HEZBOLLAH.

, a la VANGUARDIA del nuevo “Totalitarismo Supranacional Antidemocrático Revolucionario” (el TSAR) del siglo XXI: el «Fundamentalismo Islámico Radical Intransigente» (el FIRI).
 
Brillantes, característicos y terribles orígenes.
La organización surge después de la invasión israelí del Líbano en junio de 1982. Aprovechando la gran confusión reinante por ello, entre las distintas facciones libanesas, los estados vecinos y las grandes potencias. Hezbolá va a prosperar en el vacío de poder y acción creado por la frustración de unos y el cansancio y el escepticismo de otros. Su catalizador va a ser la república islámica de Irán, que va a infiltrar, a través de la cordillera del Antilíbano hasta el altiplano de la Bekaa, a sus “voluntarios” capaces y motivados, a lo largo de los primeros meses siguientes a la invasión. No fueron demasiados. Pero sí los suficientes para adoctrinar, entrenar milicias armadas y patrocinar e impulsar la creación de grupos locales activos chiitas. Éste fue el núcleo primigenio de Hezbolá.
Al cabo de un año se desparramaban por Beirut y por el sur del país. Hezbolá se ha ganado una fama respetable, no sólo por emplear formas singulares de violencia, sino también porque rara vez desaprovecha una oportunidad importante o juega mal sus cartas. Ya en octubre de 1983, Hezbolá destrozó los planes y decisiones de los gobiernos estadounidense y francés, en una sola mañana de ataques suicidas contra los contingentes militares de esos países acuartelados en Beirut. Seguidamente se aseguró que el éxito de la retirada de las fuerzas sería irreversible, mediante una calculada campaña de secuestros y de toma de rehenes, con la ayuda de los iraníes, que alcanzó a otros países del Cercano Oriente. Al mismo tiempo, lanzó una campaña de guerra de guerrillas contra los israelíes asentados en el sur del Líbano, obligándoles a replegarse a una estrecha zona de seguridad lindante con su frontera. Los triunfos, a su escala, se acumularon hasta 1987. Esto le ganó nuevos enclaves y más miembros y simpatizantes, consolidando su implantación en los territorios chiíes. También se fue ganando inevitablemente una reputación temible, que hizo que su nombre quedara ya como sinónimo de terrorismo.
En 1987 terminó su período “antiguo heroico”. Las tropas sirias alcanzan Beirut oeste en febrero de ese año, decididas a aumentar y asegurar su influencia y su implantación en el país, al que consideran parte de la “Gran Siria”. Entonces, Hezbolá se ve obligado a emplear gran parte de sus energías en defenderse del doble “envolvimiento físico ideológico” generado por los sirios y por la organización chiita Amal, que es respaldada por Siria. Los primeros limitan la expansión territorial natural de Hezbolá. Los segundos compiten por la lealtad de los chiitas libaneses. Tras varios años de enfrentamientos entre ambas milicias armadas, finalmente Hezbolá llegó a fagocitar a Amal. 
 
El chiismo como cisma del Islam.
El Islam es, en su acepción más simple, una fe sencilla, con ritos externos y sociales bien definidos, fácil de seguir y cumplir. Los ritos son acciones sacralizadas por una religión y necesarios para que ella se imbuya en el alma personal y colectiva de los creyentes. En el Islam existen cinco grandes ritos, que se simbolizan en su iconografía por una mano abierta: La profesión de fe, corta declaración que abre a cualquiera la entrada al Islam; las 5 invocaciones diarias (el Salat) a Alá; el ayuno del mes de Ramadán (el Roza); la caridad (el Zakat) con los desvalidos, impedidos y pobres (por este orden) de la Umma (comunidad musulmana universal) y la peregrinación a La Meca o Hajj al menos una vez en la vida, si se poseen recursos, que se realiza en comunidad entre el séptimo y el décimo día del último mes del calendario lunar, Dhul i Hijja. La administración del Zakat corresponde a los ulemas o a los clérigos, según las sectas. Esto les da un poder y una independencia que ningún poder civil laico de los países musulmanes se ha atrevido nunca a cuestionar, no ya a enfrentar. 
La Yihad, la guerra santa, el esfuerzo de sangre en el sendero de Alá, va dirigida contra aquellos que amenazan la Umma. Estos pueden ser tanto los infieles hostiles externos, como los no musulmanes que conviven en “dar el-Islam”, las tierras donde la Umma domina políticamente, y que han roto su “pacto de protección” con ella. A éste tienen derecho teórico los judíos y los cristianos, como gentes citadas en el Corán y que detentan algunos de los libros considerados también como proféticos por el Islam. Se considera a la Yihad una obligación prácticamente igual a uno de los llamados Cinco Pilares del Islam, ya citados. El Corán tiene numerosas aleyas o versículos que prescriben y alientan la lucha armada en el camino de Alá.
Existe una gran diferencia ideológica y práctica entre el sunismo y el chiismo. Éste se siente perseguido, en razón de la ortodoxia dinástica e ideológica que proclama y defiende. El cisma en el Islam se incoa a partir del cuarto califa, Alí, primo, yerno y compañero del Profeta. La muerte de su nieto Hussein en la  batalla de Kerbala (Irak), en el año 680, marcará el principio real del cisma entre los chiíes y aquellos a quienes se llamará más tarde suníes. Anclado en el pasado original, el chiismo no evoluciona y admite menos fuentes de revelación, como parte de sus señas de identidad. Así, asume históricamente una actitud fatalista, pasiva, incluso de sufrimiento físico por ello, a la espera del retorno del último (califa) imam desaparecido, el séptimo desde Hussein. Imam es el nombre que toman los grandes guías político religiosos en el chiismo. Aquél, que está escondido, no muerto, regre-sará como Mahdi (el guiado por Alá), en un momento dado de la Historia, para hacer triunfar a la Umma ortodoxa (los chiíes). Pero también se han dado en el chiismo casos de acción insurgente, incluso con cierto éxito e implantación popular activa, como en el Irán de Jomeini, o en El Líbano con Hezbolá o partido de Alá. Los chiíes constituyen hoy alrededor de un 12% de todos los musulmanes. Son mayoritarios en Irán, Azerbaiyán, Irak, Bahrein y en el sur del Líbano. Existen minorías chiíes significativas en otros países como Siria, Afganistán y Pakistán.
Como resumen de sus actitudes hacia su exterior, las otras religiones mundiales e ideologías políticas extrañas, podemos decir que con el chiismo es necesario negociar hoy en día desde una posición de determinación y fortaleza. Que les transmita convencimiento y seguridad y les genere respeto en el adversario interlocutor. Por su parte, el sunismo está más preparado para tratar y aceptar la convivencia pacífica y las relaciones de todo tipo con otras religiones e ideologías, al menos en determinados momentos y países.
La concreción de la ideología política. Los mecanismos de captación de activistas y sus bases sociales.
Hezbolá ha renunciado a dar su lealtad al Líbano e incluso, como podría intuirse, a Irán, como estados modernos. En su pensamiento ideológico no hay cabida para los naciona-lismos árabes o persas. Estos sólo dividen a los musulmanes (la Umma), mediante fronteras artificialmente creadas por intereses espurios, lejos de aquella realidad socioreligiosa. Un claro ejemplo del rechazo al panarabismo lo tenemos en el discurso pronunciado por el jefe local árabe chií del sur del Libano, hace bastantes años, durante la visita a la zona del encargado de negocios iraní en Beirut: “Aquí no existe la hermandad árabe o el sentimiento nacionalista. Los árabes jamás nos han ayudado, a pesar de la continuación de la crisis que padecemos. Ahora ellos cooperan con Satán, que también trajeron a nuestro país. ¿No es el Islam el que ha traído aquí al hermano Nurani (el iraní visitante)? ¿Dónde están los árabes? ¿Por qué ha venido un persa, pero no un árabe, de nuestra raza? Esto demuestra que el verda-dero lazo entre los hombres es aquél de las creencias y los pensamientos. No tenemos otra solidaridad o un común denominador con nadie que no crea en Alá y en su Profeta”. En el léxico de Hezbolá, a la república islámica de Irán se le llama “Iran el-Islam”, indicando que Irán es sólo una provincia del gran “dar el-Islam”, el futuro califato mundial, la Umma en acción, en su versión chiita.
Al contrario de lo que algunos deducen, la visión hostil de Hezbolá hacia Occidente se deriva más de los dogmas político religiosos de la organización islamista totalitaria, que de las políticas exteriores de las potencias democráticas. Durante la corta guerra de 2006, Hezbolá condujo su campaña operativa con un elevado conocimiento estratégico y táctico y gran profusión de armamento convencional. Sus ideólogos entienden y valoran su “esfuerzo de sangre” como parte de la guerra del Islam contra los infieles. Una guerra general sin fronteras convencionales. Y cuyo objetivo es, primero, redefinir el mapa de Oriente Próximo según aquellos intereses, y, finalmente, llegar a establecer un orden mundial islámico ortodoxo.
Los pensadores de Hezbolá no consideran al Líbano como una realidad posible ahora. Sólo cuando se elimine la influencia occidental en la zona y se destruya a Israel, podrá tener entidad propia un Líbano musulmán. Para Hezbolá el mundo occidental es uno en su ene-mistad y hostilidad hacia su visión de unidad mundial islámica. En ese rompecabezas deli-rante, los Estados Unidos (el Gran Satán) son el mando de esa conspiración y su campaña agresiva. En ellas Israel es un arma más contra los musulmanes. Sólo que es muy activa, cercana y, hasta ahora, muy eficaz. No estamos olvidados los otros países modernos demo-cráticos en ese papel atribuido y sellado a nuestro pesar. Francia, Alemania, Gran Bretaña, etc., e incluso Rusia y, últimamente, China son socios, correligionarios, colaboradores, ami-guetes de Satán. Esto de “Satán y compañía” le da unidad de propósito y coherencia a Hezbolá. Sólo la “unión del Islam” puede derrotar a esa tremenda confederación de infieles. Y de aquí, por ejemplo, el reconocimiento de Hezbolá al Irán islámico militante y provocador, como parte de aquélla.   
El reclutamiento de activistas y simpatizantes se realiza también a través de las estructuras sociales naturales del Líbano, a saber, el vecindario, el poblado, el clan y la tribu. Así, en sitios donde la lealtad es dada tradicionalmente al clan, como en las partes del sur del país o de la Bekaa, lo común es que un clan en masa se integre a la vez en Hezbolá. Y así sirven también a los intereses materiales colectivos, concretados, por ejemplo, en programas de “desarrollo o reconstrucción” con financiación foránea. Esto lleva a que en las zonas mencionadas existan ciertas colectividades, áreas, poblados que se identifican totalmente como enclaves de Hezbolá, y que constituyen núcleos de reclutamiento naturales de la organi-zación. Los barrios del sur de Beirut, que en su época original eran meros asentamientos de chabolas, están habitados por individuos relativamente pobres, que en su día emigraron desde el valle de la Bekaa o desde el sur del país a la capital. Buscaban esa mejora en sus condi-ciones de vida que el campo atrasado no les daba. Pero que tampoco la concentración de financiación, capital y tecnología de la capital y su funcionamiento, ni los sobresaltos bélicos periódicos les dieron o les facilitaron. Aquéllos conservaban sus lazos de tribu y de clan con su tierra, y también fueron fácil presa de los clérigos de Hezbolá. Éstos predicaban incan-sablemente en las mezquitas, las concentraciones de todo tipo, los funerales y las bodas. Dondequiera que una multitud se formara o reuniera para cualquier actividad social de masas.  

Las características socio religiosas totalitarias de Hezbolá.
Hezbolá se ha configurado y establecido como una sociedad musulmana clásica, integrada, completa y autosuficiente. Se ocupa de todo y atiende a todos. En todos sus períodos de paz ha invertido sus esfuerzos y medios, en mejorar y consolidar sus capacidades económicas y su arraigo social en sus bases. Claro que la producción en sus territorios de los bienes y servicios necesarios en una sociedad moderna, no es suficiente. Y sus métodos locales y poco integrados son costosos en recursos y poco eficientes en relación con los resultados. El único recurso productivo sobreabundante es el tiempo de sus habitantes. Pero si no hay creación de bienes y servicios, no hay posibilidades de sustento y de supervivencia, y no digamos de progreso y cultura. Esto se compensa con los fondos que fluyen generosa-mente desde Irán, junto con armas ligeras y pesadas de infantería, minas y cohetes de artillería reactiva. Aquéllos son como un impuesto religioso revolucionario que pagamos los compradores del petróleo crudo iraní. El yugular estas vías de aprovisionamiento de armas, mercaderías y financiación es un objetivo estratégico de primer orden para los israelíes.
Los gobiernos laicos o nacionales libaneses han fallado en atender y proteger a toda su población. Siempre han sido débiles, muchas veces más preocupados de su supervivencia, en los torbellinos periódicos de incremento del desorden civil, la anarquía o el enfrentamiento sectario entre las distintas religiones y sus ramas y etnias que habitan en El Líbano. Hezbolá se ha ocupado de levantar, dotar de medios materiales y humanos, y mantener escuelas, hospitales y centros locales de distribución para los habitantes de las zonas que controla. Hezbolá prima a las familias de los muertos o heridos graves o a los damnificados en sus negocios, propiedades y viviendas por el cese o la detención de sus actividades o por la destrucción o el daño de esos bienes, en sus enfrentamientos con Israel.
En Hezbolá se da un fenómeno fuerte integrador de fanatismo: el Paraíso prometido ya está aquí o, al menos, al alcance de la mano del simple creyente fiel. Consiste en integrarse en la Umma y cumplir unos preceptos claros y sencillos (véase más arriba). Luego les predican que el Corán dice que si pelean en el “esfuerzo” de Dios, Dios “les reforzará en su resolución y les dará la victoria” (ojo, a la Umma). Y a los que mueren en ese camino de rosas, el premio inmediato y seguro es el “jardín de las huríes” por un tiempo indefinido (ojo, no necesariamente eterno). Donde todos sus apetitos sensuales serán satisfechos a ésa, su escala personal mundana. Y los que no caen, especialmente si se trata de las familias o los clanes más antiguos de la “comunidad”, verán incrementada su riqueza material con buena parte del botín de guerra tomado a los infieles. Es todo un programa completo, sencillo, alcanzable, coherente y satisfactorio, sobre todo para los oprimidos, los sin salida, los agobiados, los perseguidos y los resentidos.

El espacio geográfico militar libanés.
El territorio libanés está casi enteramente formado por las cordilleras llamadas del Líbano y del Antilíbano y sus estribaciones. Ambas se extienden de norte a sur, paralelas a la costa y separadas por la depresión relativa de Bekaa, que es realmente un altiplano. La cadena del Antilíbano, que forma la frontera con Siria, es algo más baja; su cima culminante, el Hermón, tiene unos 2800 m. de alto. La cordillera del Líbano, cuya altura culminante es el Gurnat al Sauda, con unos 3100 m. de altura, deja una estrechísima franja llana a todo lo largo del litoral mediterráneo, de unos 10 Km. de ancho como máximo. Ésta se divide en la llanura de Akkar, al norte, en torno a Trípoli y la llanura de Tiro, al sur de Beirut, la más ancha. El clima de las montañas es de extrema rigurosidad invernal, ya que las alturas aíslan el interior del país de las suaves y cercanas influencias marítimas, que sólo benefician a las llanuras costeras.
La depresión de la Bekaa es una dura estepa, casi como los desiertos arábigos que alcanzan a Siria, donde no son suficientes los regadíos del Orontes y del Litani, que la recorren parcialmente. El primero corre de sur a norte, desde Laboue hasta desembocar en el lago Homs, ya en Siria. El segundo, más largo y caudaloso, corre de norte a sur, naciendo cerca de la ciudad de Baalbeck, hasta el castillo de Beaufort. Aquí hace un brusco giro de 90º, libre ya de las montañas que lo encajonaban, y va a dar en línea recta y con un recorrido final de unos 25 Km. al mar Mediterráneo.
Uno de los accesos estratégicos al interior del Líbano, desde su frontera sur con Israel, de apenas unos pocos Km. de ancho, permite alcanzar rápida y fácilmente a unas fuerzas mecanizadas modernas las principales ciudades costeras de ese país, aprovechando la buena transitabilidad que a ellas les ofrecen las estrechas y alargadas llanuras litorales. El terreno llano o suavemente ondulado de ellas es especialmente favorable para el ataque de fuerzas interarmas o de armas combinadas, incluso aunque aquél esté preparado para el rechazo fijo. Éste acceso está abierto y diáfano para el Tsahal.
El otro acceso al interior profundo del Líbano permite llegar a la extensión del altiplano de la Bekaa. Es un área montañosa de unos 650 Km2., hasta Hasbaya aproxima-damente, con curvas de nivel bastantes suaves, que van desde los 400 m. a los 900 m. sobre el Mediterráneo. Por él se alcanzaría la frontera norte del país con Siria, que es la entrada natural de las fuerzas regulares intervencionistas imperialistas sirias en el Líbano. También desde la Bekaa se podrían bloquear todos los pasos de contrabandistas a través de la cordillera Antilíbano. Éstos sirven de entradas clandestinas para el abastecimiento de Hezbolá con armamento iraní, especialmente los cohetes balísticos mejorados. Con los que contó con profusión escandalosa y exhibición inagotable en la corta guerra del verano de 2006. En este acceso están asentadas a horcajadas y apoyadas en él, las mejores fuerzas semiiregulares ligeras de Hezbolá. Sus alturas suaves y medias de color gris pálido les ayudan a formar una gran “región de defensa” semimóvil, extensiva, engañosa y complicada, que busca enmarañar y castigar a las fuerzas del Tsahal. Las cuales están acostumbradas y entrenadas para la maniobra rápida, favorable, potente, decisiva y con pocos costes de todo tipo, en sus operaciones de fuerzas mecanizadas.

Principales características favorables de los combatientes de Hezbolá, para poder sostener en sus términos semiirregulares una guerra con el Tsahal.
Hezbolá cuenta con una importante simpatía entre sus seguidores chiíes para sus obje-tivos socio religiosos. Aquéllos habitan sus “bases” estables, numerosas y extensas. Hezbolá tiene una red popular de apoyos y de inteligencia bien desarrollada. Las “bases” de Hezbolá le permiten tener un acceso fluido y elevado a la comida, los abastecimientos y los reequipamientos necesarios para sus enfrentamientos irregulares. Hezbolá cuenta con mandos carismáticos, alumbrados por su raíz religiosa.
Los guerrilleros poseen una capacidad táctica importante, desarrollada en los entrena-mientos y los combates a lo largo de los años. Sus fuerzas principales no son una milicia religiosa, sino que se equiparan más bien a una infantería ligera semirregular. Las fuerzas semirregulares de Hezbolá tienen una alta motivación ideológico religiosa y una firme voluntad de aceptar, al menos temporalmente, elevadas pérdidas y penurias en la lucha.
El terreno en el que pelean y que defienden es montañoso, pero no inclemente, ni excesivamente abrupto. Esto les brinda ocultamiento de las vistas y fácil protección, con algunas obras de campaña, de los fuegos pesados. Asimismo, dificulta el avance enemigo, lo canaliza a las vías existentes (las cunetas tienen demasiada pendiente o son reforzadas con cortaduras) y permite someterlo en la profundidad del despliegue a numerosas y escalonadas emboscadas de fuego antitanque y de armas pesadas de infantería. Las zonas defensivas diferentes cuentan con sucesivas posiciones de defensa preparadas, donde se repliegan los semiirregulares si es necesario. Los soldados israelíes no son entrenados para combatir rápidamente y con éxito contra estas formas de lucha de rechazo. Una de las armas más nombradas en Occidentes, los Improviced Explosive Devices, que dicen que les facilita Irán, no son más que variantes de las armas de carga hueca antitanque. Las emplearon por primera vez los paracaidistas alemanes contra las casamatas y reductos que no se rendían del fuerte belga de Eben Emael, en mayo de 1940. Con la parte de abajo (el embudo) de una botella de Coca-Cola, fundido el vértice que queda al cortarlo y relleno de explosivo convencional, es posible hacer una sencilla, limitada y barata bomba de este tipo.
Con el fin de hacer frente a la realidad de la presencia de milicias activas de los otros grupos rivales (palestinos, catervas encanalladas de Al Qaida) en El Líbano, Hezbolá está entrenando además nuevas milicias en sus territorios. Sus funciones son controlar a los posibles rivales y defender agresivamente sus enclaves. Los valiosos semiirregulares los destina al hostiga-miento enervante de Israel y como reserva operativa localizada en la Bekaa, al norte del castillo de Beaufort.

La Guerra Biológica

SUS INSTRUMENTOS, SU CONTEXTO HISTÓRICO Y SUS POSIBILIDADES REALES EN LA GUERRA MODERNA Y COMO ARMA DE TERRORISTAS.

 

La guerra biológica es el uso militar, como armas de guerra, de los organismos vivientes patógenos, animales o vegetales, y de los productos naturales venenosos, llamados toxinas. Como en ella se emplean los gérmenes y las bacterias, también se le llama guerra bacteriológica, aunque este término sólo incorpora a una parte de los agentes biológicos capaces de ser empleados contra el hombre.

El uso militar de los microbios patógenos.

Los organismos patógenos, que producen enfermedades en el hombre, se pueden clasificar en 4 grandes categorías o tipos: los hongos, las bacterias, los virus y las rickettsias, un ente intermedio entre estos 2 últimos, en su naturaleza, tamaño y características.

Las bacterias son organismos unicelulares de forma esférica (llevan el sufijo coco en el nombre), cilíndrica (los bacilos) o de tornillo o espiral (los espirilos). Se reproducen por división transversal repetida y, con frecuencia, los microbios parciales permanecen unidos formando una cadena. Muchos de ellas se pueden mover mediante sus flagelos o pestañas (más cortas). Según Lauria, el virus es un elemento genético constituido de ácido ribonucleico y de ácido desoxirribonucleico, apto para trasladarse de célula a célula y capaz de sintetizar con los aminoácidos disponibles sus proteínas particulares, que formarán entonces las partículas víricas infectivas. No se conoce su origen ni la fecha de su aparición, ya que se ignora la existencia de virus fósiles. Elford, en 1931, consiguió medir su tamaño, que varía entre 10 y 300 micras. También los virus se clasifican en vegetales, animales y bacteriófagos, cada tipo con sus características específicas. Su ciclo vital tiene, entre otras, 5 fases importantes para nosotros: fijación a la superficie celular, penetración en el interior de la célula, multiplicación del virus a costa de los componentes de aquélla, liberación de los nuevos individuos víricos y su dispersión por el medio.

El empleo militar de los microbios patógenos, por tratarse de organismos vivos, es difícil. Los vectores militares usuales, la artillería convencional (granadas explosivas) y la reactiva (cohetes de trayectoria balística, sin dirección autónoma) y las bombas aéreas, resultan demasiado agresivos para ellos y los destruyen antes de su dispersión en el blanco. Para eliminar estas graves limitaciones se han desarrollado bombas con envoltura de cerámica, que se han probado satisfactoriamente con moscas infectadas con la bacteria yessinia pestis, la causante de la peste bubónica. También se ha probado su dispersión por el aire, mediante dispensadores de varios tipos, pero su control y la estimación de su efecto sobre el blanco son muy difíciles. En los años 40 del pasado siglo, se perfeccionaron técnicas biológicas de desecado y congelación de los microbios. Con ellas se buscaba prolongar su vida y aumentar su resistencia, para permitirles un mayor tiempo de almacenamiento, su dispersión mediante explosivos y lograr una exposición más larga en condiciones ambientales.

Su empleo real mediante transmisores no militares ha sido más común. En 1763, durante la guerra en Norteamérica entre Gran Bretaña y Francia por el control de todas las colonias europeas, el jefe militar británico decidió intentar contagiar con viruela a los indígenas hostiles a ellos. Con este motivo se le entregaron a 2 jefes indios, 2 sábanas y un pañuelo procedentes de la sala de contagiados por viruela de un hospital británico. La enfermedad se extendió pronto entre las tribus. Durante la II guerra mundial, los británicos fabricaron y almacenaron pasteles de carne que contenían dosis elevadas de esporas del antrax. Su idea era lanzarlos por bombarderos sobre praderas alemanas, donde podrían ser hallados y comidos por su ganado. Estos pasteles nunca fueron empleados.

Poco después de los ataques aéreos suicidas sobre las Torres Gemelas y el Pentágono, en septiembre de 2001, comenzaron a aparecer en los EEUU, en las estafetas de correos y en los destinatarios, algunos paquetes y cartas conteniendo supuestamente esporas de antrax, activas o in vitro, adquiridas o robadas en laboratorios de investigación farmacológica. La paranoia colectiva propia de esos trágicos momentos contribuyó a magnificar la extensión y la importancia de estos hechos. Y constituyó un multiplicador del efecto propagandístico perverso de cualquier tipo de agresión individual o colectiva de terrorismo. Cuyo fin es extender el terror, generalmente a través de acciones violentas indiscriminadas y las amenazas de repetirlas, que hacen que todos los miembros de la colectividad atacada se consideren posibles o probables, según los casos, objetivos de esas futuras acciones.

Las toxinas como arma de guerra.

Las toxinas son venenos producidos naturalmente por las plantas o los animales, tanto los grandes o visibles como los microscópicos o microbios.

Las toxinas tienen ciertas ventajas para su empleo como armas de guerra. Son naturales, no productos de síntesis más o menos complicados, costosos e inestables. Esto facilita su producción a escala de planta piloto o industrial. Algunas de las toxinas biológicas se encuentran entre los productos más venenosos que se conocen. Su efecto se realiza sin la presencia del agente productor. Éste, por ser un organismo vivo, plantea problemas en su manipulación, al ser más inestables o perecederos que aquéllas. Es decir, pueden ser conservadas y diseminadas más fácilmente, mediante granadas explosivas especiales o con dispensadores, tipo aerosoles o pulverizadores propulsados por gases inertes o neutros.

La enterotoxina B del estafilococo aureo es la responsable de la mayoría de las intoxicaciones alimentarias humanas. Esta bacteria puede crecer en multitud de alimentos y al hacerlo produce esa toxina, que se ingiere con las consumisiones. En general, la enterotoxina B no es letal, pero una dosis de sólo 50 microgramos ya causa vómitos y diarreas en los adultos. El uso deliberado de esta toxina es posible. Por ejemplo, durante un cerco de los insurrectos irregulares, siempre laxo, a posiciones defensivas fijas militares, y con el fin de hostigarlas y debilitar la resistencia vital enemiga. El efecto sonoro agudo producido por la toxina es llamado casi onomatopéyicamente «el chiflido» (silbido de la chifla).

Una toxina más terrible, que también se puede encontrar en los alimentos, es la toxina butolínica A, producida por la bacteria clostridio butolínica. Es el veneno más poderoso conocido, con un microgramo se mata a un adulto. La aparición normal de la bacteria se asocia a los alimentos mal preservados, como las conservas vegetales caducadas o mal esterilizadas durante su fabricación. Se trata de un neuroagente que causa que el sistema nervioso acumule en exceso durante su funcionamiento la acetilcolina, de una manera similar a como lo hacen los agentes de tipo nervioso de la guerra química.

La toxina ricino, que se halla en las semillas y en las hojas de la planta ricino común fue patentada en 1962 en los EEUU para su empleo como arma biológica. Su uso por los agentes secretos búlgaros, conocidos como los asesinos de los paraguas, fue confirmado en los años 70. En los extremos libres de aquéllos llevaban oculto un lanzador mecánico, que proyectaba un balín impregnado de la toxina ricino y capaz de clavarse a corta distancia en la carne descubierta. Dos disidentes búlgaros, huidos del régimen comunista de su país, fueron positivamente identificados de haber sido asesinados así en Londres.

El piloto norteamericano Francis Gary Powers, que fue derribado en su U-2 sobre la URSS en 1960, llevaba una píldora letal de la saxitoxina BW, que no utilizó. Este agente se obtiene de cierto marisco, que lo produce cuando es alimentado con un tipo particular de plancton marino.

Su aparición en la Historia. Situación actual.

Desde muy antiguo se han empleado los agentes patógenos y las toxinas con propósitos militares. El envenenamiento de las fuentes de agua del enemigo o el arrojar los cadáveres de los enfermos infecciosos por encima de sus muros o murallas defensivas, son técnicas militares documentadas y empleadas por Alejandro Magno, Solón o los mongoles. Es sólo en los tiempos modernos cuando el uso de agentes biológicos en la guerra ha adquirido un carácter de estigma. Así, ninguna nación moderna ha admitido su empleo en combate contra sus enemigos, a pesar de existir numerosas alegaciones de las víctimas de lo contrario.

Un ejemplo extremo de cómo se puede ir de las manos el uso de agentes biológicos por personas profanas, lo tenemos en el sitio de la entonces ciudad genovesa de Kaffa. En él los efectos biológicos nocivos estaban razonablemente circunscritos tras las murallas de esa urbe. A mediados del siglo XIV los mongoles sitiaban la ciudad, hoy llamada Feodosiya, situada en la costa ucraniana del Mar Negro. Los mongoles arrojaban por encima de sus murallas, mediante catapultas, los cuerpos de muertos por la peste bubónica. Se piensa que algunos barcos genoveses que partieron de la ciudad hacia su metrópoli, pudieron portar el bacilo de la plaga, que se hospedaba habitualmente en las siempre presentes ratas. De esta manera pudo alcanzar Italia la peste bubónica, y comenzar la masiva y fulminante epidemia conocida en la Historia como la Muerte Negra, que casi despobló el continente europeo en ese siglo.

A partir de los años 80 del pasado siglo, la ingeniería genética y la biotecnología se han convertido en instrumentos técnico industriales destinados a mejorar las condiciones de vida de la humanidad. Una de sus posibles aplicaciones es el desarrollo de vacunas contra los agentes patógenos, tanto los naturales como los reforzados por acciones genéticas sobre los primeros. Esto puede permitir a los países más adelantados adquirir una cierta inmunidad más o menos extendida, que nunca es absoluta, contra estos ataques. Mientras que sus enemigos potenciales, menos desarrollados tecnológicamente y con menos recursos económicos, salvo los productores de petróleo durante la fase de expansión del ciclo de ventas, estarían inermes contra los agentes biológicos militares.

Su uso militar es puntual y restringido.

El uso efectivo, puntual en el tiempo y controlado de agentes biológicos en el combate moderno es difícil y sus resultados son también demasiado indeterminados. Su propia naturaleza hace que, para la mayoría de los agentes, su lanzamiento controlado sobre un blanco sea difícil. Entre la exposición efectiva del enemigo y el inicio y el desarrollo de la enfermedad, existe una insoslayable demora, que va desde las horas a los días, debido a los inevitables períodos de incubación; lo cual no es asumible casi nunca en una operación móvil. Existen siempre las inmunidades naturales y las adquiridas (por vacunación o por exposición más o menos controlada), que impiden precisar, a efectos de resultados reales probables, el número de bajas enemigas derivadas de un ataque biológico. Los efectos teóricos estimados son disminuidos por ciertas condiciones climáticas, la lluvia, la niebla, la luminosidad solar y las temperaturas extremas, o alterados por los vientos, que los arrastran del blanco de superficie.

Por todo ello, hoy en día el uso militar de agentes biológicos tiene un empleo restringido a las operaciones especiales y al hostigamiento más o menos encubierto del enemigo, técnica donde el tiempo no es un parámetro rígido y crítico. Así, el objetivo de debilitar al enemigo, más que eliminarlo totalmente, hace que los cálculos de la correlación de fuerzas enfrentadas no tengan que ser tan exactos ni tan puntuales en el tiempo. La diseminación de los agentes biológicos es hecha directamente, sin el empleo de las municiones pesadas como vectores. Y el tiempo entre la exposición y el desarrollo de la enfermedad, delatado por los síntomas de ella, constituye entonces un factor de planificación dentro del plan de ataque posterior.

Su difícil e improbable uso por terroristas y locos.

Intentos los ha habido, como el ya indicado sobre las esporas de antrax y los que relatamos a continuación. En 1980 la policía francesa asaltó un domicilio en París de la Fracción del Ejército Rojo alemán, situado en el nº 41 A de la calle Chaillot. Eran ésos cuyos jefes se suicidaron luego simultáneamente en sus celdas de aislamiento en Alemania. Allí encontraron una simple pero efectiva instalación tipo «barreño», para producir la toxina butolínica A. En septiembre de 1984 fue detectada una intoxicación alimenticia deliberada en el pueblo de Antelope, del estado norteamericano de Oregon. Los orígenes fueron trazados desde varios restaurantes de la localidad y la causa fue la contaminación por la bacteria salmonella typhimurio. En las cercanías del pueblo existía una comunidad religiosa hindú, la Bhagivan Sree Rajneesh. El testimonio jurado de su jefe llevó a la conclusión de que el episodio había sido provocado por uno de sus ayudantes. Éste «sembró» los comestibles en venganza, porque algunos de los vecinos de Antelope miraban con desconfianza a su comunidad y los consideraban «diferentes».

Existe en los hombres una natural repugnancia a experimentar las enfermedades, especialmente las infecciosas, las deformantes y las debilitantes en extremo. Sólo hay que ver los anuncios de los centros de todo tipo, que ofrecen algo así como un elixir de la juventud, parecido al que buscó nuestro Ponce de León en La Florida en el siglo XVI. La edad es inevitable e implacable, pero se busca mantener, casi por todos los medios, el uso y disfrute de la madurez, cuyo deterioro es uno de los más temidos efectos de las enfermedades. Las enfermedades infecciosas graves suelen discurrir con unos síntomas externos catastróficos. El hombre se ve atacado desde dentro en su aspecto, en su integridad y en sus capacidades, de manera dolorosa e incluso asquerosa, hasta su muerte infame. No es ésta la muerte más o menos adornada por nosotros, para hacerla gloriosa y menos repugnante, que se espera para los combatientes en el campo de batalla.

La manipulación de los microbios patógenos y sus derivados venenosos implican unas operaciones de alta tecnología farmacológica y química. Aquí cualquier escape o impureza lleva al fracaso del experimento o a una afección de los manipuladores (los posibles portadores más cercanos y expuestos). Y ya sabemos algo de cómo se las gastan estos enanos patógenos y sus productos orgánicos con nosotros.

Los fanáticos fundamentalistas islámicos no encuentran en el Noble Corán ni en la sunna del Profeta ningun aliciente, estímulo o excusa para su empleo en la guerra. Los microbios y sus humores son de la categoría del cerdo, del perro, de los animales acuáticos sin aletas, de los proscritos por Alá, todos ellos impuros y detestables para el muslim fiel. Cuando el Libro descendió de junto a Alá, se moría aceptablemente para los ansares o devotos del Islam por la espada, la maza, el hacha la lanza y las flechas, en defensa de la Umma o comunidad de fieles y para extender sus dominios, mediante la Yihad o guerra santificada en muchos aleyas o versículos de aquél.

Se habla también de la posible utilización por los locos de los medios más asequibles y conocidos para la guerra biológica. Pero un loco no es un demente. El demente tiene degradadas sus facultades cognitivas y volitivas, por el deterioro físico de sus tejidos cerebrales, debido a la edad o a ciertas enfermedades (ictus, arterioesclerosis cerebral). El loco, por su parte, tiene una parte de sus sentimientos, ideas y conceptos afectados, alterados y extraviados. Pero el loco es capaz de razonar, sobre todo en los temas que llamaré «objetivos», los que estén al margen de sus delirios y afecciones anímicas. El loco puede creerse que sus acciones terroristas, más o menos individuales, llegarán a ser importantes para subvertir el régimen político de un país. Pero el loco puede saber cómo mezclar el azúcar y el clorato de potasio (de las pastillitas para desinfectar la garganta) para hacer un explosivo casero. Aunque la ETA le añada azufre, aquí no hace falta y sólo resta efectividad por peso, ya que el cloro se encarga de enlazar al potasio y formar cloruro potásico. En todo caso, el azufre puede obtenerse, como componente de la pólvora, si hay restricciones de productos sensibles, tratando con salfumán el bisulfuro de sodio, un revelador fotográfico. O cómo concentrar el líquido de las baterías, para obtener ácido sulfúrico, base para obtener ácido nítrico (para el algodón pólvora o nitrocelulosa o pólvora sin humo) y nitratos (el comburente de las pólvoras con humo, base de la prirotecnia). Y el loco también tiene mucho, mucho miedo, probablemente más por un componente hipocondríaco específico, a las enfermedades consuntivas, estigmatizadas por el colectivo social.

 

 

 

 

Guerras Asimetricas Modernas.

País y naturaleza     Período     Resultado

 

Grecia, comunista. 1946 a 1949.  Sofocada

Malaya,comunista y ligado a la etnia china. 1947 a 1960.  Sofocada

Indochina francesa. 1946 a 1954.  Creación de las dos repúblicas de Vietnam

Filipinas, comunista. 1947 a 1952. Sofocada

Kenya, nacionalista. 1952 a 1959. Independencia

Argelia, nacionalista. 1954 a 1962. Independencia

Chipre, nacionalista. 1955 a 1959.  Independencia

Vietnam de Sur. 1959 a 1975.  Unificación del país, bajo la égida de Vietnam del Norte. Disolución del Vietcong, movimiento independentista del Sur.

Angola, nacionalista. 1960 a 1975.  Independencia

Afganistán, nacionalista. 1978 a 1989.  Derrocamiento del gobierno prosoviético.

Para los contrainsurgentes es necesario, por tanto, evitar la prolongación del conflicto, que va minando la convicción de sus propias fuerzas y permitiendo que el enemigo se extienda, fortalezca y predomine.

Guerras Asimétricas

Las guerras pomposamente llamadas de cuarta generación son las guerras contrainsurgencia o guerras de guerrillas o guerras irregulares o rebeliones armadas o guerras de liberación o bandidaje organizado, que siempre han existido, coexistiendo con las variantes convencionales. Son las que los EE.UU. han perdido o no ganado últimamente: Vietnam, El Líbano (desembarco pacificador de marines, luego volados en su cuartel) y Somalia (el avispero incontrolable e imprevisible de «todos contra todos» de los señores de la guerra y las milicias islámicas). Son guerras desiguales (les llaman ahora «asymmetrical warfare») contra un enemigo de más bajo nivel tecnológico militar relativo a las fuerzas regulares enemigas, enraizadas siempre en la población civil propia u ocupada, poco intensas militarmente y extensas en el espacio y el tiempo.

Con embarazosa frecuencia, cuando los «sensores» humanos o tecnológicos norteamericanos detectan alguna probable actividad insurrecta iraquí o de los muhaydines extranjeros, primero arrasan el edificio, la «manzana», la zona. Luego van a limpiar y a hacer el recuento de cadáveres, el «body count», porque son muy escrupulosos con sus estadísticas. A veces entre los escombros se pueden encontrar con los cadáveres de una familia árabe inocente y numerosa. Se abusa de la atrición, que es indiscriminada y perversa cuando el enemigo se funde con los civiles. Se descuida el patrullaje activo, inesperado, que necesita proporcionalmente menos medios materiales y humanos, pero más oficio, coraje moral, libertad de actuación y creatividad en los mandos inferiores e intermedios y en los hombres.