La Guerra de Afganistán, Hoy

La ministra Chacón suele centrar sus argumentaciones para solicitar al Congreso su autorización para incrementar el contingente español en la ISAF, en que “a más hombres, más rápidamente acabarían sus tareas y su compromiso en Afganistán y más pronto regresarían todos”. Si se tratase simplemente de realizar múltiples tareas civiles y educativas, en localizaciones diferentes, es posible. Y con tal de que la Tabla de Tareas, ordenando los trabajos y midiendo sus tiempos, no impidiese los trabajos en paralelo, ni apretujara a los hombres, neutralizando sus esfuerzos. Pero se trata de realizar una parte de las labores cívicas económicas necesarias en una guerra contra una insurrección armada, creciente, desparramada y decidida. Y los hitos en el tiempo de la insurrección los marcan los avances en las labores militares, a cargo de otros ejércitos en presencia más comprometidos con ellas.

Introducción.

Para efectuar una campaña eficaz contra los rebeldes irregulares en Afganistán, es necesario establecer: la estrategia política, incluyendo alianzas nacionales y extranjeras firmes y estables; la estrategia militar, incluyendo los medios a su disposición y quiénes y cuándo los aportarán y mantendrán; y las prioridades y marcos de acción de los esfuerzos cívicos y bélicos de la guerra irregular.

¿Se busca la derrota total y efectiva de los talibanes? ¿Están de acuerdo el presidente Karsai y los otros miembros y apoyos del gobierno afgano? ¿O prefieren algunos un acercamiento a los grupos más moderados de los talibanes? Que realmente son los que ven en el diálogo una forma de avanzar en sus planes últimos. La ideología islámica radical imprime carácter. Es muy dudoso que, quienes la tienen por su misión y razón de ser y, además, estén ganando posiciones, influencia y adeptos civiles, deseen negociar sinceramente, algo que no sea el cómo y el cuándo de la rendición enemiga y la marcha de su país de los militares extranjeros invasores infieles. Por último, ¿ha servido la Jirga o asamblea de notables afganos convocada en mayo por el recientemente reelegido Karsai, para un acercamiento nacional?

La actuación de los ejércitos regulares en presencia.

Las unidades tácticas de los ejércitos aliados (la ISAF y los EE.UU.) en Afganistán son los batallones y regimientos. Con las fuerzas de un batallón intentan barrer una zona supuestamente insurrecta siguiendo un sentido y dirección, en cuyo límite opuesto han desplegado un cerrojo. Con un regimiento suelen intentar ya una operación de cerco y aniquilación en una zona enemiga dada, separada de lugares y aldeas civiles. No parece que esto sea suficiente ni eficaz. La prueba es que cada vez más, la insurgencia se pasea por donde quiere. Y los soldados occidentales se protegen en sus acuartelamientos. O patrullan reiteradamente, sin eficacia contra guerrillera, por ciertos lugares acotados, dicen que para evitar bajas civiles. Tienen los guerrilleros montañeses unas armas naturales de las que carecen los soldados europeos actuales: la motivación, la paciencia, la calma, la agudeza de los sentidos, la resistencia física, la autosuficiencia y la sobriedad.

Por su parte, al ejército afgano le falta instrucción, experiencia, espíritu de cuerpo e interés combativo. Pero es nativo, no ocupante, y no parte de cero. Y con la habilidad y profesionalidad de sus mandos y asesores extranjeros, puede adelantar etapas rápidamente. El coste a pagar mientras tanto es el tiempo, prolongado en una lucha interna dolorosa, sangrienta y costosa.

Los talibán o talibanes.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. La cercanía ideológica y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura hace que sus células no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada. Esto les permite operar bastante bien sin la intervención de sus altos mandos. La muerte de algunos altos jefes en un bombardeo estadounidense, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular.

Los insurrectos, por la fuerza y por su popularidad, en una mezcla variable y siniestra, son capaces de mezclarse y diluirse con la población civil pashtún y esconderse seguros en casas, zulos, cuevas, etc. Aunque una parte de la población esté a su lado, la coacción ejercida por insurrectos armados existe siempre. Si el ejército afgano es capaz de proteger permanentemente un barrio o población de los ataques o de la presencia de los hostiles irregulares, puede también ir progresivamente exigiendo la lealtad nacional debida a sus habitantes. Lo que es inadmisible es que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad.

Los pueblos montañeses pashtunes son numerosos, pequeños y diseminados por las amplias zonas a ambos lados de la frontera entre Afganistán y Pakistán. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre Afganistán y Pakistán, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre las zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtún. Sólo los distinguen de las tribus locales, su mayor fervor y proselitismo religioso y su actual actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro. Su logística es tan parca, que es frecuente, en zonas muy batidas por los soldados, que los guerrilleros transiten desarmados. Y que sean armados de nuevo por los grupos locales a los que acceden, tras su viaje. Los talibanes no dejan fácilmente una “huella operativa” detectable por los sensores y artilugios electrónicos modernos.

La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento en la defensiva estratégica. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración y el minado de caminos y veredas. Concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. En un grado mucho menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida en Afganistán.

La propaganda constituye un objetivo estratégico básico de los insurrectos, con el que colaboran entusiasmados los medios y las agencias occidentales. Cualquier ataque rebelde con éxito es inmediatamente retransmitido al mundo. Esto debilitará siempre la voluntad de permanencia de los EE.UU. y sus aliados. Sus “grunts”, llamados por sus casas, quieren regresar, para gozar del consumo variado y superfluo y las vacaciones exóticas.

Los insurgentes saben que la lucha no acabará simplemente porque las fuerzas de los aliados se retiren. Esto hace que algunos grupos de este mosaico variopinto, preocupados por las consecuencias graves e imprevisibles de que se instaure luego un caos social, puedan ser atraídos a dejar las armas con arreglos políticos y civiles. Por otro lado hay que explicar y convencer al pueblo que la mejor forma para que cese la presencia militar extranjera, es la desaparición de la rebelión talibán. Las mejoras continuas en comercio, servicios, suministro de energías están teniendo efectos positivos y deben ser expuestas enfáticamente por la administración nacional. Recíprocamente, su destrucción o sabotaje por los rebeldes debe ser siempre capitalizado en su contra por los medios y agentes del estado afgano.

La lucha contra la insurgencia irregular en Afganistán.

Las guerras contra los irregulares armados son por naturaleza largas, dolorosas y difíciles. El carácter prolongado, por el lado rebelde, se origina de la necesidad de que una fuerza “popular”, partiendo casi de la nada, se desarrolle y se extienda y llegue a derrotar moral o militarmente a un ejército regular propio o de ocupación. A su vez, el carácter prolongado por el bando oficial y regular se debe a que una rebelión más o menos popular y extensa, delata una importante fractura en la estructura y en la convivencia de la sociedad que las sufre. Y su reparación y recuperación son largas y costosas. Las dificultades y los crueles males surgen por el elevado componente civil que participa en ellas. Son guerras localizadas en el patio de casa, en la retaguardia propia u ocupada. Aquí no hay frentes a establecer y retaguardias operativas acogedoras, protectoras y abastecedoras. Lo que hay son grupos de enemigos, de apoyo logístico y de información de éstos y de simpatizantes de ellos, integrados según el distinto coraje personal de sus miembros, y todos ellos extendidos y asentados por un territorio sin límites ni retaguardias clásicas.

Los aspectos operativos de la guerra afgana contra los rebeldes irregulares deben centrarse en la lucha por la movilidad y la iniciativa. Para conseguir fuerzas suficientes y mantener la iniciativa, los ejércitos aliados y afgano deben concentrarse en la defensa de sus objetivos estratégicos y de sus comunicaciones. La defensa de poblaciones menores, especialmente fuera de las zonas pashtunes, debe recaer en unidades locales de auto defensa y de policía, apoyadas por unidades militares móviles, que patrullen por todo un sector amenazado.

Las fuerzas contrainsurgentes tienen varias misiones que cumplir simultáneamente. Deben defender sus bases, cuarteles y reductos. Y no simplemente limitarse a las labores de guarnición y espera. Que son de las tareas que más erosionan y carcomen la iniciativa, la disposición combativa y la motivación de las fuerzas regulares en este tipo de lucha. Deben perseguir sistemática y continuamente a las bandas, especialmente sus bases y unidades mayores o concentraciones de bandas. El fuego aéreo no es más que una parte del plan de fuegos de apoyo de las operaciones de ataque, hostigamiento y cerco y aniquilación de las fuerzas terrestres regulares y especiales. Deben defender las instalaciones vitales para el esfuerzo contrainsurgente, especialmente sus comunicaciones terrestres. No es necesario aferrarse a nudos de comunicaciones, puentes, túneles y a los Km. de vías, sino protegerlos activamente. Deben ganar progresiva y firmemente el apoyo de la población afgana. Unido a este acercamiento, están las verdaderas “bases” regulares (no son las grandonas, “seguras” y aislantes), cercanas o insertadas en los pueblos y aldeas. Como posiciones seguras que protegen a los civiles y trabajan con y para ellos. Y desde las que se expande y asegura el territorio afgano arrebatado a la influencia de los rebeldes armados.

Veamos sucintamente la posible distribución de las bases militares en función de la actividad enemiga. En las zonas más favorables a los talibanes, los puestos militares deben ser sólidos y resistentes, pocos y con mayor guarnición. En estas áreas deben predominar la exploración de las bandas y las mayores operaciones ofensivas contra ellos, sobre sus bases, concentraciones, refugios y pasos.

En las zonas donde los rebeldes intentan asentarse, progresar y llegar a dominar a los civiles, partiendo de las zonas pashtunes del este y del sureste de Afganistán, los puestos serán más numerosos y con menos tropas. Éstas son las zonas más lábiles, de guerra más irregular, de encuentros (la emboscada lo es) más frecuentes. Aquí se decide, primero, el avance y el progreso y, finalmente, el triunfo de uno de los dos contendientes. Las comunicaciones enemigas y los núcleos rebeldes en estas áreas son los objetivos operativos de las fuerzas leales, junto con la defensa de las poblaciones. Apoyándose, en parte, en fuerzas de autodefensa locales, reforzadas por patrullas militares muy móviles, incluso helitransportadas. Asegurada la defensa de un área en estas zonas, es posible exigir lealtad a la población protegida, y comenzar las labores de apoyo económico y de rearme cívico nacionales.

En las áreas más leales o neutrales y pacíficas es necesario ensayar las técnicas y los métodos de acercamiento sincero y efectivo a la población afgana. Las fuerzas nativas de autodefensa, apoyadas por patrullas militares móviles, a cargo de una zona manejable, deben soportar aquí el peso de mantener su propia seguridad. En esta zona pueden localizarse las reservas helitransportadas y mecanizadas suficientes, para ser enviadas en operaciones de apoyo o de ataque a las otras 2 clases de zonas operativas. También las brigadas de apoyo económico y de rearme cívico, pueden tener aquí sus almacenes y barracones centrales.

(CONTINUARÁ)

Al-Qaida en Irak

Gran Golpe a la Franquicia Terrorista: la Caída de tres Importantes “Abus”

Hace ya unas semanas nos han vuelto a dar la noticia de la muerte violenta de Abu Ayyub al-Masri y de Abu Omar al-Bagdadi. Resultaron definitivamente muertos el sábado 17 de abril, durante el ataque a su vivienda de fuerzas militares combinadas estadounidenses e iraquíes. El objetivo estaba al suroeste de Tikrit, la tierra natal de Sadam Hussein, ejecutado en 2006 por las autoridades iraquíes. La casa quedó destruida, ya que le tiraron hasta cohetes medios, en un exceso de fuego pesado profiláctico y protector, habitual con los estadounidenses.

El Resumen de la Situación.

Los cadáveres de los dos jefes insurrectos fundamentalistas estaban en un hueco del edificio, donde se habían refugiado. También aparecieron en la vivienda los cadáveres de un ayudante de al-Masri y de un hijo de al-Bagdadi. El jefe de las fuerzas estadounidenses en Irak, general Odierno, calificó las muertes como “el golpe más importante que se ha dado a al-Qaida en Irak desde el comienzo de la insurgencia” (a mediados de 2003).

Seguramente se olvidaba de la muerte de Abu Musab al-Zarqaui. Que fue el anterior jefe de al-Qaida en Irak, muerto en junio de 2006 en un ataque aéreo selectivo. Y en una etapa mucho más activa y tenebrosa de la polifacética insurgencia armada iraquí. En enero de 2004, la inteligencia norteamericana interceptó un memorándum de 17 páginas escrito por Abu Musad al-Zarqaui y dirigido a Osama bin Laden, en el que le expresaba su preocupación por su supervivencia: “En Iraq no hay montañas donde podamos refugiarnos, ni bosques en cuya espesura nos podamos esconder. Hay ojos avizores en todas partes. Nuestras espaldas están expuestas y nuestros movimientos se realizan a la vista de todos”.

En Iraq las bases insurrectas están siempre en las ciudades y poblaciones más favorables a la actividad de los distintos grupos rebeldes armados. Y rodeadas o permeadas por las fuerzas militares locales y foráneas. Por ello, no todas las poblaciones son defendibles de los poderosos medios militares, ni los insurrectos tienen la intención de hacerlo. Aquí no existen formas numantinas de lucha militar sin esperanza.

Al-Masri era el actual jefe de al-Qaida en el país. En octubre de 2006 anunció la creación de una coalición con algunos grupos insurrectos sunníes, auto proclamada Estado Islámico de Irak. Permeada y dominada por al-Qaida, la coalición quedó desde entonces bajo el mando de al-Bagdadi.

A finales de 2003 comenzó a revelarse una alianza de colaboración entre los baasistas iraquíes y los yihadistas extranjeros o miembros de Al-Qaida, la organización islámica radical internacional que opera en Iraq superpuesta a la subversión nacional. Los objetivos de Al-Qaida son generales, imprecisos y amplios. Cualquier gobierno o sociedad no islámica radical sunní es su enemigo potencial. Los extranjeros muhaydines realizan la inmensa mayoría de los ataques suicidas.

Los baasistas, “las redes leales” o “ahl al thiga”, que eran el núcleo de la insurgencia sunní y que buscaban restaurar su control, en un país donde apenas son el 20% de la población, les brindaban a aquéllos infraestructura logística, refugio y colaboraban en la coordinación de los ataques. El flujo de mártires iluminados era suficiente y constante. Era muy común que la organización terrorista le pagase a la familia del suicida una pensión permanente mensual, que podía alcanzar hasta los 600 o 700 euros y que financiara también su atención sanitaria y la educación de los niños.

Hoy en día, al-Qaida en Irak es una organización mucho más deslavazada y acosada que hace 3 o 4 años. Sus células o grupos locales están descoordinados operativamente. Y el daño que realizan contra el pueblo iraquí (en los EEUU les es mucho más difícil atacar), árabe como ellos, es el que pueden hacer las fieras acorraladas y/o heridas. Son acciones locales limitadas, por lo que su trascendencia operativa es menor.

Los sunníes iraquíes no ya mantienen relaciones importantes con al-Qaida. Han ido incorporándose progresivamente al esfuerzo militar oficial desde primeros del 2007. A través de las milicias al-Sahwa o del despertar sunní, de auto defensa del territorio de los clanes y las tribus. Fueron promovidas y desarrolladas por el general David Petraeus, sin contar mucho al principio con las autoridades chííes y kurdas iraquíes. También se han ido integrando progresivamente los sunníes en partidos y coaliciones políticas interreligiosas y laicas, para poder participar en los comicios de 2010. Convencidos de la necesidad de participar para influir efectivamente en la actual situación política y social de Irak. Y de que en 2005 desaprovecharon una importante oportunidad, al abstenerse de concurrir a las elecciones, dejando todo el gobierno iraquí en manos de los chiíes y los kurdos.

Precisamente, el martes 20 de abril, las fuerzas aliadas estadounidenses e iraquíes realizaron otra acción conjunta en Mosul, en la que resultó muerto Abu Seheib Ahmed al-Obeidi. Este elemento faccioso era el jefe de los grupúsculos locales de al-Qaida en las provincias al norte de Irak, Kirkuk, Nínive y Salahadín.

Las informaciones que permitieron la eliminación de tres de los terroristas más buscados en Irak, las facilitó un terrorista de segundo nivel capturado hace unas semanas, según declaró el general Qassem al-Musaiu, portavoz militar iraquí. No sabemos el grado de persuasión empleado para obtener los datos del informador. Los más duros, sanguinarios y recalcitrantes terroristas islámicos suelen derrumbarse, por ejemplo, si se les envuelve en una piel de cerdo. Como es una religión formal, el pecado de impureza se comete independientemente de la voluntad del transgresor. Y su entrada al Jardín de las Huríes, por un tiempo desconocido e indeterminado, no necesariamente eterno, correría un serio peligro de fiasco y malogro.

Alcance, Contenidos y Razones de los Nombres Utilizados por los Terroristas del Califato Mundial Imposible.

Esos nombres, para un occidental, pueden resultar complejos y pomposos. Y aún evocar nobleza. Como un González de los Santos y Martínez-Arraiz. O cualquier otra combinación de apellidos simples, que recordemos o nos imaginemos. Pues, no. Estos tipos se significan empleando términos paupérrimos, sumergidos en ambientes familiares y locales estrechos. Y propios de sociedades agrarias no desarrolladas, donde sólo tienen sentido y alcance los apelativos y nombres.

Al-Masri o al-Bagdadi son dos toponímicos. Y quieren decir respectivamente, el egipcio y el bagdadí o de Bagdad. Y Abu Omar y Abu Ayyub quieren decir padre de Omar y padre de Ayub. Así como bin o ben Laden quiere decir hijo de Laden, el nombre familiar. Y bin Saud significa hijo de Saud, el fundador del conocido reino saudí. Y podría corresponder a uno de los “mil príncipes” oligarcas de la monarquía islamista radical wahabita.

Abu Seheib Ahmed al-Obeidi, se podría expresar como Ahmed, padre de Seheib, natural de Obeidi. En la época del Profeta, muchos compañeros y jefes islámicos añadían el Abu al resto de su nombre. Era como un galón más. Ahora los terroristas yihadistas imitan esa distinción de los primeros tiempos de la Yihad.

Es decir, los nombres de estos rebeldes truculentos primitivos radicalizados, son como nuestros Manuel el de Rita, Xuan el del cura (un posible hijo del pecado), el hijo de la parida o Perico de los Palotes, muy conocidos todos en sus casas a las horas de comer.

La Batalla de Marjah.

La Operación Moshtarak (“Juntos”, en dari, una de las lenguas regionales afganas) ha comenzado. Con algunos periodistas, especialmente estadounidenses, insertados en las unidades empeñadas en las operaciones ofensivas. Y otros esperando las informaciones oficiales en las “bases de partida” del distrito de Marjah.

Para la operación se han reunido unos 15 mil soldados aliados, de la OTAN y afganos. El contingente EEUU lo forman unos 4 mil marines y 800 soldados del US Army. Los afganos son 2 mil hombres y acompañarán a los estadounidenses en los ataques y ocupaciones. Los británicos son 4 mil hombres y hay contingentes de Canadá, Dinamarca y Estonia.

Los Objetivos Estratégicos Operativos de la Operación Juntos.

Varios son sus objetivos operativos. El primero y no explicitado al público es asestar un golpe rápido y contundente a los talibanes, adelantándose a las habituales operaciones de la primavera. Y mostrándoles quiénes han tomado ahora la iniciativa.

Se trataba también de erradicar la producción de droga del distrito de Marjah. Según la Agencia de la ONU para la Lucha contra la Droga y el Crimen Organizado, el 42% del opio mundial se produce en la provincia de Helmand. Y Marjah es uno de los centros principales del cultivo de la amapola y de su procesamiento químico. Los británicos fueron anteriormente los encargados de combatir su cultivo en la zona. Y de pacificarla, para la implantación efectiva del Gobierno de Kabul en Helmand. Pero sus esfuerzos, hasta el pasado verano, fueron insuficientes e ineficaces para lograr esos dos objetivos. A pesar de la presencia, a 40 Km de la villa de Marjah, de más de ocho mil soldados británicos, desde hace unos ocho años.

Dentro de la estrategia de contrainsurgencia se busca limpiar de talibanes la zona y proteger a sus habitantes de su influencia. Se supone que la trascendencia del éxito de las operaciones será indefinida. Ya que el Gobierno no puede solicitar la lealtad del pueblo, si éste no es defendido eficaz y permanentemente de las represalias de los talibanes, si retornan.

Otro objetivo operativo es el de dar cancha a los soldados del Ejército afgano. Aumentando su autoestima y su experiencia, probando sus capacidades operativas y organizativas y contrastando sus lealtades.

Por último, se quiere que Marjah sea un “centro de prueba y verificación” de las distintas técnicas de pacificación y de desarrollo civil, de aplicación inmediata y futura en el resto del país. En una guerra contra rebeldes nacionales armados, estas operaciones civiles son el otro “brazo”, complementario y necesario, de las actuaciones militares con éxito sobre aquéllos.

La Situación de Partida en Helmand y Marjah.

En la zona de operaciones del distrito de Marjah, viven entre 100 y 150 mil campesinos. Entre ellos se dispersan, en pequeños grupos de no más de 40 o 50 hombres, un total de menos de mil (según fuentes del ISAF) o de dos mil (según el “comandante” rebelde Qari Fazludin) talibanes.

Algunas fuentes de la lucha contrainsurgencia cifran en diez mil (este es un número recurrente en las luchas contra islamistas rebeldes en Oriente Medio) el número de talibanes armados. Y calculan que sólo unos tres mil están “motivados”, el resto son “mercenarios”. Esto es impensable y ridículo. Supone que con esos activistas militantes y misioneros, controlan amplias zonas del país y tienen a la defensiva (la mayor parte del tiempo) a unos 150 mil soldados extranjeros y a unos 100 mil militares y afganos.

En la zona se esconden numerosas y pequeñas plantas de “procesado de la amapola” para la obtención de heroína, y de confección de los “artificios explosivos”, con los que los talibanes hostigan los movimientos militares por el sur del país. En lo que va de año, en mes y medio, han muerto 73 militares de la OTAN en Afganistán, víctimas de bombas y de suicidas explosivos. Los talibanes no suelen gestionar directamente el negocio de la producción y el mercadeo de la droga. Por ejemplo, los traficantes indican que, en los centros de procesamiento de Marjah les pagan a los talibanes entre $600 y $1200 mensuales, como impuesto canónico.

El terreno del distrito está surcado de canales de irrigación, que drenan el río Helmand, para los cultivos. Y es de difícil transitabilidad para los vehículos militares. Está reforzado para la defensa, especialmente cerca de Marjah y en su interior, en torno a su bazar, por una red muy rala de posiciones de combate y trincheras de comunicación, protegidas por una maraña inconexa de pequeños campos de minas y de numerosas trampas explosivas o “bobby traps”. Que son “sorpresas ingratas”, letales y mutilantes, activadas por personas que no las esperan encontrar a su paso.

La información sobre el trazado y los edificios de la villa, captada por los satélites y sensores militares, permiten a los atacantes establecer unas vías de penetración en el poblado, separando definidamente los sectores de avance y la responsabilidad táctica de cada batallón, para evitar el fuego amigo y la confusión en las maniobras. Así pueden establecer centros de gravedad del ataque en los edificios públicos, mezquitas y otros puntos singulares. Y definir bien los posibles puntos fuertes enemigos, donde sería necesaria una concentración puntual (“golpe”) de fuego pesado de apoyo. Éste debería ser directo, aportado por blindados pesados en subordinación de guerra en cada sector. Con la precisión del tiro filante, se evitarían muchos daños indeseables en personas y bienes ajenos.

El Desarrollo de la Operación Juntos.

En los días previos al inicio de las marchas al contacto se distribuyeron octavillas por la zona, avisando de la inminencia de la operación. Se dice oficialmente que fue para evitar los daños colaterales, “collateral damages”, (mejor, en español, indeseados) de civiles no combatientes. Sin embargo, a punto de concluir la ocupación y limpieza de Marjah, los muertos registrados de civiles y de talibanes están casi igualados. Además, el ministro afgano de Defensa Abdul Rahim Wardak, desde la capital de Helmand, Lashkar Gah, ofreció una mano abierta a los talibanes que se rindieran, aprovechando el programa de paz y reconciliación nacional. Un viejo principio operativo de la guerra dice que “guerra avisada, no mata soldado”.

Los estadounidenses y afganos partieron el viernes 12 de febrero de los campamentos Cuello Duro, Price y Bastión, situados al norte del distrito. Estaban apoyados y transportados en parte, por unos 60 helicópteros de ataque Apache y de transporte Chinook. Los británicos y el US Army avanzaron desde su conocida ciudad de Lashkar Gal, a 40 Km al este de Marjah. Los primeros se concentraron en torno a Nad Ali, una villa al norte de Marjah. Que es el centro del apoyo logístico de la operación.

La defensa de los talibanes no es una defensa móvil, ni una defensa retardante con cesión de terreno. Ni tienen un plan de fuegos coordinado. Sólo aspiran a hostigar por fuego directo ligero y medio intermitente a las tropas. Cuando se detienen brevemente para neutralizar unas minas o unos artificios explosivos artesanales. O cuando están esperando nuevas instrucciones para avanzar o están avituallándose. Dentro de Marjah, con calles estrechas y laberínticas, los soldados deben avanzar por dentro de los edificios, evitando los cruces importantes y las plazas. Como dato, podemos decir que un portavoz comunicó que los marines necesitaron nueve horas para avanzar una milla en el interior de la villa, en los días cruciales de este asalto.

A los 4 días de iniciado el ataque, ya había hasta 21 civiles muertos en los combates, reconocidos por las fuerzas aliadas. Y dejando aparte a otros cinco civiles muertos por un ataque de la aviación en Kandahar, hacia el este. Unos 13 fueron abatidos al principio de las operaciones, por el fuego de cohetes antitanques lanzados contra edificaciones de adobe. Otros 3 o 4 murieron el lunes 15 en el intercambio de disparos con los rebeldes.

La artillería se emplea en ataques deliberados antes de la irrupción, para batir posiciones de fuego, observatorios de las distintas armas, posiciones de combate y el rechazo de las avanzadas de combate (en el borde de los poblados), a lo ancho del sector de avance en el límite anterior aproximado detectado.

Aquí el enemigo es una infantería ligera irregular. Sin medios pesados de rechazo. El fuego pesado contra sus posiciones en poblado, sólo puede acarrear bajas civiles indeseables. Posiblemente, en el primer caso, los atacantes habían realizado un reconocimiento por el fuego, que puede ser correcto en combates con otro ejército. Esta conducta militar es reiterada. Y ocurre aún en los casos en que declaran tener un exquisito cuidado para no producir bajas de no combatientes. Está promovida por la repugnancia que sienten los altos mandos y luego los oficiales y sus hombres, de ser muertos o mutilados en los combates a las distancias próximas. Donde las unidades sólo tienen el apoyo de sus armas orgánicas. Y las diferencias de formación, entrenamiento y equipamiento con el enemigo irregular resultan en la práctica menos “asimétricas”. Y evitaban tradicionalmente esos combates, primero arrasando por el fuego y luego ocupando lo que quedaba.

Dos generales afganos actúan como portavoces de las fuerzas aliadas, dando periódicamente a los periodistas destacados en las bases de partida, la información sobre el desarrollo de las operaciones. Aquéllos forman parte de la sección G-5 del EEMM de operaciones, “guerra psicológica y relaciones civiles”. También el Gobernador de Helmand, Gulab Mangal ofrece ruedas de prensa a los informadores. Y el sábado 13 ya aseguraba que: “hemos capturado 11 posiciones enemigas y su resistencia está controlada”.

En los primeros días de la ofensiva han muerto varias decenas de combatientes enemigos y unos 15 han sido detenidos. Entre los últimos, el llamado “gobernador” talibán del distrito. La batalla se está desarrollando más en avanzar, bombardeando o cañoneando las posiciones sospechosas y ocupando y consolidando los avances logrados. El cerco externo y el control de las posibles vías de escape de los guerrilleros están a cargo de los británicos y de las fuerzas auxiliares de Canadá, Dinamarca y Estonia. Que también defienden las vías de comunicación aliadas. Calculan que la operación se completará en unos 30 días.

El primer día murieron un marine, por fuego enemigo, y un británico, víctima de una explosión. También el sábado 13 murieron otros cinco militares de la OTAN, tres de ellos estadounidenses, en ataques con explosivos improvisados y en un tiroteo. Pero no se ha aclarado si esto ocurrió en la zona de Marjah o en otra parte del sur del país. El lunes 15 murió un británico.

Consideraciones Finales.

Uno de los objetivos de la operación, presentada ya como un éxito a los escasos días de iniciarse, ha sido el desalojo ordenado de los talibanes del distrito. Y su ocupación por los marines y las fuerzas del Ejército afgano.

Queda por delante toda una labor de ganarse el respeto, la confianza y la lealtad de los lugareños. Y de que comiencen a aceptar al gobierno central afgano. También es necesario ofrecerles un futuro de paz, seguridad y prosperidad. Sustituyendo sus medios de vida actuales, basados en el cultivo de la adormidera y en el transporte de droga, por otros que les resulten razonablemente rentables. Y que no les trasladen simplemente a una agricultura de subsistencia sin esperanza. Los marines son excelentes fuerzas de acción. Pero en las vulgares y pacientes tareas de ocupación y de civilización de un territorio más o menos hostil y extraño, son mediocres, lejanos y desmotivados.

Sin éxitos militares sucesivos sobre el enemigo armado insurrecto nativo, no se dan las premisas para la conversión nacional y democrática (dentro de los márgenes de su cultura y religión) de los clanes y tribus locales y regionales afganos. Cuyos parlamentos operativos son las shuras o jurgas (asambleas); cuyos jefes y “padres” son los maliks locales; cuya religión altamente socializada es el Islam; cuyos códigos de conducta, derechos y honor son el Pashtunwalli y sus variaciones raciales.

El aumento de la presión militar contra los talibanes en el sur, les puede llevar a trasladarse en parte a la frontera con Pakistán (áreas pashtunes), donde la guerra se ha intensificado, o a las zonas uzbecas y tayikas, al norte del país, o hazaras, en su centro. En ocasiones han llegado hasta las provincias del noroeste, Herat y Badghis, donde operan las fuerzas españolas. Con misiones y reglas de enfrentamiento diferentes a las de los aliados combatientes.

Pero ése no es un Camino de Santiago. Las distancias son largas, los satélites militares vigilan, los parajes no siempre son amigos o neurales, no hay zonas preparadas de refugio, descanso o aprovisionamiento, y es necesario viajar en pequeños grupos dispersos inconexos.

Una ruta de escape de Helmand, pasa por la provincia de Farah, donde existen dos concentraciones de talibanes en Bakwa y Bala Baluk. Si van a Herat, deben cruzar el vale de Zirko y el paso de Shindand, donde España ha sufrido tres bajas en los últimos años, para alcanzar las zonas rebeldes. Si van al distrito de Bala Murghab, donde se han hecho fuertes, deben ir a Badghis, en cuya capital Qala i Naw está en construcción avanzada una gran base hispano afgana.

Hay que tener en cuenta que la asimilación e incorporación de nuevas fuerzas en los últimos casos, está limitada por las características y la organización de los talibanes.

El Suicidio y la Yihad islámica II.

(CONTINUACIÓN)

Los grandes Grupos religiosos del Islam: el Sunnismo y el Chiismo.

El sunnismo, que siguen más del 85% de todos los musulmanes actualmente, acepta como revelación de Allah el Corán y la tradición (la sunna) del Profeta. Ésta la forman sus hechos y sus comentarios o hadices, recogidos por los discípulos. El mayor o menor rigor en la selección y aceptación de esta tradición caracterizan a tres de sus escuelas teológicas, fundadas a caballo entre los siglos VIII y IX. La escuela más abierta y flexible, la chafií, fundada por el palestino al-Chafii, muerto en El Cairo en el 820 a la edad de 53 años, nos abre una puerta esperanzadora a la evolución moderna pacífica del Islam. Ella acepta también el consenso de los sabios de la comunidad islámica y el razonamiento analógico o qiijas, como vías correctas para la adaptación del Islam a todos los tiempos y lugares, desde su origen rural, analfabeto, pobre, medieval y rodeado de hostiles. Para ello parte del hadiz “Alá reconoce el bien en lo que los musulmanes han juzgado como tal”.

Existe una gran diferencia ideológica y práctica entre el sunnismo y el chiismo. Éste se siente perseguido por dos razones. La ortodoxia dinástica, ya que el cisma chií surge a partir del cuarto califa, Alí, primo, yerno y compañero del Profeta. Y la ideología que proclama y defiende, porque admite menos fuentes de revelación divina. Así, el chiismo asume históricamente una actitud fatalista, pasiva, incluso de sufrimiento físico por ello, a la espera del retorno del imam (califa) desaparecido Éste es el nombre que toman los guías político religiosos en el chiismo y que no tiene nada que ver con el imam o lector de las mezquitas sunníes. Aquél vendrá como al-Mahdi (el guiado por Alá), en un momento dado de la Historia, para hacer triunfar a la Umma (comunidad islámica universal) ortodoxa (casualmente, ellos). Pero modernamente también se han dado en el chiismo casos de acción insurgente violenta, incluso con cierto éxito e implantación popular, como en el Irán de Jomeini y en El Líbano con Hezbolla o partido de Alá.

El Homicidio. Características de los Suicidas. Su Empleo por los Fanáticos religiosos.

No es fácil hacer cometer suicidio a una persona normal, serena y preparada. El atentar contra un semejante es un acto violentísimo, para el que menos de un 5% de la población está “preparada” de modo natural o innato. Y esto no quiere decir que lo vayan a realizar. Sólo que están más capacitados naturalmente para actuar como personas armadas eficaces. Si a esto se une el instinto de supervivencia, poderoso e innato en todos los hombres, el suicidio inducido es algo que resulta extraño y difícil en general.

En general, en el 90% de los suicidios está presente algún componente mental distorsionado, afectado. Si las dificultades, privaciones y oprobios afectasen tanto a los hombres, como para empujarlos al suicidio, la Humanidad no hubiese sobrevivido a todas las penalidades y sinsabores que le han acompañado continuamente en el devenir de su historia. Nadie hubiera sobrevivido a los gulags, campos de exterminio y campos de reeducación levantados contra la Humanidad por los desquiciados y malvados de turno. Cuando una persona se suicida por un desengaño amoroso, por ejemplo, detrás tiene un cuadro mental de melancolía, debilidad, inmadurez y ansiedad, en un cóctel variable y fatal, que le desarma y le induce a ello.

Y no vale decir, en el relativismo actual, que es una “opción elegida”. Porque la gente se muere de infecciones, daños circulatorios, cánceres y accidentes, y no se elige esa muerte. Las sociedades modernas tienen en el suicidio una de las primeras causas no naturales de muerte. En España superan ya a las víctimas de los accidentes de vehículos. Sin embargo, salvo en algún país aislado, las sociedades miran para otro lado, rehuyendo la visión dolorosa y sin prestar la debida asistencia médica y psicológica a los afectados y a sus familias.

Para vencer las repugnancias naturales de los hombres para atentar contra otros o contra ellos mismos, hay que aplacar y neutralizar temporalmente los citados instintos humanos. Veamos algunas motivaciones empleadas para ello.

Una motivación “negativa” es la pérdida crónica de las necesidades básicas naturales: sustento, familia, seguridad, refugio y cobijo, expectativas y progreso razonable. Ella es un acicate efectivo para inducir al empleo de la violencia liberadora a una parte de la sociedad, especialmente a los jóvenes idealistas. La motivación “positiva” serían los premios económicos que distintas organizaciones radicales islámicas dan a las familias de los mártires. Y estos son tanto los caídos en combate como los suicidas.

Siguiendo el camino hacia la psicología y el alma humana, la motivación religiosa es otro medio poderoso de convicción y arraigo. Los suicidas de la Yihad son catequizados metódica e intensamente. Los versículos coránicos relacionados con la Yihad, se los saben de memoria. El “ejemplo” de otros suicidas los rodea en su vida cotidiana, en forma de fotos, manuscritos, vídeos testimoniales y compañeros de destino. Sus predicadores, nos resistimos a llamarles imames, les aclaran sus dudas y les alientan a alcanzar prematuramente el Paraíso. Que está destinado especialmente a los mártires de la Yihad.

El suicida debe pasar desapercibido en el lugar elegido para el ataque, por su edad, género, aspecto y actitud. Debe también ocultar perfectamente su artefacto y su equipo. Para poder acercarse a su objetivo y hacer explotar aquél. Su pasaporte para el Jardín de las Huríes es llevarse con él al mayor número de enemigos muertos y mutilados. Así, los daños físicos que se ocasionan en torno al punto de explosión son “daños no buscados” o colaterales (los “collateral damages”, que copian algunos del inglés).

El Islam, sus Grupos religiosos y el Suicidio.

Lo que no le dicen sus mentores y correligionarios al suicida en formación, es que su estancia en el citado Paraíso no es eterna, sino indefinida. Allah no ha tenido a bien revelar su duración o final.

Por otro lado, sólo hay un versículo del Corán que prohíba expresamente el suicidio, sin extenderse demasiado: Sura, 4 aleya 33 (29) “…Oh, creyentes… no os matéis a vosotros mismos…”. Probablemente fue así por la repugnancia natural que las tribus sencillas y primitivas tienen en cometerlo. En las recomendaciones de higiene, que en su origen todas las religiones escritas dan a sus fieles, no había que insistir mucho para su prevención.

Un “ideólogo” de Al-Qaida, Abu Yahya al-Libi, desarrolló una teoría de base “religiosa” sobre el “daño no buscado”, referido a personas. Según ella, se permite a sus militantes matar musulmanes cuando esto es inevitable. Y a veces, más que cuando sea inevitable, cuando sea también útil. Así, en un mensaje donde asumieron la autoría de un ataque de agosto de 2009 en Bagdad, la organización deseó a los sunníes heridos una rápida recuperación y expresó su esperanza de que los muertos fueran aceptados por Dios también como ‘mártires’. Debido a que Al-Qaida tiene capacidades limitadas para atacar a sus enemigos occidentales, la organización mantiene su influencia y notoriedad atacando periódicamente en países con mayorías musulmanas. Entonces, si se examinan los ataques de 2007 y no se consideran los perpetrados en Irak y Afganistán, la proporción de no occidentales muertos por Al-Qaida sube a 99%. Este porcentaje fue del 96% en 2008. O sea que, entre 2006 y 2008, los no occidentales tenían 38 veces más probabilidades de morir por un ataque de Al-Qaida que los occidentales.

En estos años, son los seguidores de la Sunna, los que están utilizando el suicidio en la Yihad islámica. Lo emplean al-Qaida, los talibanes de Afganistán y Pakistán y los miembros de Hamas. Los chiíes del Hezbollah libanés y de Irán no lo utilizan habitualmente. Aunque en el ataque contra los cuarteles de las fuerzas occidentales en Beirut en octubre de 1983, que fue la presentación en sociedad de Hezbollah, los conductores de los camiones llenos de explosivos lanzados contra aquéllos, eran suicidas.

También los iraníes emplearon a sus milicias basijs en ataques frontales masivos contra las posiciones fijas reforzadas, defendidas con campos de minas, de los iraquíes durante la guerra de 1981 a 1989. Los basijs eran “milicias populares” de la República Islámica de Irán. Sin organización, método, disciplina ni demasiada instrucción militar. Pero estaban llenos de ansias religiosas y patrióticas. Los últimos en llegar a la revolución jomeiní, tenían que demostrar su fervor y militancia. En las ciudades también se habían convertido en un problema para las autoridades clericales chiíes, que canalizaron su impulso redentor hacia el frente enemigo.

Durante la Gran Guerra Patriótica de la URSS contra Alemania, un general estadounidense destacado en el Frente (un grupo de Ejércitos) comandado por Georgi Zhukov, le preguntó a éste cómo era que lanzaba su infantería campo a través por los campos de minas alemanes, para alcanzar el límite anterior de la posición de defensa alemana. Es de señalar que en la infantería eran alistados los hombres peor formados y entrenados del Ejército Rojo: los campesinos y los obreros poco cualificados. La artillería, los ingenieros, la caballería, los tanques y las escasas unidades motorizadas se llevaban a los escasos mejores hombres que había. Zhukov le explicó que las bajas que sufrían eran poco más o menos las mismas de un ataque a una posición preparada alemana…y se admitía que ése era el caso.

Los hombres eran en ambos casos auténticas “carnes de cañón”. Dos ejemplos de cómo los grandes de la tierra tiranizan a sus pueblos y de cómo los grandes, los oprimen. Sin diferencias en las ideologías y los tiempos.

Tan sensible contra el suicidio es el Islam que la segunda mayor “organización” islámica de Indonesia, llamada Myhammadiyah, ha prohibido fumar a sus 30 millones de afiliados. La razón es que el tabaco mata y que el Islam prohibe el suicidio. Indonesia, con más de 220 millones de habitantes, es el cuarto país más poblado del mundo. Es el país con mayor población musulmana, unos 200 millones, y también el tercer consumidor mundial de cigarrillos.

Las Acciones posibles contra la Yihad islámica desde el propio Islam.

Ante ese terrorismo (acciones de guerra contra objetivos generales, inocentes e indiscriminados) propio, el mundo islámico se paraliza y no sabe qué decir o hacer. Afirman sus portavoces e intelectuales que el Islam es paz y tolerancia. Pero esto no es totalmente cierto, como acabamos de ver. La mayoría de los musulmanes se distancian de los atentados por oportunismo, para proteger al Islam, preocupados por el creciente rechazo que sufre en Occidente. Pero, ¿cuándo intervienen en la polémica los ulemas o los muftíes? Casi nunca.

No se ha dado en el Islam una reflexión profunda sobre la oportunidad política y religiosa de la violencia. ¿Alguien conoce a pacifistas islámicos activos? No se trata de que reaccionen los intelectuales laicos musulmanes. Éstos no son operativos de la manera que conocemos en Occidente, ya que para un buen musulmán la política, la sociedad y la religión forman una trinidad única, excluyente e inseparable, establecida por Allah. Además, el fracaso social y político de los intelectuales laicos árabes quedó refrendado con el de las élites nacionalistas, izquierdistas y europeizadas, que impulsaron la independencia de las distintas naciones árabes tras la II guerra mundial.

El Islam tiene que asumir que la Yihad fue necesaria para la instauración y la defensa de la primitiva comunidad de creyentes. Estableciendo el Profeta el estado islámico a partir de la destrucción violenta de la jahiliyya (la barbarie existente anterior al Islam) árabe. Y aún pudo ser útil la Yihad para su rápida extensión por el mundo, por el estado existente de cultura y desarrollo de las civilizaciones medievales. Pero que su oportunidad histórica no existe actualmente. Y entonces debe ser reemplazado por “otro tipo de esfuerzo en el camino de Alá”, cuyo concepto ya existe en la sunna y que podría ser retomado y proclamado por los ulemas y los muftíes piadosos, que son los ideólogos del Islam verdadero y perenne. Y, por cierto, los mismos gozan de una independencia política, social y económica amplísima: son respetados y/o temidos por los gobiernos en sus respectivos países.

Ya desde el surgimiento de las 4 principales escuelas teológicas sunnies citadas, cobró fuerza el principio del esfuerzo de reflexión personal, el ichtihad, en el Islam. El ichtihad va a permitir el desarrollo de la cultura árabe, tanto en lo tocante a los aspectos civiles (ciencias, comercio, literatura, arte) como al enriquecimiento de su teología; es la base de jurisconsultos como al-Chafii. El ichtihad es fuente de lucidez, creatividad, enriquecimiento, progreso y paz en el camino del esfuerzo personal y colectivo hacia Dios (esto es el núcleo y la razón del Islam), cuando ya la Umma se ha extendido y multiplicado enormemente por el mundo.

Hacia el siglo XI (siglo V de la hégira o marcha a Medina), los teólogos cierran la puerta al ichtihad. El enfoque metodológico islámico se altera: a partir de entonces, se imita, se repite, se abusa de los compendios.

La Estrategia de los EE. UU. en Afganistán.

Introducción.

En la etapa actual de la guerra de Afganistán, cuando los rebeldes fundamentalistas islamistas están extendiendo sus ramificaciones e influencias fuera de sus territorios habituales pashtunes y baluchis, los estadounidenses están discutiendo al más alto nivel sus objetivos estratégicos y operativos de esta ya larga campaña.

La estrategia nacional (llamada también “gran estrategia” hasta la década de los años treinta del pasado siglo) trata de la definición de los grandes objetivos de una guerra. En su consecución se incorporan todos los recursos del estado. Es decir, la economía, la diplomacia, la propia sociedad y los medios militares. La estrategia militar, como parte de aquélla, define los objetivos de un teatro de operaciones, de una campaña, y asigna los medios militares, generalmente escasos y aún poco suficientes, que recibe del estado para alcanzarlos.

La táctica se dedica a la preparación y a la realización óptima y favorable de los combates, frente a un enemigo que se opone por medios violentos al logro de los objetivos estratégicos propios. Entre ambos niveles de actuación militar, existe un “espacio de actividad” eminente y esencialmente práctico, llamado nivel operativo o estrategia operativa. Su misión es optimizar los empleos de las tácticas y de los medios disponibles en la campaña o el teatro de operaciones. Para ello, define y conceptualiza las marchas, las batallas, etc., es decir, tanto las operaciones militares como su correcta sucesión en tiempo y lugar, buscando el cumplimiento de los objetivos militares decisivos.

Uno de los problemas de la estrategia en Afganistán de los estadounidenses es que para ellos, el dinero es una cuestión estratégica secundaria, evidente y bastante fácil de dar. Y generalmente siempre ha sido así. En la II Guerra Mundial sufragaron en parte los esfuerzos de guerra de otras naciones aliadas. En IraK compraron clanes sunníes, con soldadas y contribuciones a fondo perdido, para alejarlos de Al-Qaida y de la rebelión promovida por el Partido Baaz y por los funcionarios y militares iraquíes despedidos en masa, sin más, por el incompetente Paul Bremer. En Vietnam apuntalaron durante años el régimen del Sur, incapaz de entusiasmar y arrastrar a su pueblo a la defensa firme y comprometida de un régimen libre nacionalista democrático (con todos sus defectos de gestación y parto), sobre el que pesó la incapacidad y la falta de probidad de sus políticos.

Otro de los problemas de la estrategia estadounidense en Afganistán es su repugnancia civil y nacional a pagar el “precio de sangre” necesario para actuar militarmente, con contundencia, decisión y eficacia en los niveles de sección, pelotón, equipo o team y hombre, en una guerra irregular. Precio de sangre que es inevitable en cualquier guerra. Y que es menor de lo que la “percepción sesgada por el temor” vaticina y amenaza. Porque tratándose de una “guerra de guerrillas” (le llaman ahora pomposamente de “cuarta generación” o asimétrica), contra rebeldes armados, el “precio de sangre” nunca será tan alto como en una guerra de tercera generación, contra un ejército moderno, tecnificado y mecanizado, que maneje bien la estrategia operativa.

Tampoco los estadounidenses tienen un compromiso permanente e indefinido, el marchamo del buen aliado, con el régimen político afgano. Que es un rompecabezas incoherente de intereses tribales y personales, aglutinado por el poder que hoy detentan y se reparten. Tampoco se puede “impregnar” en su totalidad y sin más, una democracia inorgánica occidental en un país musulmán con una estructura social antigua y firme, pero poco evolucionada. Sin principios y formas liberales en su idiosincrasia (esto no se adquiere con unas inyecciones de “liberalismo forte”) los dirigentes y jefes populares utilizarán los nuevos mecanismos de poder que se les ofrezcan para aumentar su influencia y beneficio, en la sociedad supuestamente moderna y libre, pero inarticulada. Aquí, el principio de fondo es que una democracia islámica (basada en la Umma, el Corán, la sunna del Profeta y la Sharia o el conjunto de leyes penales y civiles basadas en ellos) no es igual a una democracia liberal.

Un problema importante de la estrategia en Afganistán de los EE.UU. es su falta de cercanía y de compromiso con el pueblo afgano. Que percibe a los “extranjeros infieles armados” en su territorio, como algo temporal, relativo, ajeno, dañino y superpuesto a sus intereses y necesidades cotidianas, familiares, tribales, culturales y religiosas, por este orden. Solamente algunos británicos consiguieron, a título personal, ser aceptados, respetados y estimados por los pashtunes y baluchis. Era la época del Imperio de la India británica y de la ominosamente famosa Frontera del Noroeste, con Afganistán. En una etapa histórica lejana, cuyos acontecimientos discurrían a una menor velocidad que hoy en día, los “turnos de servicio” (“military tours of duty”) en ultramar duraban algunos años.

Entonces, con el tiempo, algunas figuras extranjeras, que verdaderamente se integraban y trabajaban en el ambiente tribal, consiguieron su inmersión personal con los pashtunes y baluchis. Eran individuos que exhibían las cualidades de sobriedad, resistencia, respeto, valentía, justicia y benevolencia, que el Pashtunwalli o código de conducta y honor de las tribus, apreciaba y promovía, a su estilo. Y que actuaron generalmente como oficiales de las fuerzas indígenas de infantería ligera. Que fueron reclutadas al oeste del valle del Indo, en las estribaciones de las cadenas montañosas fronterizas. Y que se empleaban por los británicos para contener a las tribus más indómitas o belicosas en sus zonas tribales. O para castigarlas con incursiones punitivas y exacciones de multas, por sus desmanes o abusos, que realizaban generalmente fuera de aquéllas. Las soldadas percibidas por estos pashtunes movilizados suponían: unos ingresos importantes para sus tribus, dada su economía de subsistencia o de rapiña, y un status social privilegiado para ellos, en sus familias y clanes. La lealtad de estos pashtunes a su uniforme y a sus jefes británicos fue constante y ejemplar.

Un problema no menor de la estrategia de los EE.UU. en Afganistán es que carecen de un “liderazgo socio militar proyectado”, de una figura dirigente que les ofrezca iniciativa, esfuerzo, sudor y lágrimas para defender por unos años decisivos, una causa que sea aceptada por la mayoría del pueblo estadounidense. No olvidemos que se actuó en Afganistán para derrocar al régimen reaccionario, retrógrado e hiperintegrista, que daba cobijo, amparo y apoyo a la cúpula intelectual e inspiradora de Al-Qaida: el árabe internacionalista islámico Bin Laden, su especie de “consejero delegado”, el médico egipcio Al-Zawahiri, y su “Corte” del terror contra Occidente y contra la mayoría de los regímenes islámicos establecidos. Y que la doctrina Bush estableció, quizás sin ser explicada bien ni aceptada  popularmente, que esas “asymmetrical wars” (irregulares y con bajo nivel de equipamiento militar) se sostenían y eran necesarias, para alejar de los territorios estadounidense y de sus aliados, las amenazas del terrorismo foráneo fundamentalista de cualquier origen, religión o ideología.

La Situación Actual.

Según definió el “New York Times” a mediados de Octubre pasado, el “resident pessimism”, en relación con la guerra en Afganistán, se ha asentado en la Casa Blanca y en el Consejo Nacional de Defensa. Quiere decir algo así como un “pesimismo duradero” para evaluar y decidir la estrategia de los EE.UU. en Afgannistán.

El general de ejército Stanley McChrystal, al mando de las fuerzas en el teatro de operaciones, en un informe de 66 páginas presentado en Septiembre pasado, reclamaba al menos unos 40 mil soldados más, para poder ir imponiéndose al enemigo en armas. La cúpula del Pentágono apoya este refuerzo. Sin embargo, otras personas o agencias estadounidenses suponen que será necesario incrementar las fuerzas en presencia en dicho teatro hasta casi el doble de las actuales. Es decir, sólo podrían ir controlando y venciendo a los insurgentes, si desde los 68 mil hombres actuales pasan a contar con unos 130 mil y en el plazo de un año.

Para ello hay que considerar las necesidades logísticas de un ejército moderno, muy tecnificado, equipado y mecanizado, como el estadounidense. Que se concretan y satisfacen con un flujo constante de equipos, repuestos, consumibles, armamentos, municiones, combustibles, vehículos, hombres y unidades militares. Logística que es soportada por una red de almacenes regionales y locales y una flota de vehículos pesados de larga distancia y ligeros de reparto, hasta los puntos de recogida de las pequeñas unidades. La capacidad de las infraestructuras de Afganistán no puede sostener un despliegue logístico de tantos hombres en un plazo de sólo 9 meses (listos para la próxima campaña primavera verano, cuando las operaciones vuelven a retomarse).

El enviado especial del presidente Obama para la evaluación de la situación en Afganistán, Richard Hollbrooke, ha señalado en un informe que existe actualmente el peligro de disponer de “medios militares insuficientes” en la montañosa zona de la frontera afgano pakistaní. Esto quiere decir que las “zonas bases madres” de los talibanes y de Al-Qaida estarían en esta etapa poco acosadas militarmente. Y con capacidad libre para extender su actividad hacia el norte de Afganistán.

El influyente vicepresidente Joseph Biden no es partidario de incrementar las fuerzas, sino de seleccionar y diferenciar los objetivos militares insurgentes. Así, mediante las diferentes fuerzas especiales terrestres, internándose en “long range combat patrols”, los aviones no tripulados y los bombardeos selectivos con bombas guiadas, atacar a las guerrillas de Al-Qaida en las zonas montañosas pashtunes al este y sureste de Afganistán. Si el problema fuese sólo militar (por tratarse de unas bandas de narcotraficantes o de ladrones) y si las células de Al-Qaida no fueran miscibles con los grupos talibanes, en cuanto a apoyos, información, logística y blancos de oportunidad, esta estrategia selectiva y constreñida tendría un “chance”.

Resulta interesante considerar que Joe Biden fue elegido por Barack Obama para su “ticket electoral”, por sus conocimientos y experiencia en política internacional. Algo que es muy apreciado y necesario en un país, en el que tradicionalmente el público en general mira más y se preocupa del propio ombligo nacional. Hasta hace poco tiempo, Biden era considerado un “halcón” del Partido Demócrata y era defensor en el Senado de una mayor implicación de los EE.UU. en Afganistán.

Rahm Emanuel, el jefe del Gabinete de Obama, algo así como el ministro Secretario del Presidente, apoya las ideas de Joe Biden. Y piensa que un incremento de las fuerzas militares en Afganistán puede llevarlas (a ellas) a un callejón sin salida operativo, como el caso de Vietnam.

Por su parte, los Secretarios de Defensa Robert Gates y de Estado Hillary Clinton mantienen una postura común, creemos que más realista y pragmática y con posibilidades, al menos sobre el papel. Ambos Secretarios defienden la necesidad de mantener la lucha contra la insurgencia y de insistir en la formación y el despliegue de las fuerzas armadas afganas, para luchar contra los talibanes. Al mismo tiempo, proponen incrementar la persecución de los grupos de Al-Qaida en el teatro AfPak, como llaman a esta zona geoestratégica, contando, por tanto, con la ayuda del ejército paquistaní en su país.

¿Qué pasará, por fin? Espero que el inteligente y asiduo lector tenga ya elementos de juicio para verlo. Su interés le debe llevar a complementar este trabajo con la lectura de «Operaciones en Afganistán y Pakistán». Y cuando pueda, descenderé al estudio directo de las tácticas y técnicas de contrainsurgencia que se pueden emplear aquí. Que no digan que les faltan recursos. Los alemanes, en su lucha contra los partisanos soviéticos, sí que estaban faltos de hombres y recursos. Pero mantuvieron la iniciativa y la agresividad contra los partisanos. Y pudieron garantizar desde su retaguardia hacia el Reich, en ambos sentidos, el flujo necesario de hombres y materiales para sostener su esfuerzo de guerra contra los medios casi inagotables de la URSS.

Las Emboscadas en Afganistán.

Introducción.

Una de las tareas de los militares de la ISAF o Fuerzas Internacionales de Apoyo a la Seguridad estacionadas en Afganistán, es el patrullaje motorizado por los caminos polvorientos que entrecruzan la zona de influencia de sus acuartelamientos. Afganistán casi carece de carreteras asfaltadas: hay sólo dos. La más importante se da una vuelta redonda por todo el país, uniendo las principales poblaciones, Kabul, Kandahar, Herat, etc. Es como una gigantesca M-30 madrileña y le llaman la Ring Road. Luego está la North-South Road, que sigue este recorrido, al este del país. No son gran cosa. Las capas de asfalto tienen entre uno y dos dedos de espesor; y los calores las ablandan y se forman baches y burbujas fácilmente.

No es aquél un patrullaje agresivo. Es un patrullaje de exhibición, rutina y enlace visual y logístico entre sus posiciones principales y secundarias y con los núcleos de población cercanos.

Cuando los militares piensan que puede haber problemas, reciben el apoyo de la observación aérea. Son aviones de exploración no tripulados (los UAV, por sus siglas en inglés), cuyo uso se extiende en este conflicto asimétrico. Algunos pueden detectar (en condiciones ideales) a 5 mil metros, si una persona va armada. Los estadounidenses usan el modelo Predator (éste va también armado) y los españoles, el Searcher (sin capacidad de ataque), pudiendo ambos operar hasta los 350 km de su base. Los españoles cuentan también con los pequeños Raven, más sencillos, baratos, asequibles y con menores capacidades. Evidentemente, tienen sus fallitos. Los restos de un Searcher español están en manos del jefe talibán local, que pide 2000 euros por los despojos. Los españoles, muy dignos, han dicho que no negocian con los insurrectos.

En algunos casos se han atrevido los insurrectos y bandidos a emboscar a alguna de las columnas militares de marcha desde posiciones fijas y espaciadas, formando una franja o luneta como una media luna, que se abrazaban al camino de marcha. Su problema era que las armas rebeldes eran de tiro tenso y sus posiciones estaban en la pendiente anterior. Por tanto, los vehículos blindados ligeros armados de infantería extranjeros podían trabar combate ventajosamente con los guerrilleros situados en sus pozos de tirador, pequeñas trincheras y pliegues del terreno reforzados. En efecto, sus sistemas de adquisición de blancos y control de fuego les permitían la selección y la precisión de sus fuegos ametralladores contra los blancos puntuales de los irregulares. Y les obligaban a retroceder y a esconderse en las aldeas más cercanas.

Hay otros muchos más casos en que los insurrectos utilizan sus artificios explosivos artesanales (en inglés, los “improvised explosive devices”) en los caminos recorridos por los militares en patrulla. Los suelen colocar generalmente partiendo desde las aldeas cercanas, como su base improvisada operativa adelantada, y aprovechando la ocultación y el amparo de las noches. Se les tiene mucho miedo a estos artificios, famosos ya desde la posguerra de Irak. Porque son inesperados, impredecibles y difíciles de detectar (pueden estar en la carrera que ayer se recorrió y examinó), enervantes (la perspectiva anímica de la posible, aunque improbable explosión, grava mucho más que la probabilidad real de los daños del ataque) y ponen a los hombres en la defensa pasiva y a la espera, sabiendo que no se toman medidas activas para evitarlos. Las cargas huecas explosivas, que forman la mayoría de esos artificios, atacan el bajo vientre de los vehículos militares extranjeros, su parte más vulnerable y menos protegida. Ahí no pueden llevar las cargas reactivas de repulsión o un blindaje múltiple con cerámicas de los cascos de los tanques. Se calcula que los insurrectos talibanes del mulá Omar y del jeque Haqqani pueden colocar y activar durante el año 2009 más de 6500 de estas minas artesanales, en emboscadas baratas, sistemáticas, molestas y mutilantes.

Algunos corresponsales llaman a los artificios, el arma más efectiva de la insurgencia. Aunque son, en su conjunto operativo, como un inmenso campo de minas, pero que no se colocan simultáneamente, y superextendido, improbable y sin estar cubierto por el fuego enemigo.

Las Técnicas y Tácticas para Eliminar el Peligro de las Trampas Explosivas en los Caminos.

Hay varias, unas pasivas o reactivas y otras activas, que asumen la iniciativa y la agresividad contra insurrectos peor preparados y entrenados que los militares. Todas son “defensivas”. Desde que el Ministerio de la Guerra pasó antaño a denominarse de las Fuerzas Armadas y, por último, más modernamente, de la Defensa, todo es defensa.

Entre las pasivas pueden estar el incrementar el reconocimiento visual de los caminos, observando protuberancias y cambios de color que no correspondan, en los suelos de aquéllos. Los “tiempos de recorrido” de las columnas disminuirían bastante. Hay que recorrer aquéllos más despacio, mirando al suelo y oteando el horizonte, buscando también observadores al descuido, no muy lejanos. Los talibanes de Afganistán tienen la mala costumbre de grabar en video las emboscadas, para colgarlos en Internet. No suelen usar activadores de cables. Éstos son caros y pesan, y los rebeldes están en zonas aisladas y la logística es débil y complicada. Los artefactos se activan generalmente por la presión del vehículo o por un emisor de frecuencia y alcance dados; puede servir hasta un dispositivo de apertura de puertas. Con sus inhibidores de frecuencia, los militares intentan contrarrestar las ondas de radio de las frecuencias probables en la zona. Siendo los emisores más caros y complicados, cuanto más alcance, potencia y gama de frecuencias usen. Es el juego del gato y el ratón. El problema es que los guerrilleros de un área reciban un emisor activador que use una frecuencia imprevista.

También las columnas podrían ser hostilizadas con fuego de mortero registrado durante los altos que hicieran para confirmar o eliminar algún posible artificio, ya que algunos podrían ser simulados.

Otro medio pasivo sería trasladarse por fuera de los caminos, campo a través. Para los vehículos a rueda, esto no siempre es posible. Y, además, el desgaste de las piezas y el consumo de combustible aumentan mucho, como también los horarios. Al mismo tiempo, disminuye la comodidad y aumenta el cansancio de los viajeros en misiones de patrullaje largas y rutinarias.

Que no se diga que es imposible o muy difícil actuar fuera de los caminos. Ya que esto fue lo que hizo el general Valeriano Weyler, para espantar a los mambises cubanos de las cercanías de los caminos y veredas tropicales. El 10 de febrero de 1896, el general se hacía cargo del gobierno de Cuba y de la jefatura del ejército español estacionado en ella. El presidente del Consejo de Ministros Antonio Cánovas del Castillo, restaurador de la monarquía borbónica, propugnaba la política de mantener la dominación colonial en Cuba, hasta “sacrificar el último hombre y la última peseta”. Y nombró a Weyler para los cargos citados, en sustitución del general Arsenio Martínez Campos, el pacificador de la guerra de 1968 a 1978, que fracasó esta vez en acercar posiciones con los rebeldes en armas.

Los guerrilleros cubanos, en esta nueva guerra iniciada el 24 de febrero de 1895 con el Grito de Baire, aprovechaban la ocultación de la manigua y su cercanía a los caminos, para hostilizar con fuego de fusilería a la columnas y causarles algunas bajas, sin empeñarse en la lucha. Weyler pronto diseñó la técnica de rechazo del enemigo. Una exploración con capacidad de combate se adelantaba convenientemente a las columnas españolas en marcha. Se trasladaba por las maniguas (matorrales autóctonos) que circundaban a las vías de marcha, sin alejarse excesivamente del camino. Los mambises o rebeldes, formando fuerzas de hostigamiento variables y escasas, eran así levantados de sus posiciones y ahuyentados de las fuerzas principales. Los guerrilleros pronto dejaron de importunar de esta manera.

Evidentemente, al circular por los desfiladeros afganos no se puede ir campo a través, sino por el estrecho, rocoso y tortuoso camino encajonado. Pero sí se puede adelantar una vanguardia de combate, que explore y asegure ambas entradas del trecho, para la seguridad de la columna de marcha.

Por fin, existe alguna técnica activa específica para la lucha contra rebeldes irregulares, que puede ser empleada aquí. Ello busca mantener la iniciativa, la creatividad y la ley de la acción de nuestra parte. Es de lo mejorcito para alejar las emboscadas en Afganistán. Se trata del empleo independiente de pequeñas unidades de infantería ligera (en principio, tipo pelotón o escuadra) en tareas de exploración y de ataque a las bandas enemigas. Para la defensa de las comunicaciones propias, pueden emplearse agresivamente contra las bandas que las hostigan o que las obstaculizan (los artificios son como minas selectivas). Por ejemplo, se pueden internar y ocultar en un sector donde las bandas talibanes, de bandidos o milicias locales estén activas. En la noche, cuando aquéllas suelen colocar en los caminos sus artificios explosivos, las atacarán desconsideradamente (con la máxima sorpresa y para el mayor efecto). Esto exige de todos los hombres de las patrullas: formación, motivación, compromiso con la misión, entrenamiento específico, iniciativa, creatividad, autosuficiencia, sobriedad, paciencia, serenidad, alerta de los sentidos, silencio y quietud. Una ventaja que multiplicará la capacidad de combate de la patrulla militar, reside en que estas bandas descuidan su seguridad en lo que creen que es su retaguardia. Una vez que se ha producido un combate con los insurrectos, la patrulla debe ser extraída o volver a sus cuarteles. Para descansar, informar, volver a entrenarse, ser equipada y trasladarse a otro sector, cuando proceda, en otra misión.

CÓMO CAPTURAR A BIN LADEN.

Introducción.

Bin Laden es el responsable último de los atentados del 11 de septiembre de 2001. Y también probablemente del 11 de marzo de 2004. Pero de una manera laxa, de patrocinio ideológico religioso. Ya que él estaba por esas fechas, primero refugiado en Afganistán, y luego escondido en sus inaccesibles e intrincadas montañas del este.

Al-Qaida es la principal franquiciadora de referencia de los radicales islámicos, a nivel de la Umma, o comunidad islámica universal. Y esto es muy importante, porque el Islam es una religión muy socializada. El ascendiente global de Bin Laden, de al-Qaida, no lo tienen ni Hezbolla, ni Hamas, ni Irán, ni los Hermanos Musulmanes, ni Tehkrit el Taliban.

Su objetivo estratégico principal es implantar un califato universal. Y no les sirven, de partida, ninguno de los estados musulmanes actuales. O bien porque son herejes, como el chií Irán. O porque están “corrompidos”, a pesar de su radicalismo religioso, como Arabia Saudí, en manos de los mil (o son siete mil?) “príncipes” de la familia de Ibn Saud, el fundador del estado a primeros del siglo pasado. O están “occidentalizados”, como casi todos los restantes, Egipto, Jordania, Indonesia, Pakistán, Yemen, Argelia, Marruecos, Túnez, etc.

Parece necesario, entonces, perseguir, capturar a Bin Laden, a la estructura superior de al-Qaida. Unos buscando venganza por los ataques recibidos, como España y Gran Bretaña. Otros, como los EEUU, para erradicar un extremismo islamista violento. Que extiende su influencia por el mundo y que periódicamente atenta contra su país o contra sus aliados.

¿Es posible hacerlo? ¿Cuáles serán las dificultades? Las acciones directas contra al-Qaida, ¿resultarán todo lo eficaces que se vislumbran?

La “última” Ocurrencia de la Estrategia Militar Estadounidense en Afganistán.

El general Stanley McChrystal cierra el “Círculo Infernal” de búqueda y captura de Osama Bin Laden. A primeros de diciembre de 2009, el general McChrystal, jefe de las Fuerzas estadounidenses en el teatro de Afganistán, en una de sus comparecencias en el Congreso para explicar y defender la necesidad de la intensificación de las operaciones militares en Afganistán, ha desvelado su nuevo hallazgo, tras una “pensada”. El general ha condicionado directamente el éxito de la lucha contra al-Qaida a la eliminación o captura de Bin Laden. ¿Es esto cierto, hablando operativamente?

Introducción. La Situación del “problema”.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. Tanto en Afganistán como en Pakistán. La cercanía ideológica, militar y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura, flexible, descentralizada, suelta hace que sus “células” no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada de ellas. Así, dan orientaciones doctrinales, establecen grandes líneas de actuación militar y proselitista para los distintos territorios y áreas, lanzan amenazas y avisos a los gobiernos enemigos y señalan objetivos puntuales importantes (estratégicos) al nivel del conjunto de la organización. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. La muerte del mulá Omar o del mulá Haqqani y dos o tres jefes más en un bombardeo con clones o artillero, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular. El “martirio” de Bin Laden o de su “consejero delegado”, el médico egipcio Ayman al-Zawahiri, sería de casi igual trascendencia que el caso anterior.

La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos, a ambos lados de la frontera. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento a la defensiva. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a las muy pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración, con la colaboración puntual de varias bandas cercanas, y el minado de caminos y veredas. Están concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. Y en un grado menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida de Afganistán y Pakistán.

El Primer gran Intento de capturar a Bin Laden y sus Allegados directos.

En el otoño de 2001 tuvo lugar el rápido desmoronamiento del régimen talibán de Afganistán, asentado en un estado precario y mal estructurado, que daba cobijo y apoyo logístico a la jefatura de al-Qaida. sta, junto con sus “agentes de escolta”, un pequeño grupo de miembros activos y de prosélitos entrenándose, se agruparon con tiempo, formando un despliegue de marcha extenso y laxo. Y se escurrieron, siguiendo las estrechas y escarpadas rutas que les ofrecía la zona, por las montañas afganas hasta Tora Bora. Comenzó entonces, en diciembre de 2001, la gran operación de búsqueda y captura del dirigente máximo de al-Qaida. Que era el responsable directo y declarado de los atentados del 11 de septiembre contra los EEUU. Se reunieron para ello cerca de 100 grupos especializados en “Long Range Independent Operations” estadounidenses, en la zona en la que se suponía que se escondía Bin Laden. ¿Por qué no lo cogieron o lo mataron? Posiblemente, si fuesen comandos israelíes, lo hubiesen logrado.

En su día, según los informes que van apareciendo a la luz pública, dijeron que fue por “falta de medios”. «Necesitábamos más soldados allí!, declaró recientemente el agente de la CIA Gary Bernstein. Durante su testimonio, aseguró que «podríamos haber terminado todo allí». En las 50 páginas de un informe publicado este año, se citan los testimonios de varios responsables militares estadounidenses. Que vieron como sus Altos Mandos les negaban, por ejemplo, los mil hombres necesarios, según ellos, para taponar las entradas y salidas a Pakistán, o varios bombardeos.

¿Necesitaban más de 100 comandos de élite para una operación de cerco y aniquilamiento de una banda de irregulares en fuga, aterrorizados por los típicos bombardeos imprecisos y cercanos? Operación que estaría limitada a la zona donde los rastros enemigos y sus sensores electrónicos, satélites, sus espías y sus agencias inteligencias, ubicasen aproximadamente al enemigo. Rodeada la zona, mediante un doble cerco, no necesariamente continuo, sino eficaz, los comandos penetrarían centrípetamente en el área sospechosa. Actuando simultánea, paciente, metódica y sigilosamente, como un “enjambre” de pequeñas unidades. Donde el flanco y la retaguardia de cada pequeña unidad estaría defendida por su iniciativa y actividad ofensiva. Y por la “influencia” irradiada por una unidad compañera cercana.

También le achacaron parte de la responsabilidad en la escapada a un halcón como Donald Rumsfeld. Por aquel entonces, dicen ahora, que Rumsfeld declaró que si EEUU era tan duro en Afganistán (¿por capturar limpiamente al responsable de aquella tragedia alevosa y civil?), despertaría un sentimiento antiamericano mayor del que ya existía entonces. Y por eso era más partidario de una táctica más “ligera” con bombardeos controlados y la colaboración con los militares afganos. Esto no me resulta coherente ni creíble.

El fallo de una operación constituyó un decisivo fracaso estratégico. De hecho, durante años no se han tenido datos fidedignos del paradero de Osama, según acaba de reconocer el secretario de Defensa Robert Gates, el 7 de diciembre último. Y ahora, en 2009, Al Qaida está renovada y desparramada. Y Bin Laden, como el Che muerto, inspira que no comanda, a una nueva generación de extremistas islámicos, extendidos por numerosos países.

Los Antecedentes Históricos. El Escenario Geoestratégico Actual.

Abdur Rahman, proclamado Emir de Kabul en 1883, vio progresivamente reforzada su soberanía sobre la totalidad de Afganistán, a raíz del aplastamiento por los británicos del alzamiento, ese mismo año, de Ayub Khan en Kandahar. En noviembre de 1893, Abdur Rahman firmó un acuerdo formal (an “official agreement”) en Kabul con sir Mortimer Durand, secretario de Foreign Affairs del gobernador general británico en la India, Lord Lansdowne. Aquél fijó y estableció la frontera política entre la India y Afganistán. Que fue conocida desde entonces como la línea o el trazado fronterizo Durand.

El problema generado por ese trazado fue que los pashtunes, como etnia definida y diferente, quedaron divididos geográficamente en 2 partes, asentados en 2 territorios de soberanías diferentes. Las tierras pashtunes de Chitral, Bajaur, Swat, Buner, Dhir, Khyber (con su desfiladero entre Pesahwar y Kabul), Kuram y los dos Waziristanes, quedaron dentro de la India británica. Tras la independencia de la India, todos estos territorios fueron incorporados a Pakistán. El estado islámico creado entonces para satisfacer y albergar mayoritariamente a los musulmanes indios. Y que incluía originalmente a Bangladesh, en el otro extremo del subcontinente indio, donde vivían los musulmanes bengalíes.

Los pashtunes son hoy en día un 12-15% de la población pakistaní. Son una minoría pobre, situada en zonas con redes viarias insuficientes y de difícil desarrollo. Pero el 25% de los oficiales del ejército pakistaní son pashtunes. Así como también alrededor del 40% de los oficiales del ISI (el secret information service) de ese país. Los individuos de etnia pashtún son unos 25 millones en el país.

En el norte ya de Baluchistán viven tribus de etnia pashtún. En los Waziristanes del Sur y del Norte están más concentrados los pashtunes, formando un verdadero Pashtunistán pakistaní. Dentro de la gran etnia pashtún, los mahsuds (especialmente proclives a romper los acuerdos y pactos) están en la zona central de Waziristán; los wasirs y los afridis viven en la zona de Tirah y los mohmands, al norte de Tirah. La gran zona del Chitral, al noroeste del país, la forman los distritos de Bajaur, Dhir y Swat. Los pashtunes de los waziristanes son los más problemáticos, independientes y levantiscos.

En Afganistán, los pashtunes se sitúan al este y sureste, alcanzando un 35% de la población y alrededor de 12,5 millones de personas. Otras etnias importantes en Afganistán son los uzbecos (10%) y los tayikos (25%), que viven al norte del país, limítrofe con las repúblicas independientes ex-soviéticas de Tayikistán y Uzbekistán. En el centro viven los hazaras (20% de la población), relacionados con los persas y en el sur están los baluchis (10%), relacionados, a su vez, con las tribus del Baluchistán del suroeste pakistaní.

Tras la independencia de Pakistán en 1947, surgió la disputa con Afganistán por la posesión de las amplias zonas fronterizas tribales, que buscaba la salida al mar de Afganistán. Ambos países casi llegaron al conflicto armado, hasta que en 1963 firmaron un acuerdo de determinación de fronteras. Se ratificaron en él las fronteras vigentes durante el dominio británico. Y Afganistán quedó como un país interior, sin acceso a las vías marítimas.

No existe un estado pashtún independiente y soberano. Su nación está dividida entre dos estados islámicos, no rivales y complementarios. En ninguno de ellos pueden los pashtunes imponer sus reivindicaciones sociales y económicas. Hasta ahora la rebelión talibán afgana realiza sus emboscadas y ataques de objetivo limitado mayormente en los distritos de mayoría pashtún. Los tayicos y los hazaras forman gran parte de las actuales fuerzas de seguridad que se levantan lenta, penosamente y a desgana en Afganistán: unos 90 mil policías y unos 80 mil soldados nativos, con grados variables de motivación, lealtad y entrenamiento. En los distritos pashtunes no hay alistamientos al ejército nacional ni a la policía afgana. Parece a veces una guerra de liberación pashtún dentro de un país opresor o descuidado hacia ellos.

Estas políticas administrativas colonialistas eran práctica frecuente de todas las metrópolis imperiales. Repartir la soberanía de los territorios, en función de consideraciones geográficas. Como lo haría un niño, dibujando vagamente un mapa en sus juegos. Y dejar a las distintas “etnias regionales”, separadas y repartidas entre los estados forzados resultantes. Creando inestabilidad permanente y, por tanto, dependencia y necesidad de intervención o tutela exterior de las “grandes” potaencias. Ahí tenemos los casos de Moldavia, Armenia, Azerbayán, Georgia, Osetia del Norte, etc.

Barack Obama quiere alcanzar los 400 mil hombres operativos y eficaces en las fuerzas de seguridad afganas. Para poder dejar a su cargo la defensa de Afganistán. ¿Podrá motivarlos y conseguir que se alisten? ¿Serán leales a una democracia tambaleante y poco representativa? ¿Y eficaces en la dura lucha contra las insurrecciones talibán y de al-Qaida?

¿Cómo se debe combatir en las zonas montañosas tribales pashtunes?

Podemos decir que, dentro de un área parcial de éstas, el centro de gravedad de la lucha reside en el control de los pasos y en las alturas dominantes de éstos. Los despliegues militares deben ser largos y estrechos, como exige la orografía. Y en las marchas, deben aprovechar simultáneamente toda la red de veredas, desfiladeros y caminos de una zona. Lo que les brinda un cierto desdoblamiento previo para el combate. No es fácil contar con el apoyo de fuego aéreo, por los requerimientos de maniobrabilidad de las aeronaves. Se pueden realizar bombardeos puntuales de saturación sobre una posición reforzada del enemigo, que haya decidido mantener. Se deben evitar los fuegos pesados sobre los poblados, incluso sospechosos, que no respondan a la seguridad incuestionable de las propias fuerzas expedicionarias. Las unidades a emplear en las “interfases de acción” con el enemigo en estas zonas hostiles, son las pequeñas unidades de infantería ligera de élite con formación de alta montaña. Ninguna columna principal “madre”, avanzando metódicamente por estas áreas, puede sobrevivir sin destacar una avanzada de combate, que vaya ocupando temporal y sucesivamente los puntos dominantes a los flancos del sendero de avance, y una retaguardia que se adelante por saltos sucesivos observados.

La ventaja de los pashtunes sobre las fuerzas regulares, especialmente las extranjeras, reside en el conocimiento de su propio terreno, sobre él que se pueden mover a gran velocidad. Tienen una habilidad táctica elemental natural y una especial astucia, incorporada a su sentido de supervivencia. Son capaces de esperar pacientemente por una favorable oportunidad de actuación, escogiendo generalmente cuándo y dónde hacerlo. Y no tienen vergüenza en retirarse cuando sus planes no se realizan y pueden son amenazados o copados por el enemigo infiel moderno.

Además, hoy en día, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, en algunas zonas fronterizas. Que está reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones a nivel de batallón y de regimiento, de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre las zonas pashtunes donde han sido más activos. Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera Afgano Pakistaní. En ellos también se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes, a la espera de que pase de largo una creciente militar como las citadas.

Los pashtunes tienen poca disciplina militar colectiva y los fuegos pesados aéreos y artilleros enemigos les impactan en su ánimo y decisión. También les afecta mucho el ver amenazada u ocupada su línea de retirada y los fuegos ligeros y medios enemigos, cuando los reciben desde alturas superiores a las que ellos ocupan. Los pashtunes pueden atacar de noche algún objetivo que les merezca la pena, pero no son luchadores naturales nocturnos.

El conocimiento global, holístico, polivalente, integrador que requiere la aproximación a una rebelión armada político religiosa, es diverso y múltiple. Recomendamos a nuestros lectores, como complemento, la lectura de los distintos artículos que, sobre las rebeliones taliban y de al-Qaida venimos publicando en War Heat en los últimos meses. Con ello adquirirán un “prisma” para observar, discernir y pronosticar el desarrollo de aquellos “conflictos modernos”.

La Guerra de Guerrillas y la Experiencia Cubana II.

(continuación)

Estratégicamente se iba perfilando todo como un intento del «26 de Julio», para llevar al pueblo a una acción urbana, fulminante y decisiva, contra el gobierno. Era la última oportunidad de la línea liberal y democrática del Movimiento, además, en amplia mayoría en sus filas, frente a la línea radical y escuálida que se aglutinaba en la Sierras Maestra, del Cristal, de Baracoa y de Nipe. Porque lo que se cuestionó en el análisis posterior de los hechos por la Dirección Nacional colegiada del «26 de Julio», fue la validez de una ideología (la liberal democrática) por el fracaso de una táctica mal aplicada.

La principal Confederación de Trabajadores de Cuba (CTC) se abstuvo de ayudar a los huelguistas y el Partido Socialista Popular fue excluido específicamente. El FON, la otra fuerza laboral, sin demasiada capacidad de diálogo con las patronales y sin suficiente penetración entre los trabajadores, fracasó en la organización de la huelga. La consigna para la huelga general se comenzó a transmitir al pueblo por la radio a las 11 de la mañana del miércoles 9 de abril de 1958, sorprendiendo a todos en sus trabajos y ocupaciones. Falló la movilización correcta del pueblo, en aras de la seguridad de la compleja operación. Sin embargo, ya en marzo el «26 de Julio» emitió un Manifiesto llamando a la huelga y existía una «creciente» de sabotajes en las ciudades, que envalentonaban a sus miembros para su «operación cumbre final». Por ejemplo, en la noche del 15 al 16 de marzo estallaron sólo en La Habana nada menos que cien bombas y petardos.

En marzo, Batista nombró jefe de la Policía Nacional, al brigadier del ejército Pilar García. El gobierno se mantenía calmado. Hacía tiempo que no se realizaban redadas de elementos hostiles. Pero pronto comenzó a actuar. Hizo un uso amplio de falsas proclamas de huelga, en los días que disponía hasta su inicio. Consiguiendo intoxicar la comunicación entre los rebeldes urbanos y el pueblo. Y que éste llegase a sospechar de la autenticidad de la convocatoria fidelista. Agentes de la policía, equipados con los brazaletes rojos y negros del «26 de Julio», fueron empleados extensamente en acciones de confusión popular y de ataque y desarticulación de los comandos de acción y sabotaje.

El resultado de los esfuerzos para iniciar y extender la huelga general, se concretó en un número de acciones y éxitos inconexos, aislados y costosos. Y que no llegaron a involucrar a las masas populares en los hechos. La mayor parte del comercio, de los transportes públicos y de las industrias de la Gran Habana, no secundaron la huelga. En Santiago de Cuba, en Santa Clara ocurrió algo parecido. En Holguín, los comandos fidelistas incendiaron la central térmica. En La Habana se confirmaron el asalto a varias emisoras de radio, un tiroteo ocurrido en las afueras, el ataque a una armería y la destrucción de un transformador eléctrico. El número de muertos ocurridos en estos encuentros urbanos superó el centenar, que en gran mayoría fueron rebeldes castristas.

El sábado 3 de mayo de 1958, la Dirección Nacional del «26 de Julio» celebró una tensa reunión de casi 6 horas, junto a Altos de La Plata. Se realizó un duro proceso de autocrítica, que llevo a un radical cambio de los postulados operativos. Fueron depurados Faustino Pérez, el jefe de los comandos urbanos castristas y el principal dirigente del FON, como máximos responsables del desastre. Los destituidos pasaron a ocupar puestos en la organización guerrillera. Los comandos urbanos quedaron constreñidos a una misión de apoyo táctico de las operaciones guerrilleras. El mando del Movimiento pasó totalmente a manos de los guerrilleros, modificándose la estructura y la composición de la Dirección Nacional. Ésta quedó presidida por un Secretariado con 6 miembros, presidido por Fidel Castro.

Las dos campañas militares destacables en la insurrección cubana:

La ofensiva del ejército en la primavera verano de 1958.

En marzo de 1957 la guerrilla fidelista de Sierra Maestra la formaban unos 80 hombres, resto de los invasores del «Granma», miembros urbanos del 26 de julio y campesinos incorporados. En abril de 1958 existían unos 300 guerrilleros fidelistas. En Sierra Maestra había unos 180 rebeldes, repartidos en dos columnas. Y en las Sierras del Cristal, Baracoa y Nipe, colindantes con aquélla, estaban otros 120 «barbudos».

En mayo de 1958 fue nombrado jefe de operaciones en la Sierra Maestra, el general Eulogio Cantillo Porras. Se le encargó dirigir la única ofensiva importante para la destrucción del principal foco de la guerrilla. Contó con unos 6 mil soldados, integrados en 14 batallones de infantería, 1 compañía de tanques ligeros (14 Tm. y un cañón de 37 mm.), 2 baterías de cañones de 75 mm. y 4 compañías independientes de infantería, y apoyados por dos escuadrillas de cazas y cazabombarderos. La aviación militar, dependiente del ejército, se llamaba Fuerza Aérea del Ejército. Entre 3 mil y 4 mil hombres adicionales, de la Guardia Rural y el ejército, realizaron simultáneamente misiones de protección de propiedades e infraestructuras y de orden público en la provincia de Oriente. El plan de operaciones era más propio de la guerra regular. Preveía atacar simultáneamente, con dos columnas de infantería reforzada, desde el norte y el oeste la «zona bajo influencia rebelde» de la Sierra, de unos 2 mil Km2, situada al oeste de la cuenca de Santiago de Cuba. Formado el frente rebelde de rechazo, otra columna de infantería progresaría desde el sur sobre su retaguardia, buscando la desarticulación de la resistencia enemiga, y empujarla y aplastarla conjuntamente en sus últimas posiciones. Se mantendría un cerco fijo de la zona de operaciones, ocupando las estribaciones de las montañas, para evitar movimientos de apoyo y exfiltraciones de guerrilleros batidos.

Castro, que conocía la pérdida de entusiasmo de las tropas enemigas, tras sus primeros rebufos en la lucha, siguió una estrategia operativa de resistencia prolongada. Las columnas enemigas se encontraron con una defensa en profundidad, en un terreno favorable para ella. Destinada a hostigarles al máximo y a alejarles del triunfo, eludiendo el empeño irreversible en los encuentros y escaramuzas. Desde finales de abril, los insurrectos se dedicaron a organizar las entradas en la Sierra y sus vías internas y a almacenar en la zona todos los hombres, equipos, armas y suministros que pudieron, entre ellos unas 10 mil reses vacunas. En torno a La Plata, sede de la Comandancia, se estableció un cuadrilátero romboide de unos 100 Km2, enmarcado por el pico Turquino, su cordillera, Altos de La Plata y Agua Alrevés, como reducto final rebelde, donde se situaron los mandos y las reservas.

El 25 de mayo iniciaron las tropas su avance sobre las vanguardias de seguridad rebeldes, en las faldas de la Sierra. Los militares llegaron a acercarse con algunas de sus puntas de avance, a cargo de batallones más o menos reforzados y desplegados en compañías, a La Plata, pero ya sin fuerza ni capacidad operativa. El avance militar se realizó sin la coordinación que exigía su plan, atacando siempre por sectores aislados. Esto permitió a los rebeldes, moviéndose por líneas interiores en territorio agreste y conocido, concentrarse sucesivamente en el rechazo. Sólo un máximo de 800 a 1000 hombres atacaron cada vez, del total de los que operaban. Así, los distintos batallones fueron batidos por partes, sitiados incluso a veces por un tiempo, y repelidos uno tras otro. Las unidades de segunda línea que ocuparon las zonas invadidas en mayo y junio, fueron expulsadas de la Sierra, para la segunda decena de agosto de 1958. Se libraron en la campaña unos 36 combates, acciones secundarias y escaramuzas. Los rebeldes sufrieron unos 35 muertos y 45 heridos y capturaron a más de 450 soldados. Ningún barbudo cayó prisionero.

La contraofensiva final del «26 de julio», ocupando progresiva y rápidamente la Isla.

Terminada la campaña, Castro extendió el 18 de agosto una «orden de marcha» al comandante Camilo Cienfuegos. En ella se le mandaba conducir la columna rebelde nº 2 «Antonio Maceo», con unos 120 hombres, hasta la provincia de Pinar del Río, en el extremo occidental de Cuba, a unos 1000 Km. de distancia. Para establecer allí una base guerrillera. El 21 de agosto otra orden de la Comandancia dispuso que el comandante Ernesto Guevara, al frente de su columna rebelde nº 8 «Ciro Redondo», integrada por unos 150 hombres, se trasladase a la provincia de Las Villas, en el centro de Cuba, a unos 500 Km. Su misión era paralizar los movimientos de paso de las fuerzas militares por esa provincia.

La estrategia operativa rebelde era ofensiva, suponiendo: un acoso inmediato sobre la cuenca de Santiago de Cuba, a cargo de las restantes columnas rebeldes, dirigidas directamente por su Comandancia. Y la invasión de Pinar del Río y Las Villas, lejanas en la distancia y en la capacidad operativa guerrillera, que eran las otras dos provincias cubanas que contaban con cadenas montañosas para posible refugio.

A primeros de septiembre, los guerrilleros castristas alcanzaban el millar. En las Sierras de Oriente operaban unos 700 y las columnas invasoras tenían unos 300 hombres. A fines de 1958, las más de 15 columnas guerrilleras, casi todas de reciente creación, tenían entre 3 y 4 mil hombres, muchos actuando como fuerzas auxiliares y de guarnición. Las operaciones rebeldes consistieron esencialmente en un ir apartando, desarmando y deteniendo sucesivamente a unos enemigos siempre muy superiores en número y equipamiento. Pero, sin moral, sin valor, sin fuelle y sin compromiso con su deber profesional. La velocidad de avance de la ofensiva sobre La Habana, la iba dictando la escasa capacidad de avance y de maniobra de las columnas guerrilleras. Cada una de potencia similar a una compañía de infantería irregular, parcialmente motorizada.

Los soldados cubanos muertos durante los dos años de campaña guerrillera ascendieron a unos 170-180 hombres. En ese tiempo los guerrilleros perdieron unos 125-130 combatientes. En el período final de la rebelión, las fuerzas armadas cubanas fueron aumentadas hasta los 45 mil hombres. La mortalidad de la población cubana, según el censo de 1953, era de 6 defunciones al año por cada 1000 habitantes. Según todo esto, podemos afirmar que la profesión de militar batistiano en tiempo de guerra fue bastante segura.

Y un Telón de Acero cae súbito sobre Cuba.

Cuba cambió así de tirano personal malo a tirano institucional peor. En su discurso del 1 de mayo de 1960, durante los actos oficiales con motivo del Día de los Trabajadores, Fidel atacó públicamente por primera vez el sistema electoral democrático, como cauce de la expresión soberana de la voluntad del pueblo. Allí fue coreado repetidamente por las masas concentradas ex profeso con gritos de: «Elecciones, ¿para qué?». Con ello se entronizó oficiosa y permanentemente en Cuba el sistema de «mano alzada a la vista y ¡ay del que disienta!». Que es el propio de las asambleas populares marxistas leninistas. Y todo lo que de ello se derivaba para el gobierno y los derechos personales y colectivos del pueblo cubano.

Guevara, la Guerra de Guerrillas y la Experiencia Cubana.

Introducción. 

Ernesto Guevara, que firmó como «Che» los billetes del Banco Nacional de Cuba, era un hombre joven, instruido, disciplinado y metódico. Fue capaz de analizar la trayectoria «militar» de la revolución cubana de 1956 a 1958. Y extrajo unas características de cómo se desarrolló así y por qué triunfó. Su error fue extrapolarlas a todos los lugares geográficos. Como si aquellas cualidades fueran unos principios ideológicos y militares fiables, contrastados y, sobre todo, inmutables.

Las características operativas del proceso político guerrillero cubano, sorprendentemente rápido, y fácil y poco cruento, fueron muy particulares. Porque aquél fue ayudado e impulsado por una insurrección urbana muy combativa. Que soportó el peso de la represión de los esbirros «batistianos». Guevara, guerrillero en la Sierra y extranjero, tomó esas características como los axiomas de actuación para un pueblo en armas. Sin dar valor ni utilidad a la lucha ciudadana, cívica y armada, de gran importancia histórica en Cuba. Y siguiendo las ideas de otros revolucionarios «ortodoxos», asiáticos y violentos, de la época, como Mao, Giap o Ho Chi Minh.

La experiencia guerrillera del Che en Bolivia. El autor aplica sus conocimientos socio militares asimétricos, lejos de Cuba.

No es recomendable intentar crear un foco guerrillero, usando las ideas de Guevara. En Ciencias Sociales la eficacia es una medida de la bondad de los métodos y principios aplicados. Así, hay que recordar cómo terminó ese señor «estratega y táctico» de la «guerrilla rural en un país subdesarrollado hispanoamericano». La lectura de su «Diario de Bolivia» nos permite aprender de una realidad ajena dolorosa, y progresivamente insalvable y asfixiante. Decía Otto von Bismarck, el Canciller de Hierro, que el inteligente aprende también con la experiencia ajena. Conocemos la trayectoria guerrillera del Che en Bolivia. El Partido Comunista boliviano le dio la espalda (su secretario general, Mario Monje, le visitó). Porque el oportunismo es una cualidad muy comunista. El tan denostado Fulgencio Batista Zaldívar fue candidato a Presidente de la República de Cuba por el Partido Socialista Popular en 1940 (nombre de la Unión Revolucionaria Comunista, desde primeros de 1944). Asimismo, el Partido formó parte de su coalición gubernamental y tuvo varios ministros en su administración desde 1942 hasta 1944, entre ellos, Juan Marinello Vidaurreta. El Partido Comunista, en cualquier país y circunstancia, siempre justifica teóricamente sus actos. Diciendo que las condiciones objetivas para la acción de masas se dan o no se dan, según aquello del materialismo dialéctico. Abajo se verá cómo este método «científico», les llevó al desastre en la Grecia de la postguerra.

Y el grupo armado del Che se convirtió en un conjunto de «insurrectos errantes». Mao Zedong decía que eso era lo peor que le podía pasar a los irregulares revolucionarios en armas. Que necesitan establecerse en una zona más o menos aislada y protegida con cierta seguridad. Y que no pueden estar cambiando indefinidamente de refugio, agotándose infructuosa y rápidamente. Necesitan de las «bases» para poder extender su doctrina entre las masas populares, siempre con un cierto grado de coacción militar. Aunque sólo sea por su presencia armada activa. Y para poder conseguir de aquéllas apoyo logístico, refugio, información, ayuda personal y reclutas.

A su vez, las bases guerrilleras, sedentarias y casi fijas, se convierten en uno de los escasos objetivos militares «duros» que ofrecen los rebeldes a las fuerzas militares que los combaten. La destrucción de las bases guerrilleras del Partido comunista al norte de Grecia por los ejércitos griego y británico en 1949, supuso el final de una larga (desde 1946), dura y difícil insurrección armada en Grecia. Situadas en torno a las ciudades de Vitsi y Grammos, en la zona del triángulo de la frontera con Albania y Yugoslavia, por donde recibían los suministros y reclutas indispensables, se convirtieron simultáneamente en vitales y muy vulnerables para los comunistas. La insurrección quiso aprovechar la «fuerza social» de la «creciente» democrática antinazi.

Oportunidad, extensión y calidad de su doctrina militar asimétrica irregular.

A primeros de enero de 1959, en una consideración y síntesis del proceso guerrillero cubano, un Fidel Castro entusiasmado, definía categórico: «Sin entrenamiento, sin tácticas de guerra, logramos vencer a aquel Ejército…» «Ningún ejército profesional (de América) tendría fuerzas para contrarrestar las actividades de guerrilleros revolucionarios». «En cualquier otro escenario (geográfico), en las mismas condiciones políticas que las nuestras, las guerrillas son invencibles».

Con esto estableció las bases ideológico operativas de las guerrillas hispanoamericanas. Guevara desarrolló luego en «La Guerra de Guerrillas» esta tenue «teoría» militar irregular. La centró en dos sencillos postulados. Que él pretendía que la guerrilla cubana había demostrado absolutamente (irrefutablemente y sin desviación o diferencia). «Las fuerzas populares pueden ganar una guerra contra el ejército» En realidad, esto ha ocurrido en otras ocasiones a lo largo de la Historia. «No siempre hay que esperar a que se den todas las condiciones para la revolución. El foco insurrecto puede crearlas y desarrollarlas». Su trágico final en Bolivia le daría la medida del carácter «relativo, local, específico y condicionado» de su principal «hallazgo».

Guevara dedicó gran parte de las cuarenta mil palabras de ese libro, al estudio de los hombres que formaban las guerrillas y a dar consejos sobre la vida en el monte. Pero la obra es muy poco extensa en el estudio de las tácticas y estrategias guerrilleras. Más abajo verán Uds. las razones. En cuanto a la importancia, extensión y calidad sus «propuestas» técnicas, sólo tenemos que observar cualquier foto, incluso de hace algunas décadas, de rebeldes armados en algún país inquieto del mundo. Suelen estar sucios, desaliñados y sonrientes, en proporción inversa a su disciplina y conocimientos militares. Y todos portan generalmente un fusil de asalto y un lanzacohetes antitanque. Que suelen ser un AK-47 y un RPG-2 o RPG-7, ambos de diseño soviético. Guevara habla de un «lanzagranadas» ideado por las guerrillas cubanas. Su propulsor es un cartucho de caza, sin perdigones, al que se ajusta una varilla de madera. En su extremo libre lleva una pequeña lata con pólvora y metralla, provista de una mecha de tiempo. Se dispara con una escopeta recortada. Las armas de los «barbudos» cubanos eran Springfields modelo 1903 cal. 3006, algunas carabinas M-1 estadounidenses y San Cristóbal dominicanas calibre .30 corto, algunas ametralladoras Thompson modelo 1928 calibre .45 y algunos Garand calibre .3006 semiautomáticos. Un examen superficial del Field Manual Improvised Ammunition Devices estadounidense, nos dará abundantes y mejores ideas para usar en un medio rebelde «asimétrico» poco desarrollado, hostil y sin logística de apoyo.

Los hechos de los que Guevara sacó sus conclusiones: El desarrollo de la insurrección contra la usurpación del Poder político por Batista, con el golpe de estado del 10 de marzo de 1952.

En la lucha violenta contra Batista, hubo dos manifestaciones radicalmente diferentes en su concepción, técnicas, tácticas y estrategias: la guerrilla rural y los comandos urbanos de «acción y sabotaje» del «26 de julio». Allá en la Sierra, Fidel, con una guerrilla militarmente insignificante, se convirtió desde 1957 en el símbolo permanente de la resistencia contra Batista. Manteniéndose en su poco accesible «base de convocatoria», con un magnetismo único, fue orientando a la opinión pública cubana hacia su opción política y, en esos momentos, amorfa ideológicamente.

Los grupos urbanos presentaron contra el régimen una batalla discontinua, oportuna y peligrosa, empleando 3 técnicas diferentes: atentados, sabotajes y bombas. El precio a pagar por estas operaciones era alto. Se luchó en inferioridad de fuerzas, dentro de poblaciones totalmente dominadas por los hombres de Batista, que no perdieron su aplastante control hasta el mismo 1 de enero de 1959. Y si la Policía no fue capaz siempre de hacer una eficaz tarea preventiva, sí siguió la estrategia de no dejar sin respuesta ningún revés. Y no se andaba con miramientos a la hora de seleccionar y aplicar la represión. Veamos un ejemplo de cada una.

El lunes 23 de diciembre de 1957 fue «ejecutado» por un comando del «26 de julio» el coronel Fermín Cowley, jefe del distrito militar de Holguín, en una ferretería de la ciudad, al norte de la provincia de Oriente. Era responsable directo de la masacre de los expedicionarios del «Corinthia» y de una sangrienta represión contra miembros urbanos del Movimiento, llevada a cabo en las Navidades anteriores, a raíz de la invasión fidelista desde Méjico en el «Granma».

El martes 28 de mayo de ese año tuvo lugar la destrucción de un importante nudo de conducción de energía eléctrica, en la céntrica calle Suárez de La Habana. Con lo que, extensas zonas de la capital estuvieron sin luz hasta 3 días.

Todas las noches, a las 21 horas, en la fortaleza de La Cabaña, se disparaba un cañonazo de salva, para indicar a los habaneros una hora exacta y facilitar el ajuste de los relojes. Era una útil costumbre, conservada desde la época colonial. A lo largo de 1957 y 1958 era frecuente oír 5, 10 «cañonazos de las nueve», en el período que va desde las nueve menos cinco a las nueve y cinco, en el que todos estaban más o menos pendientes de la señal horaria. Siempre se procuró que esos «petardos» no causaran daños personales.

El intento revolucionario del «26 de Julio» urbano y democrático: la fallida huelga general de abril de 1958.

Los coordinadores de la huelga general revolucionaria fueron Faustino Pérez, delegado nacional del Movimiento «26 de Julio» y Manuel Ray, jefe de la Resistencia Cívica. La organización de la misma quedó a cargo de los comités de huelga, integrados jerárquicamente desde el nivel local al nacional. Estaban constituidos por miembros de las 2 organizaciones citadas, más un representante de los trabajadores, miembro del Frente Obrero Nacional (FON) fidelista. La realización de la huelga quedó a cargo de los grupos de «acción y sabotaje» del «26 de Julio». Las instrucciones a la población, transmitidas en proclamas, octavillas y emisiones radiofónicas, demandaban una participación activa, incluso violenta, del pueblo en la huelga.

(continuará)

El Atentado a las Fuerzas Españolas en Afganistán.

Las noticias que nos dieron.

Tras el atentado a las fuerzas españolas del 9 de noviembre de 2008, se destituyó a Rafael Casinello, como responsable de la División de Contraterrorismo del Centro Nacional de Inteligencia. La razón aducida fue que el flujo de inteligencia facilitada por su negociado era insuficiente y dependía a su vez excesivamente de la inteligencia facilitada por los estadounidenses. La inteligencia parte de la información más o menos bruta y recibida de diversas fuentes o detecciones, que es transformada por estos servicios en elaborada y, además, proyectada hacia deducciones y posibilidades para las agencias y los cuerpos a los que sirven esos servicios. Se dijo que ambos hechos, ataque y deficiencia, no estaban relacionados.

¿Qué podemos deducir nosotros, sin mayores revelaciones oficiales?

El 9 de noviembre tuvo lugar un ataque rebelde yihadista (reivindicada por los talibán) a una agrupación de marcha del ejército afgano, que era escoltada y protegida por blindados ligeros españoles. Dado que los rebeldes afganos son fuerzas de infantería ligera irregular, la protección ofrecida por las tropas españolas era suficiente para el rechazo defensivo en campo abierto.

Hemos visto fotos del lugar del ataque enemigo. Muestran una geografía muy común en Afganistán. Se trata de zonas áridas, abiertas, desprovistas de cubiertas, con largas vistas en todas direcciones. Aunque las tropas españolas sólo tuviesen un protocolo defensivo, es posible cumplirlo eficazmente y rechazar los ataques directos rebeldes.

Un vehículo que se acerca a una columna militar es siempre detectado. Como se trata de un portador de explosivos, su excesivo peso se delata por su pesado andar y la deficiente maniobrabilidad. También el alocado iluminado que lo conduce nos ofrece pistas. En Afganistán los vehículos van muy ocupados. Y este vehículo sólo lleva a su conductor. El cual va vestido de blanco, como un mártir de la Yihad. Como pasaporte para el Jardín de las Huríes se llevará consigo al mayor número posible de enemigos, muertos y mutilados. Lo que no le han dicho probablemente sus jefes locales es que la permanencia en el Jardín no es ETERNA, sino larga e indefinida. Allah, inmarcesible e inaccesible, considera que no es asunto de los pobres hombres conocer éste, su designio sobre los elegidos. Y, también, que hay otras Suras (capítulos) y Aleyas (versículos) del Noble Corán que condenan la muerte de otros musulmanes, la destrucción innecesaria de bienes, etc.

Ante las maniobras sospechosas del vehículo, que busca el rápido alcance a la agrupación de marcha, se le pueden dar por megafonía las voces de alto a suficiente distancia. Si no se dispone de megáfonos, las señas y las mantas de colores valen para los acercamientos a las medias distancias. Allá, en Afganistán, no son tontos. Y todos saben perfectamente que no deben acercarse a las columnas militares, y mucho menos de manera rápida, agresiva o ambigua. Seguidamente se puede abrir fuego de ametralladora por delante o al lado del vehículo. Los disparos por encima tienen una posibilidad de no ser advertidos. Por último, es posible alcanzar el motor o sus ruedas con precisión, antes de que se acerque a la distancia eficaz de empleo de la carga explosiva. De momento, «no hemos hecho nada que no tendríamos que hacer, ni hemos dejado de hacer nada que tuviéramos que hacer», parafraseando a Fernández de la Vega con los piratas somalíes.

¿Qué pudo pasar con nuestros hombres?

Creemos que unos pocos días antes del ataque, regresó una fuerza española, tras cumplir su tiempo de servicio. Se dijo también que algunos de los muertos acababan de llegar a destino. Los rebeldes exploran por observación. Tienen todo el tiempo del mundo para ello y su magra capacidad de combate les impide la exploración en fuerza. Junto a nuestros cuarteles, en las alturas cercanas a los caminos, siempre hay hombres observando. También tienen paciencia, cosa de la que no andan sobrados nuestros hombres. Seguramente habían detectado el cambio de fuerzas en nuestras posiciones. Y saben que cualquier relevo es un momento de debilidad para cualquier fuerza, para cualquier posición defensiva, en cualquier forma de lucha regular o irregular, de maniobra o de atrición.

Y actuaron militarmente como podían y saben hacerlo. Es absurdo pensar que vendrían los talibán con banderas verdes y negras desplegadas, tocando tambores y flautas y cantando sus himnos, a pecho descubierto contra nuestras armas automáticas ligeras y pesadas. Eso lo hicieron el Mahdí (que significa el guiado por Dios) y sus seguidores (los ansares o devotos), que vestían sus chilabas blancas, con parches de colores cosidos para significar su pobreza y humildad, en el último tercio del siglo XIX en Sudan. Por cierto, las damas de Omdurman, la capital del Mahdi, cerca de Jartum, obviaron esta «exigencia» religiosa de su mando religioso, cosiendo en las chilabas de sus maridos piezas de telas ricas, para señalar su categoría social y económica. Y así le fue a sus sucesores y a su Califato. Por «importar» formas de lucha perjudiciales, asimétricas y foráneas para ellos. ¿Cómo atacábamos nosotros a las fuerzas francesas en la Guerra de la Independencia? Es guerra y combate, no sólo construcción, educación, sanidad y buenismo.

Para más información sobre la lucha contrainsurgente en estas latitudes, se puede seguir nuestro artículos «Operaciones en Afganistán y Pakistán».

 

 

Libros Recomendables sobre la Guerra de Guerrillas.

En este blog presento desde hace tiempo, una lista de «libros recomendables sobre teoría militar», que es muy visitada. He de reconocer, como deficiencia, que en ella no he incluido ningún libro sobre la guerra de guerrillas. La importancia actual, histórica y social del fenómeno guerra irregular es incuestionable. Y, hoy en día, a casi todos los «guerrilleros» en activo les llaman fácilmente «terroristas». Desvirtuando con ello el enfoque objetivo y teórico que debe presidir cualquier acercamiento serio para la liquidación y erradicación popular del «brote» rebelde armado. Quiero ahora subsanar el error y extender mi comentario sobre el tema.    

Introducción.

La guerra de guerrillas es tan antigua como la humanidad. Probablemente surgió simultánea y sucesivamente en numerosos asentamientos humanos primitivos dispersos. En los que alguien, no necesariamente un alfeñique ni un cobarde, decidió no arriesgarse a sufrir heridas y mutilaciones, tan frecuentes y compartidas, en los llamados «combates singulares». Y atacó a su enemigo, esperándole emboscado y mediante un garrotazo inesperado.

Estas acciones inteligentes, apartadas de la pura fuerza bruta, fueron también las primeras aplicaciones balbuceantes de la llamada «guerra de maniobras». En la que intentamos sorprender y superar al enemigo desde una «posición o actitud» de ventaja. Para, finalmente, logrando la decisión, rematarlo o, al menos, rendirlo a nuestra voluntad. Esta última parte inevitable es la que a veces descuida demasiado la «teoría» de la «guerra de maniobras». Sin aceptar clara y plenamente que ambas expresiones son «formas» opuestas y complementarias, pero no antagónicas, como las dos riendas de un coche de caballlos, de la mejor llamada «guerra moderna».

Durante la II guerra mundial y en la etapa siguiente, llamada de «descolonización de los pueblos», la guerra de guerrillas tuvo un florecimiento espectacular, por todos los continentes y en casi todos los tipos de regímenes políticos. Porque las democracias vencedoras en aquélla también se vieron involucradas en ella, en su protectorados y colonias ultramarinos. La guerra de guerrillas se convirtió en la forma de lucha de los más débiles militarmente hablando. Y resultó eficaz muchas veces. Esto consagró su «aureola» de lucha por la libertad, de romanticismo de barra y butacón y de espejo de un cierto inconformismo generacional. Hoy en día, a la guerra de guerrillas de toda la vida, algunos teóricos de allende los mares le llaman pomposa y pedantemente «guerra asimétrica». Son los mismos expertos que también le llaman «guerra de cuarta generación». O sea, que es lo más «in» y nuevo. Como si ellos hubieran descubierto el fenómeno de la «guerra político militar irregular». Y vuelven a poner en el lado de los malos, sin excepciones, como hicieron los regímenes colonialistas en los años 40, 50 y 60 del pasado siglo, a quienes las emprenden.

Terroristas y Beligerantes Legítimos en la Guerra de Guerrillas. 

Terrorista es el que emplea sistemática y deliberadamente la violencia física contra objetivos personales enemigos no militares o no combatientes. Buscando con ello extender el miedo, el desánimo, la parálisis o la ruina a toda una sociedad, una etnia, una demarcación social nacional. El terrorista hace de los civiles enemigos desarmados sus principales objetivos. Por el alto beneficio que consigue así para sus intereses, en daños, mutilaciones y muertes, y la mayor seguridad que conllevan para él estas acciones durante su ejecución. El terrorista suele ser un fanático religioso o ideológico. El torcimiento cognitivo que sufre, derivado de su perversión amoral, le hace percibir de una manera muy especial, subjetiva y viciada, los hechos y los elementos objetivos que definen y enmarcan los siempre complejos conflictos y realidades sociológicas de los países, religiones y razas.

Aparece inmediatamente en la rebelión político militar irregular, el problema de la legitimidad de la beligerancia armada. No todo el que empuña un arma, para defender unas ideas o proteger unos derechos o a unas personas, lo hace legal y legítimamente. Las Convenciones de Ginebra y de La Haya establecen unas normas jurídicas que enmarcan la legitimidad legal de la lucha armada.

Los combatientes irregulares deben ir uniformados, portando sus armas a la vista y dirigidos por sus jefes. ¿Es suficiente esto? Pues, no. Así lo hacen también algunos grupos de narcotraficantes armados. Es necesario también que la guerrilla, la guardia nacional, la Home Guard, las fuerzas de autodefensa del pueblo o del territorio, etc., lo hagan en nombre y autorizados por un estado constituído. Y que ocupe, al menos, una parte de su territorio nacional. Es tan restrictiva esta condición que, durante la Segunda Guerra Mundial, sólo los partisanos o guerrilleros soviéticos cumplieron este requisito.

Por otra parte, el que sean combatientes ilegales o no reconocidos legalmente, no los asimila directa y socialmente a bandidos o criminales. Así, muchas veces, en aras de la paz social y de no encarnizar la lucha armada, los gobiernos aceptan llevar a cabo su campaña contraguerrillera, sin exacerbar los métodos usados y los ánimos de los perseguidos. 

Mis libros recomendados.

El libro «Partisan Warfare» del académico Otto Heilbrunn trata extensamente el complejo fenómeno de la guerra de guerrillas, hasta alcanzar la profundidad de un tratado sobre el tema. Se basa en el modelo comunista y, más particularmente, en sus brotes asiáticos de mediados del pasado siglo: la China de Mao y la experiencia del Vietminh de Nguyen Giap contra franceses, estadounidenses y compatriotas.

Esto se completa ventajosamente con la obra en dos tomos «War in the Shadows» de Robert Asprey. Que trata por capítulos no muy largos la guerra de guerrillas a lo largo de sus numerosos y diferentes escenarios históricos. Y que le dedica una extensión bastante grande a las experiencias china y vietnamita. Quizás porque son más contemporáneas y hay sobre ellas más material.

Yo, en mi libro «On the Nature of War«, dedico un anexo suficiente a desarrollar los aspectos tácticos, operativos y estratégicos de la guerra de guerrillas. Y de la eficaz lucha contraguerrilllera. Basándome en los hechos descritos por éstos y otros autores.

Con ello tendremos una base teórica contundente de los mecanismos socio políticos y militares de la guerrilla y de la guerra en múltiples frentes contra esta clase de lucha irregular armada. Y una referencia suficiente, pero muy enriquecedora por sus pinceladas y circunstancias específicas, de la trayectoria del fenómeno que tratamos. Con su aparición intermitente y recurrente a lo largo de la Historia.

En otro nivel, resulta también muy interesante el libro «Guerra de Guerrillas» del general Georgios Grivas (alias, Dighemis, nombre de guerra). ¿Por qué? Por varias razones. La Organización Nacional de la Lucha Chipriota o Ethniki Organosis Kipriahou Agonos (más conocida entre nosotros como la E. O. K. A..), organizó y llevó a cabo durante cuarenta y seis meses y medio, una guerrilla independentista nacionalista. Que fue ajena a las numerosas experiencias comunistas «de liberación nacional» de la época. Éstas últimas muy pocas veces se presentaban ante sus pueblos, clara y abiertamente, como «marxistas leninistas». Lo hicieron en Grecia entre 1946 y 1949 y en Malasia entre 1947 y 1960. Y, en ambos casos, fueron derrotadas y liquidadas. Y, precisamente, por el Ejército británico.

La guerrilla chipriota fue una guerrilla circunscrita a un país pequeño, demasiado pequeño, de unos 9300 Km2. Una de las condiciones iniciales que Mao Zedong reclamaba para el inicio y posterior fortalecimiento de las guerrillas, era que el país tuviese profundidad, extensión. Que permitiese establecer a las guerrillas sus primeras bases de refugio, en zonas protegidas por su inaccesibilidad. Los chipriotas llevaron a cabo una difícil guerra de guerrillas, por lo escaso de la campiña, sus limitados recursos (unos 600 mil habitantes, y una parte era la comunidad turca), la fuerza del enemigo y la falta de buenos escondrijos, circunscritos principalmente al macizo volcánico de Troodos, al sur del país y de gran riqueza minera, coronado por el monte Olimpo de 1953 m. de altitud. El diario londinense «Daily Herald» llegó a publicar que un mariscal, tres generales y cuarenta mil soldados británicos no eran capaces de derrotar a la EOKA. Parece ser que el mariscal Montgomery declaró también que la EOKA era estratégicamente imbatible. Finalmente, los greco chipriotas no consiguieron la Enosis, o unión política con Grecia, pero sí la independencia de la isla.

¿Por qué triunfaron los chipriotas? Porque el pueblo greco chipriota estaba unido cultural y firmemente (la Iglesia ortodoxa, dirigida por el arzobispo de Nicosia, Macarios, apoyaba totalmente el esfuerzo por la liberación y la Enosis) a sus escasos, eficaces, motivados y sufridos guerrilleros. Y ello, a pesar de que los turco chipriotas colaboraron con los británicos y que la EOKA tuvo que distraer en varios momentos a parte de sus menguos recursos para neutralizarlos. Los grupos guerrilleros elementales se formaban por 4 o 6 hombres; los que podían esconderse juntos, parcialmente dispersos, sin perder cohesión el grupo. Para las acciones mayores se reunían y coordinaban 2 o 3 grupos guerrilleros. Porque su organización guerrillera era suficiente, bien estructurada y muy flexible; no hacen falta demasiados hombres en armas. Porque sus mandos conocían sus debilidades, que eran muchas, y definieron un objetivo estratégico suficiente: Mantener una presión militar adecuada e indefinida, mediante acciones militares, sabotajes, propaganda y acciones populares, destinada a cansar y a desalentar a los ingleses. Grivas, en su «Plan General para la Acción Revolucionaria en Chipre» destacaba, «no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella».

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, al-Qaida y los Insurrectos Chiíes II.

Y Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Final.

Algunas aplicaciones prácticas de la guerra psicológica para la defensa de Afganistán e Irak.
   
¿Qué dice el Noble Corán sobre la guerra universal planteada por al-Qaida, de una forma especial y directa en Afganistán e Irak?

Capítulo (Sura), 4, versículo (aleya) 33“…Oh, creyentes…no os matéis a vosotros mismos…”. Aquí prohibe el suicidio. 

Sura 2, aleya 10 “Cuando se les dice: No cometáis desórdenes (voz que define los crímenes) en la Tierra, ellos responden: Lejos de eso, introducimos en ella el buen orden (el bien)”.

Sura 2, aleya 11 “¡Ay!, cometen desórdenes, pero no lo comprenden”.

Sura 28, aleya 77 “Al igual que Alá hace el bien, haced también vosotros el bien y no fomentéis la corrupción (el mal)” (asesinato de inocentes, de musulmanes y de gentes que os ayuda, daños innecesarios de las cosas, etc.)

Sura 49, aleya 9 “Si dos bandos de creyentes luchan entre sí, reconciliadlos. Pero si uno de ellos abusa del otro, combatid al que haya abusado, hasta que retorne al orden de Alá. Y si lo hace, arreglad las cosas entre ellos con justicia. Es cierto que Alá ama a los equitativos”.

Sura 2, aleya 100 “Nosotros no abrogamos ningún versículo de este libro, ni haremos borrar uno solo de tu memoria, sin reemplazarlo por otro igual o mejor”. Prescindimos de la sunna o tradiciones del Profeta (sus hechos y dichos religioso políticos), porque hay discrepancias en aceptarlas, según sus fuentes y las variantes del Islam. Aunque no nos resistimos a presentar un hadiz (comentario recogido por sus discípulos) suyo de la última época: “Es más útil para la Umma la tinta de los sabios, que la sangre de los mártires”.

¿Cuáles son las características operativas de los agentes de al–Qaida? 1) Su brutalidad innecesaria e indiscriminada, que los descalifica ante su religión. 2) La ausencia absoluta de ulemas y muftíes venerables y piadosos a su lado. Los ulemas y muftíes son los doctores de la Ley islámica. No hay propiamente teólogos, porque Alá es inmarcesible, inasequible e incomprensible para el hombre. 3) Su gran descentralización operativa por la universalidad de la Umma, que trasciende la idea de nación o raza, y que les dificulta conseguir objetivos estratégicos. 4) Su fracaso en incorporarse activa y firmemente a un grupo social amplio, que dé cobertura e impulso permanente a su movimiento. 5) Los activistas más alienados se suelen ir aislando progresivamente de la sociedad (al menos, emocional e ideológicamente), aunque “vivan” dentro de ella. Ello en aras de sus métodos violentos, a los que sacrifican todo por la eficacia. 6) Su afán de publicidad, con el que Occidente colabora insensible, necio y gustoso, diseminando a los cuatro vientos sus sangrientos hechos. 7) Su objetivo general de golpear a casi cualquier estado, puesto que el califato radical y agresivo de dar el-Islam (las tierras donde el Islam domina políticamente) no existe hoy en día.

A veces, las prisas por formar nuevas tropas llevan a un entrenamiento deficiente o incompleto de éstas. No están entonces vacunadas contra la tensión, especialmente aquí la mental, ni contra la frustración de los planes no cumplidos o de las sorpresas ingratas. Esto lleva casi inevitablemente a descargar la rabia y la impotencia enervantes en la población civil, siempre entremezclada voluntaria o coactivamente con los insurrectos. También es inadmisible que se someta intermitentemente a la presión militar de uno y otro bando a las poblaciones civiles locales, exigiéndoles una lealtad que no les ofrece seguridad. Y emplear guardias de seguridad privados en una guerra contrainsurgencia es casi desastroso. Estos elementos, como no tienen la obligación de morir por su patria, ni Irak lo es, actúan como una policía carísima y conflictiva y con una desorbitada superioridad de medios. Los abusos contra la población civil son siempre contraproducentes en una lucha contrainsurgencia y más en una rebelión propia interna. Recordemos, aquéllos añaden muchos puntos de moral social a los enemigos. Que habrá que restarles inevitablemente luego con trabajo, dinero, tiempo y paciencia. Y quizás la sangre de los soldados, la otra pinza de esta guerra.

Con toda la amplia información expuesta hasta ahora, es posible elaborar infinidad de tabloides, panfletos, publicaciones y varias clases de comunicaciones orales para su uso en la guerra psicológica. En ellos se desarrollarán ampliamente los puntos de vista y los avances del gobierno de Afganistán e Irak y de sus aliados desplazados a esa zona geoestratégica. Veamos una clasificación no exhaustiva, ni tajante, de aquéllos, en función de su intención. Por razones obvias, tampoco seremos demasiado extensos en la exposición.

Propaganda aclaratoria: explicar las intenciones del gobierno y sus aliados, las mejoras en la custodia y el tratamiento de los rebeldes capturados, los progresos continuos realizados en el comercio, los servicios, el suministro de energías, etc.; aclarar que la Yihad es realmente un tipo de esfuerzo personal en el camino de Alá y el esfuerzo armado o de sangre, una excepción, después de los primeros siglos de expansión del Islam naciente.

Propaganda de división o divisional: señalando los objetivos ambiguos buscados por algunos grupos rebeldes; destacando la falta de integridad o de compromiso con los problemas populares, de algunos mandos rebeldes; indicando los fines contra Irak y la desobediencia del Noble Corán de los agentes de al-Qaida; contando que, si los muertos occidentales por al-Qaida se cuentan por miles, los musulmanes asesinados por ella se cuentan por muchas decenas de miles.

Propaganda inquietante: planteando dudas sobre la capacidad operativa militar de las bandas rebeldes; perfilando, sin concretar fechas ni el orden de los objetivos, los planes militares de pacificación, con la exuberancia de medios a su disposición, del gobierno y sus aliados; exponiendo los sufrimientos infringidos a los pueblos iraquí y paquistaní y a los numerosos desplazados internos y exiliados.

Propaganda subversiva: indicar la enemistad real con Alá, comprometiendo su acceso al Jardín de las Huríes, de los agentes asesinos suicidas, generalmente extranjeros fanáticos desviados y, a veces, ni siquiera árabes; plantear dudas acerca de la rectitud o la legitimidad de la causa de muchos grupos rebeldes; mostrar la traición o el desprecio a los intereses de Irak y de Afganistán de los cabecillas que los cometan.

Por otra parte, que Mr. Bush diga que golpear metódicamente en la cabeza a los prisioneros o sofocarlos, sin ahogarlos del todo, son técnicas suaves y admisibles de interrogatorio, sólo delata la catadura primitiva y brutal de algunos de los personajillos que gobiernaba. El más endurecido y juramentado miembro de Al-Qaida no soportará simplemente que lo envuelvan en una hermosa piel de cerdo. Su religión es formal, no hay libre albedrío. Y esa acción «per se» lo vuelve impuro ante Alá y lo priva del Jardín de las Huríes. Hemos atacado con éxito su aparentemente inexpugnable baluarte de moral, seguridad y convinción. Lo privamos del premio que, gracias a nuestra sangre, tenía al alcance hasta esos momentos. Y siguiendo sus propias premisas y creencias. Que aquí sólo describimos, y que respetamos y no criticamos. La responsabilidad subjetiva surge en el cristianismo, cuando esa religión, asiática en su origen, alcanza Grecia, con su imponente cuerpo de doctrina ético filosófica. Y lo absorbe e incorpora a la presentación del Evangelio, lejos de las supersticiones e interpretaciones personales sesgadas. En la guerra convencional o irregular, las posiciones e ideas morales y sociales enemigas pueden ser atacadas, defendidas, asediadas, destruidas, etc., igual que los objetivos militares tácticos o estratégicos. Sólo que de otro modo y con otros medios, muy poco tenidos en cuenta generalmente. Y, mucho menos, conocidos.

Es muy importante conocer los efectos de las acciones de la guerra psicológica. El interrogatorio de enemigos presos es una fuente inapreciable de información, al igual que los documentos y materiales capturados al enemigo. Las técnicas de interrogatorio son en la guerra psicológica efectiva, limpias y no invasivas. Además, un hombre aterrorizado, herido, conmocionado, humillado sólo puede aportar errores o imprecisiones e incluso delirios o falsedades, con tal de que lo dejen en paz. Esta retroalimentación va a permitirnos ir adaptando, seleccionando y perfeccionando el material psicológico para su empleo eficaz y duradero. Un buen panfleto, una buena divulgación o exposición, hacen más que 10 mediocres. Y saber cómo va evolucionando “el objetivo”, tras nuestros combates exitosos y las acciones de la guerra psicológica.

Particularidades de los talibanes afganos y pakistaníes 

La asociación de los radicalismos sociales y religiosos de las milicias talibanes, con los «localismos» de las tribus pashtunes está haciendo un gran daño social y cultural a este amplio grupo étnico. Los severos «valores» que imponen los talibanes son ajenos a los pashtunes y van en contra del Pashtunwali, su código de virtudes y de honor social. El Pashtunwali define y establece los derechos y deberes individuales y los del individuo para con su colectividad: familias, clanes y tribus. La música tribal ha desaparecido de todos los lugares donde la presencia talibán lo ha podido imponer. El 27 de abril de 2009 los talibanes asesinaron en Peshawar a la popular cantante Ayman Udas. Su visión de la sharia es sesgada, radical, expedita y brutal: recientemente han aparecido en video las imágenes de la ejecución de una pareja de supuestos adúlteros y de la flagelación de una muchacha, que había salido sola de su casa. La sharia la forman el conjunto de leyes civiles, penales y procesales, basadas directamente en el Corán y en la sunna del Profeta. Como los musulmanes carecen de una doctrina común y canónica, sino que ésta es definida por los ulemas y muftíes en virtud de su formación y según las áreas, el rigor y la extensión de la sharia son variables.

También ese mes atacaron el santuario de Pir Baba, a unos 100 Km. de Islamabad. Aquí atentaron contra el mausoleo del más destacado poeta en lengua pashtun, el sufí pakistaní Rahman Baba. Los sufíes forman una cofradía, una variante práctica del Islam sunní, no necesariamente herética o excluyente. Y buscan principalmente un acercamiento más individual, directo y místico a Allah.

Llamamos virtudes a las «bondades y cualidades» humanas de referencia, apreciadas y valoradas permanentemente por las sociedades y los grupos humanos. Las virtudes humanas son muy estables en el tiempo. Los valores son las «cualidades y bondades» humanas, estimadas de forma temporal y/o local por algunas sociedades o grupos humanos. Y, principalmente, en virtud de su idiosincrasia, condiciones de vida y presiones recibidas desde el exterior. Los valores culturales y sociales suelen ir evolucionando con las contingencias, los desplazamientos y las fortunas de las sociedades humanas.

Los talibanes también han atacado las bases de la autoridad racial pashtun. Las asambleas de notables de las tribus (las jirgas), su verdadero poder central, son desautorizadas por aquéllos. También están perdiendo poder, autoridad y competencia, los lashkars. Éstos son las partidas armadas de las tribus, destinadas al cumplimiento de las decisiones de las jirgas, a proteger las zonas tribales de las amenazas exteriores y a protagonizar sus correrías foráneas, en busca de venganza o de botín.

¿Cuáles son algunas de las razones de que una parte del pueblo les siga? En amplias zonas de estos países la propiedad de la tierra está en manos de los cargos políticos o administrativos y el sistema judicial está plagado de defectos y corrupción. Sabemos que los talibanes no predican levantar el Jardín de las Huríes en la Tierra. Ninguna religión o ideología lo hace. Incluso el comunismo posponía indefinidamente la formación y la llegada del «hombre nuevo». Pero las ofertas de cambio, de mejor reparto de las riquezas, de un cierto grado de «justicia», de más acción y efectividad en las instituciones, constituyen parte de la atracción de estos visionarios. En unas tierras donde las desigualdades, la escasez, la falta de oportunidades para la mayoría, la desesperación profunda e interna, han sido características habituales.

¿A qué están jugando los talibanes? A apropiarse el poder, todo el poder, en las zonas pashtunes suficientemente controladas por ellos. Y lo hacen mediante y para: sus milicias (la coacción) y sus asambleas locales o «soviets» de sus imames (presiden las oraciones canónicas y realizan las lecturas del Corán en las mezquitas) y supuestos ulemas o doctores de la ley (la dirección y la decisión). Estos elementos son los que ejercen el mando, la autoridad y la soberanía en esta especie de teocracia islámica primigenia revolucionaria armada (llamémosle la TIPRA).

El supuesto carácter ortodoxo e indiscutible, que se atribuyen los talibanes, les lleva a la purificación violenta y despiadada de las costumbres y de la cultura de sus paisanos. Los talibanes son una «interpretación» islámica de los excesos prácticos (la revolución todo lo justifica) y genocidas (hay que crear al hombre nuevo, aunque sea liquidando todo rastro del antiguo) de Pol Pot, su camarilla dirigente y sus tarados esbirros del Khemer (quiere decir Camboya) Rojo. Los talibanes son siempre aliados de al-Qaida. Con la que comparten medios, territorios, refugios e inteligencia. Únicamente no comparten el poder y el control locales.

Cuando las ideologías son mesiánicas (salvadoras), totalitarias (alcanzando todos los ámbitos del hombre) y absolutas, ortodoxas y excluyentes (están en posesión de la Verdad y fuera de ellas no hay solución, ni esperanza), tienden, en circunstancias favorables para ello, a imponerse a los hombres. No a convencerlos y convertirlos. Y usando para ello fría y metódicamente la coacción, el atropello y la fuerza moral y física. Para crear, según los casos, terror, sumisión, delación e insuperable conformismo. Esta acción social incansable y proselitista, su general sobriedad de costumbres, la dirección firme y la confianza que tienen en sus actos, imprime una dinámica y un ejemplo especiales a su actuación. Que atrae a sus filas a los desfavorecidos, los olvidados, los desesperados, los excluidos, los maltratados. Los cuales estarán siempre y abundantemente entre nosotros, en toda época y lugar.

 

 

 

 

  

   

    

  

 

 

 

 

La Guerra Psicológica contra los Talibanes, Al-Qaida y los Insurrectos Chiíes.

Sus Aplicaciones en Afganistán e Irak. Primera Parte.

El brigadier estadounidense Bonner F. Fellers explicaba que “la guerra psicológica debía ir al mismo paso de los ejércitos vencedores”. En efecto, la razón de ser de todo el aparato militar en la guerra psicológica es exacerbar la desmoralización enemiga, que acompaña inevitablemente a sus derrotas mayores y menores. El efecto debe ser algo así como echar sal en las heridas abiertas por nuestros combatientes. Y, para ir ganando “los corazones y las mentes” de los iraquíes, es necesario primero no ser el perdedor en el terreno militar. Toca ahora abordar la contribución de una forma más incruenta, sutil y profunda a la victoria de las autoridades afganas e iraquíes.

Aparición, desarrollo y características de la guerra psicológica. Su empleo en la guerra irregular.

A comienzos del siglo XVI las ideas “reformistas y heréticas” del sacerdote agustino Martín Lutero se propagaron incontrolablemernte por el centro y el norte de Europa, con la ayuda de la imprenta. El origen de la palabra propaganda surge durante la llamada Contra Reforma. Es una referencia a la propagación de la fe católica. Con los jesuitas en la vanguardia de esa tarea de catequización. Haciendo frente a las desviaciones de la ortodoxia preexistente, enseñadas por los luteranos, hugonotes, calvinistas, erasmistas, etc.
No es hasta la I Guerra Mundial cuando el término adquiere una significación negativa o peyorativa. Ésta se origina por la indignación popular hacia los esfuerzos sistemáticos de las potencias beligerantes en aquélla, para manipular en su favor las ideas y, con ello, las actitudes de todos, los neutrales, los enemigos y la población propia. Así, en los años 30 del pasado siglo, la propaganda “de guerra” o “nacional” evocaba en la mayoría de las personas la visión de fuerzas malévolas, que se antojaban extrañas y alienantes, intentando lavarles el cerebro. La necesidad surgida con el estallido de la II Guerra Mundial, de cooperar al esfuerzo de guerra total con todos los medios disponibles, ante un conflicto impuesto que amenazaba la supervivencia de las democracias, y los nuevos avance en los campos sociológicos y psicológicos durante el período de entreguerras, llevarán progresiva y firmemente a la aceptación por las naciones occidentales y sus fuerzas armadas de la aplicación de la guerra psicológica.
La propaganda maneja siempre informaciones básicas, esenciales, que son sencillas y simples por definición. Esto es debido a que su “objetivo” (el “snob”, “target”) es siempre amplio y numeroso: la población de un determinado país o región, o un colectivo extenso religiosa, económica, racial o socialmente diferente. Ellos son los que hay que informar, convencer y, según los casos, proteger.

La importancia de conocer la “población” a la cual va dirigida la guerra psicológica es incuestionable. Un principio de la guerra, definido ya por los autores chinos hacia el siglo IV antes de Cristo, exige conocer al enemigo, como premisa para presentarle o no combate, y ganarle en su caso. En el campo aliado en la II Guerra Mundial, tras los abrumadores éxitos iniciales japoneses hasta mediados de 1942, se tenía la extendida y falsa idea de que los soldados japoneses no se rendían y que eran impermeables e invulnerables a cualquier acción psicológica enemiga. Esto provocó que durante mucho tiempo, las fuerzas aliadas combatientes más bien toleraran, que apoyaran o promoviesen, la acción de las fuerzas del G-5, la sección del EEMM para la guerra psicológica. El conocimiento extendido que se tenía sobre los “diablos amarillos” no pasaba de su adhesión al ideal de “la muerte antes que el deshonor”, su leal fijación por el emperador, como autoridad suprema y símbolo de la nación, y el peso de un estigma generalizado y adquirido, por su felonía inicial en la guerra. Así, los primeros textos aliados de propaganda sólo provocaron la risa en sus lectores nipones.
La información es la exposición suficiente de hechos y opiniones (identificadas como tales), presentados al público para que éste deduzca sus propias conclusiones. La propaganda es una información persuasiva. Su diseño busca persuadir al “objetivo”, para que responda o reaccione favorable o desfavorablemente sobre un asunto o una idea determinados. Lo que distingue la información de la propaganda es la intención del comunicador, no el contenido o la calidad del mensaje. La propaganda no es intrínsecamente mala, desviada o falsa, ni puede ser un sinónimo de mentiras. Ya que las falsedades o las verdades a medias, que terminan descubriéndose rápidamente hoy en día, destruyen la credibilidad del mensaje y del comunicador y los propósitos buscados por la propaganda. 
Las guerras contra los irregulares armados son por naturaleza largas, dolorosas y difíciles. El carácter prolongado se origina de la necesidad de que una fuerza armada irregular “popular” rebelde, partiendo casi de la nada, se desarrolle, se extienda y se fortalezca suficientemente. Y consiga entonces derrotar moral o militarmente a un ejército regular propio o de ocupación. Las dificultades y los crueles males surgen por el elevado componente civil que participa en ellas. Son guerras localizadas en el patio de casa, en la retaguardia propia u ocupada. Grivas, en su “Plan general de la acción revolucionaria en Chipre” enseñaba, “no hay que creer que nosotros, mediante esta forma y procedimientos pretendamos una derrota material y total de las fuerzas inglesas en Chipre. Perseguimos más bien su derrota moral, hostilizándolos e intranquilizándolos de tal manera que, al final, obtengamos el objetivo de la lucha. Ésa fue hasta el final nuestra meta estratégica. El éxito se lo debemos al hecho de habernos aferrado firmemente a ella”. 
Si la fuerza la tiene el ejército y la no fuerza, los rebeldes, ¿cuál es el nutriente esencial que absorbe una parte y que pierde miserablemente la otra, a lo largo de mucho tiempo? La fuerza moral, la fuerza psicológica es el secreto del éxito en estos conflictos de baja intensidad militar. Que se libran realmente por parcelas, por objetivos, por “cuantos” de moral social. Cuya acumulación asola y destruye la capacidad armada del contrario. Esto también quiere decir que el proceso tiene dos sentidos, que es posible casi siempre revertirlo y aún ganarlo. Incluso a pesar de haber sido sorprendida por un estallido social merecido. Y la razón de esto es su lentitud extrema. De ahí la importancia de la guerra psicológica en la lucha contrainsurgente en Afganistán e Irak. Como la otra pinza imprescindible para cercar y rendir al enemigo en esta guerra irregular.   

Las premisas esenciales para la guerra psicológica en Asia Central. La explicación según su estructura social y sus características socio religiosas.

En Afganistán e Irak deben aplicarse siempre 4 parámetros o factores centrales y radicales en la guerra psicológica. Es necesario decir siempre la verdad. Es necesario abstenerse de criticar al Islam, a la fe nacional, en todas sus interpretaciones normales. Es necesario respetar las estructuras sociales de la nación, profundas en su idiosincrasia y esenciales para su convivencia. Es necesario destacar la amistad inquebrantable hacia los pueblos afganos e iraquíes de las fuerzas aliadas internacionales.
A través de la verdad se busca lograr, mantener y garantizar la credibilidad de la información transmitida, diseminada por la Coalición y por el gobierno y las fuerzas armadas y de policía locales. La propaganda contrainsurgente debe mantenerse fiable. Y esto se logra porque se adapta y es conforme con las experiencias diarias de los diferentes rebeldes talibanes o iraquíes, que las viven. En muchos casos, este parámetro o presupuesto de la verdad limitará o recortará qué es o cuánto es lo que los propagandistas militares pueden decir.  
En estos países, como en tantos estados musulmanes, el Islam es un factor principal de cohesión social e integridad nacional, independientemente de la rama islámica sunní o chií a la que se pertenezca. Y de la interpretación religiosa personal y más o menos sesgada que predique el imam de la mezquita, a la que se acuda regularmente. El Islam es, en su acepción más simple y popular, una fe sencilla, dotada de ritos externos y sociales muy definidos, y fácil de seguir y cumplir. Una democracia islámica se basa: En la Umma o comunidad religioso social. En el Corán o revelación directa de Allah. En la Sunna o la tradición del Profeta, sus hechos y dichos (hadices) recogidos por sus discípulos directos. Y en la Sharia o sus leyes derivadas civiles y penales, que estarán más o menos desarrolladas y aplicadas según los países.
Es necesario, por tanto, no  imputar a la religión musulmana lo que son fenómenos provocados por cambios sociales, intereses partidistas o, incluso, muy terrenos, y la voluntad de poder de algunos jefes y estados. A su vez, hay que considerar que sólo los islamistas radicales violentos esgrimen su interpretación del Islam como una solución excluyente a todos los problemas de su sociedad política o de la Umma. En esto, los europeos tienen una tendencia a considerar el Islam como un todo monolítico e inmutable en el tiempo. Por ejemplo, es necesario destacar al pueblo iraquí, la distinción entre los objetivos perversos de los jihadistas extranjeros y la rebelión interna de origen sunní o chií. Aquéllos están concentrados en los grupos semiautónomos de Al-Qaida, para quienes Irak es sólo un terreno propicio para sus matanzas indiscriminadas de iraquíes, buscando encender una guerra civil que lleve a la desmembración del país.
Por otro lado, la obediencia es una cualidad personal y social muy arraigada en las sociedades islámicas. Se obedece al jeque o jefe de las familias del clan en las cosas tocantes al orden social, se obedece al jefe familiar o padre en la familia y se obedece y acata la voluntad de Dios como gesto y rito vital en el Islam. Esta obediencia social es enriquecedora y protectora, no disolvente ni enfermiza por sí misma. Por ejemplo, en las madrasas, el Corán se aprende de memoria, por recitación continua a lo largo de los años de escolaridad. Puesto que es la Palabra de Dios descendida de junto a Alá, no hay interpretación ni crítica disolvente, sino obediencia y aplicación. Así, soportando la división de creencias y etnias en Afganistán e Irak, perdura muy arraigado y tenaz un complicado entramado de tribus y luego de clanes regionales y aún locales. Este, para nosotros, pintoresco conglomerado social es el que da el verdadero valor y sentido a las lealtades y a los intereses, siempre relativos y aún oportunistas, de los afganos e iraquíes. Por eso es costumbre incorporar en muchos casos al final del nombre, un topónimo que señale el lugar de nacimiento.
Las características jurídico sociales democráticas de expresión del pensamiento, libertad de movimientos, derecho al voto personal, libertad de comercio, derecho a la propiedad privada, protección de los menores, derechos femeninos, derecho a la justicia, obligación de pagar impuestos, servicio militar obligatorio, etc., podrán estar más o menos desarrolladas, protegidas y promovidas en una sociedad islámica. Pero deberán entreverarse, conjugarse, asociarse, estructurarse, comprometerse con las realidades socio político religiosas esbozadas apenas más arriba, para que funcionen. Nunca podrán imponerse desde afuera, como si se tratasen de la única forma legítima, que aquí resulta curiosamente radical y excluyente, que puede adoptar un “gobierno del pueblo”.
Ése fue uno de los dos errores garrafales de Paul Bremer, en Irak. Un ejemplo, los oficiales de la inteligencia militar trataron de llevar a cabo un trato con 19 subclanes de la tribu Dulaimi de la provincia al-Anbar, en el centro del triángulo sunní, para desarmarlas y que realizasen labores de vigilancia sobre el tránsito rebelde en su territorio. La contrapartida era un pago de $3 millones y el reconocimiento administrativo de la tribu. Bremer estropeó el cierre del trato, diciendo que “las tribus eran un vestigio del pasado, que no tenían cabida en el Irak democrático”. Sin embargo, por el contrario, ya desde noviembre de 2003 los baazistas exiliados y diferentes jefes de tribu o jeques han mantenido reuniones públicas mensualmente en el hotel Palacio Chan, de Damasco. Se suponía que eran para expresar la solidaridad contra la prolongada ocupación estadounidense. Pero también han servido para mantener reuniones de aquéllos con líderes de la insurgencia, planificar operaciones comunes y para la distribución de dinero. Por lo tanto, Afganitán e Irak no pueden ser democracias occidentales liberales inorgánicas. Donde apenas resiste aún algún valor moral o social. Frente a la todopoderosa avalancha asimétrica de las libertades individualizadas, consagradas como fuente de Derecho, sin la contraprestación jurídica de deberes sociales o personales.
Debemos tener presente siempre que todo el pueblo de Afganistán o de Irak son amigos y aliados. Y que sólo una parte de ellos presentan temporalmente intereses y objetivos divergentes, que buscan obtener por la dialéctica de la fuerza. Dichos objetivos no son antagónicos irresolubles con los nuestros. Porque gran parte de la insurgencia ataca a las fuerzas extranjeras de la coalición o a las de las autoridades afganas o iraquíes propias, porque en éstas ven indefinición o falsedad política, debilidad, parcialidad por algún bando opuesto, incapacidad, corrupción, indecisión y poco brío para la resolución de los problemas nacionales. Por ejemplo, el vacío de poder aglutinante y rector que dejaron Saddam Hussein, la estructura férrea del Baaz y su clientelismo omnipresente, con todo lo imperfecto, corrompido y cruel que fueran, no lo han llenado aún completamente las fuerzas nacionales iraquíes. Probablemente porque han aplicado un modelo injertado de estado liberal ajeno y espúreo, vacío de contenidos prácticos y alejado de la realidad social de Irak. En Afganistán partimos de que no contamos, ni siquiera, con los vestigios de una administración estatal respetada previa. 

LA DEFENSA DE GAZA.

¿Cómo será la defensa de Gaza por los milicianos de Hamás? ¿Por qué tarda el Tsahal en iniciar su ataque terrestre? ¿Cuáles son los inconvenientes y las oportunidades que presenta la defensa de Gaza, en una zona urbana? ¿Existen mejores posuibilidades militares para Hamás que su lucha numantina en la defensa de Gaza?

La defensa de los islamistas radicales en la Franja de Gaza.

No es fácil utilizar y defender unas zonas de rechazo urbanas. Su empleo implica unas elevadas exigencias a los combatientes islamistas: Una motivación suficiente, que les anime a tomar la vía de las armas y a arriesgar su vida por su causa. Que les aplaque y racionalice el miedo inevitable a la lucha armada a las distancias cercanas con un enemigo superior, hasta que la veteranía les brinde nuevos impulsos. Un buen entrenamiento en la lucha de infantería, que les dé oficio y confianza. Una lograda cooperación entre las pequeñas unidades que las guarnecen, que les garantice una cohesión sin fisuras en su tenue y magro despliegue y que permita y facilite la conducción y la realización de sus planes. Unos nervios templados por todo lo anterior, que les acostumbre a luchar en solitario o en grupos pequeños, resistiéndose a huir ante la implacable amenaza del fuego pesado directo e indirecto israelí.

A toda esta tensión “profesional” que soortan estos combatientes irregulares, se une la tensión creada por una lucha civil feroz. Que ellos mantienen, por voluntad suya, entremezclados con sus familias inermes y sus hogares, que resultan igualmente amenazados y agredidos. Por todo ello, entre las dos decenas de miles de rebeldes armados, no más del 20 % de ellos pueden en estos momentos utilizar eficazmente esta forma de lucha defensiva.   

Estos enemigos irregulares urbanos se protegen extendiendo sus posiciones defensivas más allá de lo necesario en una defensa convencional, cubriendo así una mayor superficie ocupada. En la zona de defensa establecen puntos de retardo, más o menos reforzados. Éstos protegen las posiciones más críticas de la zona, incorporan al rechazo los edificios con estructura de acero, especialmente resistentes, y forman trampas de fuego para el enemigo que irrumpe. Aunque pocos edificios de esa clase existen en el estrujado y maltratado Hamastán. Los nidos de resistencia tienen en la zona de Gaza más importancia, dado que: la ocupación de la zona de defensa es más tenue, las posiciones no pueden fortificarse demasiado para no destacarlas al Tsahal, las vistas son más cortas y existen numerosas vías de aproximación. Dependen de los puntos de retardo y a ellos se repliegan si son invadidos o destruidos. Existen numerosas posiciones alternativas o de recambio, más de lo habitual en esta forma de lucha. Esto permite engañar al Tsahal sobre el límite anterior de la posición de defensa, su verdadera extensión, los límites de los sectores que la forman, el interés del mando rebelde de la zona en cuanto a su defensa y dispersar el fuego pesado aéreo y terrestre del atacante. En los bordes de las zonas urbanas no establecen esas posiciones fijas. Aquéllos son ocupados por avanzadas de combate cuya misión es recibir a los posibles exploradores u observadores civiles, prevenir sorpresas y engañar sobre el trazado de la zona defensiva. Los ocupantes de las avanzadas de combate, distribuidos en parejas de centinelas y alguna patrulla móvil muy pequeña, se repliegan en su momento hacia los puntos de retardo más interiores.

Estas “fortalezas” urbanas de Hamás son difusas, ocultas y aún imperceptibles para los extraños. En muy pocas horas se ocupan y se refuerzan las obras previas. Sus vías de comunicación protegidas necesitan más tiempo de trabajo, pero también son menos evidentes. Hay que entrar en las casas para detectar paredes perforadas y encontrar pasadizos bajo un mueble o una alfombra. Sus posiciones de fuego no son complejas. Necesitan unos sectores de tiro entrecruzados, una protección inmediata contra la irrupción enemiga en masa o de comandos, unas cubiertas contra el fuego pesado normal y un ocultamiento suficiente, que las encubra de las vistas desde las posiciones enemigas probables sucesivas y sus avenidas de aproximación. Los obstáculos y las minas, incluso falsos en cierto porcentaje y siempre a distancia para no delatarlas, servirán para romper el ataque enemigo y para brindarles blancos más estáticos, por ejemplo para los morteros, que deberán tener registrado su fuego. La propia destrucción que genera el amplio soporte no preciso por el fuego pesado del Tsahal, refuerza las posiciones de combate rebeldes, rodeándolas de cascotes que dividen y dificultan los accesos israelíes, salvo cuando son alcanzadas por un impacto directo. Para operar esta estructura defensiva los milicianos tienen preparados numerosos y estrechos túneles, trincheras de arrastre y boquetes en tapias y paredes interiores de los edificios. De tal manera que, ocultos de las vistas, les permitan ocupar las posiciones de combate y de observación deseadas, defenderlas más o menos tiempo o no, trasladarse entre ellas y reforzar las más amenazadas o presionadas.

Los milicianos de Hamás van a procurar alcanzar desde el frente, con tiradores aislados o en parejas, preferiblemente armados con el fusil de precisión SVD, a enemigos individuales y a pequeños grupos y atacar de flanco o de  revés a las unidades enemigas que se internan en su zona defensiva, que ya están disgregadas en pelotones o escuadras con uno o dos vehículos blindados de apoyo de fuego. Aquellas comunicaciones preparadas citadas les permiten aparecer, siempre en pequeño número, detrás o al lado de esas unidades, mientras se detienen, se reagrupan, piden o reciben instrucciones, o deciden por dónde avanzar. Y erosionarlas, causándoles algunas bajas. Por ejemplo, desde un sótano o un piso, por un hueco irregular en una tapia, debajo de un vehículo aparcado o destruido, donde emerge un estrecho túnel con la boca cubierta y disimulada. En esas posiciones lanzan algún cohete RPG-7V o varias ráfagas cortas, siempre apuntando, de la ametralladora ligera RPK de cargador largo o la obsoleta, pero omnipresente entre las guerrillas, RPD de cinta. Los patios interiores de las casas les sirven para colocar los morteros, que constituyen su único “fuego pesado” de combate, protegidos desde una posición de infantería. Los dispararán con los ángulos máximos sobre las concentraciones militares abundantes, recrecidas y siempre excesivas. El mortero habitual es el ruso de 82 mm. moderno M-1937. Unas posiciones semejantes, protegidas por el entorno de las casas y los patios interiores, rodeadas de habitantes inocentes e inermes, son los que utilizan para lanzar tercamente sus cohetes de vuelo libre, los Kassam y los iraníes, más modernos y con más alcance y que reciben desmontados, sobre las poblaciones israelíes cercanas al norte de la franja de Gaza.

Aquí que los israelíes presenten tres veces más hombres (en medios la proporción debe ser de 20 a 1) no les favorece ni les facilita la labor. Sino que le brinda al acosado defensor más blancos para poder emplear su exiguo poder de fuego. Sobre todo porque, en un momento dado, es pequeña la proporción de atacantes que están poniendo en apuros verdaderos a los defensores.  

El momento crucial para la defensa ocurrirá cuando el jefe del sector decida evacuarlo, tras haber detenido a las fuerzas terrestres del Tsahal por algún tiempo. Procurando causarle las pérdidas más elevadas posibles. Pero sin exponerse excesivamente: a una lucha a las distancias cortas con fuerzas mejor entrenadas y equipadas, a ser desbordado, o a perder su libertad de acción. Esto va ligado inexorablemente a la cesión de espacio a los israelíes. Para ello se sustraen los islamistas, en un momento oportuno, por ejemplo, en la noche o en una tregua, al ataque directo de su enemigo. No a su bombardeo o cañoneo extensivo, que siempre es impreciso y costoso. Los milicianos de Hamás tienen suficientes túneles de salida dirigidos hacia edificios no muy cercanos (muchas veces oficiales e incluso respetables (mezquitas), oficinas, empresas, algunas viviendas) o cauces secos (wadis), matorrales, poco evidentes, en el escaso despoblado de Gaza. Desde donde se puedan dispersar por la superficie, en muy pequeños grupos, hacia posiciones amigas de acogida, en los primeros momentos. La protección de la evacuación es vital y las dos entradas de estos túneles, en ambos sentidos, están cubiertas siempre por nidos de resistencia, que llevan a cabo una defensa rígida en el tiempo.

Algunas conclusiones tácticas y operativas para esta lucha de defensa.

La defensa terrestre de Gaza es muy difícil de sostener en el tiempo. La franja carece de espacio geográfico para poder establecer una defensa flexible escalonada en profundidad. Esto es necesario para darle potencia, solidez, continuidad y apoyo a la lucha de rechazo.

Por otra parte, el abastecimiento externo de armas, municiones y equipo militar a Hamás está estrangulado por Israel. Que ha bombardeado con precisión la zona de túneles de comunicación en torno a Rafah, al sur de la franja, que cruzaban subrepticiamente la frontera con Egipto. Para garantizar el sellado de ésta, el Tsahal ha establecido, al menos, dos “cerrojos” ocupados con infantería mecanizada y tanques, en torno a Netzarim y Tel Katifa y transversalmente en la franja, que impiden prácticamente el tránsito (tráfico es mercadeo) de equipamiento militar procedente de Egipto.

La estructura “militar” de Hamás se asienta socialmente en los clanes locales palestinos. Su unidad táctica superior suele ser un “batallón” reforzado de alrededor de medio millar de hombres, por darle un “nombre” práctico. En sus unidades escogidas, Hamás procura que la formación, el entrenamiento y el equipamiento de los infantes sean homogéneos. El mutuo apoyo de los sectores de la defensa durante un ataque israelí, es así difícil y precario. Es más difícil aún realizar contraataques, que no contrachoques sectoriales, sobre las penetraciones terrestres israelíes contra la franja de Gaza.

Aquéllas atacarán siguiendo 2 o 3 direcciones diferentes y convergentes. Buscando dispersar el fuego de rechazo palestino, perturbar la conducción de la defensa por su mando y romper la coherencia y consistencia del conjunto de la posición. Con un primer asalto, lo más inesperado posible, sobre el borde de las poblaciones, para conseguir unas posiciones de partida y apoyo ya en su interior. Para continuar luego su difícil trabajo de avance y limpieza sistemático. Hay dos brigadas israelíes imprescindibles en esta operación: la Givati y la Golani. La primera cuenta con pequeñas unidades entrenadas para el ataque con objetivo limitado en zonas urbanas. La Golani es famosa por su lucha contra los tanques sirios en la guerra del Yom Kipur de 1973, bloqueando el paso de aquéllos a través de los Altos del Golán, que hubiera supuesto la irrupción enemiga en las llanuras de Galilea, y formando parte de una fuerza táctica de armas combinadas del Tsahal. La Golani cuenta con 4 o 5 batallones bien entrenados para la guerra urbana, en campos de entrenamiento muy similares a las poblaciones palestinas.

Hamás, en su lucha desesperada, va a buscar la grave erosión enemiga, Israel es muy sensible a la pérdida de hombres, en los numerosos microcombates aislados que ocurrirán durante la irrupción y el avance israelíes. Pero sin poder dar una trascendencia táctica, ni mucho menos operativa, a su esfuerzo militar.

Lo mejor que puede hacer Hamás ahora es abandonar este combate numantino, sin esperanza militar. En aras de proteger a su pueblo y prepararse para otra mejor ocasión. Donde, su «esfuerzo de sangre en la senda de Allah», éste es el sentido de la “yihad” militar, sea más productivo tanto táctica como operativamente. Por otro lado, si Hamás consigue no perder este combate asimétrico, las posibilidades de supervivencia de un gobierno de al-Fatah (Abu Mazen) habrán disminuido muchísimo, y también en Cisjordania. Ésta puede ser la baza política que Hamás está jugando, mientras camina temerariamente por el afilado borde de una navaja.       


              

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN. Segunda Parte.

Publicamos la Segunda Parte de las «operaciones en Afganistán y Pakistán».

Particularidades socio antropológicas de las tribus pashtunes.

Las relaciones internas de los grupos, familias y grupos de familias locales y clanes, se caracterizan por incorporar a ellas ciertos ritos, preceptos, actitudes y tabúes. Éstos recogen, valoran y cuantifican sus necesidades vitales, sus emociones primarias y sus creencias. La religión musulmana es seguida rigurosamente en la amplia zona que tratamos. Son todos de la rama sunní, que acepta al Corán y a la Sunna del Profeta, sus hechos y dichos (hadices), debidamente recogidos por los discípulos, como las fuentes ortodoxas de la revelación de Allah a los hombres. Las diferencias residen en el rigor con el que se examinan y aceptan las fuentes de la Sunna. Esta asunción forma parte de la inculturación, afirmación y cohesión sociales de estos grupos.
Estas sociedades aceptan y se rigen a través de una autoridad, más o menos respetada y obedecida. Cuanto más se perfeccione y avance hacia el exterior la sociedad, el poder de esta autoridad se afianzará y crecerá y se extenderá en ámbitos de influencia. Cuanto más pequeño y aislado sea el grupo, el poder de la autoridad será más moderadora e integradora, actuando como un primero entre los “iguales”. En estos casos últimos, la reunión de los miembros activos (hombres, cazadores) del clan en asambleas, jurgas, etc., tienen valor supremo y es sancionador de las conductas desviadas o disolventes para el grupo. Evidentemente en estos consejos locales, el prestigio y el poder de cada individuo miembro cuentan, y en ellos unos son más “iguales” que otros. Esos jefes locales o Maliks son como negociadores privilegiados con los distintos gobiernos, que gozan de una autoridad personal más que institucional, y cuyos acuerdos pueden ser ignorados por los varones adultos, si no están revalidados por sus asambleas.
Su código de costumbres y honor es el Pashtunwali, que establece al individuo ciertos derechos y exige de él ciertos deberes sociales, hacia la familia, el clan y la tribu. Las disputas básicas sobre mujeres, oro o dinero válido y tierras están en el origen de las enemistades sostenidas en estas tribus. Y que deben ser mantenidas hasta vengar la afrenta percibida. La propia fragilidad y debilidad de la sociedad exige la aparición de los valores protectores. Éstos podrían ser la hospitalidad, la lealtad, la amistad, el desprecio a los foráneos, la venganza de ultrajes y daños, el honor individual y colectivo. Cada uno de ellos protege y engrandece en alguna medida o matiz al pequeño conjunto humano. Como veremos las relaciones son interpersonales, en los ámbitos de la familia, el clan y la región. Se proyectan por la oportunidad, la cercanía, el intercambio de bienes y la relación. Y se afianzan con la lealtad, el respeto a las normas aceptadas y el tiempo de trato. Y en función de la acumulación de estos actos elementales sucesivos. Un extraño puede así aspirar a su integración, a título particular humano. Y no por la calidad y la trascendencia de su categoría o puesto institucional.
La hospitalidad lleva implícita la reciprocidad, cuando uno viaja, está solo y no es agresivo. Esto a veces se perfecciona con la dotación de una escolta al viajero por zonas inseguras. La violación de esta “escolta” por un ataque supone una grave afrenta para el clan que la proveyó. La lealtad entre los miembros del colectivo, por muy lábil que sea a veces, cohesiona al grupo. El honor infla la autoestima y la apariencia ante propios y extraños. La venganza, en ausencia de verdadera justicia, busca castigo y luego reparación de los daños y afrentas reales o percibidos. El desprecio a los foráneos, no adornados de buenas cualidades o amenazadores para el grupo, busca impedirles a priori su integración en él, como una forma de defensa pasiva. La amistad estrecha los lazos con los iguales y el grupo. Si alguien se integra en estos grupos elementales, es objeto de lealtad y amistad a título personal. Esos valores se incrementarían por su actuación, maneras y comportamiento personal. Sería el caso de un jefe de fuerzas nativas, aceptadas por ellos por la paga, el honor y el status que brindan y proyectan sobre los clanes regionales. La aceptación no es con el cargo, sino con la persona.
Otra característica de la organización social de estas tribus fronterizas semiindependientes es que impulsan una relativa endogamia. Con ella buscan aislar, proteger, mantener o fomentar su idiosincrasia, su influencia y su patrimonio. Pero, sin que sea biológicamente perjudicial su uso. Como sería entre los miembros de una misma familia o clan pequeño o cercano. En efecto, los matrimonios no sólo suponen y conllevan intercambios de individuos entre las familias de los contrayentes. Producen también intercambios y flujos de regalos, visitas, relaciones y parcelas de poder. En unas sociedades poco evolucionadas y residentes en un medio difícil y, a veces, rodeadas temporalmente de hostiles, las relaciones matrimoniales producen un “ingreso”, unos aumentos de posiciones sociales, influencias y bienes, que son muy apreciados por aquéllas.

¿Cómo se debe afrontar el acercamiento hacia las tribus fronterizas y fomentar su pacificación? De manera que aíslen y expulsen a los elementos violentos radicales. Y que asuman unos lazos más duraderos y fuertes con las autoridades centrales de los dos países implicados.

Los pueblos montañeses son numerosos, pequeños y diseminados por ambas zonas de la frontera común. En ellos se pueden camuflar un pequeño grupo de talibanes “regulares”, a la espera de que pase de largo una creciente militar. Aparte, los talibanes gozan de un sistema complicado de cuevas naturales en varios niveles, reforzado por túneles de comunicación, dotados de zonas ampliadas para la espera y el almacenaje de bienes de todas clases. Este sistema es utilizado para facilitar el tránsito entre uno y otro país, sin tener que utilizar los pasos fronterizos o desfiladeros más habituales y conocidos, como “etapas” del trayecto completo. Y como refugio temporal cuando los aliados llevan a cabo operaciones de búsqueda de rebeldes o de represalia, sobre zonas pashtunes donde han sido más activos. Los talibanes son de la etnia pashtun. Sólo los distinguen de las tribus locales su mayor proselitismo religioso y su actividad militar. Parte de los lugareños con los que se encuentran los soldados en sus patrullas y registros, son talibanes “a tiempo parcial” y simpatizantes. Dos o tres hombres de un grupo de nativos que transitan por un camino rural, pueden ser una escuadra de talibanes moviéndose de un lado a otro.
Para vigilar ambos lados de la frontera, lo mejor es emplear en cada localización las fuerzas del lado propio. Aquí se puede explotar un atavismo que subsiste en todas las colectividades. Y que está aherrojado por la educación cívica y moral en las naciones llamadas cultas. Y que es el egoísmo, como fruto primigenio de la necesidad de defensa y de la escasez crónica de recursos originales. Que genera en las sociedades más primitivas una desconfianza hacia el vecino, que es apreciado colectivamente, ¡ojo!, como un competidor y un probable enemigo. Los talibanes son en Pakistán, extranjeros y empeñados en una guerra foránea. Aparte de la radicalidad absorbente y exclusivista de su interpretación del Islam sunní. Siguiendo las pautas generales citadas es fácil y simple, aunque laborioso y necesariamente progresivo, conseguir que los pashtunes pakistaníes impermeabilicen sus tierras a los talibanes. Evitando así la propagación de su doctrina y métodos. Y la extensión hacia el oeste del Indo de sus refugios operativos, que impedirán siempre su posible erradicación de Afganistán.
Las operaciones militares en las guerras modernas (de tercera generación) exigen detectar lo más rápida y precisamente a un enemigo mecanizado, a lo largo de todo su despliegue, hasta sus reservas. Luego se le ataca por el fuego terrestre, aéreo e incluso de cohetes tácticos. Aquí el enemigo es elusivo, disperso, peor armado, mal entrenado, indisciplinado. Pero es nativo, es resistente y parco, se esconde y camufla con facilidad, es un depredador nato, no defiende generalmente sus posiciones. Las operaciones de las unidades y grandes unidades militares dejan escapar por infinidad de “intersticios” tácticos a los grupúsculos guerrilleros, en los que se puede dividir una unidad rebelde acosada. Es necesario actuar a su nivel socio militar micro táctico y con cercanía. Al “enjambre” difuso, tenue, pero omnipresente de los talibanes es necesario interponer un “enjambre” cívico militar. Formado por elementos voluntarios, más capacitados, profesionales y entrenados que los guerrilleros.
Es necesario crear pequeñas “unidades de acción”, para actuaciones “socio militarescombinadas. Que sean capaces de alcanzar el habitat de los talibanes y expulsarlos de él, progresiva y firmemente. Interponiéndose entre ellos y las tribus, que son el habitat real de los terroristas y rebeldes. Unidades que, en su modelo básico o standard, estarían formadas por un pelotón de fuerzas ligeras locales leales entrenadas, un pelotón de infantes profesionales foráneos y un grupo de técnicos civiles de fomento y educación con material adecuado. Su logística y su apoyo estarán basados en unidades y fuerzas helitransportadas, controladas centralizadamente desde 2 o 3 bases operativas. Y complementadas por columnas móviles en vehículos o de caballería, formando una red de patrullas de apoyo por cada región.
Una vez asentadas esas pequeñas unidades flexibles, pueden acudir fuerzas mayores y brigadas de trabajo y de enseñanza, para ir guarnicionando la zona y para impulsar su mejora social. Hace falta contar con dinero para comprar la voluntad de colaboradores y simpatizantes. Esto puede hacerse facilitándoles trabajo y distinción social. Y para realizar los planes de desarrollo necesarios.
Erradicar los cultivos de opio puede ser un fin estratégico en sí mismo para los militares occidentales. Y hay que valorar muy bien su oportunidad y posibilidad en cada pequeña zona. Hay que ofrecer a los nativos una alternativa de paz, progreso y bienestar, dentro de sus creencias y maneras, para que segreguen a los talibanes. 

 

OPERACIONES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN.

¿Cómo desarrollan los ejércitos occidentales y del Pakistán sus operaciones militares contra los talibanes y al-Qaida? La instrucción, el uso omnipresente del apoyo del fuego pesado y la mentalidad de los grandes ejércitos modernos, ¿facilitan las operaciones militares contra rebeldes indómitos fanatizados en sus tierras? ¿Cuál es la idiosincrasia de los 40 millones de pashtunes que viven en los territorios infestados por aquéllos? ¿Cómo es el Pashtunwali o código de honor de sus tribus? ¿Cómo podría combatirse mejor la presencia, no existe su dominio perfecto, de los rebeldes y terroristas en la amplia zona a ambos lados de la “Frontera del Noroeste” afgano pakistaní?

PRIMERA PARTE

La situación socio militar actual en Afganistán y Pakistán.

Los talibanes y al-Qaida forman dos movimientos organizados verticalmente y desde abajo a arriba. La cercanía ideológica y geográfica les permite colaborar tácticamente. Su estructura hace que sus células no sepan exactamente cuáles son los jefes superiores. Sólo saben dónde tienen que ir para recibir apoyo o para enviar o recibir información o para comunicarse con otra célula “pareja”. Las direcciones de estos movimientos actúan por excepción, no por presencia o por acción deliberada. Esto les permite operar bastante bien, sin la intervención de sus altos mandos. La muerte del mulá Omar y dos o tres jefes más en un bombardeo americano, afectaría poco a su efectividad, a sus niveles actuales de actuación militar irregular. El “martirio” de los antedichos o de Bin Laden o de su “consejero delegado” al-Zawahiri sería casi de igual importancia como lo es su existencia.
La clave operativa de los talibanes reside en sus innumerables jefecillos locales, con sus pequeñas bandas de guerrilleros. Ellos son los responsables de intimidar, aleccionar, asustar, atacar y ocupar más o menos temporalmente algunos de los numerosos poblados y caseríos. Según el grado de presión que deban ejercer sobre los lugareños para que les informen, les escondan y les ayuden. Evidentemente su elemental grado de desarrollo operativo mantiene al movimiento a la defensiva. Sin poder disputar a ninguno de los ejércitos presentes en esas áreas ningún territorio o pueblo. Sin poder realizar otras acciones más allá de las emboscadas, los ataques a las muy pequeñas unidades enemigas aisladas, el hostigamiento por el fuego a media distancia, el secuestro, incursiones aisladas de corta duración y el minado de caminos y veredas. Concentrados ideológicamente en la conversión a su movimiento, a sus células semi nómadas, de los pashtunes más afines o cercanos. En un grado menor y menos extenso, actúan las células de al-Qaida de Afganistán y Pakistán.
Su procedimiento usual para atacar una posición débilmente defendida o sin ánimos de luchar es éste: bombardean de madrugada con fuego pesado de lanzacohetes fijos, luego se acercan para emplear los morteros, por fin, el asalto lo realizan varias escuadras independientes que convergen, avanzando y disparando ráfagas de AK y ametralladora RPD o PK y lanzagranadas RPG y RL. 
Afganistán casi carece de carreteras asfaltadas: hay sólo dos. La más importante se da una vuelta redonda por todo el país, uniendo las principales poblaciones, Kabul, Kandahar, Herat, etc. Es como una gigantesca M-30 madrileña y le llaman Ring Road. Luego está la North-South Road, que sigue este recorrido, al este del país. No son gran cosa. Las capas de asfalto tienen entre uno y dos dedos de espesor; los calores las ablandan y se forman baches y burbujas fácilmente. Pero, debajo de una protuberancia puede esconderse un artefacto explosivo. Hay que recorrerlas despacio, mirando al suelo y oteando el horizonte, buscando observadores al descuido, no muy lejanos. Los talibanes tienen la costumbre de grabar en video las emboscadas, para colgarlos en Internet. No suelen usar activadores de cables; éstos son caros y pesan, y los rebeldes están en zonas aisladas y la logística es débil y complicada. Los artefactos se activan por la presión del vehículo o por un emisor de frecuencia y alcance dados; hasta sirve un dispositivo de apertura de puertas. Con los inhibidores de frecuencia, los militares intentan contrarrestar las ondas de radio de las frecuencias probables en la zona. Siendo los emisores más caros y complicados, cuanto más alcance, potencia y gama de frecuencias usen. Es el juego del gato y el ratón. El problema es que reciban los guerrilleros de un área, un emisor activador que use una frecuencia imprevista.
En cuanto al ataque por el fuego de armas ligeras y medias, los guerrilleros no se acercan demasiado. Son gentes menos entrenadas y equipadas que los militares profesionales. Actúan hostigando al bulto. Sus armas más frecuentes, los AK en sus variantes 47 y M no son precisas más allá de los 150-175 m., en tiro filante. El fuego de morteros resulta impreciso y esquivable contra una patrulla montada. Sin embargo, para los civiles y para el tránsito de vehículos y mercancías estas técnicas de ataque son suficientes y eficaces. El arma más temida y eficaz de los talibanes es el iluminado fanático suicida. Que busca como pasaporte al Jardín de las Huríes (ojo, no es un premio eterno), el llevarse consigo el mayor número de enemigos muertos y mutilados. Pero el atacante podrá ser un loco religioso, pero no es un tonto. Los suicidas no atacan las posiciones militares preparadas. Dotadas en su perímetro defensivo de complicadas alambradas, fosos, paredes, espacios entre obstáculos, alarmas, deflectores de explosiones. Porque saben que la explosión se disipará en el aire y que no le dejarán acercarse a las garitas, porque ya están esperándole. Las armas principales del suicida no son su cinturón o chaleco explosivo, son la sorpresa, la libertad de acción y la iniciativa.   
Las unidades de los ejércitos aliados (en Afganistán) o del Pakistán actúan mediante batallones y regimientos. Con las fuerzas de un batallón intentan barrer en una dirección una zona, en cuyo límite opuesto han desplegado un cerrojo. Con un regimiento suelen intentar una operación de cerco y aniquilación en una zona dada. Son quizás demasiadas fuerzas. Tienen los guerrilleros montañeses un arma natural de la que carecen los soldados entrenados a “nuestro modo”: la paciencia y la sobriedad. En Vietnam se subían aisladamente a los árboles, y esperaban callada y quietamente a que pasaran los soldados que peinaban la zona operativa. Cubriendo debidamente de barro la techumbre de una choza afgana, se impide la observación de su interior por los artilugios de visión térmica en aparatos aéreos, tripulados o no. Y no diremos más…
En 2002 los pakistaníes comenzaron a enviar tropas al Waziristán y otras zonas pashtunes, hasta alcanzar progresivamente los 80 mil hombres desplegados allí. En sus operaciones destruyeron campos de entrenamiento talibán y capturaron muchos jefes terroristas. Pero sus tácticas y técnicas de guerra regular, les enajenaron la simpatía o la neutralidad, según los casos, de las tribus, ya que se producían muy fácilmente víctimas civiles inocentes con ellas. Finalmente, en el otoño de 2005 el Gobierno llegó a un acuerdo con los jefes de tribu, retirándose de la zona. Fue un conflicto de baja intensidad: en los 2 últimos años murieron 700 militares. El problema fue que se vió claramente que los militares no podían dominar las áreas pashtunes y limpiarlas de terroristas. Desde entonces, las incursiones de represalia son esporádicas y puntuales, sobre un objetivo detectado y dado, que no siempre es real o es conseguido o destruido.  

El espacio geográfico de las tribus pashtunes (afganas y pakistaníes).

Desde Pakistán, mirando desde el Punjab (o “la tierra de los cinco ríos”) en dirección a Afganistán, aparece el gran cauce del río Indo. Éste actúa de frontera geográfica con las tierras pashtunes, formando un enorme foso natural, que nunca detuvo sus correrías. A continuación aparece una irregular mezcolanza de llanuras y estribaciones montañosas, en unos terrenos que resultan fértiles cuando pueden ser regados, modelados por las primeras alturas de la gran cadena montañosa Sulimán. Más allá coronan las grandes montañas. Hacia el norte, formando zonas de nieves perpetuas, hay pastos de tipo alpino y bosques de alturas, hasta alcanzar las estribaciones del imponente macizo Hindu Kush. Hacia el sur, se extienden las más  bajas montañas del Waziristán, en las que aparecen afloraciones rocosas a más de 3 mil m. de altitud. Que descienden hacia al sur en estribaciones cubiertas de malezas y quebradas, hasta la desolación de las zonas de Zheb y Mekran, ya junto al océano Índico, en plena zona del Baluchistán.
Estas alturas intrincadas proveen una muralla que impide las invasiones masivas desde uno u otro sentido de ellas, con tal de que los pasos o desfiladeros sean dominados. El más famoso aún hoy en día es el de Khiber, ya que abre el camino entre Kabul y Peshawar.
En el Baluchistán viven tribus de etnia baluchi, braui y pashtún (al norte). En las regiones de Waziristán del Sur y del Norte están más concentrados los pashtunes, formando un verdadero Pashtunistán pakistaní. Dentro de la gran etnia pashtún, los mahsuds (éstos especialmente proclives a romper los acuerdos y pactos) están en la zona central de Waziristán, los wasirs y los afridis viven en la zona de Tirah y los mohmands, al norte de Tirah. La zona del Chitral, al norte de la frontera, la forman los distritos de Bajaur, Dhir y Swat. Son los «waziristanes» los más problemáticos, independientes y levantiscos. Sus tierras son pobres y broncas, en las cuales apenas encuentran un sustento elemental. Antiguamente, hasta el primer tercio del pasado siglo, solían descender de vez en cuando en correrías armadas hasta el valle del Indo. Para obtener bienes de valor, monturas, joyas, mujeres foráneas, atacando y esquilmando a sus habitantes, de raza y de religión hindú y, por tanto, infieles. Más al sureste de las tierras de estas tribus, sin llegar aún al valle del Indo, están las tierras también montañosas de los khattaks, los bangashis y los yusufzais, todos también pashtunes. Estas tribus produjeron “cipayos” de primera clase en las unidades semi irregulares de los británicos en estas zonas, hasta mediados del siglo XX.
Las alturas afganas en torno a la frontera de Pakistán son la otra gran vertiente oeste de las cadenas montañosas citadas, coronadas al norte del país por el gran Hindu Kush. La ausencia de expedicionarios europeos del lado afgano (Afganistán fue un país independiente frente a rusos y británicos), hace que sean menos estudiadas y muy poco conocidas por los no especialistas.
En Afganistán, los pashtunes se sitúan al este y sureste, alcanzando un 35% de la población y alrededor de 12,5 millones de personas. Otras etnias importantes en Afganistán son los uzbecos (10%) y los tayikos (25%), que viven al norte del país, limítrofe con las repúblicas independientes de Tayikistán y Uzbekistán. En el centro viven los hazaras (20% de la población), relacionados con los persas y en el sur están los baluchis (10%), relacionados, a su vez, con las tribus del Baluchistán pakistaní. El flujo de afganos, especialmente pashtunes, hacia Pakistán o de vuelta a casa, cuando las condiciones militares en ella se suavizan, hace que las cifras, a falta desde hace decenios de un censo oficial, sean variables e imprecisas.
En Pakistán hay 4 grandes etnias: los pashtunes, los punjabis, los sindhi y los baluchis. Precisamente el país está dividido actualmente en cuatro grandes provincias: Punjab, Sind, Baluchistán y la Frontera del Noroeste, cada una formada por numerosos distritos administrativos. Existe una zona de tribus autónomas, que discurre entre aquella última y la frontera con Afganistán y que es regida por la autoridad central federal. La zona tribal cuenta con 7 agencias tribales y 6 pequeños distritos. Los individuos de etnia pashtún son unos 25 millones en el país. 
Tras la independencia de Pakistán en 1947, surgió la disputa con Afganistán por la posesión de las amplias zonas fronterizas tribales, que buscaba la salida al mar de Afganistán. Ambos países casi llegaron al conflicto armado, hasta que en 1963 firmaron un acuerdo de determinación de fronteras. Se ratificaron en él las fronteras vigentes durante el dominio británico. Y Afganistán quedó como un país interior, sin acceso a las vías marítimas.

OPERACIONES MILITARES EN AFGANISTÁN Y PAKISTÁN.

Anunciamos la publicación en unos días del artículo Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán.

Este artículo trata sobre cómo se están desarrollando las operaciones militares contra los talibán y las bandas semiautónomas de Al-Qaida en esos dos países.

Pero en Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán vamos más allá. Se analiza también la idiosincrasia y la cultura de las tribus pashtunes (o patanes, que suena peor) que viven en las zonas limítrofes de la frontera común entre Pakistán y Afganistán. Se describe su geografía pobre e inhóspita que determina también, junto con un Islam sencillo, pero rígido, aquellas citadas.

Y se describe una aproximación a la lucha eficaz contrainsurgente en ambos países. A cargo de unidades mixtas de fuerzas militares foráneas y nacionales, capaces de luchar con las numerosas, débiles, escurridizas y siempre presentes bandas rebeldes de los talibán y Al-Qaida en la lejana FRONTERA DEL NOROESTE. Como llamaron los británicos a estas tierras indómitas, duras, sobrias y guerreras.

El artículo Operaciones Militares en Afganistán y Pakistán ya lo tenemos publicado en Inglés.  

La defensa de las posiciones militares fijas en la guerra contra la insurgencia armada

UN EJEMPLO SACADO DE LA GUERRA CONTRA LA INSURGENCIA EN IRAK.

LA BASE ESPAÑOLA DE DIWANIYA. 

La defensa eficaz de los acuartelamientos, reductos y campamentos frente al ataque y el hostigamiento de los irregulares rebeldes se basa en tres cualidades operativas: la iniciativa, la movilidad y la acción ofensiva. Ellas, a su vez, están directamente condicionadas por la mentalidad y la disposición combativa de los militares (que dependen fundamentalmente de ellos) y por la capacidad militar o medios disponibles en la zona de operaciones (que dependen fundamentalmente de los políticos y los administradores públicos).

Casi por definición, los medios militares y policiales disponibles en una guerra contra los irregulares son muy escasos, e incluso pueden ser escandalosamente insuficientes. Y esto no depende tanto de ellos ni de las autoridades establecidas, sino que es función directa de la estrategia inherente a un proceso guerrillero correcto.

El número de objetivos posibles, potenciales, que ofrece una sociedad organizada moderna, más o menos desarrollada, a la estrategia operativa disolvente de una insurgencia armada es casi incontable e inagotable. Veamos una relación expresiva, pero no exhaustiva:
Atentados contra autoridades civiles y religiosas y contra miembros aislados o grupos de las fuerzas armadas y de policía.
Destrucción y sabotaje de las fuentes y redes energéticas: térmicas, presas, plantas de ciclo combinado, campos eólicos, refinerías, depósitos de combustibles, oleoductos y gasoductos, transformadores y líneas de alta tensión y sus centros de control y distribución.
Ataques a las líneas de comunicaciones: repetidores de televisión y de telefonía móvil, emisoras en general, antenas de radio, tendidos telegráficos, puentes, túneles y viaductos, apeaderos y estaciones ferroviarias, trozos de vías férreas y de catenarias eléctricas, trenes y autobuses, camiones de gran tonelaje y vehículos de transporte de reparto, obstáculos temporales en la red viaria, cubiertos o no por el fuego indirecto o directo.  
Destrucción o inhabilitación de objetivos directamente económicos de todos los tamaños e importancia: minas, plantaciones, industrias, comercios, hoteles y balnearios, grupos de turistas. En estos casos la insurgencia debe valorar la pérdida directa de puestos de trabajo y la probable enajenación de parte de la simpatía popular hacia ella; el efecto es parecido si se deprime la actividad económica y así no se destruye inmediatamente el empleo.

Sun Tzu es el nombre real o supuesto de un autor chino, que escribió Los Trece Capítulos del Arte de la Guerra (la unidad de estilo y su originalidad permiten afirmar que no es una obra colectiva ni una recopilación) entre los años 400 y 320 a. C. (el uso de la ballesta no se generalizó hasta el 400 y la caballería no fue incorporada al ejército antes del 320) Y, ¿qué dice Sun Tzu sobre las misiones militares y las intromisiones de los políticos en ellas?
“Normalmente, cuando se utilizan las fuerzas armadas, el general recibe, en primer lugar, las órdenes generales del soberano. Después reúne a las tropas, hace del ejército un todo homogéneo y armonioso y lo instala en su campamento” Capítulo 7, versículo 1.
“Es necesario saber que para un soberano existen tres formas de llevar a su ejército al desastre. Consisten en proceder como sigue:
Ignorar que el ejército no debe avanzar y ordenar que avance, o bien, ignorar que no debe retroceder y ordenar una retirada. Esto es lo que se llama “poner al ejército en un apuro”. Comentario de Chia Lin: “No hay calamidad mayor que las órdenes del soberano que reside en la corte”.
Ignorar todos los asuntos militares y participar en su administración. Esto desorienta a los oficiales.
Ignorar todos los problemas del mando y tomar parte en el ejercicio de las responsabilidades. Esto destruye el ánimo de los oficiales” Capítulo 3, versículos 19 al 22.
“El que tenga generales competentes y los proteja de las injerencias del soberano, será el vencedor. Comentario de Ho Yen Hsi: “En la guerra se producen cientos de cambios en cada etapa. Decir que un general debe esperar todas las órdenes de sus superiores es como informar a un superior de que queréis apagar un fuego. Antes de que lleguen las órdenes las cenizas estarán frías. ¡Y se ha dicho que en tales circunstancias se debe consultar al inspector general del ejército! Atar corto a un general competente mientras se le pide que suprima a un enemigo astuto, es como sujetar al Lebrel Negro de los Han y a continuación darle la orden de que atrape a liebres inalcanzables” Ibid, versículo 29.
 “Existen casos en los que las órdenes del soberano no han de ser ejecutadas necesariamente. Comentario de Chang Yu: “El rey Fu Chai ha dicho: ‘Si sabéis cuál es la conducta a seguir, actuad; no esperéis a las instrucciones”.
Un general que posee un perfecto conocimiento de su oficio, sabe cómo manejar las tropas. Comentario de Chia Lin: “El general debe estar seguro de poder explotar la situación en su provecho, según lo exijan las circunstancias” Capítulo 8, versículos 8 y 9.

Veamos un ejemplo de comportamiento militar en la defensa de sus posiciones sacado de la última guerra del Vietnam: 

El 2º batallón del 28 regimiento de infantería norteamericano llevó a cabo en marzo de 1966 la operación Cocoa Beach de búsqueda y destrucción de unidades del Viet Cong, en el distrito Ben Cat, provincia de Binh Dueng, en Vietnam del Sur.
El batallón, a las órdenes del teniente coronel Kyle M. Bowie, se trasladó a pie el 2 de marzo desde la base de su brigada en Lai Khe hasta la plantación de caucho Lo Ke. Allí estableció un fuerte perímetro defensivo, en un terreno llano y libre de matorrales, salvo algunos setos y manchas de hierba de elefante. Al oeste de la plantación se alzaba una jungla espesa. El tiempo era bueno.
Al día siguiente, las compañías A y B iniciaron sus misiones, permaneciendo de guarnición la compañía C. A su regreso, la compañía B localizó una enorme trinchera de varios Km., que discurría al norte y noreste del campamento, y que había sido ocupada recientemente por una importante fuerza enemiga, como lo probaban las excavaciones nuevas.
El coronel Bowie suponiendo que una gran fuerza del Viet Cong se hallaba en la vecindad, coordinó con su 3ª brigada para asegurarse los apoyos artillero y aéreo. Las posiciones de lucha de sus hombres en el campo fueron mejoradas y protegidas todo lo posible. Bowie estableció también tres posiciones de observación y combate para un pelotón reforzado (section), adelantadas por cada compañía, a unos 500 m. del perímetro.
Hacia las 06:00 del 5 de marzo, el segundo teniente Robert Hibbs, de la compañía B, situado con su pelotón en el cruce perpendicular de las rutas Azul y Roja, al noroeste del campo, observó a un grupo de mujeres armadas y niños cargando munición, desplazándose lentamente por la ruta Roja (paralela a la trinchera) y que se detuvo a unos 100 m. de la patrulla.
Enseguida detectó a una compañía del Viet Cong avanzando de norte a sur por la ruta Azul, que se detuvo a unos 50 m. de su posición. Tres Viets se dirigieron al grupo de civiles. La patrulla aprovechó para dirigir todas sus granadas Claymore sobre la ruta Azul. Por fin, continuó su marcha la compañía guerrillera. Cuando su grueso se encontraba a unos 6 m. de la patrulla, ésta detonó sus Claymore y arrojó granadas de mano, dispersando finalmente al resto de los Viets con el fuego de sus M-16.
Al oír las explosiones el coronel Bowie ordenó regresar a Hibbs. En su camino de regreso, la patrulla alcanzó la retaguardia de otra compañía enemiga, desplegada ya para atacar. La patrulla atacó al enemigo de revés y cruzó su despliegue, desbaratándolo totalmente. Hibbs murió intentando recuperar con su sargento a un rezagado herido. Antes de caer definitivamente, herido varias veces, destruyó sus dispositivos de visión nocturna. Le fue concedida la Medalla de Honor del Congreso.
La patrulla de la compañía A operaba al sur del campo. Pronto fue totalmente rodeada por columnas del Viet Cong, que ignoraron su presencia y que se dirigían hacia el batallón americano. La patrulla se pegó al final de un pelotón enemigo, para ir acercándose al perímetro. Ya cerca de éste, se abrió inicialmente paso disparando y lanzando granadas sobre los guerrilleros cercanos, deslizándose hacia el campamento.
Bowie retiró la patrulla C. Hacia las 07:00 el batallón estaba casi al completo ocupando sus posiciones de defensa.
La detección oportuna de la intención enemiga, la dislocación prematura de parte de su despliegue, el preciso apoyo por el fuego y las posiciones defensivas en profundidad del batallón fueron decisivas. Hacia las 12:00 el ataque enemigo, a cargo del 272 regimiento de infantería del Viet Cong, reforzado por un batallón de armas pesadas en subordinación de guerra, se había desvanecido con gravísimas pérdidas.

El 28 de agosto de 2003 la brigada de infantería española asumió el mando del sector con sede en Diwaniya, como parte de la  división hispano polaca, desplegada en el centro sur de Iraq. Diwaniya, ciudad de unos 100 mil habitantes, es la capital de la provincia de Al-Qadisiya.
Apenas llegado al poder en abril de 2004, una de las primeras órdenes del presidente Rodríguez fue la retirada de las fuerzas españolas de Iraq. Creo que la siguiente fue conceder la Gran Cruz del Mérito Militar al ministro de Defensa, por dicha operación. La vergüenza de su familia hizo renunciar a Bono a dicha condecoración. El 21 de mayo se traspasó oficialmente el mando de los cuarteles España, Al-Andalus y Santo Domingo en Diwaniya a las fuerzas norteamericanas.
El mando norteamericano inició ese mes de abril una ofensiva en la zona contra el llamado Ejército del Mahdi (el guiado por Alá) del imam chií (un simple clérigo sin galones) Muqtada al-Sadr (véase nuestro artículo “Iraq hoy, de donde viene a donde va” en el nº 35 de War Heat) y solicitó la ayuda activa española. Al no tener nuestras fuerzas un mandato para participar en ella, la continuidad de su misión en la reconstrucción y estabilización de Iraq quedaba en precario indefinidamente.
La situación se había deteriorado tanto que el gobernador iraquí de Al-Qadisiya, más extensa que Extremadura y con unos 800 mil habitantes, acababa de desertar y formó una banda de unos 40 seguidores, para hacer valer sus derechos de señor de la guerra.
Las instalaciones de Diwaniya, donde se alojaban nuestros mil y pico hombres, quedaron convertidas en un remedo de Fort Apache. Porque los rebeldes iraquíes no suelen apreciar esas sutilezas de “estoy aquí, pero no te ataco” o “soy blanco, rico y llevo casco Kevlar, pero no soy yanqui”. Eramos un blanco fácil y cómodo de su furia y de su odio a una democracia no islámica y a los cristianos vencedores ocupantes.
Durante más de un mes los rebeldes chiíes realizan un hostigamiento permanente de nuestros cuarteles, tremendamente defendidos (sensores, fosos, alambradas y fortificaciones) contra las bombas de los suicidas islamistas. Pero ocurre que esos suicidas, que son fanáticos iluminados pero no tontos, atacan a grupos de enemigos no protegidos suficientemente, buscando como pasaporte al Jardín de las Huríes, llevarse el mayor número posible de enemigos muertos o mutilados. No hubo ni un intento suicida contra nosotros.
La mayoría de los días de espera hasta la retirada, nuestros acuartelamientos fueron hostigados con fuego automático de armas ligeras y granadas de mortero, con una media de 10 granadas por ataque. Con el fin de alejar el origen del fuego indirecto, nuestras fuerzas realizaron ataques de objetivo limitado, expulsando los morteros irregulares hasta el otro lado del río. En los encuentros y emboscadas sufridos, dimos muerte a unos 20 rebeldes. Nosotros sufrimos una docena de heridos en todo el proceso y murieron varios colaboradores árabes. No tenemos noticias de que el batallón chií de la defensa iraquí que estuvimos entrenando, y cuyo coronel pidiera formalmente que no nos fuéramos, nos apoyara en la defensa.

Algunas posibles misiones de lucha correctas para esta defensa

El centro de gravedad de la defensa activa de las posiciones militares fijas reside en la observación y el control de las vías de aproximación. Que en zona rural puede ser un campo semi inundado de arroz; en terreno rugoso, una línea de altura por debajo de la cresta militar; en zona urbana, las calles que hacia a ellas se orientan, desde cierta distancia, y en una carretera, una cuneta. Todo ello adobado y complicado por el clima y la hora del día.
Las posiciones de observación y de lucha pueden constar desde la pareja de francotiradores hasta una sección reforzada (el platoon estadounidense), según las características del terreno y las intenciones y capacidades del enemigo. Aquéllas son al margen de la defensa perimetral y de las patrullas que la recorren, que constituyen parte de la defensa estática.
El enemigo suele explorar, al menos al principio y también en condiciones fluidas de lucha, por observación. Es importante localizar y eliminar estas posiciones de exploración. La observación paciente es el modo, teniendo en cuenta que si la exigencia es intensa, cada 30 minutos debe ser sustituido el observador, porque mira, pero ya no ve.
Si existen medios adicionales para ello y como complemento, es muy necesario emplear el patrullaje enérgico (véase nuestro artículo citado en el nº 35 de War Heat) contra el enemigo, alejándose mucho más.
Una defensa pasiva, limitada a rechazar los ataques, con la iniciativa y la elección de los momentos en manos del enemigo, es casi lo más disolvente de la moral de combate que puede experimentar una tropa, al margen de una derrota. Que se lo pregunten a los franceses que guarnecían multitud de reductos y posiciones en Indochina antes de Dien Bien Fu y a los chinos nacionalistas hasta 1949.