La Guerra Multifuncional, Total o Multidisciplinar.
La Guerra Moderna.
Hasta ahora las guerras se libraban entre “naciones” grandes y pequeñas. Ellas eran las únicas capaces de generar una “voluntad de defensa”, concretada en unas fuerzas armadas y en el apoyo de la economía y la diplomacia de sus sociedades, para la defensa de sus intereses estratégicos y nacionales y su supervivencia. Existía un procedimiento o protocolo para su declaración y para la firma de los tratados de paz. El que no respetaba las normas de honor era considerado infame y si resultaba derrotado, podía esperar un severo castigo. El presidente Roosevelt, el lunes 8 de diciembre de 1941 a las 12:30 p.m. hora de Washington, en su discurso ante el Congreso estadounidense reunido en sesión conjunta, y transmitido por radio a la nación, declaraba: “Ayer fue un día marcado por la infamia… Ruego a Uds. declaren la existencia de un estado de guerra entre los Estados Unidos de América y Alemania, Italia, el Imperio japonés y todos sus aliados”. Y al final fueron Hiroshima y Nagasaki.
Las guerras modernas duraban unos pocos años. Tras los cuales, agotada la capacidad industrial y la voluntad de defensa de los vencidos, no necesariamente invadidos u ocupados, éstos aceptaban su derrota y se firmaba la paz. Cuando las condiciones del armisticio y de la paz eran demasiado leoninas y humillantes, originaban nuevos “impulsos o arranques” vitales de defensa en el pueblo derrotado. Buscando superar y vengar los agravios recibidos y/o percibidos. Ellos eran el germen seguro de una futura guerra en el término de una generación, medida en unos 25 años. Recuérdese el tratado de Versalles o “Diktat” contra Alemania, firmado el 29 de junio de 1919, promovido por Georges Clemenceau, llamado el Tigre. Cuyos últimos pagos, referidos a intereses del principal ya liquidado, los acaba de hacer a finales de septiembre de 2010 la Alemania reunificada, unos 90 años después de aceptados.
La amenaza del uso del arma atómica en la guerra entre las potencias industriales, alejó indefinidamente el peligro histórico y recurrente de una guerra de intereses de cualquier clase entre ellas. Los mandos civiles y militares o dirigentes de todas ellas, han exhibido a lo largo de más de 65 años un tacto exquisito, apoyados por la diplomacia y la economía nacionales, en las relaciones internacionales y en la resolución de los conflictos planteados. Ninguna cuestión “menor” relativa merecía asumir el riesgo de una guerra nuclear incierta, costosa y sin claros “vencedores”. En todo caso, las grandes potencias hegemónicas o las principales de una zona estratégica, dirimían regionalmente su lucha ideológica y de intereses. Y lo hacían mediante guerras limitadas y compartimentadas regionalmente.
Fuerzas «internacionalistas» cubanas ayudan a Etiopía en 1977.
Donde combatían sus naciones “socias” y “correligionarias” locales subsidiarias no atómicas, incluso fuera de su zona estratégica natural. Ahí tenemos el caso de Angola, Cuba y Suráfrica, tras la descolonización de la primera. También la lucha en el cuerno de África de la Etiopía de Mengistu Haile Mariam, Cuba y la Somalía de Siad Barre. La derrocación de este último, tras su derrota en la guerra por arrebatarle el desierto de Ogadén en 1991, precipitó a Somalía en el caos en el que aún se encuentra. Y tenemos el caso de Israel y los países árabes limítrofes, que le amenazan periódicamente con su eliminación y con echar al mar a los judíos supervivientes.
En las guerras contemporáneas han irrumpido, marcando carácter, las comunicaciones modernas: las inalámbricas u ondas de amplio espectro, las redes viarias y los vehículos diversos a motor. Un desafío especial, que se plantea en todos los conflictos coactivos, no necesariamente armados en todas sus fases, es la llamada guerra cibernética. Concretada en los ataques al “enemigo” a través de la red universal de comunicaciones inalámbricas. Estas agresiones son capaces de penetrar las líneas de seguridad de primer y segundo niveles, las más conocidas o comunes. Y atentar contra las bases de datos y los procesos de los ordenadores normales de empresas, particulares e instituciones. Hasta hace unos pocos años, sólo los estados desarrollados tenían acceso a su tecnología de vanguardia. Y esto enlaza también las guerras de 3ª y 4ª generaciones: el empleo de los ciberataques no está ya en manos de las grandes potencias. Por ejemplo, alocando los ordenadores de las plantas de hostiles o golfos de enriquecimiento del uranio 235. Hoy en día, pequeñas naciones y grupos de aventados rebeldes o de pilluelos vanidosos, con ciertos conocimientos y magros recursos, pueden realizar con éxito ataques cibernéticos a cierto nivel.
Fuerzas norvietnamitas equipadas con metralletas de diseño ruso PPSh-41.
En las últimas décadas, las guerras se están manifestando en unos niveles muy asimétricos de medios y esfuerzos enfrentados. Tanto es así que los estadounidenses les llaman guerras de 4ª generación o asymmetric wars. Pero que no son más que las viejas guerras de guerrillas de la Historia. Y, muchas veces también, de liberación nacional. No olvidemos que siempre se ha vilipendiado al enemigo rebelde y respondón. Al que se le juzga por las leyes de sedición armada y ataques contra la seguridad del estado. Napoleón así tenía en consideración a los españoles a partir de mayo de 1808. O las potencias europeas a las naciones nacientes en África y Asia, tras la II guerra mundial, desde Argelia hasta Indonesia, pasando por Angola (que los portugueses decían que era una provincia nacional) y Vietnam.
Nacimiento y Situación de la Guerra Híbrida.
La Primera Generación de guerras estaría marcada por el desarrollo y consolidación del concepto Estado. Las guerras de Segunda Generación estarían caracterizadas por el compromiso de las sociedades en la causa o la Patria; sus modelos son la Revolución Francesa; aparecen las revoluciones industrial y de los transportes, que posibilitaron la extensión del teatro de operaciones, no tanto la velocidad de las maniobras, y ampliaron el espectro de los objetivos. En ellas se emplearon ejércitos literalmente de masas, donde el choque tenía gran importancia e independientemente que la caballería o la infantería fuera el arma principal. En las guerras de Tercera Generación, a finales del siglo XIX y en el XX, la tecnología moderna fundamenta y modifica las acciones. Y el factor que coadyuva a la definición de las guerras de Cuarta generación es la globalización y el retorno al hombre como actor decisivo. Ahora, cerrando el bucle histórico y definitorio llaman guerras de V generación a las guerras híbridas o multifuncionales, que, realmente, siempre han existido. Con la participación mayor o menor de cada uno de los “medios de intervención” disponibles en el grupo social, para conseguir las “funciones de intervención” buscadas.
Los tanques de la U.R.S.S. luchan contra un enemigo elusivo y fugaz en Afganistán.
No por nominar hoy en día con una palabra exótica y nueva, preferentemente extranjera, se crea así un “medio o una función de intervención” fresco y prometedor. El problema es que el desconocimiento de la historia, aún la reciente, empobrece los nuevos conceptos, ideas y situaciones conflictivas. Sin ganar en aplicación, eficiencia y capacidad cognitiva por ello. Con esto sólo se incide o se repite la historia anterior, para volver a aprenderla. Y que, como en una hélice helicoidal, sólo se cambia el “plano de ejecución” temporal fenoménico. Donde se mantienen incólumes y ahora ocultos en parte, los distintos “parámetros esenciales” de los fenómenos y epifenómenos de los conflictos y luchas.
En Afganistán, la “experiencia” soviética de lucha contra la insurgencia entre diciembre de 1979 y enero de 1989, como fuerza invasora y opresora, apoyando a un régimen de su órbita, resultó un completo desastre para la U.R.S.S., al no conseguir ninguno de sus objetivos estratégicos o nacionales. Pero, en Siria, los insurgentes se asentaban y controlaban unos territorios cuasi definidos. Y los defendían bien hasta el año 2016, tras la intervención de Rusia..
Y los rusos a partir de su exitosa, pero muy corta experiencia allí, preconizan hoy en día el empleo de un “centro de mando coordinador” en cada teatro de operaciones. Que estaría encargado de coordinar, en un esfuerzo convergente y global, los medios específicos a disposición del mando del teatro. Cada “medio de intervención” estará aquí especializado en función de las tareas a cumplimentar.
Fuerzas rusas enviadas a Siria en apoyo del régimen de al-Assad.
Las tareas a coordinar en el teatro, para impulsar las políticas adecuadas a los intereses de Rusia y a la convivencia y la paz, serían: de carácter militar ordinario o especial y de asesoramiento; diplomáticas; de cooperación con administraciones civiles y fuerzas gubernamentales u otras presentes; de reconstrucción y apoyo a la población. Aquí intervendrían los diplomáticos, ingenieros civiles, técnicos de administración, educadores, unidades de policía rural, asesores económicos y sociólogos. Formando “paquetes funcionales” mixtos a integrar en el “centro coordinador” de intervención y colaboración.
A todo esto le llaman los rusos la doctrina Valery Guerasimov. Aunque no es más que una recopilación de políticas, tendencias y actuaciones de antes y ahora.
Las fuerzas militares estarán destinadas a las operaciones regulares de ataque y defensa. Incluidas la custodia de objetivos sensibles, tanto personales y grupos industriales como de estructura e infraestructura; el establecimiento y defensa de puestos de control, tanto fijos como itinerantes; el ataque a las bases, concentraciones y movimientos de fuerzas enemigas importantes; un patrullaje de combate y/o reconocimiento que cubra el territorio en manos o amenazado por los irregulares y la ocupación de posiciones enemigas tomadas.
La doctrina estadounidense multidisciplinar está contenida en el concepto, los reglamentos y las actualizaciones de la Modern Air Land Battle. Y aplican en su política y actuaciones los mismos “medios de intervención” que todas las grandes potencias. El general James Mattis, Secretario de Defensa hasta el jueves 20 de diciembre de 2018, en que se colmó el vaso de sus discrepancias con Trump, por su orden de retirada no consultada del contingente de 2 mil soldados estadounidenses de Siria.
Mattis explicó en su carta de renuncia, de un modo condensado, fácil y profundo las ideas del Pentágono sobre la guerra híbrida o multifuncional. Para que Trump pudiera entenderlo. “Nuestra fortaleza está unida a la fortaleza de nuestro sistema de alianzas. Y, de forma similar, debemos ser inequívocos y resolutivos con los países cuyos intereses y tendencias son opuestos o están en tensión con los nuestros”.
LOS SEALs
Casi todos los “medios de intervención” del Estado, empleados para conseguir sus objetivos nacionales, ya estaban presentes en la panoplia de medios a su disposición, mucho antes de ésta nueva denominación de la Guerra Híbrida. Las “funciones de intervención” eran desarrolladas por “medios” adaptados a las posibilidades reales de su época. Y conseguían los objetivos buscados, aunque fueran muy específicos. Ahí tenemos las acciones del SAS (Special Air Service) como “fuerzas especiales de intervención puntual con objetivo limitado” en la retaguardia del enemigo. Luchando contra éste y para apoyar y colaborar con “fuerzas de resistencia al ocupante” locales. En los EE UU tenemos a los SEAL, los Rangers, la fuerza Delta y las Special Forces, entre otras. En Alemania está el grupo GSG 9. en Australia y Nueva Zelandia tienen el mismo nombre que el cuerpo británico.
Las necesidades estratégicas y tácticas de la guerra y las funciones de los “medios de intervención” son poco variables. Y su variabilidad es función de las mejoras en capacitación general, alcance, velocidad, capacidad de choque y fuego sobre el enemigo, comunicaciones entre “medios”, protección de estos, etc. Que brinden las sucesivas tecnologías aplicables a los “medios”
Todas las metrópolis coloniales, peleando en las guerras de liberación planteadas después de la II Guerra Mundial, desarrollaron en grado y fortuna variables, métodos y políticas de desarrollo civil, de vinculación de los naturales de ultramar a la nación, de “ganar los corazones y las mentes” de la población autóctona.
(CONTINUARÁ)