstamos de todo tipo y darlos con una cierta seguridad. Por otro lado, las autoridades monetarias y aún estatales también se lo están exigiendo.

El sistema aún necesita y debe producir más purgas para la eliminación de los otros agentes incompetentes, corruptos o botarates.

Y también es necesario restablecer la confianza de los agentes económicos entre ellos. Si pido un préstamo y me entrampo un tiempo, obligándome a un esfuerzo superior laboral, financiero y síquico, será porque veo oportunidades razonables de trabajo o de inversión. Y porque tengo la natural ambición de prosperar y crecer.

Esta confianza es un parámetro anímico, no se mide por en monedas y no se intercambia o transmuta con la ambición. Su verdadero motor serán la ilusión y el entusiasmo. Sin ilusión y entusiasmo no se pueden emprender ni realizar empresas de provecho. El entusiasmo es una fuerza del espíritu, que vence a la entropía moral e ideológica generada casi inevitablemente en las sociedades (es el conjunto del decaimiento y la molicie espirituales), iluminada por una “ilusión razonable”.

De la crisis económica mundial hay que salir fortaleciéndonos en nuestros valores y virtudes. Éstas son las “bondades y cualidades” humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las “cualidades y bondades” humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos, y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Las virtudes son aportadas principalmente por las religiones más elaboradas, y por los discursos de Cicerón y los Diálogos de Platón, dentro de nuestra extensa cultura occidental. Podemos citar las principales y evidentes, sin buscar ser exhaustivos, embebidas en el alma humana:

Aprecio de la familia, el clan, la tribu, la amistad y los forasteros amables y curiosos que llegan a nuestro entorno. Es el entorno vital que nos sustenta y es soportado por todos, nuestro humus social.

Necesidad de punición de las conductas que se aparten suficientemente de las normas sociales, para evitar la venganza excesiva o desordenada, disuadir a los posibles contraventores, satisfacer en justicia las injurias y los daños y reformar las conductas erradas.

Aprecio del respeto y del culto a la divinidad, como reconocimiento y veneración del Ser Necesario que nos crea, nos sostiene y, en algunos casos, nos ayuda. Esto se concreta según la educación, la cultura y el ambiente social vividos.

Valoración de los distintos deberes a cumplir como contrapartida necesaria, vital y social de los varios derechos a recibir. Valoración de la sobriedad, el esfuerzo, el ahorro, el compromiso, el estudio o la formación y el trabajo como factores y parámetros necesarios para la consecución progresiva y justa de los objetivos personales y colectivos humanos.

Son nuestros valores y virtudes reconocidos, retomados y reafirmados, los que verdaderamente nos darán la fuerza y la ilusión para superar estos tiempos de crisis.

Y no olvidemos la función esencial de mando, gestión, impulso y ejemplo de los mandos sociales (lo prefiero a líderes) de todo tipo, presentes en los hogares las escuelas, las iglesias, los partidos políticos, los sindicatos, los centros de trabajo, las asociaciones en general, etc. Éstos son los núcleos de la actividad colectiva de la sociedad. En los tiempos de crisis deben actuar mucho más desde el ejemplo. Los valores y las virtudes no pueden verse como algo artificial y remoto, sin conexión real con un código práctico, vivido y conocido. Tienen que ser percibidos y aceptados por los ciudadanos con ejemplos vivos que puedan seguirse. No con imposiciones de códigos y reglamentos fríos, dictados desde la cúspide moral e intelectual de la sociedad.

Un Viejo Cuento Taoista.

Érase una vez un campesino que vivía en un pueblo en el interior de la China antigua. Una mañana, a primera hora, su único caballo se le escapó de su granja al monte. Algunos vecinos se acercaron, para lamentarse con él: «¡qué desgracia has tenido!». «Puede ser», les contestó él. Sobre el mediodía, el caballo volvió a su corral. Con él venía un pequeño grupo de caballos salvajes. «¡Qué suerte tienes!», le dijeron sus vecinos. El campesino les contestó: «Podría ser».

A media tarde, su hijo se puso a domesticar los nuevos caballos. Durante la doma, el joven se cayó y se rompió una pierna. Esto les traería muchos problemas para poder llevar su pequeña granja. Sus vecinos volvieron y le dijeron: «¡qué pena más grande!». Él les contestó: «podría ser». Al caer la tarde un grupo de soldados pasó, haciendo un reclutamiento forzoso. Los jóvenes de todas las casas en el pueblo fueron reclutados. Pero ellos dejaron a su hijo en casa, porque estaba inútil para el servicio militar. Los vecinos, llorando, se acercaron al campesino y le dijeron: «¡qué suerte tienes!». Y él les contestó: «puede ser».

LA CRISIS DE LAS MARCAS COMERCIALES

Introducción.

Las marcas comerciales tienen en estos momentos una gran dificultad para competir ventajosamente en los mercados. Y ello a pesar de que, de toda la vida, hemos buscado los productos de marca para adquirirlos. ¿De qué marca es esto? ¿Cuál es la marca? Eran preguntas con las que buscábamos la seguridad de una calidad, de una garantía de fabricación y de un servicio postventa, en nuestras adquisiciones de innumerables productos comerciales. ¿Por qué las marcas comerciales son ahora dejadas de lado en muchos casos? Esta crisis no financiera, sino comercial, que sufren los productos comerciales reconocidos, merece nuestra reflexión.

El público tiene en general muy poca fidelidad a marcas y productos comerciales, si no existe una diferencia observable y cualitativa, que los destaque y distinga. Veamos algunas cualidades de los productos comerciales. Y cuáles son su repercusión y efectividad para crear diferencia y valor añadido en los clientes.

Las Cualidades Intrínsecas de las Marcas Comerciales de los Productos y su Aportación Cualitativa a los Clientes.

La Imagen Conocida. Es una cualidad neutra. Es necesaria, pero no suficiente, para destacar en el mercado competitivo.

La Calidad Reconocida y Aceptada. No siempre es medible por los usuarios. Lo son, por ejemplo, la textura del grano y el sabor de Nescafé. En la leche normal, son casi imposible de apreciar las diferencias. Y, por tanto, seleccionar. ¿Tiene los suplementos vitamínicos o minerales que anuncia?

Para una cadena de distribución, la reputación cuidada y mantenida de algunas líneas de productos (cosmética, limpieza, vinos) extiende y amplía esa cualidad reputada a otras de sus líneas o referencias. Éstas deben de cumplir las expectativas transmitidas. Aquí la transmisión de la experiencia de uso entre el público es un parámetro decisivo. Para la cadena misma, ésta es la mejor inversión en conocimiento público y notoriedad.

Una Buena Distribución. Que esté a mano. Es una cualidad neutra y necesaria. Para las marcas de distribución, cada cadena tiene el interés de exponer y anunciar (en catálogos y en todas sus tiendas) sus productos. De ellos obtiene más ventajas comerciales: atrae al público a sus establecimientos, desplaza a su competencia industrial y comercial, le permite aumentar la facturación y le genera más beneficio industrial (fabricante) y comercial (como tienda).

Los Envases. Destacan sus cualidades de calidad, litografía, colores, información y accesibilidad limpia y cómoda para el cliente. Son la tarjeta de presentación de la marca. Pueden ser una cualidad diferencial importante, que compense bastante una diferencia de precio. En artículos de gran consumo y orientados a la gente joven, el envase bien logrado, atractivo y expresivo puede ser definitivo: los cereales Kellogs, aparte de su mejor sabor, conservación y textura, exhiben envases alegres, distintivos y favorecedores.

Las marcas de distribución o blancas deben tenerlos, al menos, dignos, igual de cómodos y fáciles en su uso (los derrames y las manchas al usuario son graves inconvenientes para su aceptación), de colores y litografía atractivos (aunque sean monocolores). Y con la información necesaria y la que desea encontrar el consumidor. Si tienen varios colores, en recuerdo de alguna marca, éstos no deben ser mortecinos. Porque esto se compara y se equipara directamente con una menor calidad.

Aportación Cualitativa al Cliente. Pocas marcas acreditadas aportan a los clientes algo que las diferencie de las marcas nuevas o de distribución. No existe fácilmente una clara distinción técnica. Que sería cara de obtener y difícil de igualar, como en el caso de las maquinillas Gillette, que van por delante en innovación y calidad.

A las marcas nuevas parece que siempre les cuesta trabajo hacerse con una cuota de mercado rentable. La razón no son las cualidades o la simpatía del público hacia las marcas existentes. El público no conoce aún las marcas nuevas. La inversión de lanzamiento, logística y comercialización es importante. Las cadenas de establecimientos no tienen ningún interés especia en promocionarlas: sus lineales son caros y escasos, ya que las referencias existentes y sus ventas son numerosísimas.

El Precio. Debe estar en línea con el mercado y con una tendencia al alza, en períodos económicos normales, suave. Los artículos de élite deben ser más caros que la media. El precio los destaca por su calidad, originalidad, prueba su exclusividad y garantiza su distinción social. Los gastos de distribución o comercialización (comisiones, rappeles y descuentos) y de propaganda de selección y exclusividad, tienen una alta participación en los costes totales de los productos caros selectos. El público lo quiere así…

Las cadenas de establecimientos y las tiendas ponen las distintas marcas en sus lineales y escaparates, porque son productos que se venden y que les dejan un margen adecuado. Esto va excluyendo del mercado a los más débiles, menos atractivos y menos conocidos.

La Publicidad. Busca el “recuerdo” y la notoriedad. Las campañas de publicidad son una relativa pérdida de recursos. Zara, por ejemplo, no hace publicidad sistemática y no carece de implantación, penetración y éxito nacional e internacional. Una excepción es que anuncien una nueva ventaja, un cambio en los productos o servicios, un precio temporal favorable, una inauguración.

El único efecto de la publicidad, para los productos de gran consumo y de precios controlado-limitados, probablemente sea “recordar” y “refrescar” su existencia a los consumidores. A un público abrumado y cansado por la información y los datos de muy diversas índoles y procedencias, esta “reaparición” de un deseo o de una necesidad, a través de un producto satisfactorio, es lo que hace que, con la campaña, aumenten temporalmente las ventas.

O sea, que las campañas podrían ser limitadas, recortadas y más selectivas y aligeradas, para conseguir los mismos efectos deseados. El estudio de esto y su análisis (Nielsen, etc.) suele estar en manos de las compañías de medios. Con lo cual, un análisis riguroso y objetivo es difícil, porque va directamente contra sus intereses vitales. Y siempre podrían esgrimir cualitativa y emocionalmente, el citado aumento de ventas. O de la notoriedad y el mantenimiento de las exclusivas, calidades excelentes y distinciones sociales para los artículos de élite, donde sí son imprescindibles.

Las Ofertas y los Regalos Periódicos. Buscan atraer y predisponer al cliente con la rebaja oportuna y el regalo apetecible. Son refuerzos de la notoriedad. Resultan interesantes los descuentos directos o para la siguiente compra (vale), los regalos atractivos (con creatividad) y de calidad (que no sean despreciables). No son buenos los regalos caros, al menos reiterados, porque le tocan a muy pocos y en rifas distantes. El crear premios importantes a la creatividad, la filantropía, etc. es útil para las marcas de élite.

Las muestras gratuitas sirven para dar a conocer el producto. Deben ir dirigidas a su clientela potencial. Wrigley, hace casi 60 años, dio a conocer sus chicles en EE.UU., con gran éxito, regalando muestras por todo el país. En cosmética y perfumería son casi necesarias: endulzan, en parte, la compra de otros productos, quizás de la competencia, hecha en la tienda. Así, las perfumerías demandan las muestras y los fabricantes transigen. Porque también así se dan a conocer directa y eficazmente a su clientela potencial, sin costes de publicidad o distribución. Es un ejemplo de una buena simbiosis comercial.

Cualidades Selectivas y Distintivas para los Clientes. Son la distinción, la elegancia, el refinamiento en su uso, la exclusividad y el lucimiento social.

Forman un conjunto de características distintivas importantísimo, que genera en gran medida las ventas de los productos suntuarios de toda clase de líneas: relojes, joyas de marca, coches, ropa y complementos.

Así, los productos de gran consumo, de uso amplio y extendido y a precios más ajustados a sus costes totales, carecen en gran parte de estas distinciones. Estas distinciones se señalan y se mantienen necesariamente en el público potencial, con una campaña de publicidad cuidada, destacable, intermitente, incisiva, costosa e indefinida.

Resumen.

Vemos que son pocas las marcas comerciales que pueden verdaderamente destacarse de sus competidoras, ante sus potenciales clientes. Y que la razón es la falta de cualidades y ventajas perceptibles por su mercado. Cuando posee una ventaja técnica destacable y favorable, la marca se encuentra en un nicho protegido, frente a rebajas de precio o de calidad de sus competidores. Por otra parte, en los productos de élite, las marcas se aprovechan del sentimiento de elegancia, exclusividad y distinción que subyace en sus potenciales pudientes usuarios. A la espera de ser aflorado, recogido y concretado en aquéllas. Y mediante una acción comercial de precio, información y calidad suficiente, que son puestas a la vista de todos para ser admiradas y deseadas, aunque no alcanzadas por todos.

El Empleo. ¿A Dónde se Fue? ¿Cómo Volverá?

Introducción.

¿Por qué tenemos ahora tanto paro? Porque no producimos, vendemos y cobramos los suficientes bienes y servicios para emplearnos a todos. Esto es muy fácil de enunciar. Y aún de comprender. Pero es complicado de desarrollar. E incluso es contradictorio de explicar. Por las connotaciones ideológicas que, como filtros o lentes antepuestos, interponen muchas personas para observar un fenómeno tan evidente y próximo.

Hemos tenido una etapa de casi un lustro de crecimiento económico importante. El “motor” principal fue la construcción de viviendas. Él tomaba el dinero (la energía económica) de compradores y de bancos y cajas de ahorro prestamistas y, luego lo repartía a muchos trabajadores, promotores, intermediarios comerciales, notarios, instituciones públicas, fabricantes de electrodomésticos, decoradores, ladrilleros, cementeros, etc.

Otros “motores” de la economía española, que hacían circular el dinero por ella, satisfaciendo “deseos”, que no “necesidades”, y pagando bienes y servicios recibidos, fueron el turismo y la industria. Los servicios de hostelería y los comercios entregan a varias decenas de millones de turistas, el “consumo” equivalente que realizarían varios millones de españoles y residentes en un año. También nosotros compramos y exportamos coches, bienes de equipo, ropa, calzado, electrodomésticos, alimentos, minerales, etc. fabricados u obtenidos aquí.

Por último, estos 3 “motores” de la energía económica, del dinero, alcanzaban a grandes sectores de la sociedad. Que luego seguirían llevándolo, transmitiendolo, como “motores” auxiliares, a los demás sectores de segunda oportunidad. Desde barberos a vendedores de lotería, pasando por las comunicaciones, la agricultura, los comercios minoristas y las cadenas de distribución, el agua y las energías, y volviendo a alcanzar al Estado central, las autonomías y los municipios.

Ahora dicen que la economía es global. Siempre lo fue. Siempre hemos exportado coches ligeros, aceite, vinos, naranjas, productos de la huerta y flores. Y hemos recibido turistas. Hoy en día, lo que ocurre es que muchos millones de personas han accedido a un nivel de vida superior, de mayor poder de compra. Hay mucha mayor demanda y una oferta suficiente, sin cupos o contingentes, de gran variedad de artículos. Y, además, la velocidad de las transacciones externas e internas, incluyendo los flujos físicos de viajeros y mercancías, están facilitados por las comunicaciones de todo tipo, la falta de fronteras y aranceles, los acuerdos comerciales y las instituciones estatales y supranacionales.

La Construcción. ¿Qué le Pasó?

El problema de fondo con el “motor” económico de la construcción era doble. Teníamos unos 25 millones de viviendas fabricadas y somos unos 45 millones de habitantes. ¿No parecen muchas casas? La reposición natural de aquéllas, para unos 50 años de vida útil media, exige unas 450 mil viviendas nuevas al año. Hemos estado levantando durante varios años hasta 700 mil casas por ejercicio.

Además, el precio final de la vivienda elevaba en 3, 4 o 5 veces el coste real de su producción. Éste es uno de los fenómenos perversos de la economía libre sin regular. Cuando la demanda de un bien se tensa y en épocas de crecimiento económico y, por tanto, de una cierta inflación, los productores y los comercializadores de ese bien tienden a elevar su precio lo que pueden. ¿Qué buscan en el fondo? Aumentar su “participación” en el “pastel” total, que es el valor de la producción nacional o PIB. Cuando la economía es débil (por ejemplo, en los países en los estadíos primeros del desarrollo) y esta actitud se generaliza entre los agentes económicos, aparece una inflación más o menos desbocada, recalcitrante y perniciosa. En España los entes públicos, por su parte, ganaban con las recalificaciones de los terrenos, con el IVA en cascada, con las transmisiones y plusvalías.

Una respuesta a las dificultades de subidas de precio de las viviendas fue el abaratamiento de los costes de producción por los constructores y los promotores. Esto se reflejó directa y permanentemente en la extendida disminución de las calidades de los materiales y de la capacidad profesional de la mano de obra empleada en la construcción. Y se aprecia en la aparición casi inevitable de las necesidades de reformas importantes en las viviendas, a partir de los 15 o 20 años de construidas.

Todo esto creó un freno brutal, un tope en el engranaje del “motor” principal de reparto del dinero. El elevado precio de los inmuebles, por encima de los valores razonables de costes y de la capacidad real de compra de los clientes, ayudó a colapsar literalmente un sistema de producción egoísta y sin previsión, ni profesionalidad cabal. Aquélla estaría en torno al 30% de sus rentas disponibles, normales y permanentes o razonablemente extrapoladas, por ascensos esperados, herencias próximas, ventas de activos, etc.

Desaparece el Empleo.

Por el fallo de los motores citados, más o menos súbita y aceleradamente, un montón de gente comienza a quedarse en paro. La consecuencia inmediata es la disminución drástica de su renta disponible. De su nivel de vida, que se expresa en nuestra sociedad por la adquisición casi inmediata de aquello que apetezca al ciudadano o consumidor. Incluso los bienes de consumo duradero, más caros, como casas, vehículos, viajes, mobiliario, pueden ser disfrutados también pronto. A través de su compra a crédito y en cómodos plazos, que es igual a muchos y, por tanto, elevando notablemente el coste total de los artículos para su comprador y los beneficios de los prestamistas del dinero. ¿Para qué ahorrar? Basta con extender el sueldo en el tiempo mediante el crédito.

A las personas en paro, se unen los que creen que su empleo o sus ingresos a comisión o variables pueden peligrar o reducirse próximamente. También disminuyen su consumo y aumentan sus reservas económicas. Incluso se dan cuenta de que pueden fácilmente prescindir de muchos gastos. Y de que esta racionalización del gasto o este ahorro, les permite pagar sin agobios algunos pagos aplazados o reunir dinero para realizar luego alguna compra puntual más importante.

A una menor demanda creciente y extensa, numerosas empresas de todos los tamaños y ramos tienen que disminuir su producción u oferta de bienes y servicios. Desde el taxista hasta el embotellador de refrescos. Es decir, tienen que utilizar menos sus factores de producción, que hay que comprar, para no generar bienes y servicios invendibles, sin demanda. Y una parte, a veces muy importante, de esos factores de producción son los empleados, que reclaman cada semana, cada quincena o cada mes sus salarios, variables y cotizaciones sociales. La mano de obra se convierte en un coste fijo (por tanto, inevitable) insoportable, cuando las ventas bajan de cierto umbral en cualquier empresa.

Sólo hay una empresa que no se frena, que no se para, aunque la sociedad y su complejo tejido económico lo esté pasando mal o muy mal. Son las instituciones públicas. Sus empleados tienen garantizadas su remuneración y las mejoras, vía impuestos y deuda pública, que colocan a las entidades financieras y al público ahorrador. Si no hay tanta actividad administrativa, no realizan aquéllas ajustes de plantilla o EREs. Bien, tendrán los empleados más tiempo ocioso o harán burocracia improductiva, realizando comprobaciones, inspecciones, expedientes, dictámenes, informes, para los archivos y, quizás, para su destrucción posterior. La posición de los jefes se manifiesta, garantiza y revalida por el tamaño de su sección o negociado.

El sencillo mecanismo antes citado y llevado a uno de sus límites, nos conduciría a una sociedad semiparada, sin consumo ni sueldos ni rentas, más pobre. Éste sería el extremo opuesto, también frenético, al que se tendía hasta finales de 2007, en la etapa del consumo desmedido, superfluo, innecesario y económicamente insostenible. La diferencia, el espacio entre ambos límites desquiciantes, lo ocupa el mayor o menor grado de confianza entre los agentes económicos. Derivado el primero de los excesos de prestamistas y prestatarios, de inversores, compradores y vendedores, acerca de la bondad de sus acciones económicas, informadas señaladamente por la codicia y la ambición desmedidas. Derivado el último del fallo en el efecto sostenedor, amplificador y multiplicador del consumo, la inversión y el ahorro ponderados y sinérgicos de la economía nacional.

Es necesario volver a poner en marcha los mecanismos. Y ésta es una acción múltiple, simultánea y protagonizada por casi todas las clases de agentes económicos. Que deberían actuar, imaginemos las diversas piezas alejadas de un rompecabezas, acercándose (la confianza) entre sí, a la vez y sin pausas, e interactuando (intercambiando bienes, servicios, factores de producción y medios de pago) para montar el rompecabezas de la economía. El dirigir, impulsar y alimentar esta acción sinérgica de todos y para todos, sería una función esencial y vital del Estado en estos momentos. Que justificaría su existencia, incluso para el más escéptico y librepensador.

Algunas Medidas Económicas para Resolver la Crisis.

Un problema es mantener controlada la inflación, que ahora aparece lejana y difusa. Es decir, que no suba el nivel general de precios. Éste incluye los costes de las energías, ahora depreciados. Pero también los de los alimentos y las tasas de los servicios públicos, mucho más alcistas y que, además, son casi imposibles de sustituir por otros bienes o servicios privados. Y evitar que se desboquen las ambiciones de los agentes económicos y que se tornen en desmedidas e injustas. Esto es como una dieta más o menos severa. Pero que promete salud y energía económica renovada.

Hay también que estimular la Economía y evitar su frenazo más o menos brusco. Su detención total llevaría a lo contrario: a la deflación. Pero el exceso de liquidez a muy bajo precio que están aplicando los bancos centrales de muchos países, parece que aleja el peligro de esta última. Lo vemos en cómo se comportan las bolsas, a pesar e que los beneficios empresariales están contenidos, el consumo , deprimido y las perspectivas buenas, aún lejanas.

Esta actuación múltiple, doble en sus fines, forma un par de opuestos complementarios, no antagónicos. Son como el sistema nervioso vegetativo: con el simpático y el parasimpático. O las dos riendas de un coche de caballos.

Creemos que si el público ve un grupo armónico de actuaciones, impulsadas y cumplidas por el Estado, las aceptará en su conjunto, aunque alguna concreta perjudique temporalmente a un sector de la población.

El gasto público debería contenerse. Por ejemplo, recortando los funcionarios públicos o limitando los nuevos nombramientos y limitando las obras públicas nuevas a las estructuras directamente relacionadas con la producción de bienes, las comunicaciones o la educación. Un corolario de lo anterior, aún difícil de conseguir, sería buscar o mantener un suave superávit en los ingresos totales del Estado. El mismo podría emplearse para amortizar deuda pública nacional o externa, por ejemplo. Cuyo pago, tarde o temprano, nos corresponderá a todos.

Y para rebajar los impuestos a las empresas, situadas en la primera fila de creación de empleo y generación de riqueza. Y favoreciendo, según los casos, los sectores más creativos, modernos o que utilicen más mano de obra por unidad de producción.

Hay un problema del que nadie quiere tratar en España. Tenemos del orden de los tres millones de funcionarios, pagados con nuestros impuestos. Hace 30 o 35 años había del orden de 1 millón de empleados públicos. Y eso que no tenían los avances de la informática y de la domótica que tenemos hoy. Tenían que trabajar más a mano y dedicarle más tiempo a las labores burocráticas. Actualmente somos unos 10 millones más de habitantes y tenemos bastante más del doble de funcionarios. Los partidos no hablan de esto, por los votos que suponen ellos y sus familias y porque los mandatarios también son funcionarios. Y los ciudadanos o votantes no lo comentan, ni lo discuten. Se achantan y pagan y pagan. Más de un tercio de la vida laboral (con su equivalente en ingresos brutos), los dedicamos a sostener un Estado pesado y complicado, que no es precisamente un administrador sobrio, honesto, aplicado, creativo y eficiente.

Las subidas generalizadas de sueldos y pensiones deberían estar contenidas. El quid es no permitir jamás una espiral equívoca de subidas sucesivas de precios y salarios. Aquí tienen que dar ejemplo social los salarios más altos (ejecutivos, altos cargos públicos, pilotos civiles, rentas del capital).

Es necesario dar una formación adecuada a los parados más jóvenes, procedentes de sectores en crisis, para que puedan ser ocupados en otras labores. El cobro de los subsidios de paro estaría ligado a recibir esta formación, al menos con interés y, deseablemente, con aprovechamiento.

El Estado debe fomentar la investigación y el desarrollo generales. Y favorecer que las empresas realicen la investigación y el desarrollo específico de sus distintos sectores productivos.

Es necesario que el Estado aborde seriamente el problema de la compleja intermediación comercial y la logística de muchos productos de gran consumo. Las cuales encarecen indebida y casi inevitablemente (porque ahí están sus diversos “escalones”) los costes de aquéllos al consumidor final, debido a unas estructuras pesadas y excesivas.

Economía Fácil III.

Y Tercera Parte. 

(continuación)

Todo negocio debe contar con un período de iniciación, de arranque, cuya duración es variable en función del tipo de empresa, de su localización y de la situación económica. Y durante el cual se acumulan los gastos y las deudas, y los ingresos son relativamente escasos. He visto cerrar a algún comercio de barrio porque no pudo esperar a hacerse con una clientela y carecía de fondo financiero para mantenerse. En un comercio, la localización y la vía pública son fundamentales. A veces, incluso, las ventas son muy diferentes de una acera a otra en una calle comercial. Acabo de visitar una bisutería, que va a cerrar a los 5 meses de su apertura. Y situada en un callejón, a unos 50 ms. del centro de Madrid. Su público (el target) no pasaba por el callejón, lo orillaba a derecha e izquierda. Me dijeron que habían aprendido. 

También hay que considerar que hay sectores, mercados, rígidos y muy cerrados a la competencia de nuevos ofertantes. Por ejemplo, el transporte de larga y corta distancias cuenta con un enorme número de transportistas y agencias de transportes. Frente a una demanda concentrada en relativamente pocos grandes cargadores y cadenas de distribución o comerciales. Esto hace que los precios no se puedan formar libremente, que los transportistas sean, entre ellos, sus segundos peores enemigos y que los cargadores (o sus empleados!!!) abusen de su posición de dominio.

Sin embargo, un emprendedor inteligente y entusiasmado con su trabajo, logró superar con gran éxito, para ejemplo de todos, los contratiempos que le presentaron un sector tan duro y la burocracia administrativa. Juan Jesús Alegría, un empresario de Vitoria, con 47 años, quedó fuera del sector con la aprobación de la Ley de Ordenamiento del Transporte Terrestre. Juan Jesús no se arredró. Tras el lógico período de desorientación y dolor, sólo pensaba en cómo darle la vuelta a un negocio de familia, ya sin futuro. Por todas partes veía oportunidades y cambios, que él podía ofrecer a los potenciales y no atendidos usuarios de variantes elaboradas del transporte común. Pero no fue fácil la iniciación, el nuevo arranque del negocio. Su travesía por el desierto duró 3 años, en los que no vendió nada. En París tiene en marcha un autobús destinado a persuadir a los vecinos de que es bueno aprovechar bien el agua. Ganó el concurso frente a otras dos empresas francesas finalistas, ante un tribunal de adjudicación formado por doce mujeres. En Dubai diseñó un autobús para uso del sheik o jeque (el jefe), dotado de 12 plazas delanteras y una popa, donde se localizan los servicios particulares y lujosos para el mandatario y sus invitados. Tiene todo lo que puedan necesitar. Y envuelto en el lujo exquisito propio de un jeque petrolero. Cuando los dubatíes le sugerían 4 ideas, a Juan Jesús se le ocurrían otras 28 para el especial diseño.

Una falacia que debe tener siempre en cuenta el pequeño empresario es la llamada experiencia de la «mano de obra». Permítanme tratarla con un toque de ironía, suavizada por la broma. El humor es una de las «haches» que debe tener todo emprendedor individual. Las otras serían ser hábil (con cualidades para su función), hacendoso (trabajador y diligente en su oficio), humilde (conocedor de sus propias e inevitables limitaciones) y humano (justo con todos y compasivo con los desfavorecidos y los que reclaman su ayuda). La «mano de obra» suele blasonar de su experiencia laboral. Presentándola como un atributo. Que resulta mejorador y acrisolador de las propias cualidades, aprendidas e ignatas, a través del tiempo. Todo esto es cierto. El fallo está en el bagaje y la calidad de la experiencia esgrimida. La verdadera experiencia supone un aprender casi continuo con el estudio, en el oficio, en la vida. Así, realmente, la gran mayoría de los ofertantes de trabajo, lo que tienen son 2 o 3 o 5 años de experiencia, y 18, 22 o 27 años de repetición cómoda del oficio y de las relaciones adquiridas. En mi época, a esa experiencia mantenida en un oficio, se la premiaba y reconocía con los años de antigüedad. Ojo, con los experimentados.

El Estado como agente económico es regulador de actividades varias, modificador de las rentas disponibles, cobrador de impuestos y tasas y prestador de los servicios públicos.    

El Estado es la institución que se supone debe controlar y regir, en nombre de todos y por encima de personas y entidades privadas, en los temas y cosas comunes, generales y públicos. Una misión esencial de los poderes públicos es establecer un marco o método de actuación económica práctico, justo, legal y moderno. Y los medios para su observación y la corrección de inevitables desviaciones. Sea a través del Banco nacional, las comisiones nacionales de los mercados, etc. Y de manera continua, relativamente sencilla y ágil. Luego, tienen que dejar actuar a los agentes económicos. Que somos todos, actuando como consumidores, empresarios, prestatarios, empleados, instituciones, etc., en los distintos mercados «parciales»: de crédito, de transportes, de abastos, de valores, de trabajo, etc.

Una función, ya antigua, del Estado era actuar subsidiariamente (para reforzar o sustituir) y por excepción, como empresario. Actuaba en las áreas económicas deprimidas o importantes para el país. En aquéllas en que la iniciativa privada no lo hacía, generalmente por falta de rentabilidad o de recursos suficientes. En España esta actuación dio lugar a la creación del Instituto Nacional de Industria (el INI), verdadero holding estatal y el primer empresario de España, por su extensión y medios.

Tenemos en España unos tres millones de funcionarios, pagados con nuestros impuestos. Hace 35 años había del orden de 1 millón de empleados públicos. Y no tenían los avances actuales de la informática y de la domótica. Tenían que trabajar más a mano y dedicarle más tiempo a las labores burocráticas. Actualmente somos unos 10 millones más de habitantes y tenemos bastante más del doble de funcionarios. Desgraciadamente, además, el trabajo de los funcionarios, ejecutando «funciones» antiguas y nuevas mediante «documentos» externos e internos, soportados en ordenador, papel, fotos, etc., tiende a ocupar todo su tiempo «disponible». Y que no es necesariamente todo su horario «oficial».

Hay que mantener y costear a los ayuntamientos, a las comunidades autónomas y a la administración central, que forman el Estado. Los dineros para satisfacer sus múltiples necesidades, los recauda el Estado de los impuestos directos e indirectos, de sus rentas del Patrimonio nacional, de nuestras multas y recargos, de la colocación de la deuda pública a diferentes plazos (que ya pagaremos más tarde), del beneficio del Banco nacional y de las tasas por servicios. Esto, sin contar los ingresos de la Seguridad Social nacional. Cerca del 40% de nuestra vida (los pensionistas también pagan), la dedicamos a sostener un complejo Estado. Que no es precisamente un administrador sobrio, honesto, ejemplar, sensato, creativo y eficiente de la «cosa pública» y sus dineros. Aunque se llame a sí misma y con mayúscula, como dando ejemplo y diciendo, más allá de mí, nada, la Administración.

Con los impuestos directos, que son progresivos o crecientes en función del aumento de la base imponible, el Estado recauda más de los de rentas más altas o más pudientes. Con ello modifica su renta disponible, rebajándola progresivamente. Los organismos públicos nos cobran tasas, a precios fijados por ellos, por los permisos, actuaciones y servicios públicos que nos prestan. Los permisos de circulación de vehículos y de obras, los costes de los documentos de identidad o de conducción, las tasas de basuras y de vados en aceras, son algunos ejemplos. Sus precios suelen ser más alto de lo debido. Porque también constituyen un impuesto indirecto. Porque lo pagan inevitablemente todos los usuarios, ciudadanos y habitantes.

Periódicamente se pone de moda referirse a John Maynard Keynes, el economista de la Gran Depresión. Y es porque, en los ciclos económicos largos, a la fase próspera de los 7 años de vacas gordas, le sucede, desde los tiempos del Faraón, la fase deprimida de los 7 años de vacas flacas. Que, además, en los sueños del faraón del libro de José, se comían algunas de las vacas gordas, desandando parte del avance logrado. Keynes propuso, para reactivar la economía deprimida, aumentar el gasto de las instituciones públicas. Pero en el contexto en el que se encontraba la economía de su época, aún había muchas cosas útiles y oportunas por hacer. Se podían realizar numerosas obras públicas necesarias, nuevas, no repetidas: carreteras, autopistas, vías férreas, presas, puentes, aeropuertos, urbanización de zonas a desarrollar, etc. Esto es lo que están haciendo ahora en China, para mantener un ritmo «razonable» y suficiente (para crear empleo) del 6-8% de crecimiento anual, cuando sus mercados exteriores flaquean. Habiendo sido China, durante el último lustro, la fábrica polivalente del mundo. El estado totalitario chino está aplicando correctamente a Keynes, promoviendo un desarrollo sostenido, a través de la construcción de toda clase de infraestructuras y mercados internos, entre otras acciones y apoyos. Y sirviéndose de sus propios medios de pago (sus reservas de divisas y activos realizables son incontables) para financiarse sin inflación.

El problema surge cuando aplicamos a Keynes en un estado moderno desarrollado. La oportunidad y la conveniencia de las obras públicas en general que realiza el Estado u otros organismos públicos, porque no son incumbencia de nadie, pero benefician a todos son su novedad, singularidad y utilidad. Veamos un ejemplo de una actuación inversa y perversa. Es normal que en los distintos países, a lo largo de la historia, se vaya construyendo sobre los restos destruidos dejados por los antecesores. En Madrid, no. El firme profundo y de calidad del primer tramo de la calle Alcalá, se está levantando. Y está dejando al descubierto el adoquinado de hace más de 60 años, que lleva engarzadas las vías del tranvía, que circuló por aquí entre 1871 y 1972. La calle Fuencarral está prácticamente levantada entre gran Vía hasta casi llegar al Tribunal de Cuentas. Lo mismo ocurre con calles transversales como Pérez Galdós o San Onofre. Simultáneamente en la Puerta del Sol, bajo el anuncio del Tío Pepe, se rompen aceras y placas de granito de casi 2 m. de profundidad para acceder a las canalizaciones de las «utilities». ¿Son necesarias estas obras «sobre obras» para reordenar el tráfico de la zona? ¿Aportan novedad, diferencia y utilidad a los ciudadanos? ¿Qué ganamos con pagar temporalmente «peonadas» a un grupo de personas, si su calidad temporal y su competitividad siguen siendo bajas?

Ésta es una gestión demasiado frecuente de las instituciones públicas modernas: miopes, electoralistas, despilfarradoras, prepotentes (porque sí), poco útiles. Que deberíamos poder evitar.